NICOLÁS II LA ABDICACIÓN DE UN ZAR
MIGUEL DEL REY
DEDICADO PROFESIONALMENTE DESDE 1982 A TODAS LAS ACTIVIDADES RELACIONADAS CON LA HISTORIA MILITAR, ES MIEMBRO DE VARIAS ASOCIACIONES NACIONALES E INTERNACIONALES OCUPADAS EN LA INVESTIGACIÓN DE LA HISTORIA MODERNA Y MEDIEVAL. AUTOR DE DECENAS DE ARTÍCULOS Y ENSAYOS HISTÓRICOS, FUE DIRECTOR DURANTE SU SEGUNDA ETAPA –DE 2008 A 2010– DE LA YA DESAPARECIDA REVISTA "RISTRE DE ESTUDIOS MILITARES"; OBTUVO EN EL AÑO 2011 EL IX PREMIO ALGABA DE BIOGRAFÍA, MEMORIAS E INVESTIGACIÓN HISTÓRICA –A MODO COMPARTIDO– Y, ENTRE 2012 Y 2106, SE ENCARGÓ DE LA COLECCIÓN TRAZOS DE LA HISTORIA, PUBLICADA POR LA EDITORIAL EDAF.
ESTACIÓN DE PSKOV. MIÉRCOLES 14 DE MARZO DEL CALENDARIO GREGORIANO. Junto al andén se mantenía detenido el lujoso tren imperial en el que Nicolás II viajaba por el frente. En un pesado butacón de su despacho el zar releía una vez más el telegrama que el día anterior le había entregado su ayudante, el general Ruzsky. En el papel que tenía entre manos, el jefe del estado mayor, el general Mikhail Alekséyev, solicitaba en nombre del presidente Rodzianko su consentimiento para formar un gobierno del que fuera responsable no él como emperador, sino la Duma del Estado. "El odio a la dinastía –según Rodzianko–, había llegado a tales extremos que era necesaria la abdicación en favor de su hijo bajo una regencia de su hermano, Mikhail Alexandrovich, para salvar la situación". Incluso eso, el presidente no estaba seguro de si bastaría.
Unos golpes en la puerta y la entrada de Ruzsky le alejaron de sus pensamientos. El general le entregó los telegramas de los comandantes de los frentes y flotas y le informó de la detención de algunos de los ministros, que parecían apoyar las revueltas que se sucedían en Petrogrado. Los diputados Alexander Ivanovich Guchkov y Vasily Vitalievich Shulgin estaban en camino para entrevistarse con su alteza.
Guchkov, símbolo de la nueva burguesía moscovita, y Shulgin, ferviente partidario de una monarquía constitucional, tardaron todo el día en recorrer los 295 kilómetros que separan Petrogrado de Pskov. En la reunión que mantuvieron, el zar decidió no entrar con ellos en ninguna discusión. Cuando abandonaron el despacho, y ya de manera reservada, Nicolás mandó llamar a todos sus consejeros, que esperaban en el coche salón, para comunicarles su
You’re reading a preview, subscribe to read more.
Start your free 30 days