FATTO IN CASA
La Pastalinda es un objeto de culto. Vivió su década de oro en los años 70, y no hay argentino que no haya visto una: los adultos en la casa familiar y los más jóvenes en la casa de la abuela. Con los años, su nombre se convirtió en un genérico y no hay máquina de pasta que no sea Pastalinda. Pero poco se sabe de su historia: que ya lleva siete décadas, que continúa siendo una empresa familiar, 100% de industria nacional, y que se exporta a varios países del mundo.
Desde hace algunos años, la Pastalinda se convirtió en “un objeto de deseo”, como le dice Jonathan Romero (33), presidente y bisnieto del fundador de la compañía. El punto de inflexión fue cuando las máquinas de colores –un revival de la versión original– aparecieron en el reality de cocina . Fue un boom de ventas, el mismo que hoy vive en medio
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