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Cómo criar niños que oran: Enseñe a su familia el poder de la oración
Cómo criar niños que oran: Enseñe a su familia el poder de la oración
Cómo criar niños que oran: Enseñe a su familia el poder de la oración
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Cómo criar niños que oran: Enseñe a su familia el poder de la oración

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About this ebook

¿Lo intimida el concepto de enseñarle a sus hijos a orar? ¿Quiere establecer en su hogar una cultura de oración, pero simplemente no sabe cómo?

No se angustie más. ¡No está solo!  Este libro lo ayudará a desmitificar la oración, ser alentado como padre y aprender consejos útiles para hacer justo eso.

En Cómo criar niños que oran el Dr. David Ireland brinda un marco de referencia que eleva su vida de oración como padre, mientras usted al mismo tiempo le comparte los secretos de oración a sus pequeños para que ellos también puedan convertirse en gigantes espirituales a lo largo del tiempo.

Esto es lo que puede esperar:
  • Consejos prácticos de paternidad relacionados con la oración para comprender el desarrollo de su hijo.
  • Pasos a tomar fáciles de llevar a cabo,al final de cada capítulo.
  • Oraciones sencillas con las que puede comenzar a orar con  y por su hijo.
  • Diecisiete ejercicios de oración que cualquier padre e hijo pueden practicar juntos
Este podría ser el libro de paternidad más importante que quizá lea jamás,  No hay un mayor regalo que le pueda dar a su hijo que inculcarle fuerte hábitos de oración que durarán toda una vida.  
LanguageEspañol
Release dateAug 23, 2016
ISBN9781629990064
Cómo criar niños que oran: Enseñe a su familia el poder de la oración
Author

David D. Ireland

David Ireland is the lead pastor of Christ Church, a multi-site, multiracial congregation in northern New Jersey. When he founded the church in 1986, it had six members. Today it has a congregation of 8,000 representing over sixty nationalities. Ireland serves as a diversity consultant to the National Basketball Association and also leads chapel services for the New York Giants, New York Jets, and the U.S. Pentagon. He has written over twenty books and appeared on The Dr. Phil Show, CBS Evening News, and The 700 Club.

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    Cómo criar niños que oran - David D. Ireland

    cumplan.

    Capítulo 1

    EL PODER DE UN PADRE QUE ORA

    YO APENAS TENíA doce años. Nunca había visto antes a alguien tan enfermo. Mi abuelo paterno estaba en su lecho de muerte. El lado izquierdo de su cuerpo estaba paralizado a causa de una embolia severa. Como no podía hablar, señaló la cajonera cercana con el brazo que le funcionaba. Había cuatro Biblias negras apiladas una sobre la otra. La enfermera las trajo. Aparentemente él quería ser quien le diera los libros a cada uno de sus nietos. Por orden de nacimiento mis hermanos y yo nos acercamos a un lado de su cama. Yo fui el tercero.

    Yo estaba terriblemente asustado. Tan cerca y personal, la muerte no se parecía nada a como se veía por televisión. Su rostro ausente, cenizo, había perdido su brillante y vivo color marrón natural. Sus ojos eran grisáceos y turbios. Me acerqué lentamente a él, tratando de retrasar el momento de encuentro todo lo que pudiera. Yo estaba realmente asustado. Recuerdo que mi papá me empujó hacia adelante a través de poner su mano abierta en el centro de mi espalda. Me resistí un poco, pero su fuerza probó ser demasiado qué batallar. Su discreto empujón me llevó rápidamente al lado de su padre.

    Con su mano derecha mi abuelo me entregó su apreciado regalo. Él solo podía hablar a través de expresiones de sus ojos nublados y difíciles movimientos faciales. No creo haber visto una Biblia antes de ese día, ni tenía un marco de referencia—ni reverencia—por lo que significaba. El pesado fajo de páginas encuadernadas en piel era claramente muy importante para él. Pero para mí, era solo un libro; un libro negro de pasta dura. Murió unos días después.

    La experiencia para mí no significó nada. Como no teníamos una relación, ese intercambio en su lecho de muerte fue la primera vez que lo vi. En mi mente de doce años, el padre de mi papá simplemente había muerto. Ni siquiera lo personalicé como mi abuelo porque ese fue nuestro único contacto el uno con el otro. Cuando volví a casa, recuerdo haber puesto la Biblia en el último cajón de mi vestidor. No la volví a abrir hasta que cumplí veinte años.

    Esa fue la edad en la que nací de nuevo. Mi conversión sucedió poco después de mi graduación de la universidad. Estaba viviendo en un dormitorio en Nueva Jersey, que parecía estar a mundos de distancia de mi familia y el hogar de mi niñez en Queens, Nueva York. Regresé a casa para un corto descanso de verano antes de continuar con el posgrado. Por alguna razón necesitaba algo del último cajón. Al abrirlo, la Biblia me miró a la cara. Ahora significaba todo para mí. Esta era la carta de amor de Dios para la humanidad. Era mi mapa para cada aspecto de la vida y de la fe. Si iba a crecer en Cristo, este libro debería convertirse en mi compañero. Lentamente lo abrí. La inscripción me golpeó como una tonelada de ladrillos. Decía: Para David del Abuelo. Al leerlo y releerlo, no podía sacudirme el poder de esta sencilla declaración. Mi abuelo, a quien solamente conocí en su lecho de muerte, pensó lo suficiente en mí como para dejarme un legado invaluable: fe en Dios.

    No me dejó dinero. No me dejó un terreno. Me dejó algo mucho más valioso. Me dejó un legado espiritual; una manera de conectarme con Dios.

    Este es el papel principal de un padre y de un abuelo. Debemos dejar un legado espiritual a nuestros hijos. ¿Qué mejor legado que una buena vida de oración?

    Si puede dejarles a sus hijos dinero como herencia, déjeselos. Si puede dejarles una propiedad, hágalo sin falta. Pero sobre todo, deles el obsequio de una fe inconquistable, un impulso imparable y una pasión insaciable de servir a Jesucristo. ¡Déjeles a Dios como legado!

    UN PADRE QUE ORA

    El apóstol Pablo tenía que señalar el legado espiritual de Timoteo. Era una parte vital de quién era. Lo ayudó a definirlo como hombre, como seguidor de Cristo y como un apóstol emergente. Las acciones de Timoteo instaron a Pablo a escribir: Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido (2 Timoteo 1:5, NVI). El joven Timoteo se volvió el recipiente de un legado que había pasado de una generación a otra. Dos generaciones de mujeres de oración lo moldearon de dentro hacia

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