Disparates y gazapos matemáticos
()
Información de este libro electrónico
José María Sorando Muzás
José María Sorando Muzás (Zaragoza) es licenciado en Matemáticas por la Universidad de Zaragoza. Ha sido profesor de secundaria durante 36 años y es miembro de la Sociedad Aragonesa Pedro Sánchez Ciruelo de Profesores de Matemáticas. Actualmente se dedica a la divulgación matemática, a través de conferencias, radio, artículos, libros (100 escenas de cine y t.v. para la clase de Matemáticas, Aventuras matemáticas en el cine, Cine y matemáticas: Resolviendo problemas, Matemáticas en tu mundo y Matemáticas de cine) y del sitio web matematicasentumundo.es (en la red desde 2004).
Comentarios para Disparates y gazapos matemáticos
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Disparates y gazapos matemáticos - José María Sorando Muzás
José María Sorando Muzás
Licenciado en Matemáticas por la Universidad de Zaragoza. Ha sido profesor de secundaria durante 36 años y es miembro de la Sociedad Aragonesa Pedro Sánchez Ciruelo de Profesores de Matemáticas. Actualmente se dedica a la divulgación matemática, a través de conferencias, radio, artículos, libros (100 escenas de cine y TV para la clase de Matemáticas, Aventuras matemáticas en el cine, Cine y matemáticas: Resolviendo problemas, Matemáticas en tu mundo, Matemáticas de cine y La geometría de las ciudades) y del sitio web matematicasentumundo.es (en la red desde 2004).
José María Sorando Muzás
Disparates y gazapos
matemáticos
© José María Sorando Muzás, 2021
© FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE SOCIEDADES DE PROFESORES
DE MATEMÁTICAS (FESPM), 2021
SERVICIO DE PUBLICACIONES
AVDA. DE LA MANCHA S/N
02006 ALBACETE
WWW.FESPM.ES
© Los libros de la Catarata, 2021
Fuencarral, 70
28004 Madrid
Tel. 91 532 20 77
www.catarata.org
Disparates y gazapos matemáticos
isbne: 978-84-1352-278-4
ISBN: 978-84-1352-249-4
DEPÓSITO LEGAL: M-16.090-2021
thema: PDZM
impreso en artes gráficas coyve
este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.
A quienes aprenden del error.
1. Errare humanum est
Hace diez años tenía veinte años, ahora tengo treinta y tres.
Jesulín de Ubrique,
torero, en 2007
Personajes tan dispares como Donald Trump, Nicolás Maduro, Enrique Iglesias o Cristiano Ronaldo, cuando hablan en público tienen algo en común… el error matemático, que atraviesa fronteras, ideologías y actividades. Lo cometen los citados como lo hace una gran parte de la población. Algunas confusiones, a veces auténticas barbaridades, están muy extendidas y arraigadas. En este libro conoceremos muchas de ellas, agrupadas por tipos, que recorren amplios espectros: entre lo sutil y lo grotesco, entre la indiferencia colectiva y el escándalo, entre el lapsus del despistado y la desvergüenza del tramposo. Pero antes de entrar en la feria de los disparates, pensemos cómo y por qué son tan frecuentes.
Muchas veces, años atrás, al ir a pagar a escote una comida entre amigos, escuché este comentario: Haz la cuenta, tú que eres matemático
. Imaginen que antes, en el mismo restaurante, yo hubiera dicho frases como súbeme por las escaleras en brazos, tú que vas al gimnasio
; o léeme la carta, tú que eres filólogo
; o tal vez córtame el bistec, tú que eres cirujano
. Mis palabras sonarían como algo estrambótico, como extravagantes ocurrencias de un matemático chiflado; sin embargo, aquel otro comentario era algo muy común, que a pocos extrañaba. En los últimos años ya no se da esa situación, pero no es porque el personal haya progresado en sus habilidades numéricas, ¡qué va!, sino porque con la calculadora del smartphone ya se atreven con la temida división. La anterior experiencia, compartida por muchos de mis colegas matemáticos, es reveladora de una debilidad colectiva y de un equívoco.
Se exhibe sin complejos la propia ignorancia matemática, llamada anumerismo¹, porque esa carencia tiene disculpa social. Lejos de avergonzar, en ocasiones es motivo de complicidad e incluso de broma. Un empresario del sector turístico en Pamplona comentaba en Telediario de La 1 el alquiler de balcones durante los Sanfermines para ver los encierros: 3.000 o 4.000 personas que cada día visualizan el encierro desde un balcón. Si hacemos un cálculo rápido entre 90 a 100 (euros) de venta al público, pues…. ¡se me escapan los ceros!
. Para multiplicar por 100 basta añadir dos ceros, no son tantos como para que se escapen. Multiplicar por 90 requiere recordar la tabla del 9, pero en ese caso hay un cero menos que se pueda escapar. El comentario terminaba con una sonrisa cómplice cuyo significado era claro: ¿quién va a hacer mentalmente semejante cálculo?
No saber multiplicar por 100 también le resultó divertido a la presentadora del programa Caiga quien caiga en su versión chilena (Mega TV), al comentar esta noticia: Un estadounidense logró reunir 13 millones de dólares en monedas de un centavo. A ver, ¿cuántos centavos son?
. Tras exhibir sus dudas en varios intentos fallidos, no logró salir de la sencilla trampa aritmética en la que se había metido y zanjó el asunto tirando los papeles por los aires, a la vez que estallaba en una sonora carcajada, compartida por contertulios y público.
En los concursos y reality shows de televisión la prueba difícil
suele ser de cálculo mental. Son programas de dos tipos: por una parte, aquellos donde concursantes bien preparados muestran sus conocimientos y su rapidez operatoria, como el veterano Saber y ganar; y por otra, aquellos donde gente con escasa formación, ante pruebas sencillas, en su camino hacia el premio o la fama van pisando los charcos del ridículo, con respuestas como las siguientes (Canal 13 argentino):
—¿Cuánto es quince entre tres?
—Pido el comodín del público. Cuarenta
—¿Diez por diez?
—Cuarenta.
—¿Cuántos minutos hay en hora y media?
—¡Ay, de matemáticas no quiero nada!
A veces, incluso con ayuda (Grand Prix, La 1):
—¿Cuánto es el quince por ciento de cien? Empieza por Q…
—Cuarenta.
No cambia el panorama si el foco se dirige hacia la geometría. En la versión venezolana de ¿Quién quiere ser millonario? (Televen) se peguntaba: Si el lado de un cuadrado mide 3 centímetros, ¿cuántos centímetros cuadrados medirá su área?
. Las opciones ofrecidas para la respuesta eran: 3, 6, 9 y 12. La concursante, tras titubear entre 3 y 6, pidió el comodín del público. Y este votó casi unánimemente (92%) por la respuesta 12. Tan solo un 6% optó por la correcta, 3² = 9. La incompetencia de la concursante era el triste reflejo de la del público que abarrotaba el plató.
A su vez, en el exitoso programa Sálvame (Telecinco) se hacían preguntas a los colaboradores habituales, ese día convertidos en concursantes, que debían escribir sus respuestas en una pizarrita. Ante la cuestión ¿Qué nombre recibe el polígono de nueve lados?
, se obtuvieron estas respuestas: ¿Pero hay?
, polinueve
, hectagono
, nenagono
, nonecaedro
, noneagono
, Es que no me gustan las figuras. Entonces no he puesto nada
y nonegano
[sic]. Todas ellas, también en este caso, entre aplausos y carcajadas compartidas. No es preocupante desconocer el nombre del eneágono², lo cual solo es uno de tantos conocimientos memorísticos escolares que se pueden olvidar fácilmente por falta de uso y no un razonamiento matemático. Pero sí lo es que una pregunta relacionada con las matemáticas sea recibida como algo exótico y pintoresco que a nadie importa, objeto de burlas y de competición por la respuesta más disparatada. También es preocupante la excusa de quien, sin bromas, se defiende diciendo que se abstiene porque no le gustan; actitud que evoca la fábula clásica de la zorra y las uvas.
Esa despreocupada ignorancia matemática de los famosos es algo serio, no ya como asunto personal, sino como modelo para ciertos jóvenes que aspiran a ser como ellos. Es el caso de Aitana, participante en el programa First Dates (Cuatro), que decía con desparpajo ante la cámara: A ver, ¿a mí las matemáticas para qué me sirven? Si me hago famosa voy a tener un mánager. ¿Para qué quiero hacer cuentas? Si es que no valen para nada
.
Más allá de la aritmética y la geometría, si nos fijásemos en otros aspectos matemáticos tan presentes en todo tipo de informaciones como son las gráficas, la probabilidad y la estadística, no serían de esperar otros resultados y reacciones. Y una vez establecido el consenso de que las matemáticas son muy difíciles y poco útiles para la gente normal, quedamos todos exculpados de su ignorancia. Hasta podemos reír por no saber.
Hacer de las matemáticas el paradigma de lo difícil, con cálculos ilegibles o difusos, es un cliché que con frecuencia se utiliza, de forma interesada, en publicidad³:
Figura 1
Al ser consideradas tan difíciles
, no extraña que las matemáticas sean vistas como algo penoso. Durante la pandemia del coronavirus, la actriz y cantante Jennifer López confesaba en una entrevista que uno de los aspectos más duros del confinamiento en el hogar era verse obligada a ayudar a sus hijos en las tareas escolares. Con estas palabras: Las matemáticas de ahora son una locura
.
En vísperas del sorteo de la Lotería de Navidad, decía un locutor (La Sexta): Es el único día del año en que podemos disfrutar con los números
.
La publicidad también echa mano de los malos recuerdos escolares: El mismo 0 en Mates que tantos septiembres te arruinó, vuelve para compensarte. Este septiembre toda la gama Seat al 0% TAE
.
Esa estigmatización popular de lo matemático se cuela incluso en titulares que pretenden ser positivos: Los profesores de lo imposible: hacen divertidas las matemáticas
(Canal Sur).
Según un dicho popular, a grandes males, grandes remedios
. A ello parecen aludir algunas noticias sorprendentes como estas:
Me di un golpe en la cabeza y me volví un súper talento para las matemáticas (El Confidencial).
Descargas eléctricas en el cerebro para mejorar en matemáticas (ABC).
El aroma del café parece aumentar el rendimiento en matemáticas (Muy Interesante).
En ocasiones las miserias no aparecen solas y hay versiones todavía peores del anumerismo. Lo es, por ejemplo, la que convive con el nacionalismo y la xenofobia. Bajo el título El triste temor a los números arábigos
, The New York Times informaba de una encuesta realizada en Pensilvania donde se preguntaba: ¿Deben los estadounidenses, como parte de su plan de estudios, aprender los números arábigos?
. Alrededor del 56% de los encuestados respondió no
y un 15% no tuvo opinión. Esos resultados parecen ser la fatal combinación de la ignorancia matemática con la aversión del norteamericano medio a todo cuanto cuanto sea árabe
. En palabras del director ejecutivo de la compañía encuestadora, es el testimonio más triste y más chistoso de intolerancia estadounidense que jamás hayan visto nuestros datos
.
Los números arábigos son los que utilizamos a diario, el sistema de numeración decimal posicional que ha permitido el desarrollo de la ciencia y la tecnología. ¿Imaginan que siguiéramos usando la numeración romana? ¿Alguien se siente capaz de multiplicar XXXVIII por XCIV?
No solo cuentas
Aquel recuerdo de la cuenta en la comida entre amigos, además de ser revelador de un extendido anumerismo, lo es de un equívoco no menos extendido: identificar las matemáticas con el cálculo aritmético. Si así fuera, ¿no bastaría con enseñar a utilizar la calculadora? ¿No desaparecería la necesidad de enseñar matemáticas en las escuelas? Pero en tal caso, ¿quién decide qué es lo que hay que calcular, por qué y cuándo hacerlo? ¿Cómo sabemos que no ha habido errores en el proceso de decisión que ha llevado a teclear esos números y no otros? ¿Sabremos apreciar si los resultados son disparatados? ¿Cómo y para qué los aplicamos luego?
Si no se tiene claro lo anterior, aunque los cálculos estén bien hechos pueden ser un despropósito. Como ocurre en el sorprendente cartel de bienvenida a la localidad de New Cuyama en California. En él se lee: Población 562. Altitud (en pies) sobre el nivel del mar 2.150. Año de fundación 1951. Total: 4.663
. La suma total es correcta, pero ¿total de qué?
Figura 2
Las matemáticas no son solo cálculo ni memorización, ocupando estas capacidades apenas una pequeña parcela de ellas (cada vez menor). Las matemáticas son sobre todo resolución de problemas mediante análisis de datos; formulación y comprobación de conjeturas; elaboración y validación de modelos; y, en todo momento, aplicación de la lógica. Capacidades todas ellas cada día más necesarias en el mundo desarrollado y más demandadas desde los sectores productivos. Muchos titulares de la prensa dan testimonio de ello:
No hay paro en Matemáticas (El País).
Matemáticas, un área de rápida incorporación al mercado laboral (El Periódico Mediterráneo).
Las matemáticas generan un millón de ocupados en España (El País).
¿Por qué son atractivos los matemáticos para las empresas? (ABC).
La carrera de Matemáticas se dispara en plena era del big data (El País).
Tarragona necesita 400 matemáticos (Diari de Tarragona).
Tal vez por el influjo de ese nuevo prestigio, o tal vez por una autoexigencia de superar recuerdos escolares negativos, hay un evidente auge del interés por lo matemático en la población con inquietudes culturales. Nunca como en estos años se han publicado tantos libros y artículos de prensa, se han impartido tantas conferencias y abierto espacios en radio y televisión sobre divulgación de las matemáticas, que intentan mostrar su sentido, utilidad y belleza. Estos son hechos notables por suponer la ruptura de un panorama desolador, pero no deben ocultar cuál sigue siendo la realidad mayoritaria. El ya citado programa televisivo de mayor audiencia discurre entre cotilleos y rifirrafes vergonzosos; el programa de divulgación científica, cuando lo hay, se emite en el canal minoritario y en horario marginal. El