El Amor Sustentable

El Amor Sustentable

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Julio César Diez Testa

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Fecha de revisión: 15/05/2014

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ÍNDICE

Datos del autor

INTRODUCCIÓN

Capítulo 1. Un arca sobre el Mar Azul

Capítulo 2. Un arca sobre el Mar Azul timoneada por el Espíritu

Capítulo 3. ¿De dónde nos conocemos?

Capítulo 4. El Amor sustentable

Capítulo 5. Despertar nuevamente en el arca sobre el Mar Azul

Capítulo 6. La tríada sabia del arca en el Mar Azul

Capítulo 7. A la orilla del Mar Azul el arca echa sus anclas

Capítulo 8. El Presente se hace Presente en el arca en el Mar Azul

Capítulo 9. Nacemos en el arca en el Mar Azul. Nacemos de nosotros mismos

Capítulo 10. Y a pesar de la distancia nos encontramos en el arca en el Mar Azul

Capítulo 11. Sustentabilidad espiritual en el arca en el Mar Azul

Capítulo 12. La iniciativa tomada en el arca en el Mar Azul

Capítulo 13. La Tierra es el arca en el Mar Azul

Capítulo 14. La magia en el arca en el Mar Azul

Capítulo 15. El costal que acumulas en el arca en el Mar Azul

Capítulo 16. La senda en el arca en el Mar Azul

Capítulo 17. La misión más difícil en el arca en el Mar Azul

Capítulo 18. Todas las pruebas duales en el arca en el Mar Azul

Capítulo 19. Parroquianos en el arca en el Mar Azul

EL NACIMIENTO DEL TIGRE

Cuando la conciencia se revela, en cada ser humano comienza una transformación a favor de la luz y el Amor, obteniendo un nuevo significado del por qué vives la vida que vives; viendo detrás del velo y revelando la verdadera esencia en todo lo que te rodea: el espíritu; la luz que es, fue y será.

Es la verdadera dimensión del Amor lo que será Sustentable para la vida humana. ¿Estás preparado para el Amor sustentable?

La gratitud, el sentimiento y reconocimiento, han estado presentes desde que llegamos a esta Tierra en todas las expresiones espirituales. La espiritualidad misma mejora esta capacidad y emoción humana.

Gracias Eduardo, Mori, Gino, Cris, Tatis, Valentina y HYDE, por su acompañamiento y expansión del Amor.

Datos del autor

Un libro que habla de Amor, difícilmente puede presentar un curriculum vitae que por usanza, está más asociado con el ego.

Nací en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, Argentina. La Llanura Pampeana; la pampa húmeda, los horizontes lejanos y lineales, el sol tórrido del verano y el mismo sol tímido del otoño templaron mi espíritu. Fui el primero de la familia, el primero dentro de la generación de mis padres. Fruto de la misión y camino elegido por los espíritus paternos, aunque quizás no tan claramente. Nací con incertidumbre pero me fueron amando y me fui abriendo paso con Amor, consciente desde pequeño.

Un hito en mi historia fueron y son mis abuelos, descendientes de inmigrantes de varias procedencias. Ellos fueron la fragua del Amor para mí.

Pasé una infancia de maestros que condujeron una sensibilidad especial hasta la adolescencia, me guiaron como ángeles. Fui monaguillo y aprendí rápidamente los salmos, las oraciones y a meditar mientras se pronunciaban las lecturas. Comencé a respetar lo sagrado. Supe siempre que la religión es una forma para llegar a la esencia.

La adolescencia fue un paréntesis de indecisiones e inconformidad, notaba muchas diferencias y quería acallarlas. La radio del pueblo fue un escape y apareció otro maestro. La temprana juventud en la universidad de periodismo sirvió para incorporar conocimientos, tomar partido, declararme rebelde, discutir y creer que ya lo sabía todo. Salí a trabajar en periódicos, radios y revistas. Pero ni lo sabía todo, ni era eso lo que quería.

Surgió otro maestro y me guio hasta llegar a México. Traía maletas tan pesadas que me costaron unos durísimos –humanamente hablando– y bellísimos –espiritualmente hablando– primeros años. Así aprendí que cuando creí que sufría, en realidad estaba aprendiendo, crecía y me alimentaba de luz celestial.

Cuando creí que había tocado fondo teniendo apenas dos pesos para un autobús y luego de caminar mucho buscando trabajo, en realidad me estaba graduando espiritualmente y como hombre nuevo nacía a la vida. Una revolución comenzó a gestarse y poco a poco comencé a crear. Pasé limitaciones amorosas, espirituales y económicas. Pero empecé a recobrar la meditación del monaguillo de corta carrera. Paso a paso empecé a escuchar y a escucharme revelando que, allí donde quisiera que estuviese, podía convertir la tristeza de muchos en Amor puro, aunque para mí mismo esa claridad no llegaba entonces.

Escribía privadamente esperando tiempos mejores. Anduve en la mercadotecnia y otro maestro me dio herramientas que hasta el día de hoy valoro y agradezco. Pasé a la publicidad en un salto acrobático del espíritu. Había creado en mis noches, antes de dormir, mi desarrollo personal y laboral conjuntamente. Recuerdo que dije: "todo lo que haga será con Amor y lo que quiero sembrar es Amor; quiero guiar con Amor y transformar la vida de las personas con Amor".

El camino me dio la razón. Fui peldaño por peldaño cosechando supuestos éxitos laborales hasta lo que me imaginaba que era la cumbre. Pero en realidad mi cumbre estaba al lado del afecto de muchos en mi espacio laboral. Sin embargo, comenzó un deterioro preanunciando un cambio.

Vi que estaba inmerso un modelo de vida sin Amor basado en el consumo, el derroche, el maltrato, la degradación y el impacto ambiental y sentí que debía tomar una decisión drástica y abandonarlo por una vida sustentable que me permitiera tener más tiempo y energía para trabajar en el Amor. Cuando esto comenzó a vibrar, ya tenía incluidas varias maestras nuevas en el camino; todas magas de diferentes vertientes que fueronel perfecto tres.

Renuncié. Me acerqué a la Tierra y al primer contacto me uní con esa pampa húmeda que me parió. Comencé a estudiar sustentabilidad. Comencé a meditar asiduamente y a darme cuenta de que en cada paso dado había incorporado técnicas para colaborar con más gente. Entonces salí de la ciudad y regresé al campo; a los olores rurales, a las prácticas sabias, a un pueblo pequeño en la montaña donde me visitan buscadores de todo tipo y trabajadores del Amor.

Paralelamente escribí y publiqué un libro sobre una de las esencias de este país, su bebida proveniente del agave. Ocho perfectos meses antes, había comenzado a trabajar en conjunto con el maestro ascendido Afra, este libro que dejo en tus manos. El cual refleja la unión de la Tierra con el espíritu en un acto Sustentable de Amor.

INTRODUCCIÓN

Somos un perfecto equilibrio entre lo terrenal y lo celestial. Un orden celeste y cósmico esencial.

Somos la Tierra en la cual echamos nuestras raíces y sembramos nuestro karma para cosechar la luz y conquistar el Amor para el Cielo.

Somos el Cielo, nuestro cálido hogar, que nos sostiene con hilos invisibles que mantienen a nuestro espíritu pendiendo y nunca lo suelta. Ese finísimo entramado espiritual es lo que realmente somos. Y esa suspensión celeste es lo que nos ampara en el tránsito humano, incluso hasta la misma muerte transfiere a cada orden su parte: a la Tierra los despojos y la materia orgánica, al Cielo el alma y la materia celestial. Tierra y Cielo reúnen lo más sagrado de lo que somos, fuimos y seremos.

Y por sobre todo está la luz. El camino divino, la constante hazaña heroica de trabajar para la energía del universo; la renovadora y potente energía del Amor.

Ser guerrero y ser mortal dejan de ser dramáticos conceptos asociados con el dolor. Ser guerrero equivale para el Cielo a ser grandes máquinas esenciales buscadoras, conquistadoras y generadoras de luz a través del Amor. Y ser mortal simplemente representa el fin de una campaña.

Todos terminamos algún día una etapa de conquista y nos reunimos en nuestra casa. Aunque la hayamos dejado de ver por períodos cósmicos siempre entramos por la puerta de nuestro espíritu y aunque no la frecuentemos en nuestra estancia terrenal, siempre podemos alcanzar la puerta a través de la Meditación.

La esencia no se mueve siempre somos. Viajamos, vamos y regresamos. La tierra es nuestra madre, maestra aliada en las partidas y bienvenidas. Todos acordamos cómo llegar y espiritualmente nos saludamos con un hasta pronto, porque también programamos la partida.

La Meditación profunda de Afra nos permite ingresar por esa puerta de la esencia y nos conecta de manera fundamental con la fuente: Dios. Uniendo así la mente, el corazón y el espíritu. Reconociendo que la única energía creadora y renovadora de trasmutación y divinidad, es el Amor y todos somos una partícula de ese universal Dios.

En el día se conserva el calor en la Tierra abrazada por el Sol; mágica dialéctica de vida, dorado beso diurno.

Con la llegada de la noche nuestro hogar se ve en el Cielo; nítida cartografía del alma, techo de la esencia. Morada de lo que somos. Luna de la senda.

Bienvenidos al mundo de Afra.

Recomendaciones preliminares: Este libro es fruto de la conexión espiritual con mis maestros y guías. Muchos pasajes pueden ser más complejos de comprender. Cuando el lector amigo detecte que la lectura se vuelve pesada y densa le recomendamos dejar en el primer punto siguiente y retomar desde el comienzo del párrafo al día siguiente. Los mensajes aquí plasmados necesitan del espíritu descansado y receptivo capaz de asimilarlos. Solo llegue al punto y respire profundamente ocho veces. El autor.

Capítulo 1

Un arca sobre el Mar Azul

Introducción sobre la canalización

Cuando Afra comenzó mi asistencia espiritual trabajando por las noches como obrero tejedor de los hilos del universo, me hizo notar que somos un grupo de seres divinos a bordo de un arca en la inmensidad de un azul profundo, un mar celestial y galáctico.

Las primeras manifestaciones aparecían por las noches y abría en mi plexo solar un conducto de energía que no podía visualizar con claridad, pero sí podía sentir con una emoción cósmica una entrega muy diferente a cualquier entrega y un goce mágico pese a que dormía poco o me despertaba alrededor de las dos de la madrugada, luego de retorcer las sábanas y haber paseado por cada centímetro de mi pequeña cama.

Sentía que se me abría el pecho cada noche y se posaba una porción de Cielo sobre mí: azul como el mar en el que estamos navegando todos. Desde ese Cielo se manifestaba un canal directo a mi corazón. Había –y hay– muchas entidades. Mensajeros de Amor que me asistían entonces y me asisten hoy. Un gran escalafón a mi servicio. Siempre que veo tanta divinidad me derrito "En Amor Dado" de ese Cielo que con el pasar de los días fui viendo ya como mi casa, la verdadera casa donde he dejado un jardín de estrellas y un paisaje planetario profundo y vibrante. Allí se orquesta todo, absolutamente todo y es nuestro cuartel general, donde regresamos para revisar nuestra estrategia de iluminación, nuestro trabajo de abeja obrera a favor del Amor, con Amor y por Amor.

Afra me permitió ver para comprender y por sucesivas noches siguió armando un rompecabezas cuya consecuencia, además de la unión de las piezas celestiales e invisibles de mi interior, provocó un dolor que, aunque sólo como dolor lo podríamos describir los seres humanos, era una suerte de fuego interno, de ardor y de pasión por la vibración armónica que se produce cuando dos piezas, aquí y allá, se encuentran para unirse. Y cuanto más