Teoría de la justicia
Por John Rawls
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- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5I discovered this book through a real "apology of Rawls" that was contained within a book from a former speechwriter for President Reagan.You may agree or disagree with it, but, in organizational design, I used its concepts often not as a guideline for design (different organizations have different concepts of "fairness" and distribution of power and resources), but as a framework to ask questions.As often what matters is not that you share the answers, but that you can position yourself and your choices vs. the questions coming from sources that do not necessarily concur with your choices.Having said that, I think that, politically, there are still some parts of the book that are relevant today, moreover when you consider that in our modern society where everybody is constantly switching status and roles, often we demand fairness in some venues (or "ecosystems", to use today's trendy lingo), while fail to give it in others
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5I read this one quite a while ago in college, back when I was in the process of choosing which Western political philosophy is most aligned with my views. My prof recommended this one as a companion/alternative to classical liberalism Locke and Hayek. I have to admit the central concept of the "original position" is an interesting one, and while Rawls uses it to justify the basic welfare state (although without excessive inter-generational redistribution or punitive taxation), it can be used to argue for the merits of free markets as well.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5A long involved theory of justice - create a society where you would be treated fairly, if you do not know what position you would occupy in such a society.
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5After earning his Ph.D. from Princeton in 1950, Rawls taught there until 1952, when he received a Fulbright Fellowship to Oxford University (Christ Church), where he was influenced by the liberal political theorist and historian Isaiah Berlin and the legal theorist H. L. A. Hart. After returning to the United States, he served first as an assistant and then associate professor at Cornell University. In 1962, he became a full professor of philosophy at Cornell, and soon achieved a tenured position at MIT. That same year, he moved to Harvard University, where he taught for almost forty years, and where he trained some of the leading contemporary figures in moral and political philosophy, including Martha Nussbaum, Thomas Nagel, Onora O'Neill, Adrian Piper, Christine Korsgaard, Susan Neiman, Claudia Card, Thomas Pogge, T.M. Scanlon, Barbara Herman, Joshua Cohen, Thomas E. Hill, Jr. and Paul Weithman.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5The book has three sections: Theory, Institutions, Ends. Theory and Institutions deserve five stars, Ends 3 (or less, I want to be generous.)Rawls' goal when he wrote the first edition (published in 1971) was to explicate a coherent alternative, based on social-contract theory, to the then-prevalent utilitarian understanding of justice. He must have succeeded--everyone seems now to nod a head in his direction when discussing justice whether they agree with him or not. Not being an academic I could be missing some water-cooler gossip that he failed utterly, but I don't think so.In the first two sections he builds a theory and then some institutions implementing that theory based on a thought-experiment he calls "the original condition" (among other terms), which is an imaginary situation where a group of people who are going to live within a society make up the principles and then the institutions for the society without knowing what their role in the society will be and what their status relative to the others' will be. That lack of knowledge he calls the "veil of ignorance" and although it's a fine tool for refining the theory without having to deal with the complexities of lived-life, it also gives notice that he is going to be concerned throughout only with disembodied theory with only an occaisional hand-wave to real situations, and that can get frustrating, fast. I suppose if you're a theorist keeping things tidy is more important than keeping things real, but most of us aren't theorists. The last section, in which he tests his theory with respect to real world situations just falls apart for me. My marginal notes say things like "when you're being interviewed on Oprah", and "maybe in an alternative universe." It could be that the real life-experience of a tenured professor is enough different from my more (ahem) worldy experiences, but it seemed like he was describing situations in bizarro-world, not mine.But still, after a careful reading of this seminal work, I have an increased confidance in my background understanding of the issues surrounding a theory of justice and am launching myself into some of the more recent treatises on the subject.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5I haven't read past the intro, but boy what an intro. The great modern work on distributive justice.
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5some of the most cutting edge ideas of fairness. i'm still not convinced about rights, per se, but this is a ground-breaking work o njustice nonetheless.
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Teoría de la justicia - John Rawls
156-160.
Primera Parte
La teoría
I. La justicia como imparcialidad
En este capítulo introductorio esbozaré algunas de las ideas principales de la teoría de la justicia que deseo desarrollar. La exposición es informal e intenta allanar el camino para los razonamientos más detallados que vienen a continuación. Inevitablemente habrá cierto traslape entre este estudio y otros ulteriores. Empiezo describiendo el papel que tiene la justicia en la cooperación social y dando una breve explicación acerca del objeto primario de la justicia: la estructura básica de la sociedad. A continuación presento la idea principal de la justicia como imparcialidad, una teoría de la justicia que generaliza y lleva a un más alto nivel de abstracción la concepción tradicional del contrato social. El pacto de la sociedad es remplazado por una situación inicial que incorpora ciertas restricciones de procedimiento basadas en razonamientos planeados para conducir a un acuerdo original sobre los principios de la justicia. Me ocupo también en las concepciones utilitaria clásica e intuicionista de la justicia, considerando algunas de las diferencias entre estos puntos de vista y la justicia como imparcialidad. El objetivo que me guía es elaborar una teoría de la justicia que sea una alternativa viable a estas doctrinas que han dominado largamente nuestra tradición filosófica.
1. El papel de la justicia
La justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento. Una teoría, por muy atractiva, elocuente y concisa que sea, tiene que ser rechazada o revisada si no es verdadera; de igual modo, no importa que las leyes e instituciones estén ordenadas y sean eficientes: si son injustas han de ser reformadas o abolidas. Cada persona posee una inviolabilidad fundada en la justicia que ni siquiera el bienestar de la sociedad en conjunto puede atropellar. Es por esta razón por la que la justicia niega que la pérdida de libertad para algunos se vuelva justa por el hecho de que un mayor bien es compartido por otros. No permite que los sacrificios impuestos a unos sean compensados por la mayor cantidad de ventajas disfrutadas por muchos. Por tanto, en una sociedad justa, las libertades de la igualdad de ciudadanía se dan por establecidas definitivamente; los derechos asegurados por la justicia no están sujetos a regateos políticos ni al cálculo de intereses sociales. Lo único que nos permite tolerar una teoría errónea es la falta de una mejor; análogamente una injusticia sólo es tolerable cuando es necesaria para evitar una injusticia aún mayor. Siendo las primeras virtudes de la actividad humana, la verdad y la justicia no pueden estar sujetas a transacciones.
Estas proposiciones parecen expresar nuestra convicción intuitiva de la supremacía de la justicia. Sin duda están expresadas con excesiva energía. Sea como fuere, quiero investigar si estas pretensiones u otras similares son correctas, y si lo son, cómo pueden ser explicadas. Para alcanzar este fin es necesario elaborar una teoría de la justicia a la luz de la cual puedan interpretarse y valorarse estas afirmaciones. Comenzaré considerando el papel de los principios de la justicia. Supongamos, para fijar las ideas, que una sociedad es una asociación más o menos autosuficiente de personas que en sus relaciones reconocen ciertas reglas de conducta como obligatorias y que en su mayoría actúan de acuerdo con ellas. Supongamos además que estas reglas especifican un sistema de cooperación planeado para promover el bien de aquellos que toman parte en él, ya que, aun cuando la sociedad es una empresa cooperativa para obtener ventajas comunes, se caracteriza típicamente tanto por un conflicto como por una identidad de intereses. Hay una identidad de intereses puesto que la cooperación social hace posible para todos una vida mejor de la que pudiera tener cada uno si viviera únicamente de sus propios esfuerzos. Hay un conflicto de intereses puesto que las personas no son indiferentes respecto a cómo han de distribuirse los mayores beneficios producidos por su colaboración, ya que con objeto de perseguir sus fines cada una de ellas prefiere una participación mayor a una menor. Se requiere entonces un conjunto de principios para escoger entre las diferentes disposiciones sociales que determinan esta división de ventajas y para suscribir un convenio sobre las participaciones distributivas correctas. Estos principios son los principios de la justicia social: proporcionan un modo para asignar derechos y deberes en las instituciones básicas de la sociedad y definen la distribución apropiada de los beneficios y las cargas de la cooperación social.
Ahora bien, digamos que una sociedad está bien ordenada no sólo cuando fue organizada para promover el bien de sus miembros, sino cuando también está eficazmente regulada por una concepción pública de la justicia. Esto quiere decir que se trata de una sociedad en la que: 1) cada cual acepta y sabe que los demás aceptan los mismos principios de justicia, y 2) las instituciones sociales básicas satisfacen generalmente estos principios y se sabe generalmente que lo hacen. En este caso, aun cuando los hombres puedan hacer demandas excesivas entre ellos, reconocerán, sin embargo, un punto de vista común conforme al cual sus pretensiones pueden resolverse. Si la propensión de los hombres al propio interés hace necesaria una mutua vigilancia, su sentido público de la justicia hace posible que se asocien conjuntamente. Entre individuos con objetivos y propósitos diferentes, una concepción compartida de la justicia establece los vínculos de la amistad cívica; el deseo general de justicia limita la búsqueda de otros fines. Puede pensarse que una concepción pública de la justicia constituye el rasgo fundamental de una asociación humana bien ordenada.
Por supuesto que las sociedades existentes rara vez están, en este sentido, bien ordenadas, ya que usualmente está en discusión lo que es justo y lo que es injusto. Los hombres están en desacuerdo acerca de cuáles principios debieran definir los términos básicos de su asociación. No obstante podemos decir que a pesar del desacuerdo cada uno tiene una concepción de la justicia. Esto es, entienden la necesidad de disponer de un conjunto característico de principios que asignen derechos y deberes básicos y de determinar lo que consideran la distribución correcta de las cargas y beneficios de la cooperación social, y están dispuestos a afirmar tales principios. Parece entonces natural pensar que el concepto de la justicia es distinto de las diferentes concepciones de la justicia y que está especificado por el papel que tienen en común estos diferentes conjuntos de principios y concepciones.[1] Aquellos que sostienen diferentes concepciones de la justicia pueden entonces estar de acuerdo en que las instituciones son justas cuando no se hacen distinciones arbitrarias entre las personas al asignarles derechos y deberes básicos y cuando las reglas determinan un equilibrio debido entre pretensiones competitivas a las ventajas de la vida social. Los hombres pueden estar de acuerdo con esta descripción de las instituciones justas, ya que las nociones de distinción arbitraria y de equilibrio debido, incluidas en el concepto de justicia, están abiertas para que cada quien las interprete de acuerdo con los principios de justicia que acepte. Estos principios especifican qué semejanzas y qué diferencias entre las personas son pertinentes para determinar los deberes y derechos, y cuál es la división de ventajas correcta. Claramente, esta distinción entre el concepto y las diversas concepciones de la justicia no resuelve ninguna cuestión importante, sino que simplemente ayuda a identificar el papel de los principios de justicia social.
Sin embargo, cierto acuerdo en las concepciones de la justicia no es el único requisito para una comunidad humana viable. Hay otros problemas sociales fundamentales, en particular los de coordinación, eficacia y estabilidad. Así, los planes de las personas necesitan embonar para que sus actividades resulten compatibles entre sí y puedan todas ser ejecutadas sin que las expectativas legítimas de ninguno sean severamente dañadas. Más aún, la ejecución de estos planes debiera llevar a la consecución de los fines sociales por caminos que sean eficientes y compatibles con la justicia. Por último, el esquema de la cooperación social debe ser