Sexo Y Atraccion – Descubre Tu Aptitud Reproductiva!

BIBLIOGRAFIA

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YO, TU Y EL AMOR QUE NOS RODEA

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TODO EL AMOR PARA TI

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LOS SUEÑOS: DESDE FREUD A LAS TEORIAS MODERNAS PSICOLOGICAS Y PSICOBIOLOGICAS

INDICE

0) INTRODUCCION

PRIMERA PARTE

1) BELLEZA FISICA

2) EDAD

SEGUNDA PARTE

3) INTELIGENCIA

4) CARACTERISTICAS EN COMUN

5) COMPETENCIAS Y CAPACIDADES

6) POSIBILIDAD DE OBTENER RECURSOS

CONCLUSION

BIBLIOGRAFIA

0) INTRODUCCION

Para que la vida sea posible es necesario que cada organismo de una determinada especie esté en grado de reproducirse, o de dar a luz a su descendencia, de lo contrario la especie llegaría a extinguirse. Una de las características fundamentales mencionadas por los biólogos para poder definir si una entidad natural es o no un organismo vivo es la capacidad de reproducirse autónomamente. Por ejemplo, algunos biólogos no consideran los virus de los organismos vivos, ya que necesariamente requieren la disponibilidad de células de otros organismos para reproducirse, y no pueden hacerlo de forma autónoma e independiente.

Para perseguir el fin de evitar la extinción de la propia especie, los organismos vivos de nuestro planeta han elaborado, en el proceso de la evolución, distintos tipos de reproducción. Hoy se distinguen cuatro: gemación, fragmentación, esquizogonia (que constituye la así llamada reproducción agámica o asexuada, llevado a cabo sin la ayuda de células especializadas o gametos) y finalmente la reproducción sexual o gámica, que por el contrario se realiza mediante la participación de células especializadas llamadas gametos, que son los espermatozoides en el género masculino y los óvulos en el género femenino (Palka, 2004). En orden cronológico de aparición, la reproducción sexual se configura sólo como la última modalidad de reproducción que ha surgido, aunque también es la más conocida y aquella que se considera más eficaz. En ese sentido, la reproducción sexual se concibe como una mutación genética que tuvo un efecto adaptativo para las especies que la utilizan y que la han usado. De hecho, la reproducción sexual da la posibilidad de crear terceros organismos (la descendencia o prole) a partir de la mezcla del patrimonio genético de organismos originarios (los padres) distintos entre ellos. En ese sentido se obtienen distintos beneficios por la mezcla del patrimonio genético, como ser: menor incidencia de patologías, mayor posibilidad de adaptación al ambiente, posibilidad de desarrollo de mutaciones genéticas positivas y de creaciones de nuevas razas (como se hace con los conejos, los perros, los gatos...), etc. Que la reproducción sexual tenga como finalidad diversificar el patrimonio genético de la prole, está confirmado por el hecho que concebir hijos a partir de consanguíneos – es decir, aquellos que tienen un patrimonio genético muy similar- puede traer incluso graves problemas de salud a los mismos, y eso es porque la reproducción sexual no está concebida para ser utilizada entre patrimonios genéticos muy similares. Pero considerar la reproducción sexual en términos exclusivamente biológicos y médicos, al menos en lo que respecta a nuestra especie, es un error absoluto: de hecho, ocurre el caso que – considerada la complejidad de la raza humana - existe un mecanismo psicológico, conocido como atracción sexual, que regula la disponibilidad del comportamiento sexual de un individuo en comparación con otro. Además, existen toda una serie de variables – incluso muy diferentes entre sí- que transmiten tal atracción sexual. Esos factores dan lugar a la así llamada selección sexual (Andersson, 1994), permitiendo a los individuos que poseen mayores niveles, posibilidades más elevadas de reproducirse –dado que resultan sexualmente más apetecibles- respecto a quienes los poseen en menores medidas. Esas variables (como la belleza física, las capacidades parentales, la riqueza, la inteligencia, etc.) son los disparadores psicológicos que determinan la activación del mecanismo psicológico de la atracción sexual. Obviamente todos estos componentes han sido heredados de otras especies de animales y seleccionados, como forma adaptativa, en el transcurso de los milenios que han marcado la historia de la evolución de la estirpe humana. Pero en el reino animal aparecen de manera más rudimental y no plasmada por aquella complejidad que la sociedad –creación exclusivamente humana- inevitablemente lleva consigo. Al día de hoy, al menos en las sociedades más desarrolladas, somos testigos de una combinación de variables sociales (ambientales) y evolutivas (genéticas), que contribuyen a determinar la atracción sexual humana. Un ejemplo muy eficaz de esta interacción de genes- ambiente puede ser la de la atracción de una mujer hacia un hombre que tiene recursos para poner a disposición de ella y de la prole (cfr. cap. 6). Esta capacidad de seleccionar el partner en grado de poder brindar recursos a la familia, se ha desarrollado miles y miles de años antes que surgiera el dinero, pero una mujer hoy mira el aspecto económico del potencial partner por cuanto el dinero es la evolución socialmente determinada de los verdaderos recursos que un hombre primitivo podía procurar a su familia (de la caza, las pieles, etc.). Otro ejemplo se encuentra en la capacidad parental (cfr. cap. 5): se favorecen los partners potenciales que demuestran tener mayores competencias en la asistencia de la prole. Pero para las habilidades parentales más básicas, que pueden buscarse instintivamente, por ejemplo, proporcionar seguridad y bienes primarios a la prole, es decir el paso más bajo de la jerarquía de necesidades (Maslow, 1962, 1970) – se agregan las capacidades más evolucionadas, como la capacidad de proporcionar educación a los hijos - sancionada por normas sociales como la ética y la jurisprudencia – así como todas las demás que la sociedad ha, inevitablemente llevado con si, y que van a constituir los peldaños más elevados en la jerarquía de las necesidades. Por otra parte, toda la psicología es el resultado de la naturaleza y la cultura y, en este escenario tan vasto y complejo está presente también la atracción sexual. Esta capacidad psicológica fue mantenida por ser útil a la especie porque permite poder seleccionar el mejor partner dentro del conjunto de todos los potenciales, que sería precisamente el o la que posee las características, descriptas en los siguientes capítulos, en mayor medida respecto al resto del conjunto de potenciales partners. De ahí el por qué los seres humanos han seleccionado la habilidad de poder individualizar las características más importantes de los distintos potenciales partners a los fines del acoplamiento. Esa habilidad ha, indudablemente, evolucionado, con el fin de optimizar la aptitud reproductiva de cada espécimen de la especie: si, de hecho, no tuviéramos la capacidad de identificar tales características (belleza, riqueza, inteligencia, estatus...) nos aparearíamos todos simplemente con el primero o la primera que haya, pero de esta forma no se daría ninguna optimización de la aptitud reproductiva, es decir no habría éxito reproductivo, que se obtiene exclusivamente a través de una selección (sexual). Todas estas características o factores o variables, fueron consideradas y por tanto examinadas y analizadas en numerosos estudios científico-académicos internacionales informados a continuación, resumidos y examinados en esta review diseñada para hacer un balance de la situación sobre el estado del arte de este importante tema de psicología.

Incluso si, de hecho, se trata sin lugar a dudas de argumentos importantes, lamentablemente la sociedad no brinda información para conocerlos y comprenderlos mejor, tanto que no son estudiados en la escuela, ni tampoco son tratados de manera apropiada por los medios de comunicación. Es por ello que, al escribir este libro, he tenido que buscar y comprar artículos científicos –incluso los más costosos!- escritos en inglés y en un lenguaje técnico, de no fácil comprensión. Este libro es el resultado de años de investigación y dinero gastado para ofrecer una versión lo más completa, objetiva e imparcial poible sobre la atracción sexual. Todo explicado de manera clara y exhaustiva y puesto a disposición a un precio pequeñísimo, que para mí es prácticamente un pequeño reembolso de gastos!

P.D. quienquiera mantenerse en contacto conmigo para seguir informado sobre mis otros proyectos editoriales y profundizar sobre el argumento, puede seguirme en Twitter (https://twitter.com/eugenioPsy), visitar mi sitio web http://psicologogiulianova.wix.com/info y poner me gusta a mi página de Facebook (https://www.facebook.com/pages/Eugenio-Flajani-Galli-psicologo-scrittore-e-poeta/452807948227944?fref=ts), o buscarme en Google y ver las más de 50 páginas con resultados sobre mí.

Buena lectura!

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Eugenio Flajani Galli

PRIMERA PARTE

(variables perceptibles directamente)

1) BELLEZA FISICA

La variable que se encuentra primero es, generalmente, la belleza física (y de manera particular, el rostro), tanto que en numerosos estudios se estableció que tiene un gran peso como determinante de la atracción sexual (Alicke, Smith y Klotz, 1986; Amador y colaboradores, 2005; Andersen y Bem, 1981; Berscheid y colaboradores, 1971, estudio 2; Berscheid y Walster, 1974; Brislin y Lewis, 1968; Buss, 1989b, 1994; Buss y Angleitner, 1989; Buss y colaboradores, 1990, 2000; Buss y Barnes, 1986; Buss y Dedden, 1990; Buss y Schmitt, 1993; Chen, German y Zaidel, 1997; Crouse y Mehrabian, 1977; Curran y Lippold, 1975; Currie y Little, 2009; Duck, 1982; Eastwick y Finkel, 2008a; Elder, 1969; Feingold, 1990; Fink y Penton-Voak, 2002; Fiore, Shaw Taylor, Mendelsohn y Hearst, 2008; Franzoi y Herzog, 1987; Fredrick y Haselton, 2007; Furnham, Lavancy y McClelland, 2001; Gangestad y Scheyd, 2005; Grammer, 1993; Green, Buchanan y Heuer, 1984; Greenlees y McGrew, 1994; Guéguen, Jacob y Legohérel, 2003; Hatfield y Sprecher, 1986a; Hill, 1945; Hitch, Hortaçsu y Ariely, 2010; Hudson y Henze, 1969; Huston, 1973; Jackson, 1992; Kenrick, Gutierres y Goldberg, 1989; Kenrick y Keefe, 1992; Koyama, McGain y Hill, 2004; Kurzban y Weeden, 2005; Langlois y colaboradores, 2000; Li y Kenrick, 2006; Lynn y Shurgot, 1984; Maner, Gailliot y DeWall, 2007; Maner, Gailliot, Rouby y Miller, 2007; Maner y colaboradores, 2003; Margro, 1999; Perrett y colaboradores, 1998; Perret, May y Yoshikawa, 1994; Peters, Rhodes y Simmons, 2007; Powell y Dabbs, 1976; Rhodes, 2006; Rhodes, Proffitt, Grady y Sumich, 1998; Rhodes y Zebrowitz, 2002; Sergios y Cody, 1985; Shackelford, Schmitt y Buss,