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La Invasión De Los Verdes
La Invasión De Los Verdes
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La Invasión De Los Verdes

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About this ebook

A las 16:53 hora local, del 12 de Enero de 2010, se produjo un temblor, que estremeci todo el territorio de la capital de Hait, La desolacin, el desorden, el caos, se apoderaron del pas; miles de personas sucumban, otros miles se encontraban bajo los escombros. El gobierno de Estados Unidos, al momento se dispuso a bridar toda la ayuda posible y orden a sus Fuerzas Armadas y de salvamento para ayudar al pueblo de Hait. En un recorrido de rutina de una escuadra de la marina, se encuentran un ser Verde, con todas la caractersticas de un extraterrestre, por lo que informaron por su vas hasta llegar al alto mando, que nombra a un Coronel de la Inteligencia Naval, se crea un grupo de especialistas de reconocidos conocimientos en distintas especialidades, para investigar, los que a travs de hiptesis y lucubraciones, son la nica informacin de que se valen las fuerzas terrestres, para enfrentar a seres de otro mundo, que finalmente atacan nuestro planeta.
LanguageEspañol
PublisherPalibrio
Release dateOct 17, 2014
ISBN9781463393281
La Invasión De Los Verdes
Author

Lazaro O. Garrido

Ciudadano Norteamericano nacido en Cuba, reside en Miami y es Licenciado en Ciencias Sociales. Tiene publicados y a la venta en Amazon los libros: El Apátrida, Contando te Cuento, La Invasión de los Verdes, Aventura en Tasquen, Chapulín ( el pequeño navegante), Deportado, Isabel, Misterios del Calendario, Remembranza, M’Bindas el africano, El Tigre y el Pájaro Azul (en inglés y en español), Cuentos Callejeros, Pesadilla, Crimen en el High School, Tres en un Zapato, Y ahora ponemos a su disposición:

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    La Invasión De Los Verdes - Lazaro O. Garrido

    Copyright © 2014 por Lázaro O. Garrido.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:     2014917806

    ISBN:          Tapa Dura                    978-1-4633-9330-4

                        Tapa Blanda                 978-1-4633-9329-8

                        Libro Electrónico         978-1-4633-9328-1

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 03/10/2014

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    696794

    A las 16:53 hora local, del 12 de Enero de 2010, se produjo aquel temblor, que estremeció todo el territorio de Puerto Príncipe, la capital de Haití, el terror se apoderó del país en sólo unos segundos, un gran porcentaje de los edificios públicos, como hospitales, escuelas, estaciones de policía, oficinas de ministerios, iglesias, cárceles y otras muchas instalaciones, ahora se encontraban en el suelo, pues en fracción de segundos se derrumbaron.

    La desolación, el desorden, el caos, se apoderaron del país; miles de personas sucumbían, otros miles se encontraban bajo los escombros, y otros muchos se quejaban de heridas y traumas, sin que nadie les prestara el requerido auxilio, porque de facto las instituciones del país, quedaron desarticuladas, el gobierno aislado, sin comunicaciones, ni puerto, ni aeropuerto, por lo que se encontraban totalmente ajenos a la realidad existente, no estaban en condiciones de prestar el auxilio, y la ayuda requerida por el sufrido pueblo Haitiano.

    La noticia en unas horas recorrió el mundo, y en breve, muchos países se dispusieron a brindar su ayuda solidaria, que tanto necesitaba el sufrido pueblo de Haití.

    El gobierno de Estados Unidos, al momento de conocer la noticia se dispuso a bridar toda la ayuda posible, y ordenó a sus Fuerzas Armadas y de salvamento para que se prepararan para enfrentar la emergencia que requería el pueblo de Haití.

    De inmediato, la Guardia Costera de Estados Unidos envió los buques USS Forward y USS Mohawk, que arribaron al puerto de Puerto Príncipe el 13 de Enero.

    Llegando, fueron desplegadas sus tropas en territorio haitiano, para iniciar las labores de rescate, pero el panorama se presentaba mucho más difícil de lo que se esperaba, el nivel de destrucción era tal, que inicialmente costaba trabajo la movilidad por las múltiples limitaciones viales, por esa razón, hasta que llegaran equipos capaces de abrir caminos, y despejar zonas obstruidas por la destrucción, inicialmente se movieron en las proximidades de la costa; fue en ese primer recorrido cuando encontraron, hundido en una fosa séptica, aquella rara cosa, con aspecto, entre humano y vegetal.

    Fue una escuadra de infantería de marina, que bajo el mando del sargento Mayor Wilson, exploraba la zona, cuando se encontraron aquello.

    —Vamos a sacarlo para poder observarlo, colóquense guantes de goma, para prevenir cualquier enfermedad o contagio—dijo el sargento mayor Wilson, señalando a los tres hombres que le acompañaban.

    Una vez colocado el cuerpo en el suelo, Wilson se comunicó por radio con su jefe de pelotón, le informó de lo acaecido, y del cuerpo que tenían ante su vista.

    —No toquen nada, que voy de inmediato en una ambulancia, con una camilla para trasladarlo, repito, no toquen nada hasta que yo llegue. —le ordenó Marshall.

    Unos minutos más tarde, llegaba una ambulancia con Marshall en persona, que venía sentado en al lado del chofer.

    Ya con la ambulancia próxima al lugar donde se encontraba el extraño ser, se bajó del vehículo y caminó junto a sus hombres, mientras el chofer y un par de camilleros, salían con aquella camilla de campaña, en la que, después de fotografiarlo y tomarle video en varias posiciones, colocaron el cuerpo del ser desconocido, y acompañado de Wilson, trasladaban el cuerpo directamente al buque USS Forward; del buque informaron al mando superior, desde donde recibieron la orden de trasladarlo de inmediato a la Base Naval Guantánamo, para donde fue enviado en un helicóptero, acompañado de Marshall, Wilson y los tres hombres, que habían participado en el descubrimiento.

    La noticia corrió como pólvora, y pronto llegó a las altas esferas del gobierno de Estados Unidos, y de inmediato comenzaron las valoraciones, y la toma de decisiones al respecto.

    La primera medida fue poner en manos de los Servicios de inteligencia la conducción de las investigaciones, y autorizarlos a la toma de medidas de cualquier tipo, en caso de ser necesario, así como mantener informado al alto mando de las fuerzas armadas, para la toma de decisiones que se salieran del marco de posibilidades de la inteligencia, y brindar apoyo logístico, para garantizar el éxito de las investigaciones.

    El General Jonson de la Inteligencia Marítima fue citado por el General MacMilan del alto mando de la defensa, quien después de los saludos de rigor, le preguntó:

    —Explíqueme lo sucedido en Haití, he recibido sus informes pero he querido escucharlo personalmente, de su propia boca, para poder hacerme un criterio al respecto.

    ¿Qué fue lo que encontraron?

    ¿Es un ser extraterrestre como se dice?

    Jonson, se reclinó en su asiento, y en tono calmado, respondió:

    —Al calor del terremoto de Haití, una patrulla que inspeccionaba la zona costera, ha encontrado un ser, que por sus características, todo parece indicar no es terrestre, se trata de toda una nebulosa, porque no existe elemento alguno sobre la naturaleza, tanto del ser encontrado, como su procedencia, apareció por casualidad, teníamos tropas en el lugar con intensiones de ayudar en la reconstrucción de las afectaciones producidas por el terremoto, y unos hombres, componentes de una escuadra que hacía un recorrido de inspección lo encontraron, informaron, tomamos las medidas pertinentes y ahora, como usted sabe, lo tenemos en la Base Naval de Guantánamo, allí se encuentra en un salón preparado de emergencia para tales efectos, ya se encuentra en nuestro poder y podemos estudiarlo, pero considero que el asunto es mucho más que eso, pudiera ser, que se trate de algo mucho más serio, por lo que considero que es necesario designar a un oficial con suficiente experiencia para que investigue a fondo, con la máxima discreción, de qué se trata esta aparición, si mañana descubrimos que es algo que no afecta nuestra seguridad, dejamos el asunto en manos de la NASA, pero, si por el contrario el asunto amenaza de alguna forma nuestra integridad, haremos todo lo contrario, le bridaremos la información posible a la NASA, pero mantendremos el control de los hechos, hasta sus últimas consecuencias.

    Para evitar que la noticia se propague he ordenado, que tanto el cuerpo del supuesto extra-terrestre, como el personal que le encontró, sean trasladados a la Base Naval de Guantánamo, y permanezcan allí hasta nuevo aviso.

    —Estoy totalmente de acuerdo —dijo MacMilan—esta aparición es algo que debemos estudiar al más mínimo detalle, y como ha dicho usted, hasta sus últimas consecuencias, pero con el más riguroso secreto, y toda la discreción con el personal que se una a la investigación, o de alguna otra manera tenga contacto con el caso.

    Ahora dígame, cuál es la persona que propone para poner al frente de esta tarea.

    —Considero, —dijo el General Jonson, mirando fijamente a su jefe— que la persona apropiada para un caso como este, es el Coronel Robert F. Callahan.

    Es graduado de West Point, el mejor de su graduación, por lo cual salió con grados de Capitán, cosa que sabe usted, es algo extraordinario, que con ésta ha sucedido solamente dos veces desde que la academia fue fundada en 1908.

    Callahan graduándose en 1991 fue enviado a la guerra del Golfo Pérsico, donde participó en casi toda la operación Tormenta del Desierto, a unos días de culminar la guerra fue herido en un encuentro con fuerzas de Irak, al sudoeste de Khafji, herido fue trasladado a un hospital, donde permaneció hasta que el 2 de Febrero de 1991, fecha en que como usted sabe, Irak se rindió incondicionalmente.

    Ya recuperado de su herida, fue enviado a cursar una especialidad en una escuela de la Inteligencia Marítima, una vez graduado participó, con resultados destacados por el mando del frente, en la lucha contra Afganistán, y en la segunda guerra con Irak, se destacó por su valentía y conocimientos militares.

    Como usted bien conoce, los ataques de la resistencia se sucedían a diario, superándose la cifra de 2,600 bajas de militares estadounidenses y otras cien de otras nacionalidades, hablo solamente de muertos, incrementadas estas cifras en Abril de 2004, fecha en que fue designado Callahan a los Servicios de Inteligencia destacados en Irak.

    Llegando, estableció contacto con un grupo oriundo de Bagdad, compuesto por opositores y enemigos a muerte, de

    Sadan Jusein, los cuales, se las arreglaron para infiltrar las fuerzas de la resistencia y brindar información, que Callahan supo con inteligencia y valor, utilizar para, sobre todo, lograr salvaguardar vidas de soldados norteamericanos, tarea que logró llevar a feliz término, con eficiencia y maestría.

    En Febrero de 2009 regresó a Estados Unidos con un alto reconocimiento de las Fuerzas Armadas de nuestro país.

    En 21 años de servicio, por sus múltiples y efectivas misiones en distintas partes del mundo, se le ha ido promoviendo hasta llegar al grado de Coronel que hoy ostenta.

    Es considerado un científico en el arte militar, conocedor de múltiples materias, que le permitirán coordinar con los académicos que pensamos solicitar a la N.A.S.A. y otros, que seguramente se irán incorporando para investigar este asunto de manera exhaustiva, hasta llegar a conclusiones.

    MacMilan se recostó en su asiento, y mientras miraba a su subordinado, como si pensara en voz alta, dijo:

    —Muy bien, creo que es el hombre indicado, debe enviarlo de inmediato para Haití, no podemos darnos el lujo de perder tiempo en un asunto tan delicado como este.

    Jonson se levantó de su asiento, saludó militarmente a su jefe y se retiró, cuando abría la puerta de la oficina sintió a sus espaldas la voz de MacMilan que le decía:

    —Por favor, Jonson, manténgame informado al detalle sobre este asunto, me llama el día que quiera, a la hora que sea, si fuera necesario de noche, o madrugada a mi casa, de la cual tiene mi teléfono, que lo atenderé con mucho gusto.

    Tal y como había anunciado el General Jonson la N.A.S.A. fue informada, y se le pidió que designara a un grupo de investigadores que la representara, en una comisión científica que se crearía, adjunta a los Servicios de Inteligencia de la Marina, se les dijo que seguramente en el desarrollo de las investigaciones, posiblemente sería necesario la participación de algún otro científico, y que se les brindaría a través de su representante, toda la información sobre la marcha de las investigaciones que comenzarían con respecto al Verde, como comenzaron a llamar al ser, que fue descubierto en Haití.

    El primer designado fue Thomas B. Scott, profesor investigador en biología, su experiencia en asuntos de extraterrestres era amplia, gracias a sus estudios y opiniones acertadas, muchos fenómenos, que aparentaban proceder del espacio sideral, habían quedado como especulaciones, visiones, o interpretaciones equivocadas de la realidad por mentes fantasiosas, por ésta causa era considerado dentro de un grupo que no creía en la existencia de vida extraterrestre, por lo menos en la vía láctea, donde aseguraba que fuera de la tierra, no existía en ningún otro planeta del sistema condiciones, sobre todo en el orden climático y ambiental, que propiciaran tal cosa.

    Era oriundo de Carolina del Sur, casado y con un hijo, que cursaba estudios para piloto de combate en una base aérea al Sur de la Florida.

    Esa tarde fue citado a las oficinas de su director, que una vez frente a él, le dijo:

    —Posterior al terremoto apareció en un suburbio de Haití un ser que todo parece indicar no es de la tierra, por lo menos esa es la primera impresión, está por el momento bajo la custodia de los Servicios de Inteligencia de la Marina, se nos ha informado que de no representar peligro para la seguridad de Estados Unidos, nos lo entregarán para que continuemos estudiándolo, pero nos han pedido un grupo de investigadores con experiencia en estos asuntos, y en el primero que pensé fue en ti por tus conocimientos y experiencia demostrada, en el asunto.

    Scott, acostumbrado a tareas de urgencia, no se sorprendió, respondiendo:

    —Dígame donde debo presentarme y cuando.

    —Esta misma tarde te debes presentar ante el Coronel Callahan, ahí tienes la dirección de su oficina.

    Y le entregó una tarjeta con los datos del Coronel.

    Una hora más tarde se encontraba frente a Callahan, que sin mucho preámbulo, le miró con cierta simpatía, y le dijo:

    Calculo que si ha venido a verme, es porque podemos contar con usted para la tarea de la que le habló su director.

    —Así es —respondió Scott.

    Callahan le brindó una amplia explicación del hallazgo del Verde, y de la intención de estudiar a fondo todas las variantes posibles, que les permitieran llegar a conclusiones en cuanto al por qué, de la presencia del extraño ser en el planeta tierra, y tratar de averiguar si se encontraba en nuestro planeta solamente ese ser, o formaba parte, como suponía, de un grupo importasnte de ellos.

    —Inicialmente el cuerpo ser Verde lo tenemos en la Base Naval de Guantánamo, por lo que su labor se desarrollará allí, donde permanecerá con un grupo de científicos de otras especialidades, desde el Lunes hasta el viernes, que por la tarde los transportan hasta tierra continental, para que puedan descansar, así como compartir el fin de semana con sus familiares y amigos.

    Por último, le dijo:

    —Mañana a las 8am debe presentarse en Homestead, en la Base Aérea, que está situada en la calle 288 del SW.

    —Conozco el lugar —dijo Scott, mientras le tendía su mano al Coronel.

    El segundo en ser designado fue Peter D. Fisher, profesor y doctor en astronomía de la Universidad de Washington, que desde hacía diez años aproximadamente, colaboraba con la N.A.S.A. sobre todo en actividades relacionadas con objetos voladores de origen desconocidos.

    Nacido en Nueva York, desde muy temprana edad se interesó por el espacio, a los doce años sus padres le compraron un telescopio, y se la pasaba observando las estrellas y estudiando en internet asuntos relacionados con las zonas que observaba en su nuevo regalo, el espacio sideral.

    Nunca más abandonó esa pasión, llegado el momento, no dudo un instante en matricular astronomía, terminados sus estudios en el máximo centro docente, comenzó a laborar como profesor auxiliar en la Universidad de Washington, donde pronto se destacó, convirtiéndose en profesor titular a una edad poco común.

    Unos años después fue seleccionado para trabajar en labores de investigación para la NASA.

    Su labor hasta ese momento era esporádica, y en la mayoría de los casos anteriores, los había ejecutado sin abandonar sus labores habituales como profesor titular, por lo cual se sorprendió, cuando el rector en persona le informó que debía trabajar a tiempo completo, en un asunto prioritario de la N.A.S.A. que incluía su traslado temporal a la Base Naval de Guantánamo, en Cuba.

    El rector no tenía información alguna sobre las características del trabajo, sólo le informó que se debía presentar en una base aérea cercana, de la cual le entregó la dirección, en el plazo de dos días, para ser trasladado a la mencionada Base.

    Fisher, consideró la propuesta como un reconocimiento, por lo que acepto sin titubear, y salió de inmediato a su casa con la intención de informar a su familia, y preparase para presentarse en el lugar que le informaron, en el plazo requerido.

    Richard R. Crist, el tercer designado, laboraba en un centro de investigaciones oceánicas de la N.A.S.A. por lo que, directamente de boca de su director, fue informado de la tarea, y de la necesidad de trasladarse de inmediato a la Base Aérea de Homestead, desde donde lo trasladarían a la Base Naval de Guantánamo, lugar donde desempeñaría sus funciones.

    Esa noche, invitó a comer a su esposa en un fino restaurante, y mientras esperaban a que le sirvieran, le dijo:

    —Debo partir mañana, para una base naval fuera del país, no tengo la menor idea del asunto en el cual se necesitan mis conocimientos, pero por la forma en que me ha llegado la noticia, pienso que se trata de algo trascendental, y que permaneceré por un buen tiempo en esa tarea.

    Tan pronto conozca del régimen de descanso, en que seguramente podré visitarte, te lo informo, siempre nos queda la posibilidad de comunicarnos por Internet, cosa que haré diariamente, como sucedió durante todo el tiempo en que permanecí en Afganistán.

    —¿Será tan peligrosa esta misión como aquella? —preguntó la esposa, con los ojos aguados por el llanto—no tienes idea de cuánto sufrí en esa temporada, las noticias en la televisión, los bombardeos, los carros bomba, todo me decía que te encontrabas en un infierno, del que posiblemente nunca saldrías con vida.

    —No creo, —respondió Richard, sonriente— el lugar donde debo laboral no está, ni estará en guerra, pienso que se trata de hacer estudios sobre algún tema que desconozco, pero puramente científico, así que no te preocupes, que estaré bien.

    Ella un poco más calmada, tomándole la mano cariñosamente, en voz ahogada por la emoción, le dijo:

    —De todas formas no estaré tranquila hasta que tenga la completa certeza de que no corres peligro, como en el que siempre estuviste en Afganistán.

    Crist, mirándola directamente a los ojos, lleno de amor le pasó la mano tiernamente por el cabello, y le respondió:

    Allá estaba de soldado, aquí voy a colaborar con un estudio científico, por mucho peligro que existiera en ese lugar, nunca será como aquel.

    Terminada su labor del día como instructor de vuelos espaciales, Thimoty A. Washington, fue abordado por la secretaria del director del Centro Espacial de La Florida, la que le informó que debía presentarse de inmediato ante el director del centro.

    Una vez frente a su jefe, después de los saludos de rigor, el director le comunicó de la solicitud de la N.A.S.A. para una investigación de carácter científico, en el que se requería de sus conocimientos y experiencia.

    —Debes considerar esta tarea como un alto honor, —le dijo el director con expresión seria— porque te han seleccionado, entre los mejores de toda la Unión.

    —Al carajo con el honor —respondió Washington, en un tono de voz que reflejaba su indignación— esto me va a alterar toda la vida, porque seguramente la tarea será fuera del Estado, cualquiera sabe dónde.

    —Bueno, dónde, lo sé— respondió el director con cierta sonrisa en los labios— debes estar pasado mañana en la Base Naval de Guantánamo.

    Washington, visiblemente irritado respondió:

    —Según tengo entendido, aquello ahora es una prisión de terroristas internacionales, no sé que puedo tener yo que ver con presos, ni mucho menos con terroristas.

    —Bueno, ya te enterarás cuando llegues al lugar —dijo el director, mientras le estrechaba la mano—ya sabes que eres militar y cumples órdenes, sé que es difícil, así, de hoy para mañana, abandonarlo todo, para partir a un lugar tan poco alegre como para donde te han designado, pero confiemos en que de algo importante se trata.

    Washington salió del centro realmente de mal humor, el día anterior había salido a pasear con Roxana, cuando acepto salir le pareció mentira, llevaba meses detrás de ella: invitándola al cine, a la playa, y a todo lo que se le ocurrió, y nada, pero el día anterior, precisamente el día anterior, le había aceptado una invitación a comer, de ahí la invitó a bailar, y ella de todo gusto le acompaño a una discoteca, allí al compas de una música suave la besó, ella correspondió acariciándole el cuello, después de un par de horas bailando, besándose y tomando, la acompañó a su casa, iba soñando con una noche de ardiente amor, pero al llegar frente al edificio donde vivía, ella no lo invitó a bajarse del carro, ni acompañarla a su apartamento, pero ya eran novios, y en los próximos días se disponía a disfrutar de aquella presencia que tan bien lo hacía sentir.

    Y ahora esta tarea, que venía a entorpecer toda su vida.

    Le explicaría y seguramente comprendería, después de todo ella sabía que era un oficial de la Fuerza Aérea, y que como tal, se debía a las órdenes que recibía.

    La llamó por teléfono a su casa, pero le salió la contestadora, dejo un mensaje para que lo llamara, pero pasó el tiempo sin recibir respuesta de ella, ni poder localizarla, por lo que salió a cumplir su misión, con la amargura de no poder despedirse y dar explicaciones, a Roxana.

    Ya hablaría con ella en la primera oportunidad, que le bridaran para salir de descanso.

    Al atardecer del 13 de Enero llegó a Haití un grupo de apoyo de la Inteligencia Marítima, al frente del grupo venía el Coronel Robert F. Callahan, que durante el trayecto en el buque que los conducía se había reunido con los oficiales subordinados, a los que les dijo:

    —Tan pronto atraquemos, debemos comenzar un detallado peine, por toda la zona de los alrededores al lugar donde fue encontrado el cuerpo del supuesto extraterrestre.

    Se trata de una inspección minuciosamente detallada, hay que buscar pisadas, cualquier objeto desconocido, alguna parte, por pequeña que esta sea, de su cuerpo, o el de sus acompañantes, dejadas en algún tropiezo con metales, maderas o

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