El giro emocional de la educación
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Este último, bastante tiempo despreciado por una corriente de pensamiento ultra racionalista, se puede apreciar con una mejor valoración e inclusión social.
Cambios que le otorgan sentido a un giro emocional que es analizado desde la perspectiva educativa, con la finalidad de poder ayudar a las personas involucradas en el acontecer pedagógico y sus nuevos desafíos.
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El giro emocional de la educación - Felipe Nicolás Mujica Johnson
pedagógico.
INTRODUCCIÓN
Lo primero que haremos en esta obra es presentarnos afectiva e intelectualmente ante la persona lectora que está emprendiendo este viaje que nos permite la literatura. Esto no responde a un acto ególatra o ingenuo, más bien, obedece a una premisa filosófica que explicó muy bien el pensador español Miguel de Unamuno. Específicamente, en su obra El sentimiento trágico de la vida¹. En ella Unamuno (1971) enseña que para comprender bien una idea o un conjunto de ideas de cualquier persona, ha de ser necesario conocer aspectos biográficos de ella. A esta premisa agregaríamos otra cuestión, entendiendo que no solo la biografía es lo que explica las ideas. En concreto, diríamos que también es fundamental conocer los posicionamientos de una persona frente a temas profundos y existenciales². No obstante, ambas aproximaciones son muy complejas, ya que cada persona tiene la legítima libertad de exponer, o no hacerlo, su vida y sus ideas.
En aquella medida de lo deseable, a nosotros nos acomoda exponer parte de nuestra relación biográfica con el tema de las emociones humanas, debido a que consideramos también importante contextualizar los antecedentes. Desde que comenzamos a estudiar esta temática con seriedad hasta la redacción de esta obra, han pasado 12 años de estudio sistemático e ininterrumpido, en los que hemos contado con variadas publicaciones sobre esta materia³ en formato de tesis de posgrado, artículos académicos y libros. En torno a estos estudios, desarrollamos variados ensayos⁴ que versan sobre la temática de las emociones, revisiones narrativas⁵ y otros estudios empíricos⁶. Debemos señalar que durante nuestras primeras aproximaciones al fenómeno emocional tuvimos, como buenos neófitos en la materia, una mirada muy ingenua. Es decir, que nos dejamos llevar por la teoría sin tomar un posicionamiento claro. Con el tiempo aquella ingenuidad ⁷ fue disminuyendo⁸ y, por lo mismo, comenzamos a cuestionar varios asuntos y premisas que hasta ese momento habíamos dado por ciertas sin mayor reflexión. Es así como llegamos a la dimensión ética de las emociones, dimensión bastante invisibilizada y poco desarrollada en la pedagogía. Para ello fueron importantes los trabajos de Humberto Maturana (2001, 2002), José Antonio Marina (2005, 2009, 2011) y Max Scheler (1966, 1978, 2001, 2005, 2010).
Luego de un tiempo de haber superado relativamente dicha perspectiva ingenua, fuimos descubriendo muchas otras personalidades que pueden ser consideradas, desde una perspectiva filosófica, autoridades internacionales en la materia. Por ejemplo, el filósofo ítalo-alemán Dietrich von Hildebrand⁹. Las obras que también nos ayudaron, pero solo hasta un cierto punto, limitado por sus ambigüedades filosóficas, fueron las del reconocido Premio Nacional de Ciencias en Chile, Humberto Maturana¹⁰. Para ir finalizando nuestra presentación personal en torno a la academia y en torno al fenómeno emocional, hemos de agregar que nuestra experiencia en ningún caso se traduciría en que nuestras reflexiones son absolutamente verdaderas o sabias. En otras palabras, a partir de dichas experiencias es posible que nuestras reflexiones tengan veracidad y sabiduría, pero, es fundamental que sean sometidas a un juicio crítico por parte de las lectoras y los lectores.
Debido a que esta obra gira bastante en torno a las emociones, creemos necesario precisar qué son las emociones. En términos generales, podemos decir que son respuestas sentimentales suscitadas por factores biopsicosociales, pero siempre con un telón espiritual de fondo. Sobre este telón de fondo, Dietrich von Hildebrand (2016) nos dice lo siguiente:
Las actitudes morales que nos edifican y despiertan nuestro entusiasmo son, sin duda, en gran parte respuestas afectivas al valor, tales como la alegría santa, una profunda compasión, un gran arrepentimiento, un noble entusiasmo y, sobre todo, el amor
. (Von Hildebrand, 2016, p. 27).
En nuestra conceptualización de las emociones se puede notar que hemos incorporado el concepto de sentimiento. Aquello refleja un posicionamiento ante una discusión teórica que existe al respecto. Por un lado, están las personas que, desde una perspectiva psicológica, señalan que las emociones se diferencian de los sentimientos¹¹, en cuanto a aspectos como la intensidad y la duración. Para otras personas, desde una perspectiva filosófica, aquello sería un reduccionismo innecesario, por lo que optan por considerar a las emociones como un tipo de sentimiento entre muchos otros. Ejemplos de ello son Max Scheler¹² (2001) y José Antonio Marina (2009). Este último filósofo español nos dice que una emoción es un sentimiento breve, de aparición normalmente abrupta y manifestaciones físicas conscientes (agitación, palpitaciones, palidez, rubor, etc.)
. (Marina, 2009, p. 35).
En esta obra se explicarán algunas de las principales vías que hemos identificado para aproximarse al fenómeno emocional. Estas formas serían cuatro: la corriente etológica, cognitiva, etnológica y ética (Mujica, 2020c). La corriente etológica¹³ se encuentra anclada principalmente en una mirada naturalista, por ende, enfocad