Condenando la esperanza: ¿Resocialización o subcultura carcelaria?
Por Luis María Viale
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Condenando la esperanza - Luis María Viale
Condenando la esperanza
Condenando la esperanza
¿Resocialización o subcultura carcelaria?
Dr. Luis María Viale
Índice de contenido
Portadilla
Legales
Prólogo
Introducción
Instrucciones para leer este libro
Capítulo I
Dime lo que deseas y te diré quién eres
¿Qué desea la sociedad?
¿Qué desean los jóvenes?
¿Qué desean los jóvenes infractores de la ley penal?
Centros de detención para jóvenes
Todas las cárceles
El padre de todas las cárceles: el pensamiento tecnológico hegemónico
Las cárceles del pensamiento
Las cárceles del corazón
Las cárceles de los jóvenes
Mis cárceles
¿Por qué este libro?
Breve referencia personal
Capítulo II
¿Juventud o juventudes?
Jóvenes y delincuencia
¿Bajar la edad de inimputabilidad o subirla?
Mano dura versus mano blanda en el tratamiento del delito
Los jóvenes y la ley
La imparcialidad de la ley
Droga y delito
Capítulo III
¿Cómo son las cárceles de menores hoy?
La privación de la libertad
Una Torre de Babel perfecta
Las instituciones totales
Los centros socioeducativos
Los saberes carcelarios
Las similitudes con las cárceles de adultos
La educación que reciben los jóvenes en el Complejo Esperanza
El papa Francisco, las cárceles y la privación de la libertad
Capítulo IV
Los jóvenes y las tecnologías
El inevitable camino de las tecnologías
Nuevas prácticas comunicacionales: la apropiación tecnomediática
El impacto de los tecno-medios
Brechas digitales y culturales
La construcción de la identidad
El Complejo Esperanza y los tecno-medios: una relación problemática
Actualización conceptual para el progreso de los centros de detención para menores
Capítulo V
Rompiendo cárceles
Las placas de la vergüenza
El autor rompe sus propias cárceles
Rompiendo las cárceles del corazón
Romper las cárceles del pensamiento
Romper la cárcel que implica una escuela pobre para pobres
Romper la reja del pensamiento que implica la tecnofobia vigente en los centros de detención
Romper la reja que implica la ausencia de Internet en los centros de detención
Romper las cárceles del pensamiento que ha fundamentado la existencia de las cárceles de menores
Romper las cárceles que implica la cultura del descarte
Romper la reja de creer que solo con la legislación se soluciona el problema
Romper la cárcel que implica la lógica del proveedor y transformarla en la lógica del trabajador
Romper la reja comunicacional que genera la geografía carcelaria
El deporte
Romper la cárcel que fabrica el consumo de drogas
Romper las cárceles del pensamiento que implica ver la delincuencia juvenil solo desde las perspectivas psicológicas individuales
Romper la reja del pensamiento que propone como solución bajar la edad de imputabilidad
Romper la reja que fabrica la criminología mediática
Romper la cárcel de la mano dura
Romper la reja que construye la mentira de la imparcialidad de la ley
Romper la reja del imaginario que asocia consumo de droga con delito
Romper la cárcel de que la solución está en encerrarlo al joven sin preguntarse cómo ni para qué
Romper las cárceles que genera la gran similitud entre un centro de detención de adultos y de jóvenes
Romper la cárcel del pensamiento que en los jóvenes implica hacer conducta
Romper la cárcel comunicativa del personal que trabaja con los jóvenes
Romper la cárcel que implica la falta de mística en el personal que trabaja con los jóvenes
Romper la cárcel que fabrica la hegemonía del pensamiento psicológico
Las cárceles que viven los jóvenes
Romper la cárcel del corazón
El joven debe romper la cárcel que le fabrica la tecnología
Romper la cárcel que implica el consumo de drogas
Romper la cárcel del consumo
Romper la cárcel de la violencia como herramienta de solución de conflictos
Romper la cárcel del sin sentido de su vida y el dolor como fuente de sabiduría
Romper la cárcel que implica la lógica del proveedor
Romper la cárcel de la escuela para pobres con alumnos pobres
Romper la cárcel que implica hacer conducta
Romper la cárcel que fabrica el silencio
Las voces de los que no tienen voz
Capítulo VI
Resocializar es COMUNICAR
¿Qué es comunicar?
¿Quién es quién en la comunicación en los centros de detención?
El educador/re socializador: inmigrante digital
El joven privado de su libertad: el nativo digital
El medio de la comunicación
¿Qué vínculo existe entre emoción y razón?
Hacia un resocializador/educador publicitario
Las tecnologías de la comunicación: ¿ángeles o demonios?
¿Qué significa hoy resocializar a un joven infractor de la ley penal?
Epílogo
Bibliografía
EDITORIAL CLARETIANA ES MIEMBRO DE
CLARET PUBLISHING GROUP
BANGALORE • BARCELONA • BUENOS AIRES • CHENNAI • COLOMBO •
DAR ES SALAAM • LAGOS • MADRID • MACAO • MANILA • OWERRI •
SÃO PAULO • WARSAW • YAOUNDÈ
Diseño de apertura de colección: M. Gabriela Tavelli
1.ª edición, octubre de 2019
Todos los derechos reservados
Queda hecho el depósito que ordena la ley 11.723
ISBN 978-987-762-064-1
©Editorial Claretiana, 2019
EDITORIAL CLARETIANA
Lima 1360 - 1138 - Buenos Aires
República Argentina
Tel: 4305-9510/9597 - Fax: 4305-6552
E-mail: contacto@claretiana.org
www.claretiana.org
Digitalización: Proyecto451
Agradecimiento
A Dios Nuestro Señor, que me ha guiado permanentemente en toda mi vida y que me dio momentos de dolor y las fuerzas suficientes para sobrellevarlos y así comprender y disfrutar estar con aquellos que sufren. Viktor Frankl expresó: vivir es sufrir, sobrevivir es encontrarle sentido al dolor
. El dolor vivido con un porqué me facilitó encontrarme y comunicarme con ese hermano que sufre.
Dedicatoria 1
A mis queridos padres, ausentes desde hace varios años, pero siempre presentes por el profundo amor que me dieron y su ejemplo de vida que me marcó para la gran meta de vida: luchar todos los días por ser una buena persona.
Dedicatoria 2
A los muy queridos jóvenes del Complejo Esperanza que me homenajearon con su afecto, respeto y que han sido una gran fuente de sabiduría. El gran esfuerzo que ha significado hacer una tesis de doctorado y este libro es la manera que elegí para homenajearlos y me voy de este libro con la ilusión de despertar otros corazones que los quieran y que luchen por ellos.
Dedicatoria 3
A esa gran cantidad de personas que trabajan silenciosamente en pos de un mundo mejor, de una sociedad más justa para que los que no tienen voz puedan ser escuchados: ‘los héroes anónimos’ de la sociedad. A ellos también les dedico este esfuerzo.
Mención especial
Quiero hacer una mención especial a mi querido amigo Federico Langer que con su gran capacidad intelectual y enorme calidad humana ha transformado mis borradores ilegibles y brutales expresiones de ideas y sentimientos en textos comprensibles y amenos.
PRÓLOGO
El autor es un querido amigo que nos propone repensar el problema del joven infractor a la ley penal desde una perspectiva novedosa y provocativa: romper
las cárceles, tanto las físicas que encierran a nuestros jóvenes, con la falsa esperanza de socializarlos; pero, por sobre todo, las cárceles mentales de los adultos que son las causas de la situación que viven nuestros jóvenes.
Las cárceles que señala Luis Viale más sociales y psicológicas que físicas nos encierran
a todos; en consecuencia, todos somos responsables, tanto en su creación como en su destrucción. La sociedad sufre la cárcel de un sistema político económico que, en aras del progreso, genera la cultura del descarte, tan bien explicitada por el papa Francisco. Cárceles que deben romper la dirigencia política y todos aquellos encargados de diseñar y ejecutar las políticas dirigidas al joven infractor. Las dirigencias social, política, sindical, incluso la religiosa también deben romper cárceles afectivas, intelectuales que en muchas ocasiones son trabas para la mejor calidad de vida de los jóvenes.
Como personas sufrimos de cárceles afectivas e intelectuales. Dime qué deseas y te diré cuáles son tus cárceles en el marco de sociedades modernas que consolidan el modelo existente.
El joven infractor a la ley penal también tiene que romper sus propias cárceles interiores, porque no todos los jóvenes que sufren la brutal exclusión social, económica, educativa que sufren los jóvenes marginales cometen delitos: solo una minoría de este grupo. El joven infractor debe asumir la responsabilidad de sus actos y tenemos que ayudarlo a que lo haga; el joven infractor debe encontrar a la buena persona que existe en todo ser humano y luchar para que esta buena persona sea la que prevalezca en su vida.
Las rejas de metal son las más visibles, pero es la última de una larga serie de cárceles que sufren nuestros jóvenes.
P. José María Di Paola
INTRODUCCIÓN
Un texto que conmueve
En la primera pincelada, el autor rompe la inercia del blanco del papel y queda definida la obra con una expresión contundente: ¿Quién llora a los que lloran?
. Y reflexiona que son pocos, porque el principio de la escasez que rige la cosmovisión económica de la existencia en la sociedad actual esconde la verdadera escasez: falta de ideas y confianza en los jóvenes, que a la postre no genera un afuera
que les permita comprender que la libertad es el don que Dios le dio a las personas para poder independizarse de todas las cadenas y no para forjarlas con mayor rigidez.
Señala el texto que ni la sociedad, ni el sistema, ni los jóvenes quieren el encierro. Este resulta ser una manifestación de una cultura que reniega de la libertad y, con ella, de la vida destacando que, cuando la sociedad encierra a una persona, no solo le cercena la libertad a ella sino a todos.
Al abordar la tecnociencia como una ideología −que, además de consolidar un pensamiento homogéneo conformando un enorme dispositivo que condiciona la libertad, hace de la persona un sujeto, esto es un ente que se encuentra amarrado−, incita a no sucumbir ante la ideología, sino a ensayar un nuevo lugar desde el cual se pueda generar libertad a partir de aquella. Porque no se puede negar que el homo sapiens ha convivido desde siempre con la técnica que, en la actualidad, se presenta con novedades como los cyborg, la promiscuidad entre lo orgánico y lo inorgánico, el intercambio de órganos que es posible por la técnica, etc., y señala que es indispensable la visión ética del desafío.
El enfoque socio-psicológico
cultural de la juventud que se opone al biologicista
como constructor de subjetividades, abre una ventana de discusión sobre la construcción de la juventud
que es una alternativa para no sucumbir en la manipulación de la configuración de ella según parámetros como el sexo, el trabajo, la posición geobarrial, etc.
La segmentando facilita su administración
, en especial a partir de la fuerza policial, con categorías sociales a priori: buenos, malos, lindos, feos, estudiantes, vagos, trabajadores, holgazanes, etc., resumiendo todo en ilicitud o licitud judicial. Se sostiene la pureza de los dispositivos en detrimento de la de la libertad, a pesar de la arbitrariedad e incoherencia de aquellos.
La mano dura
o policialización
del territorio solo consolida el miedo en el que la policía y los políticos que instruyen a estos son los administradores, estigmatizando a los malos y acorralando a los buenos en guetos (villas de emergencias para los primeros y barrios cerrados para los segundos), con una paradoja: los vigilantes son siempre los mismos erigiéndose en los dueños del umbral que se abre entre los dos sectores que les permite deambular más allá del orden. Ellos son los que emiten el bando que a su vez define a los abanderados, a los bandidos y a los abandonados.
La juventud y la ley, señala el texto, se elaboran a partir de los datos que generan los medios que no son suficientes ni exactos, porque responden a la necesidad de mantener el sistema comunicacional mediático. A partir de ellos se desarrollan los debates, los informes, los planteos sociales, las políticas públicas, procesos que terminan en la sanción de las leyes que en general giran alrededor de la idea de mano dura
.
Como dice el autor, la energía que mueve las ideas no son la razón, la prudencia, la ponderación, sino circunstancias emocionales y viscerales que vuelve al punto de partida ancestral: la venganza, la ley del talión, diente por diente, ojo por ojo, con la crueldad consiguiente y sin reparar en que el principio de la dignidad humana encuentra su sustento en el amor cívico, consecuencia de la vocación relacional del ser humano, y no en la violencia de las bestias.
La reflexión sobre el estado de derecho también resulta otro acicate para la reflexión, porque es cierto que el estado de derecho es el reflejo del orden jurídico del pacto social sobre el que se sustenta la armonía social que se ajusta a la dinámica de la