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El nuevo movimiento campesino mexicano
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El nuevo movimiento campesino mexicano

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Confrontando posiciones y analizando diversas aristas, este volumen recupera las voces de casi una veintena de líderes de las organizaciones sociales y de estudiosos de la cuestión agraria: todos ellos tienen una tarea en común: desmenuzar los nuevos retos a los que se enfrenta el movimiento campesino.
LanguageEspañol
Release dateDec 7, 2021
El nuevo movimiento campesino mexicano
Author

Fundación Heberto Castillo Martínez A.C.

Fundada en 1997, la Fundación se creó para salvaguardar, fomentar y difundir el trabajo científico, político y social de ingeniero Heberto Castillo, encaminadas a coadyuvar con el progreso social, político, tecnológico y cultural de México.

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    El nuevo movimiento campesino mexicano - Fundación Heberto Castillo Martínez A.C.

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    El Nuevo Movimiento Campesino Mexicano

    Fundación Heberto Castillo Martínez A.C.

    Viena No. 34 Col. Del Carmen Coyoacán, Ciudad de México

    Presidenta

    Profa. María Teresa Juárez de Castillo

    Título original: El Nuevo Movimiento Campesino Mexicano

    Grabados: Alejandro Alvarado Carroño

    *MMIV Teresa Juárez de Castillo /

    Fundación Heberto Castillo Martínez A. C.

    ISBN impreso: 968-5326-06-1

    ISBN digital: en trámite

    Primera edición: julio de 2004

    La transformación a libro electrónico del presente título fue realizada por

    Sextil Online, S.A. de C.V./ Editorial Ink ® 2016.

    +52 (55) 52 54 38 52

    contacto@editorial-ink.com

    www.editorial-ink.com

    Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada o trasmitida, de ninguna forma ni por ningún medio, sea eléctrico, electrónico, químico, mecánico, óptico, magnético, de grabación o fotocopia, sin la autorización previa y por escrito de los propietarios de los derechos de autor.

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    La Fundación Heberto Castillo Martínez, A.C. (FHCMAC), es una institución que surge con el objeto de salvaguardar la obra científica, social y política del ingeniero que le da el nombre.

    Desde su constitución, en junio de 1997, la fundación ha sido encabezada por la viuda del político veracruzano, la profesora María Teresa Juárez Carranza, quien se ha dado a la tarea de organizar diversos encuentros con destacados intelectuales estudiosos de la realidad nacional, cuyo resultado es la compilación de 26 títulos diversos que componen la colección digital de la cual forma parte el presente libro.

    La FHCMAC cuenta con el acervo histórico del ingeniero Castillo, que desde el año 2005 forma parte del Archivo General de la Nación (AGN).

    La Fundación Heberto Castillo Martínez, A.C., es una institución sin fines de lucro que se sostiene de aportaciones y donativos. Los recursos recabados por la venta de los libros digitales serán utilizados para continuar con la importante labor de investigación, docencia y publicación de documentos y libros necesarios para promover la reflexión y el conocimiento sobre temas de actualidad que forman parte del debate público nacional.

    Agradecemos tu apoyo al adquirir alguno de los títulos de la colección.

    Fundación Heberto Castillo Martínez, A.C.

    Índice

    Presentación

    Antecedentes. La crisis del campo en México

    La situación de la agricultura y las estrategias económicas de la población rural

    Kristen Appendini

    De rústicas revueltas

    Armando Bartra

    Hacia una teoría de la pobreza campesina

    Julio Boltvinik

    El campo no aguanta más: cinco meses de movilización campesina

    Víctor Quintana

    Mesa 1

    Las jornadas de invierno

    La irrupción del movimiento campesino

    Víctor Suárez Carrera

    Y el campo no aguantó más... Algunos datos sobre el contexto de las jornadas de invierno.

    Plutarco Emilio García Jiménez

    El Acuerdo Nacional Para El Campo: Un debate abierto.

    Blanca Rubio

    Comentarios y preguntas

    Mesa 2

    Para aterrizar el Acuerdo Nacional para el Campo

    Demandas y negociaciones del Acuerdo para el Campo

    Fernando Celis Callejas

    Desarrollo de la sociedad rural y la soberanía alimentaria.

    Alberto Montoya Martín del Campo

    Un vistazo al movimiento campesino desde fuera.

    Isabel Cruz Hernández

    Comentarios y preguntas

    Mesa 3

    Planeando el futuro

    Presencia de la mujer rural

    Beatriz Canabal Cristiani

    En barbecho

    Perspectivas del nuevo movimiento campesino mexicano.

    Armando Bartra

    El campo no aguanta más

    Alberto Gómez Flores

    Comentarios y preguntas.

    Presentación

    En noviembre del 2002 doce organizaciones campesinas lanzan seis propuestas para la salvación y revalorización del campo mexicano al grito de ¡El campo no aguanta más! Fue un llamado urgente desde los cuatro puntos cardinales de nuestro país ante la devastación que padecían los millones de campesinos. Al despertar el 2003, el 1° de enero, la toma del puesto fronterizo de Ciudad Juárez anuncia el avance, lento pero imparable, del cambio de relación que los campesinos exigen con el resto de la sociedad.

    Organizaciones campesinas de diversos orígenes, distintas trayectorias y geografías distantes se suman al grito. En pocos días la movilización se multiplica. En menos de un mes la Ciudad de México es escenario de la llegada de cientos de contingentes campesinos, de organizaciones independientes y oficialistas, que hacen suyo el llamado del movimiento El Campo no Aguanta Más, al que se suman sindicatos y sociedad civil. Como resultado de esta movilización, y muy a pesar del gobierno, en abril se instalan las mesas de diálogo que, desde el 1o de enero, en el manifiesto de Ciudad Juárez, demandan las organizaciones para redefinir una nueva relación Estado-campesinos.

    El 28 de abril se firma el Acuerdo Nacional para el Campo donde las organizaciones que se adhirieron reconocen avances, pero también limitaciones y, junto con las que decidieron no firmar, la necesidad de continuar la lucha.

    Muchas voces hablaron de lo que estaba pasando... para algunos el movimiento era como la golondrina que no hace verano; que evidenciaba, sí, la crisis brutal de millones de campesinos, pero era pasajero; para otros este nuevo movimiento, tan contemporáneo y globalizado, anunciaba un parteaguas y la entrada al siglo XXI de un nuevo movimiento campesino que exige otra relación con el Estado y la sociedad.

    En el marco de los festejos del 75 aniversario del nacimiento de Heberto Castillo, la Fundación realiza una jornada para reflexionar sobre estos temas que comprendió dos eventos:

    El primero de ellos La crisis del campo en México se realizó el 3 de mayo —en una sola sesión— a sólo unos cuantos días de la firma del Acuerdo Nacional para el Campo. Ese día Kirstein Apendinni, Armando Bartra, Julio Bolvitnik y Víctor Quintana abordaron la historia y los últimos acontecimientos del movimiento campesino.

    En el segundo, El nuevo movimiento campesino mexicano el Instituto Maya se suma a los esfuerzos de la Fundación Heberto Castillo Martínez y colabora en su organización. Durante cuatro sesiones se escucharon voces de estudiosos y líderes sociales. En la primera Víctor Suárez de la ANEC, Emilio García de la CNPA, Humberto C. de Grammont y Blanca Rubio del IIS-UMAN abordaron los antecedentes. En la segunda jornada Fernando Celis de la CNOC, Isabel Cruz de AMUCSS, Luciano Concheiro de la UAM-X y Alberto Montoya de la UIA analizaron la situación actual. En la tercera participaron Beatriz Canabal de la UAM-X, Armando Bartra del Instituto Maya y Alberto Gómez de la UNORCA, examinando las perspectivas. Finalmente en la cuarta —cuyo contenido no se incluye en la presente publicación— se presentaron los principales documentos y testimonios del Movimiento El Campo no Aguanta Más, recopilados en un número especial de la Revista Cuadernos Agrarios Nueva Época; en esta última participaron José Narro de la CNPA, Emilio López Gámez de la CIOAC, Ana de Ita del CECAM y Roberto Diego de la UAM-X.

    Confrontando posiciones y analizando diversas aristas, los textos que se reúnen en estas páginas dan cuenta de las aportaciones y discusiones que se dieron en las dos jornadas de trabajo, recogiendo también las intervenciones de los asistentes. Las voces de casi una veintena de líderes de las organizaciones sociales —protagonistas del movimiento— y de estudiosos de la cuestión agraria, se suman en una tarea común: desmenuzar los nuevos retos a los que se enfrenta el movimiento campesino. Algunas participaciones no aparecen, pues así lo decidieron sus autores: Humberto Grammont, Luciano Concheiro y Ana de Ita, se remitieron a trabajos ya publicados.

    Comenzando el nuevo milenio, los campesinos adquieren un nuevo rostro y son, sin duda, protagonistas claves en la construcción de una nueva sociedad. Sea pues este texto testimonio de este esfuerzo que, inspirado en el espíritu de lucha y constructor del Ing. Heberto Castillo, es también un homenaje por el 75 aniversario de su nacimiento.

    Rosario Cobo

    Instituto Maya

    Antecedentes.

    La Crisis del Campo en México

    La situación de la agricultura y las estrategias económicas de la población rural

    ¹

    Kirsten Appendini ²

    De 1990 al 2000 se observa, un estancamiento en la agricultura mexicana (creció al 1.2% anual en la década frente a 2.8% de la economía en conjunto) y una menor importancia como actividad económica al aportar sólo el 5.0 % al PIB (6.1% en 1990). Esto refleja el lento crecimiento de la producción agropecuaria. De hecho, la superficie sembrada ha permanecido prácticamente estancada en la década (14 millones de hectáreas), y cultivos como trigo, arroz y frijol se han estancado. Cabe notar que la superficie sembrada con maíz ha aumentado, de tal modo que el resto de los 10 cultivos principales han disminuido la superficie sembrada en 440 mil hectáreas (-3%).

    Esta situación es resultado del doble efecto de la desregularización de la economía mexicana por más de una década: la disminución de los precios al liberalizar los mercados y el incremento de los costos como efecto del retiro de los subsidios a los insumos productivos.

    Los cultivos que son insumos industriales y las frutas y hortalizas, sí señalan un crecimiento más dinámico, ya que las superficies cosechadas se han incrementado en un 30% en la década y representan 4.2 millones de hectáreas. En consecuencia, las exportaciones agrícolas ciertamente han crecido, pues justamente son las frutas y hortalizas en que México tiene ventajas competitivas. Entre 1995 y 2000 las exportaciones crecieron a una tasa anual del 2% que se atribuye fundamentalmente a la exportación de frutas y hortalizas, que tuvieron un incremento del 9.4% en esos años.

    Pero, en la década de los noventa y sobre todo a partir de 1994 las importaciones de productos agrícolas han crecido. Entre 1995 y 2000 aumentaron en un 10%³. Para 1999 las importaciones del maíz, principal cultivo nacional, representaron el 30%⁴ del consumo nacional.

    En consecuencia, la balanza comercial agropecuaria muestra una tendencia al deterioro. En el periodo referido (1996- 2000) el déficit pasó de 115 millones de dólares a 650 millones de dólares. Así, la oferta de alimentos muestra una creciente dependencia del exterior.

    Cabe hacer aquí un comentario, pues no deja de ser contradictorio que de acuerdo a las ‘reglas’ de la apertura económica que es reiterada por las agencias económicas internacionales y por supuesto, subyace en el capítulo agrícola en el TLCAN, hay un doble discurso para los países desarrollados y los no desarrollados, o como también se suele denominarlos los países del Norte y los países del Sur. Así, los países excedentarios en productos agrícolas básicos (entendiéndose fundamentalmente granos en los países del Norte) proveen el mundo con alimentos baratos (resultado de la tecnología y los subsidios) mientras que los países, fundamentalmente del Sur emprenden afianzar sus ventajas comparativas en las condiciones agro-climáticas y de mano de obra barata para exportar productos tales como frutas y hortalizas u otro tipo de productos agrícolas no tradicionales. La demanda de los productos de agro-exportación ha crecido en los mercados diversificados y sofisticados entre la población de ingresos medios y altos que exige alimentos inocuos, diversos, exóticos, atemporales, etc.

    Para satisfacer esta demanda, los pequeños productores campesinos son requeridos a ser productores eficientes y competitivos e insertarse con éxito en los mercados mundiales. Al mismo tiempo, el campesino se convierte en consumidor de alimentos baratos no producidos por él, para convertirse en un productor de cultivos de alto valor, diversificados, que en los mercados internacionales tienen que cumplir condiciones de estándares y calidad.

    Para volver al caso de México, las grandes tendencias señaladas en la producción tuvieron consecuencias diferenciales para la población rural. En general, los productores campesinos de básicos fueron perdedores ante la baja en la rentabilidad de sus cultivos. Esto afectó sobre todo al sector de campesinos modernizados-subsidiados bajo las políticas de apoyo productivo que imperaron hasta fines de los años ochenta.

    En muchas regiones de pequeños predios, los campesinos han disminuido la inversión monetaria y de trabajo en los cultivos básicos para cultivar sólo para el abasto familiar. La seguridad alimentaria adquiere así una nueva dimensión en el ámbito del hogar y local en una estrategia micro, mientras que la política macroeconómica ha resuelto la seguridad alimentaria vía la integración al mercado internacional —hoy en día básicamente con EEUU— mediante las importaciones baratas.

    El crecimiento de la agricultura de exportación parece haber ofrecido pocas oportunidades a este grupo, en su mayoría ubicados en tierras de temporal o sin acceso a recursos crediticios, y por tanto a tecnología, a conocimiento de los mercados, etc. Las oportunidades en estos cultivos, intensivos en mano de obra, podrían verse como ampliadas oportunidades de empleo para la población rural, con o sin tierra, y sobre todo en la demanda de obra femenina. Así, la agricultura ha perdido importancia como eje económico de la actividad rural.

    Esto se refleja a partir de distintos indicadores. Primero, la ocupación en actividades agrícolas ha disminuido de manera pronunciada entre 1991 y 2000. Los datos de la Encuesta Nacional de Empleo señalan una disminución en cifras absolutas de 1.5 millones de personas (7.1 millones en 2000). Así, la participación en la ocupación en actividades agropecuarias y silvicultura disminuyó del 26% al 18% de la total.

    La misma fuente de información señala que la mayor parte de los trabajadores en actividades agropecuarias son por cuenta propia (37.8%), asalariados (29%) y que estas categorías han aumentado ligeramente entre 1991 y 2000; mientras que ha disminuido la categoría de trabajadores sin pago (son el 25% en 2000).

    Otros indicadores también señalan tendencias hacia una menor importancia de las actividades agrícolas dentro de los hogares rurales, aún cuando éstos poseen tierra. Análisis basados en encuestas del sector ejidal realizado por el Banco Mundial, señalan que durante los años noventa, se ha incrementado la participación de las actividades no agrícolas. En 1994, el 46% del ingreso de los hogares encuestados provenían de actividades fuera del predio, esta participación aumentó a 55% en sólo tres años (1997). Los ingresos salariales no agrícolas eran una fuente de ingreso para el 47% de los hogares ejidales, sin embargo es notorio que entre 1994 y 1997 adquirieron mucho más importancia los ingresos no agrícolas por cuenta propia que llegaron al 24% en 1997 con respecto a un 9% en 1994. Esto confirma que la diversificación de actividades se acentuó como estrategia económica de los hogares campesinos. También apunta a que el trabajo asalariado no es la opción más dinámica. La creciente importancia de los ingresos por cuenta propia bien podrían estar indicando que los hogares campesinos enfrentan mercados de trabajo limitados, tanto a escala local como nacional.

    En este contexto es entendible la creciente importancia de la migración internacional. De acuerdo con el mismo estudio del Banco Mundial, el 80% de los hogares ejidales registraron que tenían un miembro de la familia con residencia fuera del hogar y 45% tenía un miembro de la familia que había emigrado a EEUU. Esta emigración significó un flujo de remesas por un valor estimado de 5.6 mil

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