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Farsa del Nobel de Paz Efectos geopolíticos de una componenda contra Colombia
Farsa del Nobel de Paz Efectos geopolíticos de una componenda contra Colombia
Farsa del Nobel de Paz Efectos geopolíticos de una componenda contra Colombia
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Farsa del Nobel de Paz Efectos geopolíticos de una componenda contra Colombia

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El pacto Farc-Santos firmado dos veces por el presidente Juan Manuel Santos y el terrorista Rodrigo Londoño alias Timochenco, es uno de los grandes errores geopolíticos en el manejo de los objetivos e intereses nacionales, a lo largo de la accidentada historia colombiana.
Aunque el supuesto propósito de lo pactado era subsanar los errores crónicos del manejo político-administrativo para erradicar la violencia de la vida política colombiana, las imposiciones de los terroristas y las claudicaciones del gobierno colombiano, abrieron el boquete para que la violencia siga.
El presidente Santos había prometido que si perdía el plebiscito renunciaría a seguir ejerciendo la presidencia y que respetaría la voluntad del pueblo colombiano, pero no cumplió ninguna de las dos promesas.
En síntesis, Juan Manuel Santos nunca ha debido ser presidente de Colombia. Fue una persona indigna de ocupar tan alta distinción. Su voraz vanidad y deseos de figuración, lo indujeron a montar una farsa, defenderla con mentiras, sostenerse en ellas, y de paso, multiplicar los daños que las élites de su estirpe han causado a Colombia, durante 200 años de vida republicana.
A lo largo del texto se reconstruyen los hechos cronológicos del tramposo acuerdo, cotejados con los componentes esenciales de la geopolítica, la defensa nacional, las técnicas de negociación, la doctrina estratégica y los preceptos básicos de la táctica en operaciones regulares e irregulares.
Hasta configurar un mapa completo de los innumerables errores, cohonestados por el impreparado equipo negociador del gobierno, que integrado por mudos y convidados de piedra, asistió a la mesa de imposiciones de las Farc en Cuba, a legitimar lo que decidieran los terroristas y lo que convenía al cuestionado e inmerecido Premio Nóbel de Paz, para el veleidoso mandatario colombiano.
Libro de obligatoria lectura para comprender los contenidos del Plan Estratégico de las Farc, los consuetudinarios errores de las dirigencias políticas colombianas para encarar negociaciones de paz con los grupos narcoterroristas, y la complejidad de los persistentes ataques del comunismo armado sustentado con el narcotráfico, contra el desarrollo nacional, afectando por extensión, la prospección geopolítica y geoestratégica de Colombia.

LanguageEnglish
Release dateJan 21, 2021
ISBN9781005007546
Farsa del Nobel de Paz Efectos geopolíticos de una componenda contra Colombia
Author

Luis Alberto Villamarin Pulido

Luis Alberto Villamarín Pulido, natural de Fusagasugá - Cundinamarca, coronel retirado del Ejército colombiano, con 25 años de experiencia militar (1977-2002), más de la mitad de ellos dedicado a las operaciones de combate contra grupos narcoterroristas en Colombia, y después de su retiro del servicio activo, profuso investigador de temas relacionados con la geopolítica del Medio Oriente, el Asia Meridional y el continente americano; el terrorismo internacional islámico y comunista, historia y proyección estratégica de grupos islamistas como Al Qaeda, Isis, Hizbolá, el conflicto árabe israelí y la Primavera Árabe, así como la amenaza nuclear del régimen chiita de Teherán.Sus obras Narcoterrorismo la guerra del nuevo siglo, Conexión Al Qaeda, Primavera Árabe: Radiografía geopolítica del Medio Oriente, ISIS: la máquina del terror yihadista, el Proyecto Nuclear de Irán y Martes de Horror (atentados terroristas del 9-11), son referentes para el estudio, conocimiento de la complejidad política, geopolítica y geoestratégica del convulso Medio Oriente.Algunas de sus obras han sido traducidas a inglés, francés, alemán, portugués y polaco. Su libro En el Infierno traducido a inglés como In Hell, es base para una película en Hollywood-California, y los demás textos son utilizados como material de estudio en diversas universidades del mundo.

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    Farsa del Nobel de Paz Efectos geopolíticos de una componenda contra Colombia - Luis Alberto Villamarin Pulido

    Farsa del Nobel de Paz

    Efectos geopolíticos de una componenda contra Colombia.

    Colección Historia del conflicto armado en Colombia N° 18

    Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

    Ediciones LAVP

    www.luisvillamarin.com

    Farsa del Nobel de Paz

    Efectos geopolíticos de una componenda contra Colombia.

    Colección Historia del conflicto armado en Colombia N° 18

    © Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido, autor-editor

    Primera Edición

    © Ediciones LAVP

    Diseño y diagramación

    www.luisvillamarin.com

    info@luisvillamarin.com, lualvipu@gmail.com

    Teléfono 908-242-6010

    New York -USA

    ISBN- 9781005007546

    Smashwords Inc.

    Todos los derechos reservados. Sin autorización escrita del autor-editor no se puede reimprimir esta obra por ningún medio escrito, electrónico, de audio, de video, o reprográfico. Hecho del depósito de ley en Colombia.

    Farsa del Nobel de Paz

    Descripción del pacto Farc-Santos

    La paz y plan estratégico de las Farc

    1. ¿Qué es el Plan Estratégico de las Farc-ep?

    2. Evolución y dinámica del Plan Estratégico de las Farc

    3. Las milicias bolivarianas columna vertebral del Plan Estratégico de las Farc

    4. ¿Qué es el Movimiento Bolivariano Clandestino?

    5. ¿Qué es el Partido Comunista Clandestino, PCCC, o PC3?

    6. Las organizaciones sociales y el narcotráfico

    7. Lanzamiento del movimiento político Marcha Patriótica

    8. Planes secretos del cartel de las Farc

    9. Ejemplo de cómo las Farc organizan al campesinado

    10. Estratagema de las disidencias de las Farc

    11. Pobreza estructural del rol del general Jorge Mora

    12. Pactos secretos del Eln con las Farc

    Temas de la agenda Farc Santos

    1. ¿Qué significa en realidad la Paz?

    2. Estratagema de paz del cartel de las Farc

    3. Temas de la agenda que fueron impuestos por las Farc

    4. Décima Conferencia del cartel de las Farc

    5. Firma del primer pacto Farc-Santos en Cartagena

    6. Estruendoso fracaso de Santos y sus cómplices en el plebiscito

    7. Espurio premio Nóbel de Paz a Santos

    8. Segundo pacto Farc-Santos en Bogotá

    9. La ONU cohonesto el pacto Farc-Santos

    10. Cooperativas de cocaleros, son la base política de las Farc

    11.Ecomún y el control geohumano

    12. El partido político de las Farc

    13. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)

    14. Terroristas visitando colegios y universidades

    15. Propagación de educación para la paz ¿Solución a la violencia en Colombia?

    Visualización geopolítica y geoestratégica

    1. Los objetivos nacionales frente al pacto Farc-Santos

    2. Concepción de estrategia integral frente al pacto Farc-Santos

    3. Siete leyes de la geopolítica frente al pacto Farc-Santos

    4. 33 estrategias de la guerra frente al pacto Farc-Santos

    5. Principios de la guerra frente al pacto Farc-Santos

    6. El Arte de la guerra de Sun Tzu frente al pacto Farc-Santos

    7. Doctrina táctica de la ofensiva versus el pacto Farc-Santos

    8. Principios básicos de la negociación vs. pacto Farc-Santos

    Cronología de un fiasco

    Conclusión final

    Breve biografía del autor

    Bibliografía

    Otras obras del autor

    Descripción del pacto Farc-Santos

    La geopolítica y la geoestrategia, son dos disciplinas tan antiguas como las organizaciones humanas. Coexisten desde cuando las comunidades nómadas, trashumaban en busca de alimentos y refugios, como consecuencia de los efectos climáticos y la inadecuada explotación de los suelos. Y, tomaron mayor forma, cuando grupos de seres humanos se asentaron para explotar los recursos naturales y dominar espacios geográficos que identificaron como propios. No obstante, fue hasta finales de la Primera Guerra Mundial, cuando la geopolítica y la geoestrategia comenzaron a catalogarse como ciencias sociales.

    Acorde con el Diccionario de la Real Academia Española, geopolítica significa estudio de los condicionamientos geográficos de la política, y, geoestrategia significa estrategia basada en el conocimiento y análisis de las condiciones geográficas de una región.

    Con base en las anteriores definiciones, en términos reales y prácticos, la geopolítica y la geoestrategia, inciden en la capacidad integral de los Estados para influir sobre los vecindarios, para formular su política interna y para integrar bloques políticos, económicos, culturales o sociales. Por lo tanto, Estado cuyos dirigentes políticos carezcan de visión geopolítica, tiende a vivir en el caos o a desaparecer del escenario local, regional o mundial.

    Con base en esa óptica, la guerra y la paz hacen parte de la geopolítica de los Estados, pues ambos fenómenos sociales se relacionan con la historia, la geografía y la capacidad de inteligencia estratégica de las fuerzas de seguridad, encargadas de identificar amenazas y agresiones reales o potenciales contra la integridad del Estado-Nación y la paz de los pueblos.

    Frente a estas consideraciones y hecha la analogía respectiva, es evidente que la agresión armada del Partido Comunista Colombiano por medio de las Farc contra la institucionalidad, la integridad territorial y la soberanía nacional, es un proceso de guerra revolucionaria, que se consolida con elementos geopolíticos y geoestratégicos, a los cuales, no se ha dado valoración adecuada, debido al desconocimiento de la dirigencia política de los conceptos esenciales de la geopolítica para la defensa nacional, y a la ignorancia funcional de los altos mandos militares, en el funcionamiento de la mal orientada política gubernativa en Colombia, que a lo largo de 200 años de vida republicana, no ha articulado el poder civil con el concepto integral de la defensa nacional. Dicho divorcio ha resultado nefasto para la proyección geopolítica de Colombia.

    Hechos concretos indican que la conflictiva historia de Colombia ratifica que los dirigentes políticos civiles desconocen la integralidad de la defensa nacional y en reciprocidad los mandos militares no entienden, por qué funciona en el país, un estilo de política con visos de politiquería e inadecuado manejo de la cosa pública, como lo han hecho duran-te dos siglos ininterrumpidos, las élites que han ocupado cargos gubernamentales en Colombia y creen tener un derecho hereditario para rotarse el mismo.

    Dicha realidad ocurre porque el Estado colombiano carece de objetivos nacionales; los altos cargos públicos son ocupados por amiguismo y no por capacidades profesionales; la corrupción e ineptitud han sido signos característicos de casi todos los gobernantes; perviven prevenciones contra los militares para que no se preparen como estadistas, pero, estos tampoco hacen el esfuerzo por estudiar esos temas; y se desoye la necesidad de integrar la nación como ente pluricultural, multiétnico y diverso.

    Todo esto, además de otras debilidades estructurales del Estado, que confluyen en miopía político-estratégica para formular proyectos a largo plazo alrededor de objetivos nacionales; miopía que se refleja en inexistente concepción del valor geopolítico de Colombia, correlaciona-do con su privilegiada posición geoestratégica en el planeta.

    Desde cuando surgieron las Farc como grupo terrorista con orientación marxista-leninista y brazo armado del Partido Comunista Colombiano, que pretende tomar el poder político central por medio de la combinación de todas las formas de lucha, los cabecillas del Secretariado y los cómplices políticos desarmados, han tenido inconclusas conversaciones de paz o aproximaciones calculadas, para ganar tiempo sin ceder en nada, con los gobiernos de Julio César Turbay, Belisario Betancur, Virgilio Barco, César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos.

    Lo insólito, es que hasta la fecha de escribir este libro (año 2021), no existen estudios serios y consistentes de alguna entidad del Estado colombiano, para analizar los aciertos y desaciertos de esos procesos de paz, o de las aproximaciones para conversar con los grupos terroristas. Es tan evidente esa ignorancia, que 67 años después de que Juan de la Cruz Varela iniciara la construcción de microestados paralelos dentro del Estado colombiano en el Páramo de Sumapaz, los cabecillas de las Farc conservan la misma línea política, y los dirigentes políticos de hoy, siguen como los de esa época, sin consolidar una visión geopolítica e integral de la respuesta a la revolución comunista, que quiere tomar el poder en Colombia.

    Por esa razón, tampoco hay estrategias claras. Los delegados de los gobernantes de turno llegan a las mesas de conversaciones con los terroristas, a improvisar, con arrogantes funcionarios que se tornan en expertos en el tema de la noche a la mañana.

    Mientras tanto, los comunistas armados y desarmados desarrollan proyectos preconcebidos con objetivos definidos en torno a sus planes estratégicos, para implantar en Colombia una dictadura marxista-leninista similar a la cubana, sin importar el tiempo y los medios que requieran para el efecto, pues cada paso dado es un salto cualitativo, al que hay aferrarse para seguir avanzando, para cumplir con su destino de clase proletaria, no para cambiar objetivos preconcebidos.

    Para la muestra un botón: El 1° de marzo de 2008, las Fuerzas Mi-litares de Colombia propinaron a las Farc un contundente golpe táctico de trascendentales alcances político-estratégicos. Tras un sorpresivo bombardeo aéreo en la selva de Sucumbíos dentro de territorio ecuatoriano, fue dado de baja el cabecilla terrorista Raúl Reyes en un campamento clandestino, donde se refugiaba con la complicidad de Rafael Correa, para la época presidente de Ecuador.

    Durante el registro del área efectuado por las tropas de asalto que desembarcaron en el lugar, fueron incautados tres computadores, nueve dispositivos electrónicos y la agenda personal de Raúl Reyes. Al decir de Tirofijo, algo que fue ratificado ocho años más tarde por Pastor Alape, allí el enemigo descubrió todos los secretos de las Farc.

    Entre múltiples aspectos esclarecidos en los archivos electrónicos de Raúl Reyes, quedó al descubierto que los gobiernos izquierdistas de ese momento en Ecuador, Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Paraguay, Nicaragua y la dictadura castrista en Cuba, conspiraban alrededor de un complot estructural contra Colombia, en asocio con el Foro de Sao Paulo, los partidos comunistas de varios países del mundo, algunas "organizaciones sociales" asentadas en las mismas zonas de influencia de las Farc, reconocidos narcotraficantes, y personajes izquierdistas, muy conocidos en círculos políticos del país y de otras latitudes, incluidos algunos dirigentes izquierdistas del Partido Demócrata de Estados Unidos.

    La publicación de algunos de los miles de documentos electrónicos incautados a Raúl Reyes desató una tormenta diplomática. El locuaz mandatario venezolano Hugo Chávez vociferó en la sede de la asamblea nacional venezolana, que las Farc y el Eln no eran terroristas, desafiante envió tropas a la frontera binacional con Colombia, e instigó a Rafael Correa, para que rompiera relaciones diplomáticas, e irrespetara a Colombia, mediante fingida "dignidad de vitrina", por una supuesta agresión armada de tropas colombianas contra Ecuador como nación.

    Mediante histriónicas reacciones Correa y Chávez, querían desviar la atención del grave comprometimiento de ambos mandatarios izquierdistas con las Farc, grupo armado catalogado como organización terrorista por casi todos los gobiernos del planeta.

    Se probó, que en ese momento Chávez estaba comprometido a entregar 230 millones de dólares a los terroristas, para que consiguieran misiles tierra-aire y otras armas de alto poder, requeridas en su Plan Estratégico, para nivelar la capacidad de combate contra las Fuerzas Militares colombianas.

    Por su parte, Correa estaba abriendo importantes espacios políticos a las Farc en Ecuador, debido a que los terroristas lo habían apoyado con 400.000 dólares para su reciente campaña presidencial, además de tener a varios funcionarios en permanente coordinación político-organizativa con Raúl Reyes y los demás narcotraficantes asentados en la frontera colombo-ecuatoriana.

    Menos de una semana después de la muerte de Raúl Reyes, un escolta asesinó al cabecilla Iván Ríos en zona rural del departamento de Caldas, y como prueba fehaciente del homicidio, llevó ante las autoridades judiciales, la mano derecha del delincuente abatido.

    Veinte días después, murió Tirofijo a causa de un paro cardiaco. Cuatro meses más tarde, mediante la Operación Jaque, el 2 de julio de 2008, el Ejército Nacional rescató en la selva del Guaviare a tres contratistas estadounidenses, once militares y policías, y una excandidata presidencial.

    Debido a la seguidilla de golpes tácticos con profundas consecuencias políticas, sicológicas, y estratégicas sobre los terroristas de base, Alfonso Cano implementó el Plan Renacer, cuyas directrices fueron trazadas en la Novena Conferencia de las Farc en marzo de 2007:

    (a). Retornar a la guerra de guerrillas,

    (b). Incrementar la actividad de Milicias Bolivarianas, Partido Comunista Clandestino y Movimiento Bolivariano Clandestino sobre los emporios cocaleros en el Litoral Pacífico, el Nudo de Paramillo, el Bajo Cauca y el Magdalena Medio, Catatumbo, Vichada; Amazonas, Caquetá. Meta, Putumayo, Guaviare y Arauca.

    (c) incrementar el empleo de minas antipersona.

    (d) aumentar el boleteo, el secuestro y las extorsiones,

    (e) ampliar la presión geopolítica y geoeconómica sobre la minería ilegal, y buscar a toda costa conversar de paz con el gobierno de turno, no para desmovilizar a las Farc. sino para ganar tiempo y espacio en concordancia con el Plan Estratégico.

    Obsesionado con neutralizar a todos los cabecillas de las Farc, el presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), mantuvo la presión militar contra todas las estructuras de ese grupo criminal, conservó la iniciativa político-estratégica del Estado, impulsó la ofensiva táctica y desenmascaró el complot internacional, que se tejía contra Colombia.

    Sin embargo, ocurrieron varios errores nacidos de las consuetudinarias disputas por el poder y las cuotas burocráticas que corroboran la miopía geopolítica de la dirigencia política, jurídica y legislativa colombiana, que sigue sin racionalizar que la agresión comunista pretende suplantar a esas élites e implantar cabildos, legislaciones y tribunales marxistas-leninistas en todo el territorio nacional.

    En medio de esas pugnas politiqueras, ajenas a la proyección geopolítica y el fortalecimiento geoestratégico de Colombia, la Corte Suprema de Justicia actuó como un partido de oposición al gobierno nacional, entre potras razones, porque funcionarios de la administración Uribe instalaron escuchas ilegales en los recintos de los magistrados.

    En evidente venganza politiquera por estos hechos, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia negaron validez a las pruebas halladas en los computadores y dispositivos electrónicos de Raúl Reyes, con el argumento que se había perdido la cadena de custodia, pues el Ejército colombiano ha debido entregar los computadores al gobierno ecuatoriano, para que este los enviara por vía diplomática a la justicia colombiana. Algo similar a la moraleja de la fábula de Rafael Pombo:

    "Como el ratón se robaba el queso, la solución era poner al gato a cuidar al queso y al ratón"

    Producto del apasionamiento revanchista contra el presidente Uribe, los magistrados que tomaron la cuestionable decisión, pensaron primero en ellos y no en la defensa nacional, ni en la proyección geopolítica de país, y de paso, permitieron que todos los cómplices de las Farc comprometidos en esos documentos, se burlaran de los colombianos. No obstante, en operaciones posteriores las Fuerzas Militares y la policía colombiana, incautaron más computadores a otros cabecillas de las Farc, abatidos en diversas operaciones.

    En esos computadores estaban los mismos datos de los encontrados en los dispositivos personales de Raúl Reyes, pero como para entonces ya el nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos que estaba empecinado en lograr su Premio Nobel de Paz, y que contaba con un fiscal general de su misma línea procedimental y de bolsillo, nunca se utilizaron esas pruebas para judicializar a los cómplices nacionales e internacionales de las Farc, o para intervenir todos los multimillonarios bienes del grupo narcoterrorista, con lo cual se hubiera bloqueado su Plan Estratégico.

    La elección en 2010 y la reelección en 2014 como presidente de la república de Juan Manuel Santos, estuvieron salpicadas por una serie de cuestionamientos, que incluyen ingresos de dineros no reportados por su campaña electoral a la autoridad competente, provenientes de la cuestionada por corrupción en todo el continente, firma brasileña de construcción Odebrecht, y, denuncias de la oposición por supuestos ingresos de 12 millones de dólares entregados por narcotraficantes en 2010.

    Atrapado con las manos en la masa Santos dijo Me acabo de enterar

    A ese evidente cinismo, se sumó la documentada fama de desleal y tramposo que adquirió el mandatario colombiano Juan Manuel Santos, al traicionar a su jefe político y antecesor Álvaro Uribe; manipular a las Fuerzas Militares a los antojos de su conveniencia egocéntrica; mentir de manera sistemática a los colombianos en todos los aspectos cruciales de su gobierno; decir que el burdo presidente venezolano Hugo Chávez era su mejor nuevo mejor amigo; e iniciar en contubernio con su hermano Enrique Santos unas azarosas e inciertas negociaciones de paz, con las Farc, con el desaforado deseo personal de conseguir para sí, el Premio Nóbel de Paz, mediante la manipulación de todos los funcionarios oficiales y el derroche de dineros públicos, que fueran necesarios para alcanzar esta meta.

    Así, en la elección y reelección presidencial de Juan Manuel Santos se suman varios factores negativos de miopía político-estratégica del pueblo colombiano y sus dirigentes, con la obvia consecuencia de la ignorancia colectiva en asuntos de defensa nacional y geopolítica, los cuales son consuetudinarios y reiterativos a lo largo de la historia republicana del país.

    El primer responsable de que Santos haya llegado a ser presidente, es Álvaro Uribe Vélez, quien en el periodo histórico que inició a cosechar resonantes éxitos tácticos derivados de la efectividad de la Estrategia de Seguridad Democrática desarrollada por las tropas y no por que hubiera genialidades o acertada dirección de los ministros de defensa de turno; en lugar de nombrar a un ministro de defensa militar activo o en retiro, por el contrario, para contar con el concepto favorable del diario El Tiempo de propiedad de la familia Santos, para una eventual segunda reelección uribista (2010-2014), Uribe nombró como ministro de Defensa a Juan Manuel Santos, quien además de un fugaz paso como ministro de Comercio y un desempeño liviano en el ministerio de Hacienda, carecía de experiencia en cargos públicos y nunca había ejercido cargos de elección popular.

    Cuando la Corte Constitucional negó la pretensión reeleccionista de Uribe (2010-2014), con argucias ladinas Juan Manuel Santos se auto posesionó como sucesor de Uribe, en contubernio con dirigentes muy limitados en visión geopolítica y carentes de concepción estratégica, pero con amplitud politiquera que florecían silvestres en el partido de la U.

    Para buena estrella de Juan Manuel Santos, más de 9.000.000 de colombianos que ansiaban continuidad efectiva, eficiente y eficaz de la estrategia de Seguridad Democrática, depositaron su voto de confianza en Santos, frente a candidatos de muy bajo perfil, muy pocas opciones y escasas capacidades. Los componentes de la suerte santista, se alinearon. Por lo tanto, no ganó el mejor candidato porque no había tal, sino el que a los ojos de los colombianos resultaba el menos mediocre.

    Aunque durante la campaña electoral Santos había prometido continuar el combate frontal contra las Farc, e inclusive ir a Venezuela a sacar los cabecillas de sus guaridas, de la cuáles Uribe Vélez señaló las coordenadas exactas antes de dejar la presidencia, resultó muy breve la luna de miel de Santos con su jefe Uribe y con los colombianos en general, pues a los pocos meses de haberse posesionado Santos se convirtió en el "mejor amigo" de Correa, Chávez, Lula y la dictadura cubana; además de que comenzó a filtrarse la información, que sin ninguna previsión estratégica o geopolítica, su gobierno adelantaba conversaciones clandestinas con las Farc, para buscar un pacto personal de paz con ellos.

    Sobrevinieron fuertes reacciones de diferentes sectores nacionales, para recordar a Santos que las Farc buscaban oxigenarse con los diálogos, que siempre han mentido, que la meta de los comunistas es buscar la toma del poder; que si negocian no es para renunciar a sus planes y objetivos sino para sacar ventajas estratégicas; que hay una grave amenaza geopolítica regional sobre el país, ─amenaza que el mismo conoció en los computadores de Raúl Reyes─ cuando era ministro de Defensa; que las liberaciones a cuenta-gotas de los secuestrados que aún quedaban en poder de las Farc, era una estratagema publicitaria de los terrorista, etc.

    Mientras tanto, no por su iniciativa ni porque Santos posea alguna autoatribuida genialidad estratégica, el gobierno de Estados Unidos impuso la línea de conducta de seguir apoyando contundentes operaciones tácticas con inteligencia satelital y capacitación especializada a equipos de reconocimiento táctico sobre objetivos de alto valor, cuyos resultados se reflejaron en bajas de cabecillas e intensas fumigaciones sobre los cultivos de coca que financian las estructuras armadas, políticas y propagandísticas de las Farc.

    Aunque las Farc sufrieron los contundentes efectos políticos de la Operación Camaleón, con la sorpresiva liberación del general Luis Mendieta y el asesinato a sangre fría del cabo José Libio Martínez después de 12 años de cautiverio, los terroristas liberaron a los últimos secuestrados en su poder, debido a que dieron frutos los primeros contactos clandestinos de Enrique Santos Calderón, con los cabecillas para concretar una agenda de conversaciones y facilitar la resurrección política de las Farc.

    Pero, por nueva imposición de las Farc, su difusora internacional y persona comprometida en los hallazgos de los computadores de Reyes, la exsenadora liberal Piedad Córdoba obró como "mediadora humanitaria", en casi todos los espectáculos publicitarios para liberar a los militares y policías que quedaban en poder de los terroristas.

    Pero, desde la otra orilla del problema, Juan Manuel Santos también aspiraba a hacer su show personal en pos del Premio Nóbel de Paz. En noviembre de 2011, como consecuencia de la coordinación con Hugo Chávez, Santos asistió a una cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en la cual reafirmó el deseo de hacer la paz con los terroristas, permitió la presencia de dos cabecillas de la Farc cerca del lugar de la reunión internacional y como ya sabía lo que iba a suceder, toleró que en ese escenario, Chávez presentara videos con mensajes de paz los cabecillas de las Farc y el Eln que vivían a sus an-chas en Venezuela.

    Para esa época, ya Juan Manuel Santos había demostrado tener inclinaciones por atornillarse en el poder por un periodo presidencial más (2014-2018) y proyectarse a largo tiempo como eventual Secretario General de la ONU. Para avanzar en esos deseos, Santos coordinó con su escudero el senador Roy Barreras, presentar un proyecto de ley denominado Marco Legal para la Paz, que fue cuestionado por coincidir con la mala costumbre colombiana de creer que todos los problemas estructurales se solucionan con una ley; por el desconocimiento del gobierno y del congreso del Plan Estratégico de las Farc y por la evidente manipulación que los terroristas darían a este tema, en lo que conviniera a sus planes.

    Pese a críticas y advertencias de los especialistas en el tema, Santos se salió con la suya y con el apoyo de congresistas carentes de credibilidad y de ética, logró la aprobación de la ley del marco legal para la paz, que recibió la respuesta de las Farc, que eso se trataba de un ofrecimiento unilateral del gobierno, que ellos analizarían pero que la solución a los problemas del país llegará, cuando los terroristas sean quienes gobiernen, previo paso por un gobierno de transición hacia el socialismo del siglo XXI.

    Producto de su estrechez mental geopolítica compartida, ni Santos ni la canciller María Ángela Holguín protestaron por el sorpresivo anuncio de Chávez en la CELAC. Por el contrario, ambos hablaron de concretar un acuerdo humanitario para que los terroristas liberaran a los militares y policías secuestrados, se comprometieron con Chávez a extraditar a Estados Unidos a un narcotraficante colombiano, y eludieron exigir al mandatario venezolano, que enviara a Colombia al terrorista Julián Conrado, más conocido como el "cantante de las Farc", quien se encontraba en ese país, pero no era enviado a Bogotá, con la poco creíble disculpa que padecía graves problemas de salud.

    Con el anuncio de Hugo Chávez en la cumbre de la CELAC, quedó sellado una especie de pacto subrepticio entre los dos mandatarios, para que Iván Márquez, Timochenco y Rodrigo Granda, continuaran viviendo a sus anchas en Venezuela, conspirando contra la institucionalidad colombiana y promoviendo el narcoterrorismo comunista en el continente, mientras la canciller Holguín y los embajadores hacían lobby en otros países para legitimar el proyecto a mediano plazo, de utilizar personas y recursos del Estado colombiano, para concretar el Premio Nóbel de Paz a favor de Juan Manuel Santos.

    Para el efecto y por partida múltiple la Cumbre de la OEA en Cartagena celebrada en abril de 2012, cayó como anillo al dedo a Obama, a Santos, a las Farc y a los mandatarios comunistas del continente. Además de favorecer a los medios de comunicación atados al gobierno Santos, mediante contratos de pauta publicitaria, llamados en términos coloquiales la "mermelada" para señalar la corrupción derivada del despilfarro de dineros públicos.

    Barack Obama utilizó la Sexta Cumbre de las Américas para lanzar su campaña presidencial reeleccionista (2013-2017), con la aparición en medio de todos los mandatarios latinoamericanos, apadrinando la paz en Colombia y anunciando la apertura política de la Casa Blanca para revisar las relaciones diplomáticas y comerciales de su país con Cuba.

    En contraprestación, Barack Obama intercedió para que una de las revistas tradicionales de Estados Unidos, pusiera la foto de Santos en la portada de la publicación y lo calificara de "estadista", algo que no coincide con la verdad del desempeño gubernamental de Santos.

    Ante las críticas fundamentadas por el boato y el despilfarro en la cumbre de Cartagena, que incluyó costosos regalos a las esposas de los mandatarios invitados, atenciones a todo dar a los periodistas extranjeros y nacionales para que publicaran cientos de crónicas a favor de Santos, y contratos de publicidad con familiares del Secretario General de la Presidencia de la República, con la consuetudinaria limitación neuronal, la canciller María Ángela Holguín, dijo que no criticaran nada, pues lo presupuestado era gastar 125 millones de dólares, y solamente se gastaron 98.

    Pocos meses después, Angela Holguín volvió a exteriorizar sandeces, cuando afirmó que, ante la espuria demanda de Nicaragua para usurpar mar territorial colombiano, la CIJ fallaría de manera salomónica. De remate, producido el torvo y desfavorable fallo, la canciller Holguín dijo que Colombia solo había perdido un poco de su mar (75.000 km2).

    Con el fin de presionar a Santos a iniciar las conversaciones de paz, reafirmar la miopía geopolítica colombiana y la ausencia de políticas concretas de fronteras y demostrar que Hugo Chávez era esencial como mediador en el proceso, con la complicidad de las fuerzas armadas venezolanas, el 20 de mayo de 2012, cien terroristas de la cuadrilla 59 de las Farc ingresaron desde Venezuela a Colombia y atacaron por sorpresa la base militar de Majayura.

    En el sorpresivo y demoledor ataque murieron 12 soldados y nueve quedaron heridos. Los atacantes se replegaron hacia territorio venezolano, donde fueron protegidos por el ejército de ese país, para evitar la persecución en caliente, o que las Fuerzas Militares colombianas realizaran alguna operación similar a la que condujo a la muerte de Raúl Reyes en Ecuador.

    Cínico, Hugo Chávez afirmó que había movido dos brigadas de infantería hacia la frontera para perseguir a los atacantes, y Juan Manuel Santos ratificó lo dicho por Chávez, pero el tiempo transcurrió sin que fuera detenido o abatido ninguno de los terroristas, que atacaron la base militar de Majayura.

    Mientras que la visión geopolítica cubana de incrustar células en todo Suramérica por medio de los petrodólares venezolanos y la retórica anticapitalista del caudillismo chavista, lo más visible como estadista y la visión geopolítica de Santos acerca de Colombia para contrarrestar esa estrategia de la dictadura castrista, reconocida adversaria ideológica de Colombia, se resumía en su inocultable deseo de ser galardonado con el Premio Nóbel de Paz.

    Dentro de ese escenario con posiciones tan excluyentes para Colombia, pero incluyentes para el Plan Estratégico de las Farc; en confabulación con Chávez, Timochenco e Iván Márquez, el 26 de agosto de 2012, el periodista Jorge Enrique Botero de la cadena Telesur de Venezuela, quien a menudo actúa como portador propagandista de noticias del grupo terrorista, publicó la información que el gobierno Santos iniciaría conversaciones de paz con las Farc.

    El 4 de septiembre de 2012, Juan Manuel Santos dio detalles acerca del inicio de las conversaciones con las Farc, pero atado a su costumbre de no decir la verdad, aseguró que sería un proceso de meses, no de años.

    Cinco años después con exagerado derroche de los recursos públicos, las Farc impusieron todas las condiciones exigidas desde el principio en un extenso documento de 310 páginas, sin haber entregado las armas, sin haber devuelto a los menores, ni entregado sus propiedades, ni desenmascarado a los cómplices internacionales, ni renunciado al narcotráfico. Además, se inventaron las supuestas disidencias encabezadas por Márquez.

    Otro anuncio de Santos, que ese día generó resquemores, fue que los gobiernos proterroristas de Venezuela y Cuba obrarían como mediadores y facilitadores de las conversaciones, y que los encuentros de sus delegados con los cabecillas de las Farc serían en La Habana. De nuevo, algo equivalente a poner "el gato a cuidar el queso y el ratón".

    Mientras las Farc enviaron a la mesa de conversaciones a terroristas estructurados durante varias décadas, en su proyecto integral de la combinación de formas de lucha marxistas-leninistas y con experiencia en conversaciones anteriores, Santos repitió la nefasta experiencia de sus antecesores, al nombrar para tan serio encargo a politiqueros ansiosos de ocupar futuros cargos estatales, que para colmo de males desconocen el Plan Estratégico de los terroristas y carecen de visión geopolítica.

    Lo más obvio, es que así como los comunistas desarmados constituyen órganos de consulta permanentes para las Farc, el gobierno Santos debería haber contado con la prolongada experiencia de muchos militares de la reserva activa, quienes por el conocimiento del Plan Estratégico de las Farc hubieran asesorado a los negociadores del gobierno, para no caer en las trampas de los terroristas y además hubieran elaborado estudios analíticos de procesos anteriores, para conocer al adversario y tener claridad cómo enfocar la estrategia gubernamental en la mesa de conversaciones.

    Pero, la decisión de Juan Manuel Santos fue diferente. A dedo escogió sus negociadores, que a la postre se convirtieron en convidados de piedra en La Habana, donde estuvieron dedicados a escuchar y acatar todo lo que imponían los terroristas.

    En lugar de seleccionar un comité militar de asesoría, escogió a dedo al general Jorge Enrique Mora Rangel, como representante de las Fuerzas Militares y al general Oscar Naranjo Trujillo, como representante de la policía en la mesa de imposiciones farianas en Cuba.

    Ninguno de los dos generales mencionados, llegó a desempeñar tan alta responsabilidad por selección entre las Fuerzas Militares o de Policía. No hubo ningún procedimiento democrático para nombrarlos. Simplemente fueron escogidos a gusto del presidente Santos, argumentado que los recomendaron los generales retirados de las Fuerzas Armadas, como si los demás oficiales o suboficiales, no tuvieran el derecho y el conocimiento, para aportar candidatos e ideas, para llegar a la mesa con planes concretos y no a servir de idiotas útiles de las Farc, como en efecto ocurrió.

    Las dos escogencias fueron desacertadas. Cuando el general Mora Rangel fue comandante del Ejército y luego comandante de las Fuerzas Militares, las tropas bajo su comando padecieron los más connotados fracasos operacionales en la guerra contra las Farc.

    Su falta de neuronas y de carácter, se tradujeron en la incapacidad para impedir que el entonces presidente Andrés Pastrana (1998-2002) entregara medio país a las Farc y pusiera en nivel muy bajo la moral de las tropas.

    En el caso de Naranjo, escogió a una persona oportunista que nunca ejerció el mando de unidades operacionales en la policía, que aprovechó su condición de hijo de otro general, para sacar provecho en diferentes cursos de preparación personal dentro y fuera del país, además de ser muy audaz para no contradecir al jefe, hasta lograr el cargo de vicepresidente de la república, sin tener ningún mérito diferente a ser amigo de Santos, y persona sin carácter, para hacer lo que convenía al presidente no al país.

    El 27 de octubre de 2012, se instaló la mesa de imposiciones farianas en Noruega, para satisfacer la ambición personal de Santos de vincular los países nórdicos, en aras de continuar abonando camino para llegar a su Premio Nóbel de Paz, sin importar los resultados del acuerdo y lo que este pudiera afectar los intereses geopolíticos y geoestratégicos de Colombia. Lo importante era que se ajustara a sus propósitos personales.

    De manera sospechosa y coincidente que por desgracia convenía a Santos y a las Farc, el 19 de noviembre de 2012, el mismo día del inicio de las conversaciones La Habana Cuba, la Corte Internacional de Justicia de La Haya, profirió un espurio fallo, a favor de las ilícitas pretensiones de Nicaragua sobre el mar territorial colombiano.

    A Santos, le favorecía que ese fallo se publicara ese día, porque por tener la opinión pública engatusada con la supuesta paz, podría ocultar la grave realidad geopolítica y geoestratégica de la pérdida de un plumazo de 75.000 km2 de mar territorial con enorme potencial geoeconómico y trascendencia geopolítica, para el por siempre olvidado Archipiélago de San Andrés y Providencia.

    Para las Farc el espurio fallo de la

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