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Doce años en el infierno con las Farc
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Doce años en el infierno con las Farc

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Doce años en el infierno con las Farc, recopila y graba para la memoria histórica colombiana, el espontáneo y estremecedor testimonio de Johny, exguerrillero que militó trece años en las Farc. Su relato, describe las crueles vivencias de un campesino huilense, quien engatusado, abandonó el hogar materno al inicio de la adolescencia, por ingresar a las filas de la agrupación terrorista más antigua de Latinoamérica.
Así mismo, este relato consolida el dramático torrente de macabros hechos que articulan la realidad oculta o disfrazada, de lo que a diario ocurre dentro de los férreos sistemas leninistas, verbigracia el cultivado desde el nacimiento de las Farc por su inspirador, el sindicalista petrolero y miembro del Comité Central del Partido Comunista Colombiano, Luis Alberto Morantes, conocido en las guerrillas con el mote de Jacobo Arenas.
El trasiego por la vida del relator un terrorista desmovilizado de las Farc, refleja perfiles insospechados de la guerra revolucionaria que asedia a Colombia desde la década de 1960, producto de la audaz dirección de Tirofijo o Manuel Marulanda Vélez, agravada por la corrupción de muchos dirigentes políticos que por acción u omisión, han permitido que las agresiones narcoterroristas lleguen a extremos de barbarie, no obstante el ingente y abnegado sacrificio de los soldados, para defender el sistema democrático vigente en Colombia.
La crueldad criminal de las Farc, grupo terrorista en el que 40% de sus integrantes reclutados entre imberbes campesinos de apariencia inofensiva, descrita con amplitud y precisión por Johny, desenmascara la flagrante violación a la normativa del Derecho Internacional Humanitario, a la par con la comisión de reiterativos delitos y actos de horror, señalados en todo el planeta como ataque contra los derechos humanos de víctimas actuales y potenciales.
Por las páginas de Doce años en el infierno con las Farc, escrito en primera persona para conservar la carga emocional de la dantesca revelación, desfilan el sicariato en nombre de la revolución socialista armada, el secuestro, el reclutamiento de menores, el narcotráfico, el terrorismo, las masacres, las mentiras derivadas de la dialéctica marxista-leninista, los sólidos nexos de los dirigentes comunistas locales y nacionales con su brazo armado, la ambición final de los guerrilleros, la ingenuidad de los colombianos que creen en la paz bonachona, y la evidente estrategia integral de las Farc en pos de la toma del poder político, mediante la combinación de todas las formas de lucha, articuladas a su Plan Estratégico.
Además de esto, los juicios sumarios mediante tramas urdidas producto de chismes y consejas, el nulo concepto del valor de la mujer como ser humano, los abortos forzados, la eliminación silenciosa de compañeros heridos, como condiciones internas características de las Farc; son preocupantes signos de degradación del conflicto, y, desconocimiento tanto de las leyes de la guerra como de los derechos fundamentales de la población civil, por la que las Farc dicen hacer la lucha armada.
La publicación anterior de cuatro tirajes con más de 40.000 ejemplares de esta obra, sumada a otros diez mil traducidos al idioma inglés bajo el título In Hell, demuestran el nivel del impacto psicológico que causa entre los lectores esta crónica de terror, narrada con sensatez por el criminal arrepentido, cuyo contenido ha sido tomado como base para una película por parte de una casa cinematográfica en Hollywood-California.
Que sea el lector quien juzgue y emita el veredicto acerca de esta cruda realidad, pues la guerra continua, mientras que miles de Johnys permanecen empantanados en el fango de la violencia fratricida.

LanguageEnglish
Release dateApr 17, 2020
ISBN9780463773277
Doce años en el infierno con las Farc
Author

Luis Alberto Villamarin Pulido

Luis Alberto Villamarín Pulido, natural de Fusagasugá - Cundinamarca, coronel retirado del Ejército colombiano, con 25 años de experiencia militar (1977-2002), más de la mitad de ellos dedicado a las operaciones de combate contra grupos narcoterroristas en Colombia, y después de su retiro del servicio activo, profuso investigador de temas relacionados con la geopolítica del Medio Oriente, el Asia Meridional y el continente americano; el terrorismo internacional islámico y comunista, historia y proyección estratégica de grupos islamistas como Al Qaeda, Isis, Hizbolá, el conflicto árabe israelí y la Primavera Árabe, así como la amenaza nuclear del régimen chiita de Teherán.Sus obras Narcoterrorismo la guerra del nuevo siglo, Conexión Al Qaeda, Primavera Árabe: Radiografía geopolítica del Medio Oriente, ISIS: la máquina del terror yihadista, el Proyecto Nuclear de Irán y Martes de Horror (atentados terroristas del 9-11), son referentes para el estudio, conocimiento de la complejidad política, geopolítica y geoestratégica del convulso Medio Oriente.Algunas de sus obras han sido traducidas a inglés, francés, alemán, portugués y polaco. Su libro En el Infierno traducido a inglés como In Hell, es base para una película en Hollywood-California, y los demás textos son utilizados como material de estudio en diversas universidades del mundo.

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    Doce años en el infierno con las Farc - Luis Alberto Villamarin Pulido

    Nota introductoria

    Doce años en el infierno con las Farc, recopila y graba para la memoria histórica colombiana, el espontáneo y estremecedor testimonio de Johny, exguerrillero que militó trece años en las Farc. Su relato, describe las crueles vivencias de un campesino huilense, quien engatusado, abandonó el hogar materno al inicio de la adolescencia, por ingresar a las filas de la agrupación terrorista más antigua de Latinoamérica.

    Así mismo, este relato consolida el dramático torrente de macabros hechos que articulan la realidad oculta o disfrazada, de lo que a diario ocurre dentro de los férreos sistemas leninistas, verbigracia el cultivado desde el nacimiento de las Farc por su inspirador, el sindicalista petrolero y miembro del Comité Central del Partido Comunista Colombiano, Luis Alberto Morantes, conocido en las guerrillas con el mote de Jacobo Arenas.

    El trasiego por la vida del relator un terrorista desmovilizado de las Farc, refleja perfiles insospechados de la guerra revolucionaria que asedia a Colombia desde la década de 1960, producto de la audaz dirección de Tirofijo o Manuel Marulanda Vélez, agravada por la corrupción de muchos dirigentes políticos que por acción u omisión, han permitido que las agresiones narcoterroristas lleguen a extremos de barbarie, no obstante el ingente y abnegado sacrificio de los soldados, para defender el sistema democrático vigente en Colombia.

    La crueldad criminal de las Farc, grupo terrorista en el que 40% de sus integrantes reclutados entre imberbes campesinos de apariencia inofensiva, descrita con amplitud y precisión por Johny, desenmascara la flagrante violación a la normativa del Derecho Internacional Humanitario, a la par con la comisión de reiterativos delitos y actos de horror, señalados en todo el planeta como ataque contra los derechos humanos de víctimas actuales y potenciales.

    Por las páginas de Doce años en el infierno con las Farc, escrito en primera persona para conservar la carga emocional de la dantesca revelación, desfilan el sicariato en nombre de la revolución socialista armada, el secuestro, el reclutamiento de menores, el narcotráfico, el terrorismo, las masacres, las mentiras derivadas de la dialéctica marxista-leninista, los sólidos nexos de los dirigentes comunistas locales y nacionales con su brazo armado, la ambición final de los guerrilleros, la ingenuidad de los colombianos que creen en la paz bonachona, y la evidente estrategia integral de las Farc en pos de la toma del poder político, mediante la combinación de todas las formas de lucha, articuladas a su Plan Estratégico.

    Además de esto, los juicios sumarios mediante tramas urdidas producto de chismes y consejas, el nulo concepto del valor de la mujer como ser humano, los abortos forzados, la eliminación silenciosa de compañeros heridos, como condiciones internas características de las Farc; son preocupantes signos de degradación del conflicto, y, desconocimiento tanto de las leyes de la guerra como de los derechos fundamentales de la población civil, por la que las Farc dicen hacer la lucha armada.

    La publicación anterior de cuatro tirajes con más de 40.000 ejemplares de esta obra, sumada a otros diez mil traducidos al idioma inglés bajo el título In Hell, demuestran el nivel del impacto psicológico que causa entre los lectores esta crónica de terror, narrada con sensatez por el criminal arrepentido, cuyo contenido ha sido tomado como base para una película por parte de una casa cinematográfica en Hollywood-California.

    Que sea el lector quien juzgue y emita el veredicto acerca de esta cruda realidad, pues la guerra continua, mientras que miles de Johnys permanecen empantanados en el fango de la violencia fratricida.

    El Autor

    Capítulo I

    Niñez inmersa en el sicariato comunista

    Doce, casi trece años de militancia guerrillera en diferentes estructuras de las Farc, trasegando por campos, ciudades, caminos, veredas, selvas y montañas, dejaron profundas huellas en mi ser. Tal vez los sucesos aquí relatados justifiquen la forma sangrienta como ingresé, permanecí y escapé del grupo guerrillero.

    Inválido, agobiado por la indoblegable tendencia al alcoholismo, sin otro recurso a mano útil, que sincerar mi alma ante aquellos escépticos que atónitos leerán este testimonio, o ante los guerrilleros que intentaron matarme, queda la constancia histórica de lo que significa para una criatura del universo, cometer atrocidades contra la especie humana, sin otra fórmula de juicio que el arrepentimiento ante Dios y ante los hombres, en espera que las justicias humana y divina, sean exactamente lo que contiene su filosofía: justas con este pecador.

    No pido clemencia. Tampoco, pretendo desprestigiar la guerrilla persé. Ni aspiro a ganar indulgencias con camándula ajena.

    De todo corazón quiero aportar un grano de arena colmado de sinceridad, para que de una vez por todas, se destapen las verdades acerca de todas las violaciones a los derechos humanos de las víctimas actuales y potenciales que cometen las Farc contra el campesinado, la gente pobre a la que arguyen defender, los ganaderos, los agricultores, las gentes comunes y corrientes, los mili-tares, los policías y en especial la guerrilla que se devora a sí misma.

    Deseo hablar tan fuerte, para que mi clamor sea escuchado en todos los campamentos guerrilleros que hay en Colombia. Para que la guerrillerada de las Farc en armas o las redes de apoyo a estos grupos, se reconcilien con Dios y con los hombres, para que Colombia sea un país digno de habitar, para que no se sieguen más vidas de personas con vitalidad potencial para producir la ansiada riqueza que elimine la pobreza estructural, pero en especial para que el oscuro contubernio de la política extremista con el dinero del narcotráfico, no manche con más sangre el destino colombiano, a nombre de una revolución imposible y demencial.

    Fui sicario y asesino por temor a morir. Maté seres humanos para sobrevivir, pero no del Ejército ni de la oligarquía, que de acuerdo con las teorías leninistas eran mis enemigos de clase. No, no, no fue así... Maté congéneres, para sobrevivir de las peligrosas tramas que a diario urde la guerrilla, donde los fantasmas de la traición y la delación rondan por doquier.

    Aspiro encontrar comprensión, respuesta difícil dentro de una sociedad signada por el egoísmo, pues creo que para relatar vivencias reales e irrefutables, estoy contribuyendo con sensatez para que los colombianos conozcan de cerca el fondo del problema de la guerrilla, para que muchos incautos hasta ahora engatusados, no ingresen a las Farc, para que la historia se escriba con imparcialidad, con base en los testimonios de quienes somos sus arquitectos, desde la posición crítica neutral y no amañados por que la mentira es débil y endeble.

    Este escrito no es un relato ficticio, ni una novela, ni un documento generado por intereses vengativos, aunque existen suficientes motivos para hacerlo. Al contrario los párrafos venideros combinan elementos puntuales de confesión voluntaria libre de presiones, memorias, críticas y reconstrucción histórica de mi experiencia como integrante de las Farc.

    A lo largo del testimonio, narro hechos reales que dan la pauta para entender los caudales de la creciente violencia comunista que desde hace más de cincuenta años azota al país.

    Este amargo pasaje de mi existencia, narra cómo por extrañas circunstancias del destino, dejé de ser un niño protegido y nacido en el seno de una familia dotada con las comodidades normales, propias de la clase media colombiana.

    En resumen: con tan solo trece años de edad, y, desde los tres primeros días de militancia subversiva, convertí en un homicida con sed delictiva.

    Soy hijo de una laboriosa campesina ama de casa y de un honrado agricultor, quien fue asesinado como consecuencia de los odios entre liberales y conservadores. De él recuerdo muy poco. Sé que fue un hombre altivo y serio, que pagó con la vida el precio de su credo político.

    Para completar la desgracia de mi orfandad, años más tarde cuando ya había abandonado la organización armada, en retaliación porque deserté de las Farc, mi madre fue asesinada por los mismos guerrilleros que con engaños y artilugios me incorporaron al movimiento subversivo.

    Para entrar en materia, empiezo por relatar, que nací el 16 de mayo de 1969 en el municipio de Colombia en el Departamento del Huila y que estudié cuatro años de educación primaria en una escuela pública.

    Fui un alumno común y corriente, de aquellos que sin mayores contratiempos ni problemas, cumplió las labores académicas, pero que además, debido a la marcada influencia de las noticias radiales o televisadas, llegó a emocionarse y soñar con ser el émulo de ciclistas de la talla de Rafael Antonio Niño, Martín Emilio Cochise Rodríguez, José Patrocinio Jiménez o Alfonso Flórez, quien ganó en 1980 la competencia internacional del Tour de L’Avenir en Francia.

    En aquella época yo aspiraba ser alguien importante en el mundo de los mortales, para dejar atrás la monotonía de la vida rural, causa y razón de muchas de las complejas oleadas de violencia que han sacudido al país desde su nacimiento como república independiente.

    Atraído por lo que escuchaba en la radio o veía en la televisión de las noticias deportivas, soñé ser campeón mundial de ciclismo. Sueños y aspiraciones, eran fundidos con ilusorio pedaleo sobre una deteriorada bicicleta semi-carreras. Empeñado en descollar como deportista, desfogué ímpetus de competidor con aspiraciones sobre las carreteras del Huila.

    Participé en una clásica prejuvenil de ciclismo celebrada en los alrededores del municipio de Gigante, entre el 23 y el 26 de septiembre de 1981. Ocupé el tercer lugar de la clasificación general. Como premio al esfuerzo realizado, recibí un trofeo que quedó para siempre en la casa materna, el cuál debe haber sido motivo de orgullo para mi mamá durante tantos años de doloroso alejamiento y separación, que por desgracia también fueron los últimos de su existencia.

    Los organizadores del torneo ciclístico, exigieron que para participar en futuras competiciones, debería tener una bicicleta de carreras, pero mi mamá no tuvo la facilidad, y quizás, ni el deseo de comprarla, pues ella pensaba que el futuro de sus hijos estaba en las aulas de clase de bachillerato y no sobre los pedales de una bicicleta.

    Enfrascado en una polémica que estaba perdida de antemano, terminé el cuarto año escolar y viajé a mediados de noviembre de ese mismo año, para pasar vacaciones en una finca de nuestra propiedad ubicada en la vereda Galilea de Colombia-Huila. Dicho viaje, sería la antesala de una indescriptible odisea. El espeluznante drama de mi existencia comenzó a gestarse a las diez de la mañana del seis de diciembre de 1981, cuando tres guerrilleros llegaron sin ser invitados al patio de la casa de campo en Galilea.

    Los recién llegados se identificaron como Darwin, Duvar y Marleny, integrantes de la compañía Isaías Pardo del Frente 17 de las Farc. Atento, les ofrecí agua de panela que bebieron de buena gana. Gustosos, los tres jóvenes tomaron asiento en sendas butacas, e iniciaron a asear las armas. Sin mayor problema, ellos permitieron que yo las manipulara. Aprovecharon la ocasión para enseñarme a diferenciar una carabina .30, un fusil G-3 y una subametralladora MP-5.

    Con el paso del tiempo, concluí que aquel bonachón muestreo con la generosa explicación, era un acto premeditado para inducir y acelerar mi incorporación al grupo guerrillero.

    Varias veces, Marleny repitió la tendenciosa invitación para ir con ellos al monte e inclusive adujo:

    —Edinson: Ingrese a las Farc. No se arrepentirá. Es algo bueno. Los jóvenes de su edad incorporados al movimiento armado son el futuro del país. Para el año 2000 tendrán 30 años, la mejor edad del ser humano. Mire y analice nada más este ejemplo. La guerra es tan comprometedora que para venir a guerrear en el monte, dejé en Puerto Toledo a mi hija Mariluz de tan solo tres años y medio de edad—

    Los atractivos ofrecimientos eran un mar de bondades premeditadas, adornadas con frases de cajón preparadas para reclutar un ingenuo joven más. En ese momento ninguno de los tres guerrilleros, contó cuál es la verdad de la desgraciada y dramática existencia que vive cualquier miembro de las Farc en la selva o la montaña.

    Tampoco sospeché ni imaginé cómo durante casi trece años de turbulencia existencial, cambiaría la vida de un niño que de ciclista soñador, se convirtió en sicario al servicio de un partido político y de una organización fuera de la ley.

    Tan fortuita vinculación con las Farc, fue una desafortunada revancha contra el destino que obstaculizó el juvenil deseo de alguien, que quería ser importante entre los colombianos.

    Es probable que la ingenuidad proporcional a la temprana edad de doce o trece años, complementada con anhelos de ser famoso o admirado, y en cierto modo de vengar la muerte de mi padre, más las tentadoras ofertas de los tres guerrilleros, me indujeron a ingresar engañado al oscuro mundo del crimen, disfrazado con el ropaje de la lucha revolucionaria de clases.

    Iluso, combatí en nombre del comunismo, doctrina política y económica que es línea de fe de las Farc, sin que para los jefes del movimiento armado importe, que este sistema perdió vigencia en el Viejo Continente, espacio geopolítico donde se han cocinado los grandes cambios de la historia de la humanidad.

    Supongo, que acepté pertenecer a las Farc, convencido que alcanzaría de otra forma los idilios de grandeza personal. La única condición que les planteé, fue ingresar después del 8 de diciembre, fecha del cumpleaños de mi mamá. Por tal razón acordamos el reencuentro para el día 10 del mismo mes.

    —No olvide alistar un par de botas de caucho, las va a necesitar mucho— dijo Marleny con tono persuasivo.

    No comenté nada del asunto a mi mamá, pero Gabriela la por siempre seria y caracterizada hermana mayor, descubrió el plan y por ende le contó lo que estaba en ciernes.

    Mi madre, utilizó todos los recursos persuasivos propios de su amor, para tratar de convencerme. Reiterativa dijo frases como estas:

    —No vaya a cometer semejante brutalidad pues yo sufriría mucho con solo pensar:

    — ¿Cuál será la suerte y el destino del hijo que encarnó la oveja negra de la familia?— recalcó insistente y luego agregó más de tres veces:

    —Mañana mismo regresamos al pueblo, o mejor vamos para Neiva a la casa de su tía Rosalba, para que se dedique a estudiar y se le quiten de la cabeza esas ideas del diablo. Los adultos del Huila sabemos que pertenecer a la guerrilla es igual a estar en el infierno. Somos pobres pero muy honrados y en la familia nunca hemos tenido gente mala. Mejor, siga el ejemplo de su hermano mayor, que está en el Ejército, ahora es suboficial y trabaja para el gobierno—

    —No puedo hacer eso, porque ya comprometí la palabra con esos señores y la voy a cumplir— contesté con arrogancia a cada una de sus súplicas o sugerencias.

    No tenía la menor idea de los alcances de aquello, que decía y hacía con tanta prepotencia. Estaba desilusionado, por no poseer la añorada bicicleta. Reaccioné por orgullo herido, por vanidad y por rebeldía. Hoy reconozco, que fue una decisión apresurada y estúpida. Una locura que pago con este testimonio, con el arrepentimiento y con la carga de conciencia que me persigue por todas partes.

    Desconsolada, triste y sin lograr que cambiara de opinión, mi madre salió llorosa con rumbo a Neiva. Para cumplir la palabra, esperé en la vereda Galilea hasta el 10 de diciembre. Los tres guerrilleros llegaron a la hora convenida. La guisandera, es decir la señora que trabajaba en la finca, preparó almuerzo para todos.

    En verdad no éramos ni ricos ni pobres. Como dicen los campesinos, teníamos modito de vivir, pues en la alejada estancia produce café, cacao y tiene potreros con pastos para criar ganado.

    Por esas y muchas otras razones, pensé que mi mamá si podía comprar la bicicleta, pero que ella no quería hacerlo. A esa edad, yo no entendía que la familia tenía muchos gastos, que no podría cubrir una mujer viuda, sola que sin otro empleo ni ingreso, respondía por la crianza de varios hijos huérfanos de padre.

    Además, cuando llevaba cinco o seis años de militancia guerrillera, entendí en el terreno de los acontecimientos, que el campesino es la persona que recibe menos dinero en la cadena que se forma al comercializar los productos agrícolas, pues la mayor ganancia se la llevan los comerciantes. Son las extrañas leyes de la oferta y la demanda en este tipo de economía aún tan rudimentaria.

    Mientras la guisandera preparaba el almuerzo, hablé largo rato con los tres visitantes.

    Darwin aseguró:

    —Johny su vida cambiará como guerrillero de las Farc. Primero irá a una escuela de combatientes revolucionarios, donde dejará de ser lumpen y se convertirá en un hombre nuevo con ideales y con razón de ser en la vida—

    Según la visión y concepción de las Farc, después de recibir el entrenamiento político-militar básico del guerrillero, yo sería una persona diferente con ideales de cambios extremos en aspectos sociales y políticos.

    De acuerdo con la costumbre campesina, los cuatro almorzamos sentados en el piso del corredor de la casa. Sin despedirnos de la guisandera, pues ella conocía el asunto, y desde luego estaba en desacuerdo conmigo y con la forma como maltraté a mi mamá, a las dos de la tarde partimos hacia el lugar que los tres visitantes denominaron la escuela revolucionaria, pero para la verdad contada a plata blanca, la escuela del crimen.

    La primera noche fuera de la casa, dormimos en una mata de monte en la vereda El Silencio, cerca de la alejada escuela pública rural de la remota aldea. Sin cama ni colchón, dormí como un perro tirado sobre el piso. Los tres guerrilleros pasaron la noche en tres hamacas cubiertas con plásticos por encima.

    Antes de acostarnos, me enseñaron a cortar y adecuar las ramas de helecho, que luego acondicionamos en forma de cama. Para minimizar los efectos invernales, pasé la noche entera, protegido por los plásticos y cubierto por una deshilachada cobija olorosa a sudor, pero no pude conciliar el sueño, porque a cada rato despertaba sobresaltado, temeroso que me mordiera una serpiente.

    El 11 de diciembre de 1981, llegamos

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