Mira, tuvimos más que la vida: Nuevos poemas escogidos
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Mira, tuvimos más que la vida - Yehuda Amijái
KERIK
PRÓLOGO
YEHUDA AMIJÁI, UNA VOZ MODERNA DEL PUEBLO JUDÍO
Yehuda Amijái nació en Alemania en 1924 y vivió en Israel desde los once años. Murió en el año 2000 en la ciudad de Jerusalén, su ciudad, que quedará registrada en la memoria poética gracias a sus versos. Como muchos de los inmigrantes judíos provenientes de Europa, adquirió una identidad diferente al ingresar al país. Su verdadero nombre era otro: Ludwig Pfeuffer, que cambiaría por uno nuevo en hebreo con un significado que habrá de anunciar, sin saberlo, su propia ruta de vida. Pues amijái (עמיחי) significa, literalmente, mi pueblo vive. Por obra de la poesía de Amijái esto es lo que justamente habría de ocurrir. Sus poemas condensarán siglos de historia, haciéndolos desembocar en una voz que, modulada sin estruendos, nos demostrará que la vida personal y la pertenencia cultural a un pueblo milenario pueden coincidir en una misma línea, incluso tener un mismo origen. En un fragmento de su último libro así lo dejaría testificado:
Yo no fui uno de los seis millones
que murieron en el Holocausto
y no estuve siquiera entre los sobrevivientes,
y no fui uno de los sesenta millares que salieron de Egipto
pero llegué a la tierra prometida desde el mar,
yo no estuve entre todos ellos pero el fuego y el humo
en mí permanecieron, y las columnas de fuego
y las columnas de humo me señalan
el camino de noche y de día, y persiste en mí la desaforada búsqueda
de salidas de emergencia y de lugares suaves...
La circunstancia de no haber nacido en su propia patria la compartió con un gran número de escritores israelíes: Natán Zaj, Amir Guilboa, Dan Paguís, fueron algunos de los poetas de su generación. Todos ellos surgieron en un Estado que surgía. Todos aprendieron a hablar hebreo reconstruyendo el hebreo, es decir, haciendo que esa vieja lengua, que por milenios estuvo encerrada en libros sagrados para uso exclusivo en los rezos o en el estudio, se llenara de nueva vida y hablara el lenguaje de la modernidad. Se trataba de una lengua que recién comenzaba a pasar de lo divino a lo cotidiano, de la Biblia al mercado, del texto al mundo. Durante dos mil años de exilio los textos sagrados fueron —por decirlo en palabras de George Steiner— la tierra natal del judío. Éste hablaba la lengua del país que habitaba pero se dirigía a Dios en hebreo. La fundación del Estado de Israel puso fin a ese destierro en el texto y volvió a hacer del hebreo una lengua que podía hablarse y servía para designar una nueva realidad. Aunque el cambio fue drástico, el proceso fue paulatino, y la poesía moderna israelí se consolidará a partir de los poetas de la generación a la que perteneció Amijái. Para ellos, el hebreo fue un lenguaje demasiado antiguo y demasiado moderno al mismo tiempo. Un idioma que podía contener, por un lado la retórica de los profetas, y por el otro, palabras recién inventadas o frases construidas con la sintaxis del nuevo slang que se produjo con la nacionalización de la lengua. Desde la publicación de su primer libro, Ahora y en otros días (1955), la juventud israelí reaccionó con emoción ante la poesía de Yehuda Amijái. Tenía más de treinta años y decía no importarle el fracaso, pues ya había pasado por demasiadas cosas
. La franqueza (en ocasiones brutal) con la que elije desnudarse ante el lector, sus imágenes que remiten a la vida común y corriente, y la espontaneidad con la que explora las libertades recientes del hebreo moderno —haciendo reverberar en él la densidad semántica del hebreo antiguo—, lo pusieron rápidamente al frente de la vanguardia en la poesía de Israel. Por su capacidad de poner al alcance del lector temas difíciles traídos al escenario de lo cotidiano —traumas históricos, delicadas opiniones sobre aspectos de la religión y de la realidad que se vive en su país, así como reflexiones sobre tópicos aún considerados tabú, como la intimidad de la pareja—, sus poemas llegarán a aparecer casi como titulares en los periódicos nacionales. Entre 1955 y 1998 publicará más de doce libros de poesía, un libro de cuentos y una novela en la que describirá su infancia en Alemania. También será reconocido fuera de su ámbito local: en 1968¹ sería traducido al inglés, y en 1971² una publicación de su obra lo pondría en circulación para un amplio sector de lectores angloparlantes. Hoy en día sus libros se leen en más de cuarenta idiomas en muchas partes del mundo. Paul Celan dirá de él en una de sus cartas: Lo que realmente te pertenece en tus poemas se pone de manifiesto con la mayor de las fuerzas y del modo más contundente. Tú eres el poema que escribes y el poema es... tú mismo
. Octavio Paz también elogiará la capacidad expresiva de Amijái, cuyos poemas, una vez leídos, serían imposibles de olvidar. Aunque radicó siempre en Jerusalén, colaboró durante un tiempo como profesor invitado de la Universidad de Nueva York enseñando la cátedra de Creative writing. Y en dos ocasiones (1982 y 1987) visitó la Ciudad de México para participar en festivales internacionales de poesía, convocado por el poeta mexicano Homero