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BAJO JERUSALÉN

Lucho para seguirle el paso al arqueólogo israelí, mientras desliza su cuerpo delgado con facilidad por el túnel estrecho y serpenteante. Apenas con la luz de nuestros teléfonos celulares para guiarnos, me agacho para evitar que mi casco se raspe con las piedras de la parte superior. De repente se detiene. “Voy a mostrarles algo increíble”.

El estrecho pasaje se encuentra bajo una saliente rocosa al sur de la Ciudad Vieja de Jerusalén. La cresta estrecha, el sitio de la primera Jerusalén hoy día atestada de casas y ocupada en su mayoría por residentes palestinos, esconde un laberinto subterráneo de cuevas naturales, acueductos cananeos, túneles judíos y canteras romanas.

Sigo a Uziel hacia un espacio, excavado recientemente, del tamaño y la altura de una sala de estar en una casa suburbana. Su luz revela un cilindro pálido y regordete. “Es una columna bizantina –explica, mientras se agacha para sacar una bolsa de arena bajo la que se revela una superficie blanca y suave–. Y esta es una porción del suelo de mármol”.

“AGÁCHENSE” ES LA RECOMENDACIÓN QUE JOE UZIEL REPITE DE MANERA CONSTANTE

Estamos en una iglesia del siglo v construida para conmemorar el sitio donde se dice que Jesús curó a un ciego y, con el tiempo, se unió al vasto reino subterráneo.

La iglesia es la complicación más reciente en uno de los proyectos arqueológicos más caros y controversiales del mundo. Su misión es desenterrar una calle de 600 metros de largo y 2000 años de antigüedad, por la que alguna vez transitaron peregrinos, mercaderes y otros visitantes hacia una de las maravillas de la Palestina antigua: el Templo Judío. Ahogado por escombros durante la feroz destrucción de la ciudad por parte de fuerzas romanas en 70 d. C., este camino monumental desapareció de la vista.

“Debido a la iglesia, tenemos que cambiar de dirección –dice Uziel–. Nunca sabes con qué te vas a encontrar”. Él ya se ha topado con baños rituales judíos, un edificio romano tardío y los cimientos de un palacio islámico temprano. Cada uno tiene que cartografiarse y estudiarse, y se tiene que hacer o encontrar una desviación.

Cuando los excavadores británicos se abrieron camino hacia la iglesia, la realización de túneles era común. Hoy día, salvo circunstancias especiales, se considera peligroso y poco científico. Aquí, sin embargo, excavar desde la superficie hacia abajo es impráctico, puesto que las personas viven a unos cuantos metros por encima. En vez

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