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El Padre Kentenich y San Vicente Pallotti: Humberto Anwandter
El Padre Kentenich y San Vicente Pallotti: Humberto Anwandter
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El Padre Kentenich y San Vicente Pallotti: Humberto Anwandter

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La importancia que tiene para la Obra de Schoenstatt y para su fundador, el sueño de san Vicente Pallotti: poner en marcha una confederación de las comunidades apostólicas en la Iglesia; la Confederación Apostólica Universal CAU.

Editorial Patris nació en 1982, hace 25 años. A lo largo de este tiempo ha publicado más de dos centenares de libros. Su línea editorial contempla todo lo relacionado con el desarrollo integral de la persona y la plasmación de una cultura marcada por la dignidad del hombre y los valores del Evangelio.

Gran parte de sus publicaciones proceden del P. José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt o de autores inspirados en su pensamiento. Por cierto, también cuenta con publicaciones de otros autores que han encontrado acogida en esta Editorial.

De esta forma Editorial Patris no sólo ha querido poner a disposición de los miembros de la Obra de Schoenstatt un valioso aporte, sino que, al mismo tiempo, ha querido entregar a la Iglesia y a todos aquellos que buscan la verdad, una orientación válida en medio del cambio de época que vive la sociedad actual.
LanguageEspañol
PublisherNueva Patris
Release dateAug 31, 2011
ISBN9789562463003
El Padre Kentenich y San Vicente Pallotti: Humberto Anwandter

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    El Padre Kentenich y San Vicente Pallotti - Humberto Anwandter

    EL PADRE JOSÉ KENTENICH

    Y SAN VICENTE PALLOTTI

    El Padre

    José Kentenich

    y San

    Vicente

    Pallotti

    P. Humberto Anwandter - P. Joaquín Alliende

    Bernhard Maas - P. Paul Vautier

    P. José Kentenich - P. Juan Santos Gaynor

    El Padre José Kentenich

    y San Vicente Pallotti

    Varios Autores

    © EDITORIAL NUEVA PATRIS S.A.

    José Manuel Infante 132

    Teléfono: 235 1343 - Fax: 235 8674

    Providencia, Santiago - Chile

    E-mail: gerencia@patris.cl

    www.patris.cl

    N° Inscripción: 156.195

    ISBN: 978-956-246-477-2

    Primera edición: Julio, 2006

    Segunda edición: Enero, 2010

    Tercera edición: Junio, 2012

    Santifíquese usted pero hágalo de la manera como Dios quiere que usted sea santo. Dios no lo quiere a usted como un santo de la rigidez y del silencio de los trapenses o de los ermitaños. El quiere que usted se santifique en medio del mundo, en la vida social y, si es necesario, también en el gozo y agrado del verano, en las vacaciones. La santidad consiste en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Sea usted un santo que conversa con todos sin diferencia, que con todos habla sobre cosas permitidas para terminar sus conversaciones dirigidas hacia sus inquietudes apostólicas. Sea usted santo no sólo entre la muchedumbre de publicanos y pecadores sino también en sus conferencias científicas, en sus reuniones culturales, en la cátedra y en el círculo de los hombres de ciencia. En una palabra, sea usted santo haciéndose todo para todos, para ganar a todos para Cristo y haciendo recto uso de los talentos que la divina Providencia le ha dado para la conservación de su salud física.

    (De una carta a un amigo sacerdote, Allemand, profesor de Sagrada Escritura)

    Presentación

    Schoenstatt está en deuda con su fundador, el P. José Kentenich, porque está en deuda con san Vicente Pallotti.

    Vicente Pallotti, para la gran mayoría de los schoenstatianos, actualmente es un desconocido. Tal vez han escuchado su nombre o han visto su estatua en alguno de los santuarios de Schoenstatt, pero poco o nada sabe de él.

    Esta realidad contrasta fuertemente con el lugar que el P. Kentenich daba a Pallotti en relación a la Obra de Schoenstatt, con la visión que él poseía de este santo, pionero del apostolado de los laicos y visionario de la Iglesia del futuro, de quien, él mismo, como fundador, había asumido la Confederación Apostólica Universal como una de las tres finalidades centrales de su Obra.

    Sabemos que el P. Kentenich ingresó a la comunidad de san Vicente Pallotti y que fue miembro de ella prácticamente durante toda su vida. Para el fundador de Schoenstatt este hecho no era algo irrelevante. Dios, en su Providencia, mediante esta circunstancia, lo puso en contacto con san Vicente Pallotti. Guiado por la divina Providencia, el 18 de Octubre de 1914, selló una alianza de amor con María, pidiéndole que ella se estableciese en la pequeña capilla de Schoenstatt y que, desde allí, iniciara una obra de renovación. Dos años después, en 1916, llegó al convencimiento de que la nueva fundación abría las puertas para que la obra original que había fundado Pallotti, que después de su muerte había desaparecido, resurgiera y se hiciera posible a partir de la alianza de amor sellada con María en el santuario.

    Basado en la fuerza de esa alianza de amor, creyó que podía aventurarse a hacer suya la obra Mamut con la cual Pallotti había soñado, a saber, poner en marcha una confederación de las comunidades apostólicas en la Iglesia.

    A partir de ese momento, junto a la misión propia de Schoen-statt, es decir, la formación de un hombre nuevo en una nueva comunidad y el rescate de la misión salvífica de Occidente, se agregaba una tercera finalidad para la Obra de Schoenstatt: la Confederación Apostólica Universal, fin que no tenía origen en él sino en el carisma de san Vicente Pallotti.

    ¿Por qué, siendo tan claro y tan reiteradamente afirmado lo expuesto por el P. Kentenich, hoy no se percibe la actualidad e importancia de esta tercera meta de Schoenstatt? ¿Por qué la persona y el carisma de san Vicente Pallotti no logran mover el corazón e impulsar acciones en pos de la consecución de esta meta?

    Los motivos son diversos. En primer lugar, el mismo P. Kentenich, estratégicamente, antes de abocarse a esta tercera finalidad de Schoenstatt en sí misma, centró sus fuerzas en dar vida a Schoenstatt como tal. Con ello pretendía preparar el momento en que la Familia de Schoenstatt pudiese asumir fecundamente esta tercera finalidad de la Obra.

    Pero el P. Kentenich no archivó para el futuro la meta tomada de Pallotti. La tuvo claramente en su mente y estructuró a Schoenstatt como una confederación de comunidades autónomas, coordinadas federativamente. De esta forma, podría llevar a cabo la primera ala de la Obra total y, en el futuro, la animación y puesta en marcha de la segunda ala, es decir, la Confederación Apostólica Universal. Para que ello fuese posible, Schoenstatt debía mostrar por su propia realidad que era factible estructurar y coordinar distintas comunidades al interior de la Iglesia en aras de un trabajo apostólico mancomunado.

    El hecho que el P. Kentenich, salvo en contadas ocasiones, durante el primer período del desarrollo de Schoenstatt, no hiciese públicamente mayor alusión a la CAU, explica en parte el desconocimiento de la posición central que el P. Kentenich atribuía a Pallotti.

    Pero hay otro factor que incidió aún más profundamente en esta realidad. San Vicente Pallotti había fundado junto al Apostolado Católico (ése era el término con el cual él designaba lo que el P. Kentenich denominó Confederación Apostólica Universal) una sociedad como parte central y motriz: la comunidad de los padres palotinos o Sociedad del Apostolado Católico (SAC).

    Después de la muerte de Pallotti, el Apostolado Católico progresivamente desapareció y quedó sólo la Sociedad del Apostolado Católico, es decir, los padres palotinos. Estos entendieron su misión en el sentido de ejercer y promover en la Iglesia el apostolado universal. Con ello perdieron de vista la Confederación Apostólica que, si se recordaba, era sólo una reminiscencia histórica o una utopía irrealizable. El P. Kentenich, como señalamos, se sintió llamado a reasumir, apoyado en la alianza de amor sellada en el santuario, el fin originario planteado por Pallotti.

    A partir de 1916, buscó progresivamente ganar a la SAC para que reconociera, en la naciente Obra de Schoenstatt, la Obra visualizada por Vicente Pallotti.

    Sin embargo, su intento, a pesar de auspiciosos pasos dados en ese sentido, –sobre todo en torno a la Segunda Guerra Mundial, pasos que culminaron en los desposorios de Schoenstatt con la Sociedad de los palotinos en el Campo de Concentración de Dachau– en definitiva, terminó en el fracaso cuando, en 1965, se produjo la separación oficial de Schoenstatt de la comunidad de los padres palotinos.

    Este proceso se prolongó y, durante años, adquirió caracteres dramáticos. Significó una larga y penosa confrontación, que dejó profundas heridas. Un número de padres palotinos adhirió a la idea del P. Kentenich y se comprometió con Schoenstatt. En cambio, una gran mayoría o bien no se interesó por Schoenstatt o entendió a Schoen-statt en una forma diversa a como lo entendía el P. Kentenich.

    Si se había dado anteriormente un acercamiento entre Schoen-statt y la comunidad de los padres palotinos, ahora se acentuaba cada vez más un distanciamiento.

    Una vez producida la separación, y según las afirmaciones claras y contundentes del P. Kentenich, quien apoyaba la separación de los palotinos, ella no significaba que nosotros, como Schoenstatt, abdicábamos de la meta carismática de Pallotti, asumida por él desde 1916. Todo lo contrario; ahora como antes, seguíamos siendo palotianos: Vicente Pallotti era un punto de contacto esencial en la totalidad de la Obra de Schoenstatt. Schoenstatt, en este sentido, era una elipse bipolar, contaba con dos fundadores: el P. Kentenich y Vicente Pallotti, este último en dependencia y en relación con el P. Kentenich.

    Sin embargo, de hecho, prácticamente después de la muerte del fundador, salvo excepciones, Pallotti, y con él el tercer fin de Schoen-statt, cayó en el olvido. La inmensidad de la obra prevista por Pallotti, la necesidad de ir preparando progresivamente el camino para su realización, las controversias que se suscitaron con la comunidad de los padres palotinos más otros factores explican en gran parte la latencia en la cual se encuentra sumida, hasta el momento, tanto la persona de Pallotti como la Confederación Apostólica Universal, al interior de la Familia de Schoenstatt.

    Entretanto, después del término de las controversias y de la muerte del fundador, el escenario mundial y eclesial ha cambiado profundamente como también la realidad de Schoenstatt mismo.

    Schoenstatt se ha extendido por los cinco continentes y se ha consolidado como una realidad aprobada y reconocida por la Iglesia. Están ya lejos las disputas de antaño, las pruebas a las cuales fue sometido por el nacionalsocialismo y, luego, por la misma Iglesia.

    Por otra parte, el concilio Vaticano II marcó también, para Schoenstatt y la realización de la idea de Pallotti, una nueva etapa. Abrió la puerta hacia una espiritualidad de la comunión y de la pastoral de conjunto. Destacó el apostolado de los laicos y el carácter misionero de la Iglesia.

    Se ha producido, además, un fuerte viraje mundial en el orden social, político, económico y cultural, hacia la globalización. Cada día se hacen más evidentes las transnacionales y se ve más necesaria la internacionalización de las empresas e instituciones. Soplan vientos muy distintos a los de la época en que vivió Pallotti y el mismo P. Kentenich. Vientos que juegan a favor de la realización de sus ideales, de aquello que ambos, visionaria y proféticamente, mostraron para el futuro de la Iglesia y del mundo.

    Todo esto muestra que la idea de Pallotti no es tan utópica como pareció a muchos, sino, por el contrario, que es alcanzable, más todavía, necesaria. Si no se coordinan las fuerzas apostólicas de la Iglesia, ésta, difícilmente, logrará abordar con éxito los innumerables desafíos que plantea el profundo cambio cultural que hoy vivimos.

    Pareciera haber llegado el tiempo de redescubrir, conquistar y actualizar esta gran meta que el P. Kentenich, carismáticamente, señaló para la Obra de Schoenstatt. Si esto no sucede, Schoenstatt mismo quedaría trunco y se volvería a producir lo mismo que sucedió históricamente con Pallotti y la comunidad por él fundada. Dios ofrece, pero si el reto no se acepta, entonces él, que es fiel a su designio providente, lo traspasará a otra comunidad que promueva, asegure, inspire y haga fecunda la coordinación de las fuerzas apostólicas de la Iglesia en dependencia del Santo Padre y de los obispos.

    Superados los obstáculos y sanadas las heridas que dejaron las controversias del pasado, ¿reaccionaremos como Familia? ¿Seremos capaces de ampliar nuestro horizonte y adquirir la altura de miras de nuestro fundador y de Vicente Pallotti? ¿Abordaremos con decisión las tareas que ellos dejaron inconclusas y que aún no se han logrado concretar? ¿Seremos capaces de confiar, con y como nuestro padre fundador lo hizo, en la factibilidad de la gigantesca tarea de la Confederación Apostólica Universal, creyendo firmemente que es posible en virtud de las gracias que nuestra Madre y Reina nos quiere regalar en su santuario?

    La historia futura lo dirá.

    En todo caso, debemos estar igualmente conscientes de que no asumir el carisma de Pallotti, no sólo va en detrimento de la Iglesia como tal sino también de Schoenstatt mismo. La realización plena de Schoenstatt como una Familia compuesta por comunidades autónomas, pero confederadas, –que mancomunan sus fuerzas, que diseñan estrategias apostólicas eficaces, que se respetan y necesitan mutuamente, que quieren ser corazón de la Iglesia–, está condicionada no sólo a las fuerzas propias de Schoenstatt, ligadas a los tres contactos vitales, el Padre, nuestra Mater y el santuario, sino también a la persona y al carisma de san Vicente Pallotti.

    Este libro es publicado en este contexto. Quiere poner en manos de la Familia de Schoenstatt los conceptos centrales que atañen a la relación de Schoenstatt y Pallotti y las palabras de nuestro fundador acerca del contenido de la Confederación Apostólica y su significado para Schoenstatt. Agregamos diversos textos que ayudan a nuestra reflexión y hacen asequible este mundo.

    Hemos organizado el libro del siguiente modo:

    El P. Humberto Anwandter nos explica, en un primer capítulo, la relación del P. Kentenich con la persona y la idea de Vicente Pallotti.

    En el capítulo segundo, el P. Joaquín Alliende muestra la actualidad que posee la Confederación Apostólica Universal en el contexto eclesial y mundial de nuestro tiempo.

    Luego, en el tercer capítulo, presentamos un texto extractado de la tesis doctoral de Bernhard Mass, teólogo alemán, sobre la Confederación Apostólica.

    En el capítulo cuarto, transcribimos partes centrales de la recopilación de textos hecha por el P. Paul Vautier sobre la relación de Schoenstatt con Pallotti.

    Después de estos capítulos, consideramos necesario poner al alcance de nuestra Familia de Schoenstatt los textos más relevantes del P. Kentenich sobre Pallotti y la Confederación Apostólica. A saber, lo expuesto por él en la Carta de Octubre de 1949 y sus palabras con ocasión de la beatificación y de la canonización de san Vicente Pallotti.

    Por último, agregamos una corta biografía de Vicente Pallotti, escrita por el P. Santos Gaynor, SAC.

    P. Rafael Fernández de A.

    Si sus compañeros le pedían encarecidamente que cuidara más sus fuerzas, él respondía sonriendo: ¡En el cielo descansaremos! Otra vez, señalando a los comerciantes, decía: Vea, usted, con qué puntualidad y con qué afán ellos se levantan tempranísimo para ganar dinero, y no les parece muy pesado. En la noche, también tienen abiertos sus negocios hasta muy tarde. ¿No debiéramos hacer lo mismo nosotros por el buen Dios?

    Si venían personas con recados o cartas importantes para él, a veces decía: Sobre esto queremos conversar primero con Dios en la oración. Mostraré estos papeles al Salvador en el Santísimo Sacramento.

    Debes imitar en tu trabajo a los espíritus bienaventurados. Debes pensar siempre en el amor infinito. Inflamado de amor al Amor por esencia, debes dirigir el santo sacrificio. Fervoroso de amor, de amor infinito, debes celebrar los sagrados misterios. Debes anunciar la palabra de Dios con amor y dar los santos sacramentos con amor, con amor infinito. Tu comida debe ser el amor al Amor infinito. Tu bebida, el amor al Amor, tu descanso, el amor, tu esfuerzo, el amor. Cada palabra encendida del Amor infinito; cada acción, formada por el amor hacia el Amor infinito; cada paso, por amor al Amor infinito; cada inspiración sea un paso de amor hacia el Amor infinito. Cada respiración exhale tu amor al Amor infinito. Y así, consumido de amor, empapado de amor, embriagado de amor, transformado de amor hacia el Amor infinito. Aunque tranquilo en el amor, por todas partes debes expandir el fuego del amor y llevar a todos los corazones a la plenitud del amor, del Amor infinito.

    (De las meditaciones del Mes de María para sacerdotes)

    Capítulo 1

    Vicente Pallotti y

    el P. José Kentenich

    P. Humberto Anwandter

    Transcribimos una conversación sobre Schoenstatt / Pallotti con el P. Humberto Anwandter. La transcripción fue debidamente revisada por el autor.

    1.  El origen de la idea de la Confederación Apostólica Universal

    El P. Kentenich ingresó al noviciado de la Sociedad del Apostolado Católico (en esa época era denominada Pía Sociedad de Misiones") en 1904 y fue ordenado sacerdote en ella en 1910. Los padres palotinos eran conocidos en Alemania como una comunidad misionera. El joven José Kentenich no había elegido esa comunidad porque le interesaran especialmente las misiones. El había pensado entrar en un seminario diocesano, pero debido a su situación familiar, en aquella época le estaba vedado. A través del párroco Savels, confesor de su mamá, tomó contacto con la comunidad palotina. Los padres palotinos tenían misiones en Camerún, África. La divina Providencia lo llevó a que, después de la ordenación sacerdotal, por motivos de salud, no pudiese ser enviado a Camerún. Así debió asumir tareas de docencia y, posteriormente, como director espiritual en el seminario menor de la comunidad. Fruto de su labor apostólica es el nacimiento, primero, de la Congregación Mariana en el seminario menor de Schoenstatt, Vallendar, (Abril de 1914), que luego llegó a ser el origen del Movimiento apostólico de Schoenstatt (18 de octubre de 1914), fundado oficialmente en Hörde (20 de agosto de 1919).

    Hasta ese momento, el año 1914, el P. Kentenich no habla de nada especial respecto a Pallotti, sino que se refiere a él como el venerable fundador y lo cita como ejemplo por dos cosas: por su piedad mariana y como alguien que se santificó siguiendo los consejos de su director espiritual.

    Posteriormente, a fines de 1915, el Padre Gissler, general de los palotinos, visitó Schoenstatt. Los profesores del Seminario Menor acusan al P. Kentenich de estar haciendo algo revolucionario, que no concuerda con el espíritu palotino. Critican que el grupo de los congregantes se ha ido desarrollando con excesiva autonomía y que, además, se llama Congregación Mariana. El Padre general, al hablar con el P. Kentenich, estando en la estación de Ehrenbreitstein, le dice que, como superior general, no se puede responsabilizar frente a Pallotti de lo que él está haciendo. El P. Kentenich espontáneamente responde: Yo puedo responsabilizarme ante Pallotti. Pero, en ese momento, llega el tren que debe tomar el padre general.

    Para el P. Kentenich esto fue el detonante. Posteriormente dirá: Yo le respondí de inmediato así al padre general, que podía responder ante Pallotti de lo que estaba haciendo, primero porque Pallotti es católico y nosotros también lo somos y no podemos estar en contradicción con él. Segundo, porque Pallotti es mariano, y también lo somos nosotros. En tercer lugar, porque Pallotti acentuaba el amor y también nosotros. Por último, porque, según la pedagogía de amor, Pallotti no quería para la Sociedad sino un mínimo posible de vínculos obligatorios y así también nosotros. Por lo tanto, no solamente no estamos en contradicción con él sino que existe una convergencia entre él y nosotros.

    Ahora bien, ¿qué sabía el P. Kentenich sobre Pallotti durante ese tiempo de fundación de Schoenstatt? Que Vicente Pallotti era el fundador de los palotinos y que, en ese entonces, estaba en proceso de beatificación. Las virtudes de Pallotti fueron reconocidas como heroicas recién en el año 1931. El P. Kentenich nunca había estado en Roma; nunca había visitado la tumba de Pallotti, que se encuentra en la iglesia de san Salvatore in Onda, junto al rio Tíber, y que pocos conocen y ubican.

    La importancia de la tumba de Pallotti recién aparece con su beatificación en 1950, cuando se le traslada del costado de la iglesia donde estaba sepultado, al altar mayor y se expone en una urna de cristal. Lo único disponible que existía sobre Pallotti, en tiempos del inicio de Schoenstatt, eran unos pocos textos. El Postulador de la causa de beatificación había hecho selecciones de citas de Pallotti. También existía la Breve historia de la Pía Sociedad de Misiones, del P. Johannes Hettenkoffer.

    Pero, ¿qué quería propiamente Pallotti? El P. Kentenich menciona la Breve historia de la Pia Sociedad de Misiones. En ese período, desde diciembre de 1915, –cuando ocurrió ese encuentro del P. Kentenich con el superior general– hasta la primera expresión escrita que tenemos del P. Kentenich sobre la obra de Pallotti, que es una carta suya, de mayo de 1916, dirigida al Prefecto Fischer, él va reflexionando. Llega a la convicción de que lo más original de Pallotti no es solamente el apostolado de los laicos –por lo cual el Papa Pío XI lo destacó como Precursor de la Acción Católica– sino la idea de la coordinación o unión de las obras apostólicas en la Iglesia.

    El P. Kentenich expresó que lo que él había asumido de Pallotti había sido esta intuición de un organismo que coordinase las obras y comunidades apostólicas de la Iglesia. Es decir, la idea de coordinar todas las obras y no solamente la tarea de formar apóstoles laicos que, en virtud del bautismo y de la confirmación, están llamados a ser apóstoles, sino la idea de coordinar el apostolado laical, bajo la dependencia de la Iglesia.

    2.  La idea del Apostolado Católico en Pallotti

    El P. Kentenich había conocido el escrito del P. Johannes Hettenkoffer, titulado Breve Historia de la Pía Sociedad de Misiones (PSM). No se usaba ya el nombre que Pallotti había dado a la sociedad (Sociedad del Apostolado Católico, SAC), pues, después de la muerte de su fundador, por disposición romana, los palotinos habían tenido que cambiar obligadamente ese nombre.

    Pallotti concibió la idea de movilizar y congregar las diversas comunidades y personas en una unión que él denominó el Apostolado Católico.

    En cuanto a la organización del Apostolado Católico, Pallotti se inspiró en la obra de la mística española María de Agreda, titulada La Ciudad de Dios. Ésta, en sus visiones, vio que los apóstoles se reunían en el Cenáculo junto a María y que eran enviados a doce lugares distintos de la tierra para hacer su apostolado.

    A la luz de esta imagen, Vicente Pallotti ideó simbólicamente el Apostolado Católico. Lo dividió organizativamente en doce Procuras, que serían doce regiones del mundo. Cada una de estas regiones o procuras, estaría bajo el patronato de uno de los doce apóstoles. Pallotti pensó organizar el Apostolado Católico en cada procura y en cada lugar. Diseñó y trató de llevar a la práctica concretamente la procura romana. Consideró tres tipos posibles de pertenencia: primero, aquellos que aportaban oración y sacrificio; segundo, los que aportaban bienes económicos: los benefactores; y, tercero, los que aportaban acciones apostólicas concretas. Las personas se podían inscribir en uno de estos grupos.

    En Roma, Vicente Pallotti logró que una gran cantidad de personas e instituciones se inscribieran en uno u otro grupo, ya fuese individualmente o como comunidades, que ofrecían oraciones y sacrificios, dinero o trabajo apostólico. Incluso hubo personalidades como obispos y cardenales que se inscribieron en el Apostolado Católico.

    Posteriormente, Pallotti fundó una comunidad de sacerdotes que debía asumir la tarea de ser la parte central y motriz de esta coordinación apostólica: la Sociedad del Apostolado Católico (SAC).

    Después de la muerte de Pallotti, desapareció el Apostolado Católico, permaneciendo sólo la Sociedad del Apostolado Católico que, como se dijo, adquirió temporalmente otra denominación (PSM).

    Ya estamos otra vez en un nuevo año. Ya han pasado muchos años de tribulaciones grandes y difíciles. Nunca, sin embargo, pasará la inmarchitable corona de felicidad que le está prometida a aquellos que saben soportar sus tribulaciones por amor a Dios... Yo hablo así, aunque le deseo a usted la plenitud de la felicidad natural y sobrenatural. ¡Tenga usted valor en Dios! ¡Tenga usted confianza en la intercesión de la Inmaculada Virgen María, de los ángeles y santos! Le repito: el tiempo de la tribulación pasa, pero la recompensa, nunca. En la tribulación se aumentan los bienes eternos.

    (De una carta al conde Antonio Plebani, 1834)

    3.  Del Apostolado Católico a la Confederación Apostólica Universal (CAU)

    En 1916, el P. Kentenich asumió conscientemente la idea propia de Pallotti sobre el Apostolado Católico. Afirmaba que él tomó de Pallotti esta idea, calificándola como una idea Mamut o una obra mamut o gigantesca, y por eso, humanamente irrealizable, una utopía. Pero, si Pallotti, como santo y fundador, había concebido esta idea, él confiaba que Dios quería algo con ello y, que si él pertenecía a la Sociedad del Apostolado Católico, era por algo.

    El P. Kentenich dio otro nombre al Apostolado Católico tal como Pallotti lo había concebido históricamente. Lo denominó Confederación Apostólica Universal. Por lo tanto, ésta viene a ser la nueva realización o concreción de lo que Pallotti quería.

    Pero no se trataba solamente de un cambio de nombre, sino también de un

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