La Guerra Fría del Siglo XXI
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La desintegración de la URSS convirtió a Rusia en la heredera principal de sus fuerzas armadas, con su historia, tradición y su arsenal nuclear. La historia de Rusia, incluida su breve etapa soviética, está llena de grandes adversidades, pero el pueblo ruso ha demostrado ser capaz de soportar terribles privaciones y está acostumbrado a grandes acciones de resistencia, especialmente sus fuerzas armadas, que en las circunstancias más adversas fueron capaces de vencer a la Grande Armée de Napoleón y derrotar a la Wehrmacht de Hitler en la Segunda Guerra Mundial.
Miguel Campos Robles
Miguel Campos Robles es Teniente Coronel del Ejército de Tierra español, actualmente en situación de reserva. Ha participado en varias misiones internacionales en los Balcanes y ha trabajado en asuntos relacionados con el desarme y control de armamentos en Europa. Es Ingeniero Técnico Industrial por la Universidad Politécnica de Cartagena.
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La Guerra Fría del Siglo XXI - Miguel Campos Robles
La Guerra Fría del Siglo XXI
La estrategia militar de la Federación Rusa
Miguel Campos Robles
La Guerra Fría del Siglo XXI
La estrategia militar de la Federación Rusa
Miguel Campos Robles
Esta obra ha sido publicada por su autor a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma.
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© Autor, 2021
Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras
Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com
www.universodeletras.com
Primera edición: 2021
ISBN: 9788418036088
ISBN eBook: 9788418034589
Dedicatoria
Autor
Introducción
La geografía y la historia nos demuestran que nunca podemos subestimar un país como Rusia. Su resurgimiento parcial en nuestra época, tras la desintegración del imperio soviético, forma parte de una vieja historia.
Robert D. Kaplan. La venganza de la geografía (2012)
El siglo XX fue un periodo plagado de guerras y violencia, fue una época de gran sufrimiento para la humanidad. La lista de conflictos en el siglo pasado es interminable y sus consecuencias devastadoras, el número de fallecidos, desaparecidos y heridos que provocaron es imposible de calcular con exactitud. En la primera mitad del siglo hubo dos guerras mundiales, y sólo durante la Segunda Guerra Mundial fallecieron 50 millones de personas. La gran mayoría de los conflictos que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo se desarrollaron en el escenario general de la Guerra Fría, donde la Unión Soviética y sus aliados del Pacto de Varsovia tuvieron en frente a los Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN). Afortunadamente no se llegó a una guerra abierta de gran intensidad entre los dos bloques, pero si se enfrentaron a través de terceros países o grupos no estatales que representaban sus ambiciones e intereses geopolíticos, unas veces prestándoles apoyo militar y en otras ocasiones con la intervención directa de las grandes potencias. Los ejemplos más destacados de este tipo de guerras fueron la Guerra de Corea (1950-53), la Guerra de Vietnam (1955-75), la invasión soviética de Afganistán (1979-89) y la Guerra Irán-Iraq (1980-88), sin olvidar las guerras árabe-israelíes, los conflictos civiles en Sudamérica y las numerosas guerras en África.
La caída del Muro de Berlín en 1989, el fin de la Guerra Fría y la desaparición de la Unión Soviética en 1991 provocaron una ola de optimismo, sobre todo en Occidente. Los expertos y analistas con una visión más liberal en los estudios estratégicos y las relaciones internacionales pronosticaron que la paz, la democracia y el progreso económico se extenderían por todo el planeta, dando lugar a un mundo globalizado en el que la interdependencia económica entre los países desterraría definitivamente el fenómeno de la guerra. Sin embargo, la aparición de nuevos conflictos y amenazas, como fueron las Guerras de Yugoslavia (1992-01), la Guerra del Golfo (1990-91), la Guerra de Iraq (2003-11), los ataques terroristas del 11 de septiembre contra Estados Unidos y la Guerra de Afganistán (2001-..), dieron la razón a los que habían mantenido una posición más pesimista, pero más realista, del mundo.
La desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) dio lugar al paso de un mundo bipolar, con dos grandes potencias enfrentadas, a un mundo unipolar dominado por una única potencia hegemónica, una potencia realmente global: los Estados Unidos de Norteamérica. El viaje realizado por los Estados Unidos hasta la supremacía global no ha sido largo, ya que ha durado apenas un siglo. Este viaje se inició en 1898 con la guerra hispano-americana, iniciada con el objetivo geopolítico de conseguir el control total del Mar Caribe y sus accesos, como condición previa y necesaria para iniciar la construcción del Canal de Panamá en 1902, lo que permitió, a la entonces naciente potencia marítima, el control del paso entre el océano Pacífico y el Atlántico. El siguiente paso en esta guerra fue arrebatarle a España, potencia en claro declive, el control de las Islas Filipinas, plataforma necesaria para asegurar las líneas comerciales de Estados Unidos con Japón y China, tan necesarias para continuar con su proceso de industrialización y desarrollo.
Hoy en día, los Estados Unidos de América siguen siendo la primera potencia mundial de manera incontestable. Sin embargo, las actuales tendencias geopolíticas indican que el nuevo orden mundial evoluciona hacia la multipolaridad, pues «las grandes potencias casi nunca están conformes con la distribución de poder existente, y se encuentran en una constante búsqueda de poder, siempre dispuestas a buscar las oportunidades para alterar la distribución de poder en el mundo a su favor»¹. Países como China, Rusia, India y otros países emergentes cuestionan el actual orden, que ya no sigue una lógica ideológica como ocurrió en la Guerra Fría. La nueva distribución de poder que se está produciendo es más perceptible en términos económicos, los actuales indicadores en esta materia sustentan esta tendencia. El poder que un Estado posee se basa en gran medida en sus capacidades materiales. En el tiempo presente, estamos siendo testigos de un claro desplazamiento del centro de gravedad mundial de Occidente hacia Asia. El producto interior bruto (PIB) de China se aproxima al de Estados Unidos con rapidez, ya nadie duda que China desplazará a los Estados Unidos como la mayor economía del mundo, la cuestión es cuando. El propio Henry Kissinger, con su gran agudeza para ver las tendencias a largo plazo, ha expresado que: «Los Estados Unidos temen que el crecimiento de China socave su preeminencia, y por tanto su seguridad, China está decidida a alcanzar el dominio militar y económico en todas sus regiones circundantes y, así, en última estancia la hegemonía»².
El colapso de la Unión Soviética provocó, de la noche a la mañana, que el espacio geográfico que había ocupado durante siglos el Imperio Ruso de los Zares y durante gran parte del siglo XX el Imperio Soviético, pasara a ser ocupado por 15 Estados diferentes. Rusia cayó en un periodo de confusión histórica y estratégica, de forma que en términos del politólogo Zbigniew Brzezinski, la desaparición de la Unión Soviética «creó un agujero negro en el centro de Eurasia, fue como si el Heartland de los geopolíticos hubiera desaparecido de pronto del mapa global»³.
En el año 2000, después de este periodo de confusión, la llegada al poder en la Federación Rusa de Vladimir Vladimirovich Putin representó un punto de inflexión en la política rusa seguida hasta ese momento. Desde entonces, Rusia trata de recuperar el poder perdido. Aunque, hoy en día, Rusia no puede actuar como una potencia global, dadas sus actuales limitaciones, sin embargo, si trata de jugar el papel de potencia regional y defender lo que considera sus intereses en el espacio postsoviético; espacio que Moscú denomina el extranjero próximo, y donde viven 25 millones de ruso hablantes. Rusia mantiene una actitud revisionista con respecto a la expansión de las fronteras de la OTAN hacia el Este de Europa, y está decidida a mantener y asegurar sus salidas al Mar Mediterráneo a través del Mar Negro y de Siria. Otro escenario donde Rusia quiere mantener su influencia es en el Asia Central, donde Estados Unidos, China, Turquía y Rusia mantienen una nueva versión del gran juego⁴ por el control de los yacimientos de minerales estratégicos y de las grandes reservas de gas y petróleo, así como de la red de gaseoductos y oleoductos que permiten su salida a los mercados.
La Federación Rusa ha demostrado su decidida postura de hacer uso de la fuerza militar, especialmente cuando se trata de defender sus intereses geopolíticos fundamentales, y así lo demuestran las intervenciones de sus fuerzas armadas en Georgia (2008), Ucrania (2014) y Siria (2015). Con la llegada del nuevo siglo, se comienza a repetir el enfrentamiento entre Occidente y Rusia. En la esfera internacional el poder efectivo de una nación es en gran parte función de su poder militar, al compararse este con el de sus rivales. Rusia inició a raíz de su experiencia en la Guerra de Georgia, y gracias a la coyuntura económica favorable por los elevados precios del gas y el petróleo en esos años, un programa de modernización de sus Fuerzas Armadas, para actualizarlas a la última Revolución de los Asuntos Militares (RMA)⁵ en los aspectos orgánicos, doctrinales y de modernización de sus sistemas de armas.
El objetivo de este libro es describir y analizar, desde una perspectiva militar, las acciones geoestratégicas que han sido empleadas por la Federación Rusa para la consecución de sus objetivos geopolíticos. El enfrentamiento de Rusia a otros actores internacionales en estos conflictos y la tensión existente con Occidente recuerdan un modelo muy similar al que tuvo lugar durante la Guerra Fría, de ahí el título elegido.
Para el lector no familiarizado con los estudios estratégicos y geopolíticos, antes de seguir, conviene aclarar los conceptos básicos de los términos «Geopolítica y Geoestrategia». La Geopolítica, que como es obvio, estará dirigida por los políticos, «tratará siempre de fijar cuáles son los fines (o los propósitos) de la voluntad del Estado o de las coaliciones o alianzas para resolver sus conflictos»⁶. «Pero para que la aplicación de la geopolítica de un Estado sea eficaz, la primera preocupación consiste en determinar los intereses de esa colectividad, para luego poder aplicar las estrategias globales pertinentes, ya convertidas en geoestrategias, es decir, en medios y acciones precisas para satisfacer las necesidades geopolíticas, con implicaciones internacionales»⁷. En otras palabras, la estrategia trata de determinar aquello que necesariamente debe hacer un Estado para conseguir sus objetivos fundamentales en su relación con otros actores en términos de poder y como un país afronta los conflictos en el escenario internacional.
La etimología de la palabra estrategia, que se encuentra en el griego clásico, en su sentido más primario sería el arte de dirigir los ejércitos. «La estrategia se presenta con frecuencia como un duelo, un choque de dos voluntades enfrentadas. Esto no es más que el reflejo de los orígenes militares del término»⁸. Por lo tanto, cada geopolítica cuenta con una geoestrategia. Una adecuada estrategia debe considerar una gran cantidad de aspectos como el político, el geográfico, el histórico, el diplomático, el económico, el cultural, el informativo, el tecnológico, el militar, etc., buscando influir en los asuntos internacionales y evitando ser influidos. Pero, no hay que perder de vista, que «hay tres aspectos elementales en la estrategia humana y que son comunes a lo largo del tiempo y el espacio: el engaño, las alianzas y el uso instrumental de la violencia»⁹.
He tratado de exponer y analizar los acontecimientos ocurridos, los modos de proceder y las líneas de actuación seguidas por la Federación Rusa en cada uno de los conflictos que ha afrontado en diferentes escenarios geográficos, la mayoría de ellos en el denominado espacio postsoviético, donde Rusia trata de defender lo que considera sus legítimos fines. Lo he tratado de hacer de una forma imparcial, en la medida que esto es posible, siendo consciente de la dificultad que encierra tal objetivo. A lo largo del texto, en la descripción de las acciones y situaciones, como ya he dicho, predomina una visión militar, aunque también existen referencias, con menor énfasis, a otros aspectos, como el político, el geográfico, el histórico, el diplomático, el económico, el humano, el cultural, etc., con la finalidad de dar una descripción del contexto y de las circunstancias generales.
De acuerdo al plan seguido en el libro, primero he tratado de describir e interpretar la visión geopolítica de la Federación Rusa sobre su posición en el mundo. A continuación, como paso previo a la descripción de su situación militar, he abordado la explicación de los antecedentes y orígenes de sus actuales fuerzas armadas. He seguido con la descripción de los conflictos, tanto de los internos como los que tienen lugar en su extranjero próximo. Después, he analizado importantes aspectos militares como sus fuerzas nucleares, su doctrina nuclear, la situación de la industria militar y la cooperación militar con China. He tratado de describir el proceso de transformación que sufren sus fuerzas armadas, y el controvertido aspecto de su actual doctrina militar. También, he analizado las razones de su creciente interés en la región del Océano Ártico. Y finalmente, he tratado de explicar los motivos de su intervención en la compleja Guerra de Siria.
Existen sobrados motivos para seguir de cerca el proceso de reformas y modernización en el que se encuentran inmersas las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, y prestar atención a su estrategia y doctrina militar, así como a sus intervenciones en el complejo escenario internacional, donde Rusia no duda en usar sus fuerzas armadas en defensa de sus intereses geopolíticos.
Este libro no está escrito pensando en profesionales y expertos en estudios estratégicos y de defensa, sino en personas sin una preparación especial en estos asuntos, pero interesados en comprender la actual situación de tensión existente entre Rusia y Occidente.
Para realizar este trabajo he acudido en muy buena medida a los estudios e interpretaciones de expertos y analistas, tanto nacionales como internacionales, que mantienen posiciones y visiones discordantes y enfrentadas, para tratar de describir los hechos, las actuaciones y las consecuencias de una forma imparcial. Si lo he conseguido o no, queda al juicio del lector.
¹ Mearsheimer, John J. (2001), "The Tragedy of the Great Power Politics", W. W. Norton & Company, pp. 2 y 3.
² Kissinger, Henry (2014), "Orden Mundial, Reflexiones sobre el carácter de los países y el curso de la historia", Editorial Debate, pág. 233.
³ Brzezinski, Zbigniew (1997), "El Gran Tablero Mundial", Editorial Paidós, pág. 95.
⁴ El Gran Juego fue la expresión que utilizaron los británicos en el siglo XIX para referirse a la lucha de intereses cuando se encontraron en la región del Asia Central el Imperio Ruso y el Imperio Británico, y este último veía con recelo la aproximación de Rusia a la India británica.
⁵ RMA, por sus siglas en inglés: Revolution Military Affairs.
⁶ Alonso Baquer, Miguel (2010), "Estrategia, Geoestrategia, Geopolítica", Instituto Español de Estudios Estratégicos IEEE, Documento de análisis del IEEE 08/2010, pág. 26.
⁷ Baños, Pedro, "Geopolítica e Inteligencia", CESEDEN, pág. 6.
⁸ Freedman, Lawrence (2013), "Estrategia. Una Historia", Editorial La esfera de los libros, pág. 16.
⁹ Freedman, Lawrence (2013), "Estrategia. Una Historia", Editorial La esfera de los libros, pág. 27.
1
Visión Geopolítica
Rusia es un gigante geográfico con una extensión de 17 millones de kilómetros cuadrados. En el pasado llegó a estar asentada en tres continentes, hasta que en 1867 el zar Alejandro II vendió Alaska a los Estados Unidos. Hoy en día, su territorio se extiende a lo largo de once husos horarios, de los cuales nada menos que cinco limitan con China. Rusia es una nación con presencia en tres regiones del mundo: Europa, Asia Central y el Extremo Oriente. Esta enorme extensión se encuentra poco protegida al carecer de fronteras naturales, a excepción de la protección que ofrecen los océanos Ártico y Pacífico. El Océano Ártico ofrece seguridad al encontrarse helado y bloqueado casi todo el año, aunque esto comienza a cuestionarse por el fenómeno del calentamiento global. A lo largo de la Historia, el temor de Rusia a sus enemigos le ha llevado a expandirse en busca de fronteras seguras para evitar ser conquistada.
Las fronteras internacionales de la Federación Rusa se desplazan desde el norte de Noruega, en el Mar de Barents, hasta el Mar de Japón, compartiendo fronteras con 14 países. En este entorno próximo se encuentran países pertenecientes a la Unión Europea, a la OTAN, ex repúblicas soviéticas, la conflictiva región del Cáucaso, el Asia Central con sus grandes reservas de hidrocarburos, la gran potencia China, con su gran capacidad de emprendimiento económico y decidida a convertirse en la primera potencia mundial, y Corea del Norte.
Rusia por la distribución de su población, la localización de sus principales ciudades y por su cultura predominante tiene un claro carácter europeo. Tiene una población de 144 millones de habitantes, pero con grandes extensiones despobladas, por el contrario, su capital Moscú está habitada por diez millones de personas, San Petersburgo tiene casi cinco millones y cuenta con once ciudades con más de un millón de habitantes. La etnia rusa eslava es la predominante y representa el 80% de la población, los tártaros casi el 4%, los ucranianos el 2% y el resto lo forman una gran cantidad de diferentes grupos étnicos.
Rusia es una de las diez economías más importantes del mundo por volumen de PIB¹⁰, aunque su PIB per cápita, indicador del nivel de vida de la población, la sitúa en el puesto 56 de las economías mundiales. La economía rusa tiene una gran dependencia de los recursos naturales, principalmente del petróleo y del gas, la mayoría de los yacimientos de sus recursos naturales se encuentran localizados al este de la cordillera de los Urales. El 80% de sus exportaciones están directamente relacionadas con los hidrocarburos, por lo que las oscilaciones en los precios de estos recursos pueden llevar al país con facilidad de la expansión a la recesión. Sin embargo, la economía rusa tiene una gran experiencia en sectores tecnológicos como la industria aeroespacial, la energía atómica y la industria militar.
Otro factor geopolítico, a tener en cuenta en el peso internacional de un país, es su poder militar. Rusia se encuentra inmersa en un ambicioso programa de modernización de sus fuerzas armadas. Sus inversiones en defensa han estado ininterrumpidamente creciendo desde 1998 hasta 2016¹¹. El primer descenso anual se produjo en el presupuesto de 2017, el gasto militar fue del 5,34% de su PIB en 2016, mientras que en 2017 descendió al 4,20% del PIB. Durante la última década, las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa han mejorado y aumentado notablemente sus capacidades militares, con la finalidad de reforzar su poder de disuasión y mantener su estatus de potencia nuclear. Existen claros indicadores de la modernización y mejora de sus capacidades militares, como lo demuestra su actuación en las recientes misiones realizadas fuera de sus fronteras.
El Heartland
El geógrafo y político británico Halford John Mackinder (1861-1947) fue uno de los padres fundadores de la Geopolítica, y autor del influyente artículo The Geographical Pivot of History, publicado en 1904 en la revista The Geographical Journal. Mackinder fue un defensor del poder continental frente al poder marítimo, asumía que un vasto territorio era el factor que decidía el poder natural de un estado, consideraba el mundo dividido en dos partes: el Mundo Isla formado por los continentes de Europa, Asia y África, que se encuentra rodeado por el Mundo Océano e Islas Satélites formado por América, Australia, Japón y Gran Bretaña. Además, prestó especial atención al noreste del Mundo Isla, el corazón de Eurasia o Heartland, y describió esa área geográfica como «el eterno pivote geográfico de la historia»¹², ya que es el pivote sobre el que gira el destino de los grandes imperios del mundo. La mencionada área coincide en gran parte con lo que hoy es la Federación Rusa, anteriormente la URSS, y aún antes el Imperio Ruso. Su visión geopolítica la resume su cita: «Quien gobierne el Este de Europa controlará el Heartland, quien gobierne el Heartland controlará el Mundo Isla, quien gobierne el Mundo Isla dominará el Mundo». Pero como el propio Mackinder reconoce en su artículo, aunque la geografía es un factor decisivo también la historia humana lo es: «Es el hombre, y no la naturaleza, quien comienza, pero es la naturaleza la que, en gran medida, dirige»¹³. Pero, ¿por qué es tan importante el corazón de Eurasia para dominar el mundo?, pues porque en ella se encuentran las más importantes reservas de gas, petróleo y de minerales y metales estratégicos.
Otras escuelas de pensamiento geopolítico han defendido el concepto del poder marítimo frente al poder terrestre. El más importante representante de esta escuela de pensamiento fue el almirante de la Armada de los Estados Unidos Alfred Thayer Mahan (1840-1914), considerado uno de los más destacados estrategas y geopolíticos del siglo XIX. Para Mahan una nación que posea un gran poder marítimo, apoyado en una red de bases navales desplegadas por el mundo, podría controlar las rutas marítimas y los pasos estratégicos, y estaría en condiciones de expandir su poder e influencia mundial, ya que en el siglo XIX el comercio marítimo era considerado como la principal fuente de riqueza de una nación. Durante la Guerra Fría, además de un enfrentamiento ideológico, también se enfrentaron estas dos visiones geopolíticas, en el que la URSS representó el poder continental de Mackinder y los Estados Unidos representaron el poder marítimo de Mahan.
El Heartland o región pivote, está rodeada por dos cinturones geográficos, el primero interior y más próximo, que es el arco formado por Europa, el Mar Mediterráneo, Oriente Medio, Turquía, El Cáucaso, India y China, y otro más exterior que transcurriría por América, África, Oceanía, Australia y Japón. Para Mackinder estos dos cinturones convertían al Heartland en el inaccesible Mundo Isla.
C:\Users\HP\Documents\RUSIA\EL LIBRO\Heartland 1.pngEl Heartland y el inaccesible Mundo Isla
Fue el profesor y gran estratega estadounidense Nicholas J. Spykman quien, en su libro La Geografía de la Paz, denominó Rimland¹⁴ al círculo interior que rodea Eurasia. Este gran estratega de la Segunda Guerra Mundial predijo que en ese borde es donde se generarían la mayoría de los conflictos, y donde la competición, por las zonas de influencia, entre la civilización del Mar y la civilización de la Tierra tendría lugar.
Para Robert D. Kaplan, escritor y gran analista del mundo resultante tras la finalización de la Guerra Fría, la geografía es realmente la base de la estrategia y la geopolítica¹⁵ porque es el factor más permanente, pero los condicionantes geográficos no deben ser considerados como una fatalidad, sino que deben ser valorados en su verdadera dimensión y como un desafío a la capacidad y libertad de elección del ser humano. En otras palabras, nos recuerda que los conceptos geopolíticos están también condicionados por otros factores diferentes a los territoriales, factores que pueden ser más cruciales a la hora de determinar la posición que ocupa un estado y su influencia internacional, así el desarrollo económico, científico, tecnológico, industrial y militar son aspectos decisivos en el peso internacional de una nación. A pesar de todos estos factores condicionantes, Kaplan mantiene que «la geografía y la historia nos demuestran que nunca podemos subestimar un país como Rusia. Su resurgimiento parcial en nuestra época, tras la desintegración del imperio soviético, forma parte de una vieja historia»¹⁶, a diferencia de otros imperios que surgieron y se extinguieron para siempre.
Tras la caída inesperada del Muro de Berlín, de pronto, surgió lo que parecía que sería un nuevo mundo, donde el sistema liberal democrático se extendería y daría lugar a nuevo sistema global, una globalización cultural, económica y de la seguridad internacional. Francis Fukuyama, antiguo analista de la corporación RAND¹⁷ y ex subdirector de planificación política del Departamento de Estado de los Estados Unidos, realizó un intento de analizar el futuro de esta nueva realidad en su obra El fin de la Historia y el último hombre, en el que predecía que la historia en el sentido hegeliano ya no existía. En otras palabras, que el avance de la organización social de la humanidad desde etapas primitivas, como las tribales y teocráticas, culminaría en algún momento con el triunfo de las sociedades igualitarias y democráticas, como una organización racional de la sociedad y del Estado. Para Hegel ese momento tuvo lugar en 1806 con la derrota de Prusia por Napoleón e imponerse los ideales de la Revolución Francesa. La Historia, considerada como una lucha de ideologías, parecía que había terminado con la imposición de un mundo final basado en la democracia liberal. Sin embargo, al igual que el fin de la Historia no llegó con el triunfo de Napoleón, la realidad demuestra que tampoco llegó con la disolución del Pacto de Varsovia y la desaparición de la Unión Soviética.
Para el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Harvard Samuel P. Huntington, autor de la controvertida obra El Choque de Civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, el futuro del mundo posterior a la Guerra Fría se presentaba lleno de conflictos, pero no motivados por razones ideológicas o económicas, sino culturales, en el que las líneas divisorias entre las civilizaciones serían los frentes de batalla del futuro. Para Huntington «las líneas de fractura entre civilizaciones están reemplazando los límites políticos e ideológicos de la Guerra Fría como focos de tensión, crisis y derramamiento de sangre». Esta nueva visión de la política internacional asegura que los pueblos y los países con culturas semejantes se están uniendo, y los que tienen culturas diferentes se están separando. Los bloques definidos en torno a las ideologías están dando paso a alineamientos definidos por la cultura y la civilización. Desde esta visión geopolítica, «Rusia está creando un bloque con una zona central ortodoxa bajo su liderazgo y una zona circundante de amortiguación»¹⁸. La recuperación de la religión ha sido espectacular en los antiguos Estados comunistas, en Rusia la religión ortodoxa ha experimentado un notable resurgimiento, de forma que en 1994, el 30% de los rusos menores de veinticinco años se declaraba creyente¹⁹, una tendencia claramente opuesta a la que tiene lugar en Occidente.
La desaparición de la Unión Soviética provocó una enorme confusión geopolítica, y confirmó el principio de que los estados se asemejan a seres vivos que buscan sobrevivir en un mundo inestable, pero que a veces no lo consiguen o se transforman en un sistema social diferente. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta 1991, la Unión Soviética y los Estados Unidos mantuvieron una situación de equilibrio estratégico, esta paridad estratégica les permitió una gran capacidad de influencia militar y económica sobre los países pertenecientes a sus bloques respectivos. El colapso de la URSS convirtió a los Estados Unidos en la primera y única potencia de carácter global, este cambio significó la desaparición del mundo bipolar establecido por la Conferencia de Yalta. Estados Unidos finalizó el siglo XX como la potencia hegemónica mundial, con una clara supremacía en los ámbitos militar, económico, tecnológico y de influencia cultural. «Uno de los polos desapareció, mientras el otro permaneció y se convirtió en la estructura dominante natural de todo el sistema geopolítico global, el mundo se volvió simultáneamente global y unipolar»²⁰.
Sin embargo, el mundo unipolar del final del siglo XX y principios del XXI ha empezado a ser cuestionado por países como China, Rusia, India y en alguna forma también por Irán, Turquía y otros países emergentes. El nuevo orden mundial, aunque todavía no ha cristalizado, tiende a la multipolaridad, un orden que ya no sigue una lógica de bloques o ideológica como ocurrió durante gran parte del siglo pasado. Estamos asistiendo a un proceso de des-occidentalización, con un desplazamiento del centro de gravedad mundial hacia el continente asiático. Y este nuevo orden no tiene porqué ser más inestable, pues según el enfoque estructural del análisis de las relaciones internacionales, la unipolaridad es la menos estable de todas las configuraciones posibles, ya que la paz reside en un equilibrio de poder bien definido.
La actual política exterior rusa se basa en el realismo político. En otras palabras, los estados nación son los actores fundamentales en las