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La importancia de las reglas: Gobierno y empresario después de la nacionalización bancaria
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La importancia de las reglas: Gobierno y empresario después de la nacionalización bancaria

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Durante las tres décadas previas al año 2001, México padeció los efectos de una debilidad estructural que se manifestó en la desconfianza del sector privado para mantener los niveles de su inversión. En este contexto, Carlos Elizondo analiza el periodo de nacionalización de la banca, y pone especial hincapíe en las repercusiones legales y económicas de ese acontecimiento.
LanguageEspañol
Release dateJun 29, 2015
ISBN9786071628640
La importancia de las reglas: Gobierno y empresario después de la nacionalización bancaria

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    La importancia de las reglas - Carlos Elizondo Mayer-Serra

    ³¹.

    I. LOS DERECHOS DE PROPIEDAD

    INTRODUCCIÓN

    En este capítulo se desarrolla un marco general para analizar los derechos de propiedad. El marco será útil en los capítulos siguientes, primero, para estudiar la estructura institucional que regula quién es propietario de qué en México y algunas de sus implicaciones políticas y, segundo, para desarrollar un estudio de caso: la relación entre los empresarios y el gobierno después de la nacionalización de los bancos en 1982.

    Como es bien sabido, las instituciones de la propiedad son de capital importancia para entender la dinámica política y económica de una sociedad. Sin embargo, la distinción fundamental entre una economía capitalista con un sistema de propiedad privada absoluta y una economía socialista basada en la propiedad pública es muy cruda. Es cierto que en la distinción se incorpora un elemento fundamental de la manera en que puede organizarse una sociedad; a saber, si los individuos pueden o no pueden ser propietarios privados de los medios de producción, y ello tiene profundos efectos en la organización política y económica de la sociedad. Una consecuencia de gran importancia es que los propietarios retienen cierto margen de poder propio con respecto al poder público.

    Con todo, una vez que una sociedad ha aceptado que la propiedad privada debe desempeñar una función de primer orden en la producción y distribución de recursos —como ahora se acepta en casi todo el mundo—, la simplificada noción de una sociedad capitalista basada en la propiedad privada absoluta y la existencia de un mercado en el que se distribuyan los recursos sin interferencias externas (del gobierno) no es suficiente. Debe examinarse con detalle cómo se definen los derechos de propiedad.¹

    La teoría política liberal lockeana y la economía clásica hacen una distinción entre política y economía que es central en su concepción de propiedad privada absoluta. Desde el punto de vista más sencillo, el Estado se limita a la importante función de proteger los derechos de propiedad.² Sin embargo, la política, entendida como el empleo del poder público y la competencia para tener acceso a él o para limitarlo, desempeña un papel muy importante que no se toma en consideración en el modelo simplificado de propiedad privada absoluta. La política (tanto las disputas pasadas como las presentes) es una variable esencial para determinar las fronteras de lo que constituye la propiedad privada —esto es, las fronteras de su área de autonomía— y, por ende, de lo que son los límites de la función del mercado en la distribución de los recursos. Incluso la política puede ser un elemento central para determinar qué individuos pueden ser propietarios, o quién tiene mayores posibilidades de adquirir más propiedades.

    En este capítulo se estudia la relación entre economía y política. Si bien en el análisis se da prioridad a los derechos de propiedad, puesto que son la base institucional de los mercados, no debe olvidarse que los factores políticos son muy importantes para explicar cómo se determinan estos derechos. Se sostendrá que la propiedad privada absoluta que muchos especialistas en filosofía política han dado por supuesta³ sólo es útil en lo que respecta a objetos triviales. Se argumentará que la noción general de propiedad —mejor entendida como derechos de propiedad— depende en diversos grados del poder público.

    Aquí no se analizan las cuestiones normativas (al menos no explícitamente), aunque la manera en que se organiza la obra —esto es, en torno a los derechos de propiedad— puede tener implícita una posición normativa. La forma en que se plantea la pregunta influye en la respuesta. La realidad se explora con un cristal entintado —con la palabra propiedad, como yo la entiendo, grabada claramente—, lo cual oscurece muchos elementos que resultarían evidentes con un cristal diferente, pero nos permite ver otros aspectos que son muy importantes para entender la relación entre el gobierno y los empresarios.

    El capítulo consta de tres partes. En la primera se definen los derechos de propiedad. El punto de partida es muy abstracto, pero la argumentación avanza poco a poco hacia las formas más específicas en que las sociedades modernas definen los derechos de propiedad. En la segunda parte se presentan algunas ideas sobre cómo se crean y modifican los derechos de propiedad. La argumentación comienza con un enfoque legal, porque las definiciones legales constituyen el mapa de cómo se definen formalmente los derechos de propiedad. Con todo, las definiciones legales no son estáticas, por lo cual a continuación se analiza la relación entre los fenómenos legales, políticos y económicos. En la tercera parte se examina el impacto de la tradición histórica y cultural sobre la manera en que se entiende la propiedad, así como la manera en que ello afecta la relación entre el gobierno y los propietarios. En este caso se toma a los Estados Unidos como un estudio de caso estilizado que más tarde servirá para compararlo con el caso mexicano, que se analiza en el capítulo II.

    DERECHOS DE PROPIEDAD

    Una definición simple

    La propiedad es un fenómeno complejo que incluye elementos políticos, económicos y legales. En términos muy sencillos, decir que X es propiedad de A (que equivale a afirmar que A es propietario de X), es decir que A puede hacer con X lo que quiera.

    Aunque sencilla, la definición anterior nos da una idea de lo que es la propiedad. Sin embargo, no es muy útil. Toda definición de la propiedad debe abordar dos problemas fundamentales. Primero, si en verdad A puede hacer con X literalmente lo que quiera. Segundo, qué puede hacer alguien más con respecto a X. Definir quién puede hacer qué con X y con qué límites es definir la propiedad.

    Podremos entender mejor lo anterior si decimos que, cuando A es propietario de X, esto significa que A tiene ciertos derechos sobre X. Siguiendo a S. Munzer, el término derecho se emplea en el sentido amplio de una ventaja individual garantizada por la ley.

    Para definir lo que es la propiedad es necesario conocer los derechos (y obligaciones) de A. Un objeto, X, evidentemente, no puede ser responsable del respeto a los derechos o del cumplimiento de las obligaciones.⁵ Lo anterior significa que los demás individuos deben respetar los derechos de A sobre X (y si estos derechos entrañan alguna obligación, asegurarse de que A la cumpla).

    La propiedad es una relación social. Si se espera que cualquiera otra persona respete el derecho de A sobre X, esta persona debe saber cuándo A tiene un derecho sobre X y cuál es el alcance de este derecho (y obedecerlo, por aceptación voluntaria o por temor a la coerción), lo cual sólo es posible si la gente comparte un conjunto de reglas.

    La propiedad puede entenderse también como el objeto poseído. En este caso, no obstante, me centraré en la relación entre diferentes individuos con respecto a un objeto.⁶ Según Snare, la propiedad es un conjunto complejo de derechos y de obligaciones.⁷ Es un sistema de reglas que relacionan a los actores sociales con los objetos.

    En la tradición occidental posterior a la Edad Media, el titular de este derecho ha sido, por lo general, el individuo, pero los diferentes grupos sociales, como la familia o algunos más complejos, como las empresas o las comunidades, también pueden ser propietarios.⁸ De las reglas específicas de cada sociedad sobre la propiedad depende también qué individuos tienen derecho a tener propiedades y qué clase de objetos pueden ser poseídos.

    Las reglas de propiedad carecen de sentido para un observador externo que no las conoce. Según Snare, "después de todo, una manzana robada no se ve distinta a otra manzana".A puede tener ciertos derechos (y obligaciones) sobre X y B puede respetarlos, pero C, un extranjero que no conoce las reglas, puede ser incapaz de respetar los derechos de A, aun cuando no tuviese la intención de violar ninguna regla. Su ignorancia puede hacerlo violar los derechos de propiedad de A. El problema consiste en saber qué reglas (qué clase de derechos y obligaciones) definen la propiedad. El contenido de estas reglas define lo que es la propiedad.

    Los derechos de propiedad, las reglas del juego sobre la propiedad y las instituciones relacionadas con la propiedad son más o menos intercambiables. La idea clave consiste en que los derechos de propiedad específicos de un individuo determinan el conjunto de oportunidades con respecto al empleo de los recursos.¹⁰

    La propiedad privada absoluta

    Una manera de resolver el problema de qué derechos posee un propietario consiste simplemente en defender la noción de que A tiene derecho sobre todos los derechos posibles. Dicho de otra manera, el derecho que deben respetar los no propietarios es la posibilidad del propietario de hacer con su propiedad lo que quiera. Cuando el propietario tiene todos los derechos posibles, tiene la propiedad privada absoluta sobre X. Conforme a este enfoque, Blackstone afirma que la propiedad es este dominio único y despótico que un hombre tiene sobre las cosas exteriores del mundo, en exclusión total del derecho de cualquier otro individuo en el universo.¹¹ Ésta es una versión retórica de lo que se denomina propiedad privada liberal absoluta, esto es, control absoluto sobre las cosas poseídas.¹²

    La anterior definición extrema de la propiedad privada es común en el uso cotidiano. También es la base de la mayoría de las obras (sobre todo normativas) de la tradición liberal de los dos últimos siglos y de los llamados libertarios contemporáneos.¹³

    Con todo, aun los defensores de la propiedad privada absoluta tienen que aceptar que, en la mayoría de las situaciones, el propietario no puede matar con su propiedad. Conforme a este punto de vista, la única restricción para el propietario la impone otro conjunto de reglas. A puede dejar su cuchillo sobre la mesa, pero no en el pecho de B, porque B tiene el derecho a no ser asesinado.¹⁴

    El problema reside entonces en saber cuál es el conjunto de derechos que pueden ser justificados para limitar la propiedad privada. La cuestión fundamental aún no ha sido resuelta, a saber: ¿cuándo tienen prioridad los derechos de propiedad sobre otros derechos? Si no se puede exportar capital desde cierto país, es porque el derecho de este país a tener suficientes divisas tiene prioridad sobre el derecho individual a llevar capital al extranjero. Para los defensores de la propiedad privada absoluta el conjunto de reglas que pueden limitar los derechos de propiedad es reducido y se restringe a los derechos (civiles) básicos de los otros individuos, pero no incluye ningún derecho social abstracto. Otras tradiciones intelectuales, no obstante, defienden la idea de que los derechos sociales pueden tener prioridad sobre los derechos de propiedad privados, con lo que incluso pueden llegar a sugerir la necesidad de prohibir la propiedad privada.

    Sea lo que fuere, aun cuando la propiedad privada se defina como absoluta, en la práctica tiene algunas limitaciones. Si propiedad absoluta significa exención de control social, jamás ha existido. Según Honoré: Aun en las épocas más individualistas de Roma y Estados Unidos [… la propiedad] ha tenido un aspecto social, el cual se ha expresado en incidentes de posesión tales como el deber de impedir el uso pernicioso, la obligación de otorgamiento por deuda y la obligación de cumplir con el gravamen o expropiación impuestos por la autoridad pública.¹⁵ Aun una constitución liberal como la de los Estados Unidos incluye ciertas disposiciones relacionadas con la expropiación, la cual es sancionada tácitamente en el siguiente pasaje de la Declaración de Derechos: …ni deberá tomarse la propiedad privada para uso público sin una justa compensación. El problema principal, por ende, consiste en justificar tanto el uso público como la justa compensación.¹⁶

    La propiedad como conjunto de derechos

    Dado que la propiedad no es nunca una propiedad privada absoluta, sino que está sujeta a diferentes clases de limitantes, en lo sucesivo el ser propietario de algo se entenderá como un conjunto de derechos y obligaciones. Descomponiendo la propiedad en un conjunto de derechos, tenemos una definición general de la propiedad que puede aplicarse a cualquier sociedad. Lo que falta es describir el contenido de este conjunto.

    Desde un punto de vista abstracto, los derechos (y obligaciones) del conjunto son, según Becker, los siguientes: el derecho a poseer, a usar, a administrar, al ingreso, a consumir o destruir, a modificar, a alienar (dar a otros el objeto poseído), a transmitir, a la seguridad, a la inexistencia de término y a reglas residuales. Creo que los derechos enumerados se explican por sí mismos, con excepción de los dos últimos. La inexistencia de término significa que el derecho no tiene límite temporal; en la mayoría de las sociedades el derecho de propiedad comprende incluso el derecho a legar.¹⁷ Las reglas residuales son las que regulan la reversión a terceros de la propiedad que ha expirado o ha sido abandonada.¹⁸

    Becker incluye también la prohibición al uso pernicioso contra los derechos de otras personas y la responsabilidad de que se me quite la cosa como pago de una deuda.¹⁹ La responsabilidad, no obstante, debe entenderse en un sentido más general: si mi propiedad destruye la tuya por accidente, debo pagar el daño causado.²⁰ Así, no sólo se debería hablar de un conjunto de derechos, como generalmente se hace, sino de derechos y obligaciones. Con toda razón, Munzer afirma que la "idea de derechos de propiedad es más limitada que la de propiedad; sin embargo, cuando en esta obra se emplee la idea de derechos de propiedad, se entenderán incluidas las obligaciones de los propietarios, idea en la que el término derechos sustituye al de derechos y obligaciones". Empleada de esta manera, ya no es más limitada que la idea de propiedad.²¹

    De todos estos derechos, la seguridad es decisiva. Para tener sentido, todos los otros derechos deben estar garantizados. O, para invertir el argumento, siguiendo a Becker, el derecho a la seguridad puede considerarse como parasitario de los otros derechos: la seguridad por sí misma no es suficiente; es necesario saber a qué derecho se refiere. Así, lo importante es que cualesquiera de los primeros ocho derechos, más la seguridad, es suficiente para hablar de derechos de propiedad.²²

    El derecho clave de cualquier sistema de propiedad es a la seguridad. La propiedad, según Munzer, hace posibles expectativas legales con respecto a las cosas.²³ Para que estas expectativas sean posibles, el derecho de propiedad debe estar garantizado. Debido a que el derecho a la seguridad tiene una gran importancia para el estudio de caso de esta obra, se analizará en detalle. Primero se abordará la seguridad legal de los propietarios frente a la facultad del gobierno para expropiar y después se hará un análisis más general del concepto de seguridad.

    El derecho a la seguridad es, en muchos sentidos, responsabilidad del gobierno, si bien el propietario también tiene derecho a defender su propiedad contra los intrusos.²⁴ Para los propósitos del estudio de caso que nos ocupa, el aspecto más pertinente con respecto al derecho a la seguridad es el papel del gobierno frente a los propietarios.

    Como afirma Honoré, una facultad general para expropiar cualquier propiedad con cualquier propósito sería incoherente con la institución de la propiedad (es decir, con la propiedad privada).²⁵ En un marco institucional en el que la expropiación fuese común y se pagase una compensación justa, el propietario seguiría siendo desposeído, contra su voluntad, del conjunto de derechos específicos a los que tuviese derecho. Con la compensación se le hace la promesa (en dinero) de que podrá adquirir derechos sobre otra propiedad hasta del mismo valor monetario de su conjunto de derechos original; pero, si se le puede expropiar sin ninguna restricción, su único derecho real es el valor de su conjunto de derechos original.

    Aunque en la práctica la facultad absoluta para expropiar entrañaría la inexistencia de los derechos de propiedad, el derecho a la seguridad no implica el de ser protegido contra toda expropiación en cualquier circunstancia. En la mayoría de las sociedades, la expropiación puede ser justificada en función del interés público, aunque debe ser compensada adecuadamente. Lo que varía es qué se entiende por interés público y cuándo éste tiene prioridad sobre el derecho de propiedad.

    Para que exista cierta seguridad sobre la propiedad, la expropiación (incluida la compensación) o la confiscación (esto es, la expropiación sin compensación) deben obedecer ciertas reglas. Estas reglas deben ser definidas con tanta claridad como sea posible y deben incluir un poder judicial independiente que resuelva las disputas de manera justa conforme a la interpretación de las reglas. En cada sociedad las reglas varían y, por ende, ofrecen diferentes grados de seguridad.

    Como se verá más adelante, el derecho a la seguridad se relaciona con la concepción de propiedad que cada sociedad tiene. Y esta concepción, que está comprendida en un marco legal, es un reflejo de los valores más importantes relacionados con los derechos de los propietarios. La manera en que se define el derecho a la seguridad es pertinente no sólo en lo que respecta a la expropiación, limitante generalizada de los derechos de propiedad, sino también con respecto a limitantes menos drásticas, como los impuestos.

    En un país en el que la propiedad esté más claramente garantizada, ceteris paribus, los propietarios tenderán a ser más independientes del gobierno. En el caso opuesto, mediante su facultad discrecional para decidir quién obtiene qué, el gobierno tenderá a reprimir el desarrollo de una clase de propietarios más autónoma. En este tipo de sociedad la propiedad privada puede seguir siendo un elemento fundamental de la organización social, pero otorga a los propietarios un grado de independencia menor.

    Un derecho discrecional desdibuja la noción de sociedad independiente como la presupuesta por la teoría liberal. El área de autonomía de la propiedad privada es también el área de autonomía de los propietarios; es el resultado de la fuerza política de éstos con respecto al gobierno, al proceso histórico condensado en el marco legal y, como se analiza más adelante, al poder estructural de los propietarios mismos.

    Si bien cierto derecho contra la expropiación arbitraria y el derecho a una compensación justa son esenciales para los derechos de propiedad, aun en las sociedades donde no se regula con precisión la expropiación es, por lo general, una política de excepción: en las economías de mercado generalmente no se expropia a los propietarios. Para éstos, no obstante, una expropiación es una señal del riesgo real a que se enfrentan.

    La facultad del Estado para limitar o cancelar la propiedad afecta siempre a los propietarios. Sus propiedades nunca están del todo garantizadas frente al poder político. El gobierno puede afectar los derechos de propiedad de diferentes maneras.

    De acuerdo con Michael Mann, se considerará que el Estado posee dos tipos de poderes. El primer tipo, que en esta obra se denominará poder autónomo, es la gama de acciones que la élite gubernamental tiene la facultad de emprender, sin una negociación institucionalizada rutinaria, con los grupos civiles de la sociedad.²⁶ Con respecto a la propiedad, es la facultad del gobierno de imponer límites discrecionales a los propietarios, como en el caso de una expropiación repentina.

    El segundo tipo de poder, llamado infraestructural, es la capacidad del Estado para penetrar realmente en la sociedad civil y poner en práctica decisiones políticas en toda ella.²⁷ Con respecto a la propiedad, la facultad de gravar, conforme a ciertas reglas, es un buen ejemplo del poder infraestructural. Por lo general, el poder infraestructural se basa en cierto grado de consenso con la sociedad.

    La distinción entre poder autónomo y poder infraestructural es heurística; ambos están siempre presentes en diferentes grados y el gobierno puede emplear ambos para limitar o cancelar los derechos de propiedad. El primer tipo de poder es difícil de predecir y sus fronteras son menos precisas; cuando se emplea se mina la seguridad y se limita claramente la autonomía de los propietarios. En el caso del poder infraestructural, los propietarios pueden resultar afectados, pero por lo general saben por anticipado a qué atenerse.

    La lista de derechos y obligaciones descrita por Becker, y sus posibles combinaciones, es útil para entender lo que es la propiedad; sin embargo, la lista es una mera abstración de los diferentes derechos de propiedad que pueden existir realmente. Como se dijo, para analizar el derecho a la seguridad no sólo importa saber cuál es la combinación de estos derechos y obligaciones sino, algo que es aún más importante, su alcance real (esto es, las restricciones de cada derecho).

    La propiedad es un conjunto de derechos, pero, como ya se dijo, sus fronteras son irregulares y de lento movimiento, como una amiba, pues son el resultado del contexto histórico y político de cada sociedad. Un análisis completo de un sistema de propiedad tendría que incluir todas las reglas específicas que lo regulan. En algunos países, por ejemplo, el capital no se puede exportar, lo cual significa que el derecho a poseer capital es más restringido que en países donde el capital sí puede ser exportado.

    El gobierno afecta el alcance de los derechos de propiedad mediante reglamentos que pueden estar diseñados para proteger a los individuos de los efectos perniciosos de ciertos propietarios, como los reglamentos sobre el ambiente y la salud. Así, cuando se protegen o fomentan otros valores, se limitan los derechos de propiedad. Asimismo, el gobierno puede fomentar ciertos derechos de propiedad específicos, como, por ejemplo, cuando protege al sector industrial.

    La intervención gubernamental puede implicar la creación de derechos de propiedad muy específicos. Se puede argumentar que, v. g., un permiso de importación es un privilegio, es decir, un derecho muy específico otorgado a un individuo. Así como, en muchos sentidos, los derechos de propiedad son privilegios protegidos por el gobierno, un permiso de importación es un privilegio específico. Obviamente, la diferencia reside en que el gobierno es el que otorga este último y que a menudo su legitimidad es dudosa. La propiedad no otorgada por el gobierno (aunque protegida por él) puede considerarse como más legítima que los derechos de propiedad específicos otorgados por aquél. En comparación con los derechos de propiedad generales, los privilegios específicos tienen una menor seguridad. Una nueva decisión gubernamental puede cancelar el privilegio otorgado, sin reclamación alguna de compensación por parte del titular del derecho.²⁸ Los privilegios que otorga el gobierno pueden ser más o menos generales (como una exención general de impuestos) o privilegios muy específicos que el Ejecutivo puede otorgar mediante su facultad discrecional (como una concesión para producir ciertos bienes).

    Hay otro aspecto que vale la pena mencionar. La propiedad privada absoluta y los mercados no se encuentran lógicamente interconectados. Tras hacer una crítica a Nozick, Arrow afirma con razón que los monopolios pueden ser el resultado de una asociación voluntaria entre propietarios.²⁹ Mediante la prohibición de un monopolio se limitan los derechos de propiedad. No importa cómo se crearon u originaron. Lo único que importa es que, aun en cuanto ejercicio de la libre voluntad de los propietarios, los monopolios afectan el interés público, y para proteger este último se prohíben, limitando en consecuencia los derechos de propiedad.

    Con respecto al derecho a la seguridad, la teoría liberal suele suponer que lo que importa es la seguridad legal. El gobierno garantiza la propiedad, no el valor; pero la seguridad, al menos la de algunos de los derechos del conjunto de derechos de propiedad, va más allá de la protección legal que el gobierno podría otorgar a los propietarios. El derecho al ingreso puede existir como un derecho indisputable, pero, por definición, la posibilidad de ejercer este derecho a un valor específico nunca está garantizada. Un ejemplo de lo anterior es el de los valores en el mercado accionario: en circunstancias normales y suponiendo que no esté en duda la naturaleza de las reglas del mercado, la función del gobierno se limita a garantizar que se respeten las reglas del juego. La lógica de ciertas actividades es que el ingreso no esté garantizado, por lo cual el juego consiste en aprender de dónde provendrá el ingreso futuro.

    Hasta ahora he argumentado que el derecho a la seguridad es válido en los derechos del conjunto y no en el valor de la propiedad. No obstante, en la tradición legal de los Estados Unidos existe un debate respecto a qué determina cuándo el gobierno debe compensar al propietario afectado por la regulación pública. En algunos casos impugnados, la Suprema Corte de ese país ha fallado en el sentido de que, cuando el gobierno devalúa gravemente el valor de la propiedad, aun respetando en lo formal el derecho a la propiedad, tiene que compensar al propietario.³⁰ Ahora se emprenderá un análisis más amplio de estos temas.

    Considérese un gobierno que desea redistribuir la riqueza. La ley del país es tal que no permite la expropiación ni los impuestos con propósitos distributivos y el gobierno quiere mantenerse dentro de los límites de la ley; sin embargo, no existe un control legal sobre la política monetaria y sus cifras se mantienen en secreto.

    Siguiendo el consejo de economistas muy ortodoxos preocupados por la inflación, el gobierno normalmente imprime una suma de dinero M cada año. La magnitud de M es compatible con un incremento del PIB de 4% y una inflación de 0%. Supongamos que el gobierno desea imprimir más dinero durante un año, digamos M’. El gobierno emplea M como suele hacerlo, pero distribuye el resto a los pobres. Llamemos N a esta otra cantidad de dinero, es decir, M’ – M. Esta política monetaria empuja los precios al alza. Suponiendo que el alza en los precios de su canasta es menor que el ingreso transferido, hacia finales del año los pobres tendrán más riqueza que si no hubiesen recibido N, pero los que no recibieron N con seguridad tendrán menos riqueza en términos reales que la que tendrían si no se hubiese distribuido dinero entre los pobres.³¹

    La distinción entre los límites impuestos a la propiedad por un sistema de derechos y obligaciones y los impuestos por los cambios de valor del derecho de propiedad no es clara. En las sociedades modernas la obligación de pagar impuestos limita la propiedad; pero otra manera de elevar el ingreso es mediante el impuesto inflacionario, como en el ejemplo ilustrado.³² En este caso no se limitan los derechos de propiedad, pero se erosiona el valor del derecho a la propiedad. La pérdida de valor tiene el mismo efecto que el impuesto, aunque es menos predecible, en especial si no se discute ni se aprueba democráticamente la política monetaria inflacionaria. Mediante la disminución del valor de una propiedad específica, el gobierno puede obtener una cantidad de recursos equivalente a los que obtiene gravando la propiedad.³³

    No obstante, desde el punto de vista político el impuesto inflacionario es más fácil, al menos a corto plazo, porque por lo general puede evitar al Congreso, institución en la que, en una democracia, están representados los ciudadanos y mediante la cual se les consulta antes de todo aumento de impuestos.³⁴ La inflación es el instrumento que los gobiernos revolucionarios tienden a emplear como un medio rápido para hacerse de recursos; y lo mismo ocurre en el caso de los gobiernos que están en guerra. Un rebelde de la guerra de independencia estadunidense decía: El impuesto inflacionario, natural e inevitable, es el más seguro, expedito e igualitario que pudo concebirse. Todo poseedor de dinero ha pagado un impuesto proporcional al tiempo que lo ha poseído.³⁵

    El ingreso futuro de una propiedad depende en gran medida de las políticas del gobierno. Una política económica que no pueda fomentar un ambiente macroeconómico estable erosionará el valor de los derechos de propiedad de algunos, mediante la inflación y la devaluación, y en cambio beneficiará a otros. Si, después de meses de una política monetaria y fiscal expansionista, habiendo perdido sus reservas de divisas, un gobierno se viera forzado un día a devaluar la moneda nacional en 50%, la pérdida neta de propiedad en términos de su valor en moneda internacional sería percibida por los propietarios como responsabilidad de aquél. El gobierno habría fracasado en dar seguridad a la propiedad.

    Aun sin asignar recursos para favorecer específicamente a un grupo, la política económica afecta a los propietarios. El gobierno puede manejar la economía de tal manera que produzca inflación, con lo que fracasaría en dar seguridad al valor de la propiedad. Si el gobierno respeta los derechos del individuo sobre cierta cantidad de dinero, pero el valor del dinero disminuye, este derecho sufre una erosión efectiva. Para alguien con ahorros monetarios, tal fenómeno equivale a una erosión de sus derechos de propiedad, a pesar de que hubiese una fuerte protección jurídica contra la expropiación de los bienes monetarios. Para muchos propietarios, una devaluación puede ser semejante a una expropiación.³⁶

    En toda sociedad la seguridad es mucho más que una mera protección legal de los derechos de propiedad. Después de todo, como ya se dijo, la propiedad provee expectativas. Si el valor de la propiedad se pierde, también se pierde la posibilidad de alcanzar alguna meta en lo futuro.

    POLÍTICA Y DERECHOS DE PROPIEDAD

    Definición de los derechos de propiedad

    Nada se ha dicho todavía sobre la manera en que se establecen los derechos de propiedad en una sociedad específica. La teoría liberal más ortodoxa afirma que, al menos en su definición más abstracta, los derechos de propiedad deben considerarse como naturales, es decir, previos a toda organización social.³⁷ Para los propósitos de este capítulo, no es importante el que haya existido algo cercano al estado de naturaleza ni cuáles derechos de propiedad se justificaban entonces; lo importante es que la ley debe estabilizar los derechos de propiedad, aun cuando éstos puedan ser el resultado de convenciones sociales anteriores.³⁸

    La estructura legal es la base formal del Estado. En su función de administrador de la ley, al gobierno lo restringe el marco

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