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La Guerra de los Cien Años: Una Fascinante Guía de los Conflictos entre la Casa Inglesa de Plantagenet y la Casa Francesa de Valois que Tuvieron Lugar Durante la Edad Media
La Guerra de los Cien Años: Una Fascinante Guía de los Conflictos entre la Casa Inglesa de Plantagenet y la Casa Francesa de Valois que Tuvieron Lugar Durante la Edad Media
La Guerra de los Cien Años: Una Fascinante Guía de los Conflictos entre la Casa Inglesa de Plantagenet y la Casa Francesa de Valois que Tuvieron Lugar Durante la Edad Media
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La Guerra de los Cien Años: Una Fascinante Guía de los Conflictos entre la Casa Inglesa de Plantagenet y la Casa Francesa de Valois que Tuvieron Lugar Durante la Edad Media

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Si desea descubrir la cautivadora historia de la Guerra de los Cien Años, continúe leyendo...

Caballeros y batallas, princesas y castillos, asedios y profetas guerreros que lideran el camino hacia la victoria sobre relucientes caballos blancos: todo parece ser parte de mitos y leyendas. Sin embargo, la historia de la Guerra de los Cien Años contiene estos elementos, y es una historia completamente verdadera.

La historia de esta guerra se vuelve fascinante por su entorno, pero es inspiradora por sus personajes. Un rey ciego que cabalga a la guerra por la oportunidad de dar un último golpe con su espada; un joven príncipe, vestido completamente de negro, que lleva a los hombres de su padre a la victoria; jóvenes reyes y audaces reinas, prisioneros que creen en el honor, tormentas de granizo que detienen luchas enteras y la maravillosa historia de una joven campesina que cambió el curso de la historia para siempre.

La Guerra de los Cien Años definió el idioma, la identidad nacional, el armamento e incluso la forma en que la gente pensaba acerca de la guerra. Es parte de la gran narrativa de la historia y ofrece un panorama de cómo la naturaleza humana puede comportarse cuando se ve presionada por la extremidad de cierto conflicto — a veces con honor y coraje indescriptibles y otras veces con cobardía, egoísmo y arrogancia. Existen muchas lecciones por aprender de esta guerra. Su historia es cautelar, pero también es una historia de aventura, batalla, esperanza e intervención divina. Es la historia de una guerra como ninguna otra.

En La Guerra de los Cien Años: Una Fascinante Guía de los Conflictos entre la Casa Inglesa de Plantagenet y la Casa Francesa de Valois que Tuvieron Lugar Durante la Edad Media,, descubrirá temas como:

- La Guerra Eduardiana (1337-1360)

- Una Cuestión de Sucesión

- Dando el Primer Golpe

- Muerte de una Clase Diferente

- La Incursión del Príncipe Negro

- El Tratado de Brétigny

- La Guerra Carolina (1369-1389)

- Carlos el Sabio

- La Muerte de John Chandos

- La Victoria Francesa

- El Gran Chevauchée

- Dos Jóvenes Reyes

- Locura y Destitución

- La Guerra de Lancaster (1415-1453)

- Asedio a Harfleur

- La Batalla de Azincourt

- Un Bebé Rey

- Juana y el Asedio

- Las Últimas Batallas

- ¡Y mucho, mucho más!

¡Obtenga ahora este libro para aprender más acerca de la Guerra de los Cien Años!

LanguageEspañol
Release dateFeb 5, 2020
ISBN9781393377573
La Guerra de los Cien Años: Una Fascinante Guía de los Conflictos entre la Casa Inglesa de Plantagenet y la Casa Francesa de Valois que Tuvieron Lugar Durante la Edad Media

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    La Guerra de los Cien Años - Captivating History

    © Copyright 2020

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    El autor y el editor se deslindan de toda responsabilidad u obligación alguna en nombre del comprador o lector de este material. Cualquier percepción individual u organización es puramente involuntaria.

    Introducción

    Caballeros y batallas, princesas y castillos, asedios y profetas guerreros que lideran el camino hacia la victoria sobre relucientes caballos blancos: todo parece ser parte de mitos y leyendas. Sin embargo, la historia de la Guerra de los Cien Años contiene estos elementos, y es una historia completamente verdadera.  

    Hace casi setecientos años, Francia e Inglaterra fueron gobernadas por reyes guerreros que llevaron a sus propias tropas a la batalla. Fue una época de confusión y devastación, una época en que la Peste Negra acechaba las calles y el drama de dos familias podía causar una guerra continental. Era una época conocida como la Edad Media, y, sin embargo, la imaginación actual no puede evitar sentirse cautivada por el romance de una época en que la caballería era un código utilizado en la guerra.

    La historia de esta guerra se vuelve fascinante por su entorno, pero es inspiradora por sus personajes. Un rey ciego que cabalga a la guerra por la oportunidad de dar un último golpe con su espada; un joven príncipe, vestido completamente de negro, que lleva a los hombres de su padre a la victoria; jóvenes reyes y audaces reinas, prisioneros que creen en el honor, tormentas de granizo que detienen luchas enteras y la maravillosa historia de una joven campesina que cambió el curso de la historia para siempre.

    La Guerra de los Cien Años definió el idioma, la identidad nacional, el armamento e incluso la forma en que la gente pensaba acerca de la guerra. Es parte de la gran narrativa de la historia y ofrece un panorama de cómo la naturaleza humana puede comportarse cuando se ve presionada por la extremidad de cierto conflicto — a veces con honor y coraje indescriptibles y otras veces con cobardía, egoísmo y arrogancia. Existen muchas lecciones por aprender de esta guerra. Su historia es cautelar, pero también es una historia de aventura, batalla, esperanza e intervención divina. Es la historia de una guerra como ninguna otra.  

    Parte Uno:

    La Guerra Eduardiana (1337-1360)

    Capítulo 1 – Una Cuestión de Sucesión

    La reina de Francia tenía solo dieciocho años, pero este sería su tercer hijo. Las lágrimas cayeron por sus suaves mejillas mientras jadeaba y gritaba en su lujosa habitación, atendida por una partera de rostro pálido y un grupo de sirvientas en pánico. La reina Juana de Évreux las ignoró, apretando los dientes sobre la ola de agonía que la asaltó con la siguiente contracción. La esperanza y el miedo colapsaron en su corazón cuando la joven reina se esforzó por traer a su hijo al mundo. Juana había pasado por muchas cosas incluso a su edad. Casada con el rey Carlos IV a la temprana edad de catorce años, ya había perdido a su primer bebé y, hacía apenas dos meses, a su esposo. Ahora sabía que el destino de todo el reino estaba esperando en esta habitación, dependía del género del bebé que estaba a punto de dar a luz.

    Juana le había dado a Carlos dos hijos antes de morir. La primera, que llevaba el nombre de su madre, había vivido solo unos pocos meses. La segunda era fuerte y saludable hasta el momento, pero también una hija. Ahora Carlos estaba muerto y no tenía hermanos ni hijos varones. Si la Corona francesa iba a permanecer en manos de la Casa de Capeto, este bebé tenía que ser un varón. De lo contrario, había dos demandantes principales al trono. Uno era el primo hermano de Carlos IV, Felipe de Valois, que ya servía como regente; el otro era Eduardo III, el rey de Inglaterra. Francia no podía caer en sus manos.

    Finalmente, llegó el alivio. Juana se recostó sobre las almohadas y el sudor empapó las sábanas cuando la partera levantó al bebé. Hubo un momento de silencio que hizo que el corazón de Juana se congelara. Entonces, un leve grito se elevó en el aire, llenando la habitación con el sonido de una nueva vida.

    Agotada y llena de dolor, Juana se las arregló para preguntar el género del bebé. La partera la miró con los ojos muy abiertos, sabiendo la importancia de la pregunta. Pero no se podía negar la verdad.

    Juana había dado a luz a otra niña. Carlos IV no tenía heredero.

    * * * *

    Era 1328, y Francia e Inglaterra continuaban teniendo roces entre ellas durante siglos. Desde que Guillermo el Conquistador arribó a Hastings y destruyó el reino inglés en 1066, infundiendo sangre real inglesa con sangre francesa, los dos grandes reinos habían estado en contra. La lucha más reciente había sido la breve Guerra de Saint-Sardos cuando Carlos IV y el Rey Eduardo II de Inglaterra lucharon por el control de una pequeña provincia en la costa oeste de Francia llamada Gascuña. Guillermo el Conquistador había sido duque de Normandía; a través de su linaje, el rey de Inglaterra continuó conquistando territorios en Francia, y aunque Francia gradualmente recuperó la mayor parte de su tierra, Gascuña permaneció bajo el control del rey inglés. Esto significaba que el rey de Inglaterra debía rendir homenaje al rey de Francia. El homenaje era un ritual simbólico en el que una persona que poseía tierras en una región presidida por una persona de alto rango prometía lealtad y sumisión a su señor; en este caso, el rey de Inglaterra también fue duque de Aquitania (incluida Gascuña), y por lo tanto tuvo que rendir homenaje al rey de Francia. Lo anterior no fue del agrado de ninguno de los reyes ingleses, y se hicieron múltiples intentos para apoderarse de Gascuña por completo de Francia. El padre de Felipe VI, Carlos de Valois, había derrotado recientemente al rey inglés Eduardo II en una lucha por Gascuña.

    Se suponía que se trató de un gesto de paz cuando la hermana de Carlos IV, Isabel de Francia, se casó con Eduardo II. En cambio, provocaría el conflicto europeo más duradero de la historia.

    La antigua Ley Salic, que había sido adoptada por los tribunales franceses, impedía a las mujeres heredar títulos; por esta razón, las dos hijas de Juana, María, y la recién nacida Blanca no eran elegibles para el título de Carlos IV. En cambio, el primo paterno de Carlos IV, Felipe VI, fue coronado rey de Francia.

    Sin embargo, Inglaterra estaba a punto de lanzar un ataque una vez más. Isabel de Francia tuvo más éxito en la producción de herederos que la reina Juana. Cuando murió Carlos IV, el hijo de Isabel, Eduardo III, era rey de Inglaterra. Como sobrino de Carlos IV, era el pariente masculino más cercano del rey fallecido y técnicamente podía reclamar el trono, lo cual realizó enérgicamente cuando Felipe VI fue coronado. La corte francesa, sin embargo, argumentó que, dado que Isabel no tenía derecho al trono, no podía transmitirlo a Eduardo. Los franceses eran muy renuentes a ser gobernados por un inglés y se aferraron a esta razón para no permitir que Eduardo ganara el trono. De mala gana, Eduardo se percató de que había perdido esta batalla en particular. Continuar disputando la decisión de la corte francesa conduciría a la guerra, y Eduardo tenía solo diecisiete años cuando tomó el trono; la guerra contra Francia en ese momento fue un error que incluso un rey adolescente sabía que sería demasiado costoso cometer.

    Así, en 1329, el joven rey rindió homenaje a Felipe VI, un gesto que anuló por completo su reclamo al trono. La ceremonia de homenaje fue simple, pero profundamente humillante. El inquilino sería despojado de su armamento y cualquier corona u otra joyería que mostrara su rango; luego se acercaría al señor, que estaría sentado, y

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