El "negro" de la pluma blanca
()
About this ebook
Un famoso escritor aparece muerto en una habitación del hotel en el que acaban de proclamarle ganador de la última edición del premio Alcione. A pesar de que todos los indicios apuntan al suicidio, la policía investiga en el entorno del escritor.
José Gurpegui
José Gurpegui Illarramendi (San Sebastián - Gipuzkoa) es un escritor independiente autor de numerosas novelas. Si bien sus actividades creativas, como el cine, la fotografía y la escritura narrativa comenzaron en su juventud, no es hasta comienzos de este siglo, cuando, sumándose al auge de los medios digitales de comunicación, publica sus trabajos literarios cuyo estilo satírico, se manifiesta plenamente a través de los protagonistas de sus novelas.
Read more from José Gurpegui
La gata de Beirut Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEn cuanto llegues escríbeme Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Extraño Viaje De Un Dedo Erecto Rating: 5 out of 5 stars5/5Los crímenes del servicio de habitaciones Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Barón alquilado Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa maldición del Tumi Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMi Querida Ministra Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Muerto Del Faro Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsComplot en el Egeo Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMatalaspenas Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Ovillo De Ariadna Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Mayordomo De Mayfair Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsPortobelo Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsSecuencia inversa Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Encanto De Nicasia Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Clan Oxford Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Gafe De Embajadores Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsNostalgia Derrochada Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsAl servicio de Yvette Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Hotel De Las Salamandras Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl Camarote De La Armadora Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsTres Periquitos Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsVer París y morir Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsDelirio fatuo Rating: 0 out of 5 stars0 ratings
Related to El "negro" de la pluma blanca
Related ebooks
Anfiteatro Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsRegreso al planeta de los simios: (Una novela de intriga en la España de VOX) Rating: 2 out of 5 stars2/5El Postigo del Aceite Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMe Llaman Korney Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLluvia del norte Rating: 5 out of 5 stars5/5Una vida de película Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsStargazer: Una sátira rock: Libro I Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsTeoría y práctica del amor Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl último diario de Tony Flowers Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLeyendas Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMafia mexicana Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl muerto que sonreía a la luna Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsQuerido Serrat Rating: 4 out of 5 stars4/5El Palacio del Porno Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsBye Camaradas Rating: 5 out of 5 stars5/5Retrato Underground Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMaestros de la Prosa - Arthur Conan Doyle Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl último mono: Una experiencia televisiva Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsMuerto Que Habla: Y otros relatos del comisario Sensi Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsEl gran Meaulnes Rating: 5 out of 5 stars5/5Novelistas Imprescindibles - Anatole France Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa conexión maltesa Rating: 4 out of 5 stars4/5Trifulcas y peloteras Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsCuentos de soldados y civiles Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsViajes en el tiempo: Piloto Jim Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsCartas a una revista pornográfica viuda Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsVenganza de la colonia Dificultades políticas durante los primeros años de la República Mexicana Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa décima pista Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsCabezas: Pensadores y Artistas, Políticos Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsLa diplomacia real. Los viajes a México de Juan Carlos I, rey de España (1978-2002) Rating: 0 out of 5 stars0 ratings
Mystery For You
Historia de un crimen perfecto Rating: 5 out of 5 stars5/5El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (ilustrado) Rating: 4 out of 5 stars4/5Cuentos de terror Rating: 5 out of 5 stars5/5La abadía de Northanger Rating: 4 out of 5 stars4/5La Mentira Perfecta (Un Thriller de Suspense Psicológico con Jessie Hunt—Libro Cinco) Rating: 5 out of 5 stars5/5Las siete muertes de Evelyn Hardcastle Rating: 5 out of 5 stars5/5Historias extraordinarias Rating: 4 out of 5 stars4/5El Tipo Perfecto (Thriller de suspense psicológico con Jessie Hunt—Libro Dos) Rating: 3 out of 5 stars3/5La Llamada de Chtulhu Rating: 4 out of 5 stars4/5La Casa Perfecta (Un Thriller de Suspense Psicológico con Jessie Hunt—Libro Tres) Rating: 5 out of 5 stars5/5Ánima Sola Rating: 4 out of 5 stars4/5Obsesión fatal. Un misterio apasionante perfecto para todos los lectores de novela negra Rating: 5 out of 5 stars5/5La chica que se llevaron (versión latinoamericana) Rating: 5 out of 5 stars5/5Entre en… los misterios de la numerología Rating: 4 out of 5 stars4/5La caja de bombones Rating: 5 out of 5 stars5/5Si Ella Supiera (Un Misterio Kate Wise —Libro 1) Rating: 5 out of 5 stars5/5La sombra sobre Innsmouth Rating: 5 out of 5 stars5/5Colección de Sherlock Holmes: Clásicos de la literatura Rating: 4 out of 5 stars4/5La Esposa Perfecta (Un Thriller de Suspense Psicológico con Jessie Hunt—Libro Uno) Rating: 4 out of 5 stars4/5La dama de blanco: Clásicos de la literatura Rating: 4 out of 5 stars4/5Diez negritos Rating: 0 out of 5 stars0 ratingsAventuras de Sherlock Holmes Rating: 5 out of 5 stars5/5Asesinato en el Canadian Express Rating: 3 out of 5 stars3/5La última jugada Rating: 4 out of 5 stars4/5La chica sola (Un thriller de suspense FBI de Ella Dark – Libro 1) Rating: 4 out of 5 stars4/5La lista de invitados Rating: 4 out of 5 stars4/5El secreto de Tedd y Todd (Precuela de La prisión de Black Rock) Rating: 4 out of 5 stars4/5Cristales Sanadores: Evidencia Científica Rating: 2 out of 5 stars2/5La letra escarlata Rating: 3 out of 5 stars3/5La chica del tren Rating: 0 out of 5 stars0 ratings
Reviews for El "negro" de la pluma blanca
0 ratings0 reviews
Book preview
El "negro" de la pluma blanca - José Gurpegui
El negro
de la pluma blanca
José Gurpegui
Copyright © 2015 José Gurpgui Illarramendi
Todos los derechos reservados
Portada: Zizahori
Los personajes, nombres y lugares citados en esta novela, corresponden a la ficción literaria. De existir coincidencias con la realidad, deberá entenderse como fruto de la casualidad. Asimismo, las referencias históricas, literarias o cinematográficas o de cualquier otra índole, fueron utilizadas únicamente para contextualizar las narraciones, dentro de los periodos de tiempo en que se desarrollan.
Autor
Contents
Title Page
Copyright
Epigraph
Premio
Marina
Pesquisas
Tertulia
Pacto
Madrid
Noticia
Serrano
Intriga
Bohemia
Helena
Acuerdo
Cosas
Sierra
Cenizas
Libro
Sospecha
Pendrive
Zoológico
Pluma
Premio
El tipo de la camisa rosa y corbata granate que gesticulaba ostensiblemente con sus brazos en el bar, consiguió finalmente dar un manotazo a mi café con leche cuando me lo iba a llevar a la mesa.
—«Lo siento» —se azoró.
Sus disculpas las dirigió; a mí, por haberme dejado sin desayuno y a la señora que estaba sentada muy próxima al suceso en compañía de su nieto, porque faltó poco para que escaldara al pobre crío. Afortunadamente llevaba puesto un casco de romano, pero a pesar de ello, el niño no nos eximió de soportar su pataleta por haberle estropeado el disfraz que le habían traído los Reyes Magos.
El patoso ofreció resarcirnos. A punto estuve de mandarle a la mierda, pero me consolé al escuchar la bronca que le estaba echando la abuela del crío, quien, además, y por lo que pude oír, era una de las afectadas por la mala praxis de una entidad bancaria de la que, el de la camisa rosa, era director de una de las sucursales que estaba próxima a la cafetería.
Finalmente, el asunto quedó zanjado; no ese, sino el del mojón al niño. El bancario le dio veinte euros a la abuela para que le comprara otro disfraz, en el bazar chino de al lado. En cuanto a mí, la indemnización consistió en un capuchino, cruasán con mermelada, y me cedió su periódico para que le echara un vistazo, porque el del establecimiento lo secuestraba durante dos horas el jubilado de todos los días, que hacía el crucigrama y además recortaba el cupón de la cartilla para la colección de figuritas en porcelana del Real Madrid.
Me senté junto a la ventana, eché un rápido vistazo a los titulares. Como de costumbre, salté las páginas de política, economía y deportes, para centrarme en la de cultura. Lo único que me interesaba, era el reportaje de la entrega de los premios Alcíone de novela.
Sentía cierto morbo, lo reconozco. Sabía quiénes eran los vencedores y los finalistas, pero quería ver la sonrisa hipócrita del presidente de la editorial entregando el primer premio a un tipo que, desde hacía años, no había esbozado una mueca de simpatía, excepto cuando tenía una botella de vodka delante de su nariz.
Allí estaba, levantando con gesto cansino la estrella de oro, símbolo de la editorial que patrocinaba anualmente el premio literario. Mientras la sostenía con una mano, y con la otra exhibía el cheque gigante en el que podía leerse perfectamente la cifra de quinientos mil euros.
—¡Lo conseguiste cabronazo! —exclamé precisamente cuando el niño del disfraz de romano iba a darme una estocada vengativa con el gladio de plástico.
—¡Este niño…! —se quejó falsamente la abuela mientras lo desarmaba y zarandeaba con poco fuste y sin convencimiento.
Mientras observaba aquella foto, me imaginaba ocupando su lugar y seguí tragando aquel enorme sapo, uno de los mayores que había tenido que comerme durante casi treinta años, los mismos desde que lo conocí.
—Cabronazo —mascullé.
Me levanté, fui hasta el manazas que había pringado al niño y le devolví el periódico, dejándolo en la barra a un metro de él. Me encontraba tan cabreado después de haber visto aquella foto, que ni siquiera le dirigí la palabra al bancario de la camisa rosa.
—¡De nada, simpático!
Quizás pretendía que se lo agradeciese. Pero yo no estaba para cumplidos en ese momento. Ni siquiera miré su cara estigmatizada por el bíblico plato de lentejas, o lo que es lo mismo: de pringado. Debió darse cuenta de mi desprecio, porque incluso siguió lanzándome falsos requiebros que pretendían responder al casticismo sainetero, pero no destacaron más allá de la chabacana y torpe ironía.
No entré al trapo y salí a la calle. En el ambiente pesaba el final de las vacaciones de Navidad ya generalizadas y extendidas hasta después de Reyes. Se veían caras largas, gestos nerviosos, pasos apresurados, autobuses exhalando gases, taxistas tocando el claxon… El ruido se ha convertido en la contraseña del trabajo en las ciudades. Afortunadamente en el campo, que se trabaja mucho más, reina el silencio.
Eran las 9:30 del miércoles 7 de enero de 2011. Dos grados centígrados. Lo indicaba intermitentemente la cruz verde de la farmacia próxima a la editorial Alcíone. Todos los días doblaba esa esquina para acudir a mi trabajo. Soy uno de esos que llaman guardianes de las cinco ces; esos que deben cuidar de que todo sea claro, correcto, conciso, comprensible y coherente. Un copyediting; aunque en realidad, mi trabajo va más allá de la corrección de estilo, pero esos detalles dejémoslos para después.
Al aproximarme, vi dos coches de la policía aparcados frente al edificio. No me resultó extraño: desde hacía algún tiempo, la editorial estaba siendo objeto de amenazas y la policía hacía sus rondas para preguntar novedades a los guardas de seguridad, pero a medida que me iba acercando comencé a preocuparme; sobre todo cuando vi salir, junto a otra compañera, a la asistente de dirección con el rostro desencajado. Iba a saludarla, pero aceleraron el paso y entraron apresuradamente en la cafetería que está junto al edificio. Estuve tentado de pedirle explicaciones; no me gusta que una persona a la que veía y saludaba prácticamente todos los días, me dejase plantado de esa manera, pero enseguida comprendí que la reacción de Carmen podía deberse a la ofuscación producida por algún suceso desdichado que tarde o temprano conocería, como así fue.
Entré en el edificio, y observé a varios agentes uniformados y un paisano mal encarado, vestido con tejanos planchados y un tabardo oscuro, que se despedía en ese momento de José Luis Sainz, el director de la editorial. Me crucé con el supuesto policía y nuestras miradas chocaron una contra otra compitiendo en dureza. Ganó la de él. La mía abandonó para refugiarse en el escote de la recepcionista. Alcancé la puerta del ascensor y a través del reflejo en los cristales laterales, comprobé que el tipo del tabardo oscuro abandonaba el edificio seguido de su cohorte de agentes uniformados.
Mientras esperaba a que bajara el ascensor, observe, por el mismo procedimiento, a Sainz acercándose. Me fijé en la expresión de su cara y me recordó a la de su secretaria cuando me crucé con ella. Sainz era un tipo enfermizo que acusaba varias patologías, tanto físicas como psíquicas, pero nunca le había visto tan pálido y en ese estado de abatimiento.
—¿Ocurre algo? —le pregunté.
—No te lo vas a creer —jadeó.
—Como no me lo cuentes…
—Ha estado la policía —intentó recuperar el resuello.
—Lo sé, acabo de verlos.
—¡Han encontrado a Eugenio muerto!
Me quedé paralizado por la impresión.
—¿Muerto?, no puede ser.
—Lo ha encontrado una camarera en una de las habitaciones del hotel donde se celebró la cena de gala para la entrega de los premios.
—¿Se alojaba allí?
—Según la policía, llevaba hospedado una semana en el hotel.
—¿Estaba solo?
—El conserje ha declarado que le visitaban