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Identidad insular y espacio atlántico: Portugal y Tenerife en tiempos de la Unión Ibérica
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Comenzar a leer- Editorial:
- Los Libros de la Catarata
- Publicado:
- Jan 28, 2020
- ISBN:
- 9788490979204
- Formato:
- Libro
Descripción
Finalista del Premio de Investigación Viera y Clavijo de Humanidades 2018, de la Casa de Colón del Cabildo de Gran Canaria
La agregación de Portugal a la Monarquía Hispánica en 1580 y la consolidación de la expansión ibérica en el Atlántico propició un periodo de esplendor para las relaciones circunatlánticas de los territorios ibéricos, en especial de las islas de la Macaronesia en su contexto oceánico. Se presenta en este libro una investigación que, apoyada en estudios de carácter teórico, socioeconómico e institucional, busca comprender la dinámica atlántica durante el periodo denominado de la Unión Ibérica a través de la presencia portuguesa en la isla canaria de Tenerife. Se ha enfocado este trabajo desde múltiples perspectivas (como la económica, social e institucional) y se han relacionado las particularidades de las islas con su entorno oceánico más cercano. Desde un punto de vista metodológico, estamos ante un proyecto trasnacional y transversal que busca definir la articulación del Atlántico a partir de uno de sus núcleos más activos: el elemento insular. Será la isla de Tenerife el objeto de análisis, y la nación portuguesa, en el contexto de la Unión Ibérica, el sujeto de estudio.
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Identidad insular y espacio atlántico: Portugal y Tenerife en tiempos de la Unión Ibérica
Descripción
Finalista del Premio de Investigación Viera y Clavijo de Humanidades 2018, de la Casa de Colón del Cabildo de Gran Canaria
La agregación de Portugal a la Monarquía Hispánica en 1580 y la consolidación de la expansión ibérica en el Atlántico propició un periodo de esplendor para las relaciones circunatlánticas de los territorios ibéricos, en especial de las islas de la Macaronesia en su contexto oceánico. Se presenta en este libro una investigación que, apoyada en estudios de carácter teórico, socioeconómico e institucional, busca comprender la dinámica atlántica durante el periodo denominado de la Unión Ibérica a través de la presencia portuguesa en la isla canaria de Tenerife. Se ha enfocado este trabajo desde múltiples perspectivas (como la económica, social e institucional) y se han relacionado las particularidades de las islas con su entorno oceánico más cercano. Desde un punto de vista metodológico, estamos ante un proyecto trasnacional y transversal que busca definir la articulación del Atlántico a partir de uno de sus núcleos más activos: el elemento insular. Será la isla de Tenerife el objeto de análisis, y la nación portuguesa, en el contexto de la Unión Ibérica, el sujeto de estudio.
- Editorial:
- Los Libros de la Catarata
- Publicado:
- Jan 28, 2020
- ISBN:
- 9788490979204
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- Libro
Acerca del autor
Relacionado con Identidad insular y espacio atlántico
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Identidad insular y espacio atlántico - Javier Luis Álvarez Santos
Javier Luis Álvarez Santos
Doctor con mención internacional en Historia Moderna por la Universidad de La Laguna y la Universidade Nova de Lisboa. Premio extraordinario de doctorado por la de La Laguna. Es especialista universitario en archivística y diplomática por la UNED. Su línea principal de trabajo está centrada en el estudio histórico del proceso de formación de las identidades insulares de la Macaronesia a partir de las movilidades de individuos exógenos y de las transferencias mercantiles transoceánicas, especialmente durante la consolidación del mundo atlántico a lo largo de los siglos XVI y XVII. Actualmente es investigador junior en el Centro de Humanidades de la Universidade Nova de Lisboa (CHAM). Es autor de Tenerife y la Unión Ibérica. Los portugueses en La Laguna y su comarca: 1575-1650 y De la Historia Atlántica a la Nesología: La formación de una identidad insular macaronésica durante la consolidación del mundo atlántico (2018), y coordinador de Historias de frontera. Fronteras con historia (2016) y Las identidades insulares en espacios de frontera de la Monarquía Hispánica (2018). Fue primer finalista en el premio de investigación Viera y Clavijo de Humanidades 2018.
Javier Luis Álvarez Santos
Identidad insular
y espacio atlántico
PORTUGAL Y TENERIFE EN TIEMPOS DE LA UNIÓN IBÉRICA
Trabajo finalista DEL Premio de Investigación Viera y Clavijo de Humanidades, 2018, de la Casa de Colón del Cabildo de Gran Canaria
© Javier Luis Álvarez Santos, 2019
© Los libros de la Catarata, 2019
Fuencarral, 70
28004 Madrid
Tel. 91 532 20 77
www.catarata.org
IDENTIDAD INSULAR Y ESPACIO ATLÁNTICO.
PORTUGAL Y TENERIFE EN TIEMPOS DE LA UNIÓN IBÉRICA
ISBNE: 978-84-9097-920-4
ISBN: 978-84-9097-897-9
DEPÓSITO LEGAL: M-37.381-2019
IBIC: HBLH/1MTANC
este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.
INTRODUCCIÓN
Los compromisos adquiridos entre el rey Católico y los tres estamentos del reino portugués durante las Cortes de Tomar de 1581 fijaron las condiciones de agregación de Portugal a la monarquía hispánica. Con la Unión Ibérica se aseguraron los vasallos portugueses su independencia e integridad como reino, así como el respeto a los privilegios jurisdiccionales que sustentaban una identidad nacional propia. Pero más allá de la proclamación de un nuevo soberano, la aceptación de Felipe II como rey de los lusitanos supuso la apropiación bajo la autoridad de un solo hombre, no sin grandes dificultades, de los imperios ultramarinos ibéricos.
Reconocido Portugal como reino independiente dentro de la organización politerritorial de la monarquía hispánica, los dominios filipinos alejados de la península ibérica y, por ende, con mayores dificultades para ser regidos desde la metrópoli, adecuaron el modelo administrativo imperial a los órganos periféricos, tanto a sus especificidades —regiones apartadas, fronteras poco definidas, etc.— como a sus necesidades —déficit de pobladores, escasez de víveres, demanda de manufacturas, etc.—.
La agregación portuguesa supuso la consolidación de un horizonte hispano cuya concomitancia se retrotrae a los orígenes de la expansión ibérica en el mundo ultramarino. Desde la conjunción de los reinos esta interrelación se afianzó, más abierta y activa, entre las regiones fronterizas, tanto marítimas como terrestres, a lo largo de este imperio anfibio
. Se desenvuelve, en consecuencia, una dinámica ibérica policontinental potenciada desde diferentes centros.
Es aquí, en la lectura del ordenamiento del sistema atlántico, donde se circunscribe este estudio. La agregación portuguesa supuso para la monarquía hispánica la adquisición de los derechos y la tutela de los pueblos volcados al Atlántico. El Mediterráneo, como corazón comercial y espacio de máximo provecho que había sido para los intercambios entre las regiones colindantes, delegará progresivamente la hegemonía mercantil a este océano.
Si bien parecen claras las fronteras geográficas que limitan el espacio Atlántico como una realidad natural encajada entre las orillas de tres continentes, no fue hasta la incorporación del Nuevo Mundo a la cartografía europea y, por tanto, al servicio del conocimiento occidental, cuando estas aguas pasen de ser límites costeros a transformarse en un océano interior en el que se intercambian mercancías y se desplazan personas e ideas, constituyendo una realidad intercultural entre las regiones circunatlánticas. Desde finales del siglo XV, con la firma de los Tratados —de Alcáçovas (1479) y de Tordesillas (1494)— junto con la exploración ibérica de la costa africana y la empresa americana, el contorno atlántico estuvo regido celosamente desde la metrópoli al tiempo que gobernado abiertamente desde los puertos por los órganos periféricos.
En este océano dinámico fueron los espacios intratlánticos, las islas, el sujeto articulador de los flujos migratorios y la distribución de productos hacia las franjas fronterizas del Atlántico. Las islas del Atlántico Norte —tanto las antillanas como las macaronésicas— vertebraron las relaciones intercontinentales a través del abastecimiento y la redistribución de mercancías. Conectaban los territorios insulares, las regiones costeras limítrofes con las más alejadas, entendiendo el Atlántico como un espacio indiviso más allá de las fronteras erigidas por los monarcas ibéricos. Así se comprende cómo, desde la conquista y colonización de las islas de Canarias, Madeira y Azores, estos archipiélagos formaron un tejido asistencial y recíproco que se organizó paralelamente a la estructura administrativa de los reinos de Castilla y Portugal.
Coincide la Unión Ibérica con el cambio del espacio dominante, del eje económico del Mediterráneo al Atlántico, reajustándose la correlación de interacciones entre los espacios intratlánticos y cisatlánticos. Esta transformación también incidirá en el cometido de cada una de las islas. Mientras que archipiélagos como el azoriano o el canario fueron enclaves estratégicos en el derrotero americano en cuanto al abastecimiento y defensa de los navíos que cruzaban el océano, la isla de Madeira, esquilmada y al margen de las corrientes marinas que conectaban el Viejo con el Nuevo Mundo, quedó relegada a plaza de avituallamiento puntual en su ámbito más próximo. Mientras, a través de Cabo Verde y la distribución de esclavos hacia distintos mercados, se constituyó un sólido nexo entre el continente africano y el entorno atlántico.
Esta apertura de los espacios insulares hacia los márgenes continentales implicó una reorganización intrínseca de las propias islas y una reestructuración de los modelos de articulación complementarios e interdependientes entre archipiélagos cercanos. A pesar de formar parte de realidades institucionales y administrativas diferentes, prevaleció el criterio de reciprocidad entre los órganos periféricos de poder, con la finalidad de garantizar la circulación de bienes y servicios básicos entre estos espacios.
Se trata de territorios fragmentados aislados de origen volcánico, condicionados por la orografía, el clima y la limitada extensión. La producción para autoconsumo fue siempre escasa, muchas veces insuficiente. El planteamiento económico dependiente del exterior forzaba la asistencia entre islas próximas y bien conectadas, consolidándose una red complementaria y recíproca para garantizar la subsistencia, fomentada desde las propias instituciones insulares a través de los lazos mercantiles y de parentesco. De este modo, se procuró mediante el flujo constante de productos alimenticios, manufacturas y prestaciones básicas —como médicos o boticarios— prevenir periodos de crisis.
Las limitaciones geográficas motivaron la especialización de producción agrícola, así como la emigración de individuos en función de la demanda de mano de obra y la exigencia de servicios en cada una de las islas. Víveres y trabajadores —cualificados o no— podían también ser solicitados a las regiones continentales. A cambio, los archipiélagos garantizaron el acceso a los mercados atlánticos y ofrecían productos demandados en aquellas plazas, fueran estos propios de las islas o de los excedentes provenientes de los fluidos intercambios con otras latitudes. Por otro lado, en paralelo a este comercio internacional se desarrolló el tráfico interinsular. Frente a las islas exportadoras, las periféricas al trato internacional se encargaron de suministrar productos básicos para la alimentación a estos otros espacios insulares que habían enfocado su economía hacia el exterior atlántico. Por esta vía, las islas volcadas al mercado interno tenían acceso a productos foráneos que, de otro modo, serían muy difíciles de obtener, ya que, aunque formando parte del derrotero de forma subsidiaria, se situaron al margen de las principales rutas oceánicas. Se desarrolla, por tanto, una complementariedad entre los territorios insulares a través de la redistribución de los medios de subsistencia.
Entre estas plazas insulares con una marcada economía exportadora se encuentra la isla de Tenerife. Desde su conquista castellana a finales del siglo XV, su naciente agricultura se estructuró rápidamente hacia los mercados europeos. La primera economía canaria se fundamentó en el trabajo de la caña de azúcar, heredera de la explotación madeirense, dando paso en las últimas décadas del siglo XVI a la producción vitivinícola intensiva y a su comercialización. Este modelo económico originó el pilar sobre el que se vertebraron tanto la estructura social insular como las relaciones mercantiles con el exterior, incorporándose a las redes y circuitos comerciales trasatlánticos.
El papel estratégico de los enclaves insulares en este ambiente atlántico dinámico, específicamente el de la isla de Tenerife, fue aprovechado tanto por foráneos no castellanos vasallos de la monarquía hispánica como por otras comunidades extranjeras. El interés tanto de unas como de otras naciones se advierte desde la adhesión de las islas al ámbito económico europeo. A la par que se incorporó el archipiélago de Canarias a la Corona castellana, no sin antes haberse disputado los derechos jurisdiccionales con Portugal, se establecieron en las islas pobladores de otras naciones distintas a la de Castilla para poner en explotación y constituir las primeras redes socioeconómicas con las regiones atlánticas fronterizas.
Esta investigación busca comprender la dinámica atlántica durante el periodo filipino a través de la presencia portuguesa en la isla de Tenerife. Entendemos que, partiendo del análisis de las especificidades de esta isla en su entorno geográfico, político y económico entre 1581 y 1640 aportamos una visión novedosa de la construcción de la Unión Ibérica y la articulación de la monarquía hispánica en torno a América, África y Europa desde una perspectiva cisatlántica¹.
Metodológicamente, parte este estudio de los planteamientos de las principales corrientes que han abordado el paradigma de la conceptualización del espacio en el que se enmarca el objeto a analizar: la historia atlántica en el marco general y la nesología en el proceso particular. Este enfoque cisatlántico será integrado en el abordaje de la organización administrativa imperial en el ámbito extrapeninsular, con especial énfasis en el debate en torno a la definición de las Españas
: centro-periferia, metrópoli- ultramar, centralización-pluriterritorialidad, policentrismo, etc.
Junto a estos principios teóricos sobre los que se sustenta la investigación, incorporaremos subsidiariamente aquellos estudios más tradicionales de tipo socioeconómico e institucional que han tratado el reinado de los Felipes, tanto en el ámbito de las islas Canarias como en otras regiones insulares y atlánticas. En paralelo, también aquellos que han abordado a las distintas comunidades marítimas nacionales que se establecieron en este espacio insular, dinámico y abierto con el objetivo de deducir los flujos migratorios y la construcción de redes mercantiles trasnacionales, esencialmente a través de los oriundos de Portugal. Este abordaje nos permitirá inferir acerca de la noción de identidad y comunidad en una sociedad de frontera alejada de la metrópoli imperial.
Estos planteamientos se asientan sobre una minuciosa pesquisa de fuentes primarias en archivos españoles y portugueses, tanto peninsulares como insulares. El tema que tratamos supera los límites regionales y nacionales, convirtiéndose en un estudio trasnacional, consultándose fondos tanto locales como estatales en ambos países. Del mismo modo, se procuró la consulta de diversos conjuntos documentales con el afán de enfocar el estudio desde distintas perspectivas —económica, social, institucional, cultural, etc.— y distintos niveles —de lo local a lo trasnacional—, para concluir en una historia integral.
La estructura interna de este estudio parte, en un primer bloque, de una exposición de la metodología utilizada y de un análisis historiográfico para dar paso, en un segundo segmento, al abordaje de una comunidad nacional concreta en un territorio bien definido, como es la portuguesa en la isla de Tenerife, con el objetivo de comprender la peculiar significación de este colectivo dentro de la propia sociedad isleña. Finalmente, a modo de conclusión, se incorporan los resultados obtenidos de la investigación en una historia global de la monarquía de los Habsburgo y del espacio atlántico.
Comenzamos, por tanto, del análisis cuantitativo —casi microhistórico— para conocer quiénes fueron los lusos que pasaron por la isla. Estas cifras, estudiadas en comparación con otros colectivos, tanto con los propios canarios como con gentes de otras entidades nacionales —fueran vasallos del rey Católico o ajenos a la monarquía— aportarán una visión representativa de la comunidad portuguesa en el tejido social insular. Igualmente, estos datos nos permitirán poner rostro a estos individuos, conociendo sus ocupaciones profesionales y las actividades económicas que desarrollan a partir de este espacio insular; así como la integración, asimilación y arraigo de aquellos en este territorio de frontera y los lazos de parentesco que perpetuaron con los territorios portugueses, y los condicionantes de tipo social, cultural y religioso al que tuvieron que hacer frente ante la población local que los acoge, concibiéndose una conceptualización de la identidad y una definición subyacente sobre esta comunidad. En definitiva, intentaremos resolver el interrogante de qué es ser portugués en la sociedad canaria durante el periodo filipino.
Por otro lado, se trata de una investigación que se encuadra en los estudios nesológicos, relacionando las particularidades de las islas en su entorno. Haremos un esfuerzo comparativo con otros espacios insulares integrados en la monarquía hispánica, más allá del ámbito macaronésico, fundamentalmente con Filipinas en el océano Índico y con Cuba en el Caribe. A su vez, el objeto específico de análisis, la isla, debe integrarse en el ámbito cisatlántico en el que se desenvuelve y, así, ser interpretado desde el campo teórico de la historia atlántica.
El encuadre temporal abarca el periodo en el que Portugal formó parte de la monarquía hispánica (1580-1640). La cronología nos delimita una época de sesenta años donde la Unión Ibérica propició un periodo de esplendor para las relaciones circunatlánticas, significativamente el de la isla de Tenerife con el entorno oceánico. Sin embargo, es nuestro propósito deducir si en este nuevo marco político e institucional de la monarquía hispánica, la agregación portuguesa supuso una novedosa articulación del espacio atlántico o, por el contrario, propició la consolidación ultramar de unos vínculos ibéricos preexistentes.
Será necesario sobrepasar estas fechas y retrotraernos en el tiempo, incluso hasta los prolegómenos de la conquista para interpretar los intereses lusos desde la expansión portuguesa en el Atlántico y sus disputas jurisdiccionales con Castilla sobre las islas Canarias. Cabe definir si el hecho político de la unión entre las metrópolis supuso un acontecimiento social en la isla, frecuente destino —como espacio de frontera— de emigrantes portugueses desde su agregación al mundo europeo. De igual manera, los efectos de la Restauración en la articulación de las redes socioeconómicas en el Atlántico deben ser estudiados dentro de un panorama temporal más amplio. Tras la independencia de Portugal surgieron condicionantes y se afianzaron nuevas potencias dominantes que propiciaron una reestructuración del dominio mercantil atlántico. Cierto es que, tras los sucesos de 1640, el archipiélago perdió uno de sus principales mercados —quizás el más importante— hacia donde se dirigía la producción vitivinícola y, por tanto, la independencia portuguesa tuvo consecuencias funestas para la economía tinerfeña. Aun así, tras la crisis dinástica y económica, continuaron en la isla un buen número de lusos. Es decir, la sustitución de un monarca por otro no supuso un final tajante en cuanto a la presencia de portugueses en Canarias. Será necesario averiguar cómo se adaptaron estos al nuevo panorama político en el entorno social insular y los lazos que aún pudieron mantener con sus compatriotas; ahora desde la desconfianza de ser extranjeros y súbditos de un rey no reconocido.
El desastre de la Armada Invencible, los estragos de la peste atlántica, el perdón general a los marranos portugueses, la parcial ocupación holandesa de la América portuguesa, la legislación sobre el comercio americano, las posteriores actas y leyes de navegación inglesas…, A lo largo de los más de sesenta años que abarca el arco cronológico que vamos a analizar, acaecieron diversos sucesos, tanto a nivel local como a escala global, que alteraron la rutina de las relaciones luso-canarias. Junto con estos episodios se desarrollaron otros de más larga duración que, como el cambio de ciclo económico en el archipiélago o el traslado del eje mercantil del Mediterráneo al Atlántico, afectaron al devenir isleño y a la dispersión de los vínculos insulares con el vecino portugués. Acontecimientos que en el marco temporal de este estudio deben ser integrados y examinadas sus repercusiones como fases internas vivas y oscilantes que interfieren en el relato histórico, más allá de un supuesto encuadre inalterable entre 1580 y 1640.
Como hemos señalado anteriormente, el objeto de estudio está geográficamente bien delimitado: se trata de un territorio insular fragmentado perteneciente al archipiélago de Canarias, el cual pertenece al conjunto de islas que conforman la Macaronesia en el Atlántico Norte. Sin embargo, lo que nos interesa es conocer el dinamismo de este espacio, tanto en su articulación interna como su vertebración hacia el exterior. Partiendo del análisis intrínseco del territorio y la interacción con el medio insular, se ha propuesto estudiar el espacio intratlántico tinerfeño a partir de tres tipologías de asentamientos: agrícolas, urbanos y portuarios. Así, incidiremos sobre los principales núcleos de población, el medio rural que sustenta a las urbes y los puertos marítimos indispensables para desenvolver las conexiones atlánticas. Estos tres modelos, en su conjunto, nos darán una visión integral del elemento portugués en Canarias, ya que los resultados que alcancemos serán contrastados con el planteamiento estructural de otras islas del archipiélago con similar ordenamiento, como La Palma o Gran Canaria, así como con otros espacios insulares macaronésicos.
El abordaje de la presencia portuguesa en Tenerife pretende ser un análisis de un caso particular a partir del cual induciremos la articulación del Atlántico en el periodo filipino. Los acuerdos alcanzados en las Cortes de Tomar garantizaron la agregación de Portugal, salvaguardando su identidad y los privilegios del reino dentro del ordenamiento pluritrerritorial y plurijurisdiccional de la monarquía hispánica. Para los individuos coetáneos a este periodo no tenía sentido considerar al reino separado de sus posesiones ultramarinas ni a estas aisladas de su entorno circundante. El Atlántico, que había sido repartido entre Castilla y Portugal a finales del siglo XV, pasó a regirse celosamente y en su totalidad desde arriba por los consejos de Portugal y de Indias que acompañaron a la Corte de los Felipes. Sin embargo, junto con la práctica institucional y los intereses de la política regia sobre el Atlántico, coexisten otros mecanismos de autogobierno que construyen el imperio de modo informal. En sincronía, intervinieron en la Administración en los distintos territorios de la monarquía los órganos periféricos, aprovechándose de los límites institucionales del poder real.
El cerco imperial al océano y la territorialización del espacio atlántico coincidieron en el tiempo con el esplendor económico que se estructura en torno a las regiones que bordean esta área, en contraposición al declive que padece el eje mediterráneo. En este dinamismo circunatlántico fueron determinantes los territorios insulares intrínsecos para articular el flujo migratorio, la redistribución de mercancías y la circulación de ideas entre los diferentes pueblos volcados al Atlántico. Entendemos, por tanto, este espacio intratlántico como el nexo entre lo local y lo general.
Asimismo, las islas, como territorios condicionados por su medio geográfico y dependientes de la fluidez de las conexiones con otras regiones, estructuraron su cometido en un Atlántico móvil y relacionante, distinguiéndose dos tipos de ínsulas: abastecedoras y exportadoras. Estas, conjuntamente, formaron un entramado insular complementario y cooperativo que garantiza la circulación de suministros y la distribución de productos foráneos.
Metodológicamente, se trata de un proyecto trasnacional y transversal a la monarquía hispánica que busca definir la articulación del Atlántico a partir de uno de sus núcleos más activos: el elemento insular. Es la isla de Tenerife, en este marco nesológico y atlántico, el objeto de análisis; y la nación portuguesa, en el contexto de la Unión Ibérica, el sujeto de estudio. La investigación a efectuar sobre la concordancia y correlación entre ambos será el producto de este estudio.
Capítulo 1
METODOLOGÍA DE TRABAJO:
EL USO DE FUENTES PRIMARIAS
Este estudio pretende ser un ejercicio de análisis que supere los tradicionales límites espaciales aplicados por la historiografía, tales como las fronteras físicas y políticas que delimitan las naciones y regiones con una identidad común. Estas connotaciones restrictivas han imperado en los discursos históricos que han abordado a las sociedades ibéricas, especialmente durante el periodo de la agregación portuguesa a la monarquía hispánica². Portugal y Castilla son dos espacios bien delimitados, diferenciados geográficamente e institucionalmente independientes, pero vinculados por la interacción de distintos sujetos a uno y otro lado de cada reino. Integrando, en definitiva, sus intereses en un horizonte común.
Nuestro objetivo, por tanto, es entender la articulación de la monarquía hispánica en el Atlántico durante la Unión Ibérica, planteando como objeto de estudio las relaciones entre la isla de Tenerife y los diferentes entornos en que se circunscribe: geográfico ibérico, socioeconómico, luso-castellano y geopolítico filipino.
Se trata de una investigación que parte de la premisa de proponer un método de observación supranacional sin ceñirse en exclusiva a la historia española o portuguesa; un método transfronterizo y policéntrico que entiende como un todo el ámbito circunatlántico regido por los Habsburgo, e integral, a partir de los elementos basculantes que conectan los espacios intratlánticos —islas— y las regiones fronterizas —continentes—.
Esta tarea precisa metodológicamente de un análisis desde distintas perspectivas para presentar unas aportaciones amplias, globales y rigurosas sobre la consideración y alcance que suscitó para un territorio insular castellano el componente portugués circundante: como país, como parte de un conglomerado de regiones, como comunidad de sujetos y como agente económico. Precisamente, estas cuestiones nos obligan a realizar un abordaje social, económico, institucional y cultural que interprete el dinamismo y el ordenamiento del sistema atlántico durante el periodo de la agregación de la Corona portuguesa al Gobierno filipino. Esta yuxtaposición de intereses portugueses y castellanos llevará no solo a la formación de un ideal político acerca de la unión de naciones en un Imperio ibérico con cierta carga mesiánica³, sino que de facto se constituye un mercado ibérico en el Atlántico⁴. Un espacio claramente definido y articulado por parte de las comunidades marítimas que intervienen en los flujos mercantiles y migratorios, así como por los sujetos que disponen desde la Administración imperial y la organización periférica circunatlántica.
Entendemos, en consecuencia, que la praxis analítica del objeto de estudio debía ser multifocal. Primeramente, la conceptualización del Atlántico como una entidad propia, ligada a la jurisdicción de la monarquía hispánica y focalizada hacia el horizonte hispano no puede ser acaparada en exclusiva por uno o varios reinos. Por tanto, el análisis debe realizarse desde una perspectiva hispánica que sobrepase la visión fragmentaria de los estados actuales portugués y español.
En segundo lugar, los continuos flujos migratorios entre regiones circunatlánticas y la dinamización económica de esta área en detrimento del Mediterráneo derivaron en una redistribución de poder, así como entre los beneficiados de este⁵. El volumen de negocio, los intereses económicos y las actividades desarrolladas por parte de comerciantes miembros de una tupida red mercantil esparcida por el Atlántico condicionaron los flujos de los productos e hicieron bascular los movimientos migratorios. Asimismo, la intervención en la administración mediata y el control de la práctica jurídica por parte de los órganos periféricos marcaron las limitaciones efectivas al poder central y consolidaron una organización paralela a la oficial.
Este enfoque integral acerca de las fuerzas vivas que articulan el Atlántico a partir de los espacios intraoceánicos debería ser estudiado considerando tanto desde la concepción teleológica de la metrópoli de este Mare Clausum como desde la realidad perceptible de los territorios periféricos en el ultramar. Entendiendo, en este sentido, la conformación de una monarquía policontinental constituida por un imperio plural.
El tercer foco de análisis parte de la hipótesis de la existencia de un distanciamiento —no solo geográfico—
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