¡Pero qué teoría tan loca!
En la ciencia tienes que probar las cosas. No puedes decir “porque yo digo”, “porque sí”, “porque me gusta más”. Si tienes una hipótesis (una suposición) tienes que probarla con observaciones, experimentos o matemáticamente, y mostrar datos consistentes con tu conclusión. Y otros científicos deben poder repetir el experimento u observación para comparar sus resultados con los tuyos y así confirmar lo que afirmas o mostrar que te equivocas. Si tu hipótesis se sostiene, se convierte en teoría que tiene que pasar también por pruebas para confirmarla o refutarla.
Y eso es genial porque la ciencia no avanza por capricho, sino con datos y hechos.
Gracias a eso hemos corregido hipótesis y teorías incompletas o parcialmente erróneas, y eliminado falsas, como que la Tierra está inmóvil en el centro del Universo, y el Sol, los otros planetas y todo en el Cosmos gira a su alrededor.
Una fuente de confusión es que, en el lenguaje cotidiano, (por ejemplo, “tengo la teoría de que mi perro se comió mi tarea”), y por ello hay
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