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Hacer la Tarea
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Ebook162 pages2 hours

Hacer la Tarea

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About this ebook

La tarea puede ser uno de los problemas más frustrantes para niños y padres. En esta guía útil, Rosemond advierte en contra de la interferencia de los padres y ofrece métodos para ayudar a los niños hacer su propia tarea.
LanguageEspañol
Release dateFeb 4, 2014
ISBN9781449460303
Hacer la Tarea
Author

John Rosemond

John Rosemond is a family psychologist who has directed mental-health programs and been in full-time private practice working with families and children. Since 1990, he has devoted his time to speaking and writing. Rosemond’s weekly syndicated parenting column now appears in some 250 newspapers, and he has written 15 best-selling books on parenting and the family. He is one of the busiest and most popular speakers in the field, giving more than 200 talks a year to parent and professional groups nationwide. He and his wife of 39 years, Willie, have two grown children and six well-behaved grandchildren. 

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    Hacer la Tarea - John Rosemond

    Capítulo Uno

    La tarea

    Este libro comienza con una historia que durante años comentan cientos de padres en diferentes versiones, por ejemplo:

    Memo está en tercero de primaria y tenemos el problema de que no hace su trabajo. Su maestra casi se tiene que parar encima de él para que haga algo en el día; si no, se la pasa sentado sin poner atención y hablando con los niños alrededor de él. Como resultado, Memo no sólo llega a casa con la tarea que le pidieron, sino que también con los trabajos que no terminó en clase. Además, como nos miente si tiene o no tarea y cuánta, antes de salir de la escuela tiene que anotar la tarea en una libreta y llevársela a la maestra para que la verifique y le ponga sus iniciales.

    Cuando llega a la casa, lo primero que hago es revisar su tarea con él, y asegurarme de qué es lo que tiene que hacer y los libros y el material que necesita. No obstante, a veces se le olvida al menos dice que se le olvidaanotar la tarea en la libreta, y me imagino que la maestra está ocupada con otras cosas y se le pasa revisársela. En ese caso tengo que creerle o llamar a otro compañerito. Hasta he llamado a la casa de la maestra, y en más de dos ocasiones tuve que regresar a la escuela para recoger los libros o las cosas que olvidó.

    Así que, (suspiro pesado), una vez que tenemos todo, lo siento en la mesa de la cocina, que es dónde puedo supervisarlo y ayudarle en lo que necesite, y empezamos. Excepto que conmigo hace lo mismo que en la escuela. Si no estoy a su lado, nada más se sienta sin poner atención. Así que terminó sentándome junto a él, le explico las cosas paso por paso, y a veces tengo que reconocerlole dicto, por lo cual todo lo que él hace es escribir lo que le digo. Sé que de alguna forma le hago el trabajo, pero a veces no puedo evitarlo, me frustra tanto tener que esperarlo.

    Lo que quiero decir es que hay ocasiones en que actúa como si no tuviera cerebro. Repasamos un problema el lunes, me aseguro de que sepa cómo hacerlo, y el martes está en blanco, así que tenemos que volver a hacerlo, pero el miércoles es la misma historia. Sé que es listo, su maestra sabe que es listo, y no hay nada que él no quiera hacer que no pueda hacerlo, pero parece que la tarea le anestesia los circuitos o algo así. Lo único que sé es que me está volviendo loca lentamente. Si logro sobrevivir con mi cordura intacta, será un milagro.

    Así que desde que Memo llega a la casa hasta la hora de la cenaentre tratar de cocinar, contestar el teléfono y atender a los demás niñosle ayudo con la tarea. Podría decirse que no tengo vida propia. Su papá llega como a las seis de la tarde, antes de cenar recogemos la mesa y cenamos. Alterminar, levantamos la mesa y regresan los libros.

    Por lo general ayudo a Memo con la tarea hasta las ocho. ¡Ah! pero tiene práctica de béisbol los martes y los jueves en la tarde y clase de piano los miércoles después de clases. Enestos días, tal vez nos levantamos de la mesa a las nueve o diez de la noche. ¡En serio!

    En las mañanas, antes de que se vaya a la escuela, verifico que lleve todos sus útiles. Después de un par de ocasiones en que tuve que llevarle los libros a la escuela porque se le olvidaron, aprendí la lección.

    Simplemente no entiendo. Las mamás de sus compañeros me dicen que se tardan 30 ó 45 minutos en hacer la tarea. Nosotros la hacemos en tres o cuatro horas. De acuerdo, Memo tiene que terminar el trabajo que no hizo en la escuela, pero aun así no deberíamos tardarnos más de una hora y media sentados en la mesa de la cocina.

    Para cuando terminamos, soy un desastre. A veces pierdo la paciencia y le grito, lo que hace que Memo llore, y me siento un fracaso total. Después entra mi esposo y se enoja con él porque me hizo enojar, lo empiezo a defender diciendo que no es culpa suya, y es el acabóse.

    ¿Cómo le hago para que yo misma lo entienda? Hay ocasiones en que pienso que Memo tiene algún problema, tal vez de aprendizaje, pero sus exámenes finales son buenos. Entonces me imagino que su autoestima es baja y que esa es su forma de procurar que yo tenga más atenciones con él. Tal vez no me he dedicado tanto a él desde que nacieron sus hermanos. Quizá se siente rechazado o algo, no sé. Mi mejor amiga dice que Memo me manipula, pero no encuentro cómo puede ser esto. Después de todo, él no disfruta tampoco sus sesiones de tarea, así que si me está manipulando, lo está haciendo a costa propia, ¿no cree?

    Los nombres del juego

    Existen ciertos elementos clave para este escenario que, aunque los detalles específicos varíen de un niño a otro, casi siempre están en la historia que se relata.

    Primero está la gran cacería de la tarea, que también se puede llamar las escondidillas de la tarea. Aquí es cuando mamá (por lo general es mamá) tiene que hacer pirueta y media para descifrar con exactitud loque Memo (o Susanita) tiene que hacer de tarea esa tarde. Saquea la mochila de Memo en busca de claves, revisa al detalle la libreta para ver si encuentra alguna evidencia, llama a otros papás, a la maestra, consulta la carta astrológica de Memo. Mientras tanto, Memo está sentado, esperando.

    Luego, sigue el ejemplo exacto de lo que llamo serpadre por helicóptero. Nótese que mamá hace que Memo haga la tarea en la mesa de la cocina o el comedor para que pueda supervisarlo, lo cual quiere decir que le da sus vueltas, lo estimula, soborna, engatuza y guía a que haga lo que él es perfectamente capaz de hacer por sí mismo, mientras ella se aturde cada vez más.

    Entretanto, Memo se hace tonto. Se comporta de acuerdo a las palabras de su mamá, como si no tuviera cerebro. Se le olvidan las cosas que le taladraron en la cabeza días antes, no puede pensar en escribir nada de una instrucción sencillacomo: "Escribeunaoraciónquecontenga las palabras yo, senté y mesa". Su mano se mueve un poco más rápido que una mosca sobre miel. Suma cuando debe restar, hace un círculo cuando debe subrayar, y por lo general actúa como si hubiera tomado una sobredosis de valium.

    Todo lo anterior culmina en el maratón de la tarea, en el que 30 minutos de tarea se lleva tres horas.

    Por último, Memo y sus papas se comportan como una bola de locos. Después de que mamá se topó con pared durante horas, se desmorona, Memo empieza a sollozar, papá se enfurece, mamá se interpone entre papá y Memo, papá se enoja más, lo que arruina la noche de todos, si es que no estaba arruinada, y todo mundo se va a dormir para tener pesadillas donde enormes borradores los persiguen con la intensión de desaparecerlos.

    La versión adolescente

    Durante secundaria y preparatoria, los papás de Memo no saben si va mal hasta que llegan los resultados parciales. No obstante, a veces Memo los intercepta y las calificaciones nunca llegan. Por ende, como el no recibir noticias es buena noticia, ellos no preguntan. Si los papás logran recibir los resultados, Memo inventa una serie de excusas con respecto a sus malas calificaciones.

    Dice cosas como, me acabo de sacar una A en una prueba pero este reporte no la incluye, así que, cálmense, porque mi calificación debería ser por lo menos B . Luego los mira con compasión.

    O, todos sacaron malas calificaciones por culpa de esa prueba super difícil que nadie pasó, pero el maestro dijo que tal vez no la tome en cuenta para los promedios finales, así que no es para tanto, ¿captan?.

    O (una favorita): Ah, ¿esa? bueno, es que, como no entregué una tarea, quiero decir, la hice y todo, pero se la presté a Juan porque no le entendió y me la perdió. Ni modo, la maestra me puso cero, pero es como un aviso porque me dejó trabajo extra y por eso mis calificaciones van a ser, mmh, buenas. Así que bájenle, ¿okey?

    Diario, en cuanto Memo llega de la escuela, su mamá le pregunta: ¿Te fue bien en la escuela?.

    — Claro—, refunfuña Memo.

    — ¿Tienes tarea?

    — No mucha—, vuelve a refunfuñar.

    — ¿Tienes que estudiar para algún examen?

    — Para nada.

    — Bueno, avísame si necesitas ayuda—, contesta mamá.

    — Claro—, responde Memo.

    Más tarde, cuando Memo se dirige a la puerta, mamá pregunta: ¿Ya hiciste la tarea?.

    — Ajá—, gruñe Memo.

    Semanas después llegan las calificaciones, que no son nada mejores que las anteriores, y Memo promete mejorar, excepto quizás en álgebra porque, no le caigo bien al maestro. Si no mejora, y los papás lo amenazan con privarlo de algo, dice: Si no me dejan, me quitarán la única razón que tengo para trabajar bien en la escuela. Realmente, por alguna razón los papás le encuentran sentido a esta respuesta. Un claro signo de senilidad prematura.

    Asimismo, algunas calificaciones están cuidadosamente alteradas. La mayoría de los estudiantes de secundaria o preparatoria tienen doctorado al respecto. Las Ds se vuelven Bs, las Fs se convierten en As. Los papás que no lo notan necesitan un ocultista.

    Los papás de Memo van a hablar con el asesor, quien promete reunirse en forma regular con Memo para asegurarse de que cumpla con su trabajo. También dice que cada viernes va a ver a sus maestros para ver cómo va y que se le dé la ayuda que necesite. A Memo se le olvida su primera cita con la asesora. Ella le corretea y hace otra cita, a la cual Memo no se presenta porque de repente surgió algo importante y, bueno, usted conoce el resto de la historia.

    Cuestión de responsabilidad

    La pregunta básica, con respecto a lo que parece crear mucha confusión, es, de todos modos, ¿de quién es la tarea?

    ¿Es la obligación de Memo? ¡Por supuesto! Excepto que nadie actúa como si lo fuera. Los papás, la maestra, y (en el caso de secundaria y preparatoria) el asesor de Memo, sin darse cuenta de lo que hacen, y sí con la mejor intención, se apropian de la responsabilidad del desempeño escolar de Memo, la cual le pertenece a él. Al hacerlo, toman el problema de Memo —su deficiencia en hacer la tarea— como propio, tanto emocionalmente como de cualquier otra forma.

    PRUEBA: Cuando Memo no hace la tarea, ¿quién se molesta? Los papás de Memo, y, en menor grado, su maestro(s), ¡Ellos! A Memo no le molesta en lo absoluto.

    PRUEBA: Cuando Memo no hace la tarea, ¿quién hace algo al respecto? Una vez más, los papás, maestros y el asesor de Memo supervisan, corretean, revisan, y preguntan muchas cosas neuróticas como: ¿Ya hiciste la tarea? Memo no hace nada. Engaña, pierde el tiempo, y dice una serie de tarugadas cada vez que le enfrentan con los hechos.

    De acuerdo a como están las cosas, Memo no tiene ninguna razón para cambiar su forma de ser. Está fuera del juego. Mientras los demás hagan lo que a él le corresponde (y que es capaz), y sigan asimilando los sentimientos que él debe sentir por sí mismo (enojo, frustrado, culpable) tiene toda la autorización de continuar siendo un irresponsable.

    Cada noche, de lunes a jueves, la escena central en la familia de Memo es la tarea. Se convierte en el enfoque principal de la actividad familiar. Atrae más energía y atención que cualquier otro punto. Todo se detiene, o se deja tambalear, hasta que Memo termina su tarea. El matrimonio de sus padres se para, las responsabilidades del hogar se dejan como sea, los demás niños tienen que ver por ellos mismos. ¿Y a quién encontramos sentado plácidamente en el centro del huracán de la tarea? A Memo. Es el personaje central de esta telenovela vespertina. Más aún, es la víctima y el villano, dependiendo si la mamá se siente culpable o enojada. ¡Peor todavía!

    La tarea no debe ser la escena principal en una familia. No merece tanta atención. Cuando se le permite llegar al centro, no hay nada más que problemas. La gente olvida de quién es la tarea, y como en el caso de la mamá de Memo,

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