Cultivar lavanda: La guía definitiva para plantar, cultivar y cuidar la lavanda, así como para aprovechar esta hierba en la cocina, la aromaterapia y la artesanía

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Introducción

La lavanda es uno de los olores más celestiales del mundo. Un jardín repleto de plantas de lavanda es un lugar increíblemente relajante, un refugio para las abejas y una vista impresionante. Sin embargo, hoy en día no solo cultivamos lavanda como una bonita planta en el jardín. La utilizamos para cocinar, para lociones corporales, sales de baño, tés y para hacer manualidades como varitas de lavanda. También nos ayuda a dormir, a calmar la ansiedad e incluso a mantener alejados a los insectos.

La lavanda es versátil y fácil de cultivar. Su cuidado requiere un poco de trabajo, pero, como descubrirá, es una de las plantas más gratificantes del mundo para cultivar y es digna de atención.

Seguro que hay cientos de libros en el mercado sobre cultivar lavanda, así que ¿por qué este es tan diferente? ¿Por qué es este el libro que debe comprar?

Es sencillo: esta guía está escrita de forma que cualquiera pueda entenderla. La información es compleja pero fácil de digerir. Es un libro práctico, con instrucciones paso a paso, sobre todo, y es perfecto para el principiante completo o aquellos con un poco más de experiencia que quieren algunas ideas nuevas.

No voy a entrar en detalles aquí, lo que quiero es que pase estas páginas y comience su increíble viaje para aprender todo sobre la lavanda y todo lo que puede hacer con ella. Vamos.

Capítulo 1: Una introducción a la lavanda

La lavándula, comúnmente conocida como lavanda, es un género que contiene 47 especies de la familia de las lamiáceas y, aunque no lo crea, de la familia de la menta.

El uso de la lavanda está documentado desde hace 2500 años o más. En el antiguo Egipto se utilizaba como perfume y para la momificación. Los romanos la utilizaban para bañarse, cocinar y perfumar el aire, así como en los jabones; no es de extrañar, ya que el nombre proviene de un verbo latino, lavare. Los romanos también llevaban la lavanda a todas partes a lo largo del Imperio romano.

Las mujeres francesas del Renacimiento y la Edad Media que recogían la ropa de otras personas se llamaban lavanderas porque lavaban la ropa en lavanda y la ponían a secar sobre arbustos de lavanda.

La lavanda también se utilizaba para perfumar el aire, perfumar la ropa, curar heridas y mantener alejadas las infecciones: los romanos también reconocían a la lavanda sus cualidades curativas y antisépticas.

Los antiguos griegos la llamaban Nardus, en honor a Naarda, una ciudad siria, y a menudo la acortaban a solo Nard. Era una hierba sagrada utilizada para preparar la Santa Esencia y también se menciona en la Biblia bajo su nombre alternativo de nardo. Se encuentra en el Cantar de los Cantares y en el capítulo 12 de Juan, donde se menciona que María supuestamente ungió los pies de Jesús con ungüento de nardo y utilizó sus cabellos para limpiarle los pies. Jesús decretó que el ungüento no podía venderse y debía conservarse para el día de su entierro.

En la Francia del siglo XVI, los fabricantes de guantes se libraron del cólera porque tenían licencia para utilizar la lavanda para perfumar sus productos. En Londres, la lavanda se utilizó como uno de los remedios aparentes contra la Gran Peste en el siglo XVII. Durante la Gran Peste, se dice que los ladrones de tumbas se lavaban con lavanda después de robarlas para evitar contagiarse de la peste. En Inglaterra, la reina Isabel I insistió en que las conservas de lavanda debían estar en la mesa real y que su residencia debía tener flores frescas de lavanda por todas partes. En la Inglaterra del siglo XIX, la reina Victoria se interesó por la lavanda, lo que provocó una explosión de la popularidad de la lavanda inglesa. Los victorianos cultivaban lavanda en sus jardines, y tanto la reina Victoria como Isabel utilizaban productos de Yardley's of London. Y las calles estaban llenas de vendedores ambulantes, que vendían lavanda en manojos para proteger a la gente de la mala suerte.

En Portugal y España, la gente esparcía lavanda por el suelo de las iglesias o la arrojaba al fuego el día de San Juan para ahuyentar a los malos espíritus. 

Dioscórides era un médico griego del ejército romano. Escribió que, si se ingería lavanda, ayudaría a aliviar los dolores de cabeza, de garganta y la indigestión, además de ayudar a limpiar las heridas externas.

Un herbolario inglés del siglo XVI llamado John Parkinson escribió que la lavanda podía curar los dolores y las penas del cerebro y la cabeza. Al mismo tiempo, el rey francés Carlos VI insistió en que se colocara lavanda en su almohada para ayudarle a dormir. Esta práctica continúa hasta hoy.

La medicina tradicional asiática ha utilizado durante mucho tiempo la lavanda para refrescar el corazón y la mente y ayudar a la relajación. Y, más recientemente, un químico francés de los años 30, llamado Rene-Maurice Gattefosse, llevó la lavanda a la vanguardia como sanador de la piel. Se quemó la mano y le aplicó rápidamente aceite de lavanda. Impresionado por la rapidez con la que se curó, publicó Aromatherapie: Les Huiles Essentiales, Hormones Vegetales (Aromaterapia: Aceites esenciales, hormonas vegetales) y fue el primero en acuñar el término aromaterapia como una frase común que escuchamos hoy en día.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Margeurite Maury, una bioquímica francesa, desarrolló una forma de aplicar los aceites a través del masaje, que ahora se utiliza ampliamente en todo el mundo.

Cuando la lavanda se puso de moda en Europa, se extendió lentamente a las Américas, y la historia afirma que la primera lavanda comercial fue cultivada por los Shakers. Al llegar a América desde Inglaterra, desarrollaron con éxito granjas de hierbas, produciendo medicinas y productos, y vendiéndolos a mercados lejanos.

Hoy en día, podemos ver cultivos comerciales de lavanda en Inglaterra, Francia, Australia, Italia, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Canadá, por nombrar solo algunos. En la Provenza, en el sur de Francia, las flores de lavanda florecen a finales de junio, llenando el aire y los mercados con su maravilloso y embriagador aroma, y las ferias de artesanía y los festivales de flores están llenos de plantas y productos de lavanda.

Usos prácticos, terapéuticos y medicinales de la lavanda

Hoy en día, podemos ver enormes campos de lavanda, cultivados comercialmente no solo por las flores, sino para extraer el aceite mediante un proceso de destilación.

El aceite de lavanda se utiliza como antiséptico, desinfectante, antiinflamatorio y en aromaterapia.  Muchos afirman que las infusiones de lavanda ayudan a calmar las picaduras de insectos y aceleran su curación. También puede ayudar a curar las quemaduras solares, otras quemaduras menores, el acné, las afecciones antiinflamatorias y los pequeños cortes. Los aceites de lavanda se utilizan en fusiones internas, ayudando a curar la indigestión, la acidez y otras afecciones. Cuando se aplica en las sienes, algunos también dicen que el aceite de lavanda puede ayudar a aliviar las migrañas, los dolores de cabeza, el mareo y ayudar a la relajación y el sueño.

En la mayoría de los casos, las bolsitas se rellenan con flores secas de lavanda para ayudar a mantener frescos los armarios, los cajones y la ropa de cama. Se utiliza en los ambientadores para que cualquier habitación huela bien, y las flores secas también son ahora populares como decoración de bodas, para hacer regalos y como confeti.

El aceite de lavanda es uno de los aceites esenciales más populares, extraído de las flores y, en una pequeña parte, del follaje de la planta. Puede tomarse por vía tópica, oral o inhalada. Ofrece numerosos beneficios para la piel, como ayudar a eliminar el acné, aclarar la piel y reducir las temidas arrugas.  Estas son algunas de las mejores maneras en que el aceite de lavanda puede beneficiarle:

Acné

La lavanda tiene propiedades antisépticas y antiinflamatorias que ayudan a eliminar las bacterias. Esto ayuda a curar el acné y a prevenir nuevos brotes. Cuando se aplica sobre la piel, ayuda a abrir y limpiar los poros y reduce la inflamación.

Para el tratamiento del acné, el aceite de lavanda debe diluirse en un aceite portador, como el de coco, y aplicarse sobre la piel después de lavarla.

Si mezcla un par de gotas de aceite de lavanda con una cucharadita de agua de hamamelis, también puede utilizarlo como tónico diario para la piel. Basta con empapar un algodón en él y pasarlo suavemente por el rostro. Para el acné o los granos rebeldes, puede añadir una gota de aceite de lavanda a una gota de aceite de argán y aplicarlo directamente sobre la mancha dos veces al día.

Piel seca y eczema

La piel seca puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, y el eczema causa parches escamosos, secos y