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Kant dirá que: "Ilustración, es la salida del hombre de su culpable minoría de edad".

Es el mayor acontecimiento sociocultural desde la Grecia clásica. La Ilustración consiste en arrinconar la superstición, a la vez que correr las cortinas para permitir que entre la luz de la Crítica y la Razón. La Ilustración fue la espoleta de los movimientos libertarios que sacudieron Europa en el XIX. No es cierto que la Ilustración aconteciera en distintos grados en todas las zonas del mundo. Desde hace décadas, hay un intento de negativizar la Ilustración en detrimento del tradicionalismo.
LanguageEspañol
Release dateNov 26, 2019
ISBN9788417741587
La ilustración
Author

Pedro Gómez

Pedro Luis Gómez Muñoz nació en Segovia en 1958.Se licenció en Psicología en la UAM en 1981. Siempre se ha desempeñado en otras profesiones.Trabaja en la SEPI.

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    La ilustración - Pedro Gómez

    La ilustración

    Domesticando el pensamiento subversivo

    La ilustración

    Domesticando el pensamiento subversivo

    Pedro Gómez

    Esta obra ha sido publicada por su autor a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma.

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

    © Pedro Gómez, 2019

    Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras

    Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com

    www.universodeletras.com

    Primera edición: 2019

    ISBN: 9788417740559

    ISBN eBook: 9788417741587

    Introducción

    Inicié este trabajo en la pretensión de ser uno más en la defensa de la Ilustración. No es cierto que los grandes valores y las grandes conquistas sociales estén asentadas de modo inequívoco. Y menos cierto es que mi aportación yaya a cambiar el signo de las cosas. Se supone que todos amamos el bien, falso, el bien también tiene enemigos. La libertad de opinión, expresión y queja, y la pretensión de igualdad, parecería que son bienes sociales básicos, con cuyo logro todo el mundo estaría de acuerdo; quién va a decir que no. Nadie dirá no, en principio, es más, todo el mundo cacareará estar a favor. Después, en las actitudes, se aprecia que muchos no desean esos bienes tan básicos, para todos. Y eso que en cuanto a la pretensión de igualdad, ya no se juega en una escala alta; no se les vaya a ocurrir a las clases populares hablar de igualdad económica, entonces, bajo la acusación de vagos, envidiosos y comunistas, enseguida engrasan las metralletas.

    La ilustración surgió en Inglaterra y Francia a mediados del siglo XVIII, y ese fue el epicentro fundamental, aunque acabó llegando y creciendo en buena parte de Europa. Los valores de la Ilustración, removieron se quisiera o no, el orden de los pueblos y fueron siempre espoleta para los movimientos libertarios que vivió Europa en el siglo XIX. Los valores que disfrutamos durante estos dos siglos en Occidente no llegaron solos, son conquistas sociales derivadas del afianzamiento de aquel legado. Lo que había antes era oscurantismo, superstición y miedo, bajo el dominio de la fe y la Escolástica. Lo que hizo la Ilustración fue espantar el polvo, correr las cortinas y permitir que entraran los rayos de luz de la Razón. La Ilustración es el mayor acontecimiento social y de pensamiento después de la Grecia Clásica, nada ha tenido mayor trascendencia. La democracia y el reconocimiento y gozo de los valores del hombre, son una realidad merced a la Ilustración, antes no existía el hombre, solo tenían derechos unos pocos hombres. Sería bueno y positivo que todos los pueblos conozcan la Ilustración, porque es casi el único solido pedestal en el que puede afianzarse el reconocimiento de los derechos del hombre.

    Con el argumento de la fe y la tradición, atacan la razón y la Ilustración en estos ásperos tiempos en que desde el pensamiento único triunfador se amenaza con arramblar con toda discrepancia, y tachar y arrinconar como propio de lunáticos y soñadores el bello empeño de decir alto y claro que hubo sueños maravillosos y revoluciones buenas. Se pretende desde hace décadas que la idea misma de revolución, en la vertiente del pensamiento social o político, es siempre mala y a la postre, siempre causante de desgracias —excepto las revoluciones técnico-industriales. Casi han conseguido que la Revolución Francesa y la Revolución de Octubre, sean sinónimo de errores históricos.

    Dos han sido, los enemigos fundamentales de la Ilustración: la Contrailustración conservadora, y la Crítica negativa de la Ilustración —Escuela de Franzfurt—. De la primera nadie debe extrañarse; quienes se empeñan en esa crítica, son los mismos que de modo enmascarado nos negarían el derecho a opinar y reclamar justicia. El segundo modelo de crítica es más complejo, pues acompaña algunos aciertos junto a errores, que en definitiva dan un buen empujón a la valoración que de ella se tenía. El movimiento y desarrollo de la Ilustración favoreció el nacimiento del marxismo y su contrario el nazismo, consecuencia lógica del desarrollo de la razón instrumental y del apoderamiento de la Ilustración por el capitalismo, según la Dialéctica de la Ilustración.

    Señalar que solo ha habido Ilustración en Occidente. Desmentir de este modo a St. Bronner, quien la entiende como un fenómeno difuso y generalista, que aconteciera en cierto modo en muchas partes del mundo. No es cierto.

    Sería bueno y positivo que todos los pueblos conozcan la Ilustración, porque es casi el único solido pedestal en el que puede afianzarse el reconocimiento de los derechos del hombre. Todo eso, es lo que se va a encontrar el lector si continúa leyendo. El índice le ofrecerá al lector una idea del material tratado.

    He colocado al final un pequeño índice o guía de nombres, por si el lector se pierde o tiene interés en ubicar determinado autor o filósofo. Para que no se me hiciera muy extenso, he prescindido de los que supongo más conocidos, por tanto no aparece Rousseau, Voltaire, Hegel, Platón, Marx, etc.

    Antecedentes

    La Ilustración hunde sus raíces en el Renacimiento y en las utopías pre-renacentistas. Tras la caída de Roma, el conocimiento era un erial. Hacia el año 1000, la religión impuso el miedo y la idea del apocalipsis, avivado por los predicadores fundamentalistas que anunciaban el fin del mundo, y aunque no advino en la fecha indicada siempre estaba presto, de modo que debían prepararse para ese momento mortificando los cuerpos y santificando las almas, debían sufrir la cruz. En el intervalo de los siglos XI al XIV era muy común el tipo de cotidianeidad que describe H. Eco en «el Nombre de la Rosa», escenas en las que clérigos fanáticos esparcían el miedo predicando sobre el pecado, el demonio y la hembra. La Iglesia controló con más ahínco que nunca todo pensamiento, y trato de imponerse en los dos órdenes: espiritual y temporal. Era aterrador oír vociferar a los curas acerca de las siete trompetas «cuidado con la tercera trompeta, morirá la tercera parte de las criaturas que vivan en el mar»; la mujer siempre era el vehículo del demonio «como Eloísa sedujo a Abelardo, porque no olvidéis que a través de la hembra penetra el demonio en el corazón de los hombres». El temible fraile ciego Jorge (en la citada novela) le dice a Guillermo: «La risa es mala porque sacude el cuerpo, deforma los rasgos de la cara, hace que el hombre parezca un mono. La risa es signo de estulticia, la risa fomenta la duda y con ello, ofende a Dios».

    Eran bastantes en la Iglesia quienes entonces reivindicaban la pobreza originaria. En medio de este debate la Iglesia se desgarraba, y también la orden de los franciscanos, cuya versión radical, los Espirituales, defendían con inigualable tesón la pobreza. Pero el papa no compartía esa orientación. Juan XXII condenaría a los Fratricelli en 1318. Antes, el papa¹ Bonifacio VIII se había empeñado en unir bajo su cetro los dos poderes. La bula papal Unam Sanctam, promulgada en 1302, confirmaba esa doble pretensión: «teoría de las dos espadas», idea que fundaba teológicamente en algunos textos bíblicos, Lucas: «Señor, aquí hay dos machetes»; a la vez que presionaba para que los líderes cristianos enarbolaran la bandera de la Cruzada. Siguiendo la reflexión de Tamayo, (ibid.55) diríamos que en el siglo XIV «la cultura y la política inician un proceso de despegue de la tutela religiosa y tienden a una primera laicización». El modelo económico vigente entraría en crisis a consecuencia de las excesivas cargas impuestas por los señores feudales a los campesinos, unido al hecho de las guerras, la peste, el hambre y las subidas de precios. «En un clima así, los pobres carecen de seguridad y de reservas y no pueden escapar a la tortura del hambre», de tal suerte, que se conformaría un imaginario común apocalíptico en el pueblo llano, que sería detonante de posteriores convulsiones sociales.

    El Renacimiento representa el renovado interés por la cultura de la antigüedad clásica. Los antecedentes históricos del Renacimiento cabe situarlos en la decadencia del mundo medieval en razón de diversos factores, como fueron el declive del Sacro Imperio Romano Germánico, el debilitamiento de la Iglesia Católica a causa de los cismas y los movimientos heréticos —que darían origen a la Reforma Protestante—, la profunda crisis económica derivada del anquilosamiento del sistema feudal, y la decadencia de las artes y las ciencias, lastradas por una teología escolástica sumida en el escepticismo. El Renacimiento se originó en la región de la Toscana, con epicentro en las ciudades de Florencia y Siena. Más tarde, devendría en un importante impacto en Roma. El comercio entre el Norte de Europa, el imperio Bizantino y el trigo de Egipto, se efectuaba por los puertos de Génova, Pisa y Venecia. Desde Europa se compraba lana y trigo de las ciudades-estado del interior, de modo que estas ciudades, puntos estratégicos del comercio, prosperaron. Cuando Constantinopla cayó en manos otomanas en 1453, muchos científicos, filósofos y matemáticos del mundo árabe, vinieron a Europa a través de Italia. Trajeron consigo los antiguos textos griegos, que enseñaron a leerlos en academias en Venecia y Florencia. Ya antes, a mediados del siglo XIV, en Italia escribían Dante y Petrarca. Este último, es el fundador de un nuevo método de estudio, el humanismo renacentista. Petrarca no comprendía el menosprecio u olvido de la cultura clásica, e hizo cuanto pudo para su rescate y para mostrar la belleza, coherencia y utilidad de aquellas enseñanzas y conocimientos. Amante que era de los libros, viajo por Europa buscando códices de autores clásicos. Petrarca promovió el estudio de los clásicos griegos y latinos. Llevaba siempre consigo una copia de Homero para encontrar a alguien que le enseñara a leer griego. Encontró textos de Cicerón en Lieja, de Quintiliano, y fue el redescubridor de Vitruvio, que sirvió de base de la arquitectura renacentista. Al encontrarse con Boccacio, y coincidir en gustos y sentimientos, ambos se empeñaron en rescatar la cultura clásica de los siglos oscuros. El humanismo es una filosofía optimista que ve al hombre como un ser sensible y racional, con la habilidad de pensar y de decidir por sí mismo; concibe al hombre como inherentemente bueno por naturaleza, en contraste con la visión cristiana del pecado original, del que debe ser redimido; lo cual significaba una oposición a la visión oscurantista de la Iglesia Católica. Esta Iglesia se había adueñado de todo el poder —espiritual y terrenal— en colaboración con los reyes, y por tanto estaba en condiciones de dictar lo que los hombres podían decir y hasta pensar, de tal modo que se ahogó todo el pensamiento libre desde el siglo IV hasta el siglo XV, la filosofía desapareció, el saber de la Grecia Clásica quedo arrinconada en los rollos y manuscritos de la biblioteca de Alejandría y después en los monasterios. No apareció idea luminosa de filósofo alguno, pues la ortodoxia cristina dictaba lo que se podía pensar. Se cita a S. Agustín y Sto. Tomás como filósofos, en realidad solo eran escribas del cristianismo. Ya en el siglo IV los arrianos fueron perseguidos, práctica que duró hasta Galileo y Copérnico. Consecuencia de la dictadura del monoteísmo, el amor al conocimiento y la filosofía desapareció en todo Occidente (solo había un conocimiento que debía interesar al hombre: la interpretación que de la Biblia hacían los obispos), solo se salvo la isla de la cultura árabe de Córdoba (Maimónides, Averroes, etc). Otro hecho decisivo fue el empeño de Pico della Mirandola en buscar cantidades de manuscritos olvidados, conocidos sólo por su reputación. Este esfuerzo fue sostenido en gran parte por la riqueza de los patricios italianos, príncipes, mercaderes y déspotas, que invirtieron sumas sustanciales en la construcción de bibliotecas.

    Florencia se convertiría en el centro del intercambio de comercio de Europa y en centro de finanzas y bancos. Por entonces aconteció la peste, hecho que mermaría la población europea casi en un tercio; pero los que quedaron se alimentaron mejor y ganaron más dinero, de modo que dinamizaron la economía, el mercado y la artesanía del lujo. De modo colateral, los horrores de la peste negra y la aparente incapacidad de la Iglesia para proveer alivio, contribuirían a la declinación de la influencia eclesiástica. En Florencia, la quiebra de los bancos de las familias Bardi y Peruzzi abrió las puertas para el florecimiento de los Médici, que serían los grandes mecenas del arte en esta ciudad. Otros mecenas fueron: Federico da Montefeltro, duque de Urbino; Ludovico Gonzaga, marqués Mantua; Alfonso el Magnánimo, rey de Nápoles; Francesco y Ludovico Sforza, duques de Milán; además de los papas y cardenales de la Iglesia.

    Una de las teorías que explican el Renacimiento italiano, señala como causa del Renacimiento las guerras entre Florencia y Milán. A fines del siglo XIV, Milán era una monarquía bajo el control de la familia Visconti. Gian Galeazzo Visconti, que gobernó la ciudad entre 1378 y 1402, dirigió una larga serie de guerras con el fin de conquistar a los estados vecinos y derrotar a las varias coaliciones lideradas por Florencia. Estos intentos culminaron en 1402 con el sitio de Florencia, a punto de capitular la ciudad, pero murió Gian Galeazzo y declinó su imperio. Años después, en 1454, se firmó la paz de Lodi, entre Cosme de Medici y Francesco Sforza. Entre las varias hipótesis, una de ellas apunta que durante estas largas batallas, los líderes florentinos buscaron apoyo popular presentando la guerra como una opción entre la república libre y la monarquía despótica. Fue en ese período de crisis, en el que aparecieron los principales generadores del renacimiento temprano, como Ghiberti, Donatello, Massolino y Brunelleschi, se dice que todos ellos tenían asumida esta ideología republicana. Cosme de Médici, el más insigne de esa dinastía, fue visto con aprecio por sus conciudadanos, en especial por traer un período de estabilidad y prosperidad a la ciudad. Otras versiones le presentan como un dictadorzuelo, muy preocupado por la seguridad y la rivalidad de las familias florentinas.

    A principios del siglo XV, aventureros y comerciantes como Niccolo dei Conti, navegaron hasta sitios tan lejanos como el Sudeste Asiático y, regresaron trayendo conocimientos de primera mano sobre la situación mundial, presagiando los futuros viajes europeos de exploración y conquista. Pero fueron antes, los portugueses, quienes explorarían esos confines y quienes aportaron geografía y conocimientos del nuevo mundo y de las diversas técnicas que ayudaban en la navegación. Los portugueses navegaban toda la costa de África a principios del XV, adheridos a las expediciones que financiaba Enrique el Navegante. Arribaron a la India en 1498, Brasil en 1500, llegaron a China en 1513 y a Japón en 1543. Para la navegación astronómica, los portugueses, como otros europeos, recurrieron a instrumentos de navegación árabes como el astrolabio y el sextante, que aligeraban y simplificaban la navegación. También inventaron otros, como la «ballestilla» o «bengala de Jacob» (para obtener en el mar la altura del sol y otros astros). Estos instrumentos, según qué épocas del año, sufrían incorrecciones respecto de la inclinación del sol. Por este motivo hacia 1483, los portugueses —muy observadores de las estrellas— confeccionaron tablas de inclinación del sol impresas en Venecia, cuyo cálculo se basaba en la Estrella Polar.

    A la concepción del universo durante la Edad Media, se sucede una visión dinámica que se sustenta en la experimentación, los descubrimientos y las nuevas técnicas, y en la pujanza del nuevo método científico como fuente de conocimiento. En el nuevo terreno artístico, los nuevos valores supremos del artista serán la belleza y la armonía, desligados de la religión y sustentados en el estudio de la naturaleza, que a través de la medida y la proporción, otorgan al artista nuevas herramientas para realizar sus obras. Los ideales del Renacimiento se difundieron, primero desde Florencia hacia los estados vecinos de Toscana, como Siena y Lucca. En realidad el Renacimiento Italiano afectó sólo a una pequeña porción de la población. El Norte de Italia era la región más urbanizada de Europa, pero tres cuartas partes de los habitantes eran campesinos. El Renacimiento no fue un periodo de grandes cambios sociales o económicos, sino de desarrollo cultural e ideológico. El fin del Renacimiento resulta tan impreciso como su inicio. Para muchos, la llegada al poder en Florencia del austero monje Girolamo Savonarola en 1497 marca el fin del florecimiento de la ciudad. Para otros, el retorno triunfante de los Médicis representa el comienzo de la etapa artística tardía denominada Manierismo (gusto por el estilo artístico exagerado, extravagante y la afectación artística). Savonarola representa el retroceso del secularismo, durante su etapa se quemaron muchas obras de arte. Pero con los Médicis de nuevo en el poder, la contrarreforma en las iglesias continuó. En 1542 se fundó la Inquisición y pocos años después se creó el Indice de libros Prohibidos, excluyendo un gran conjunto de obras literarias renacentistas.

    A la par que el Renacimiento Italiano se diluía, muchos grandes artistas italianos eligieron emigrar. El ejemplo más notable lo representa Leonardo da Vinci, quien se trasladó a Francia en 1516 bajo el mecenazgo del rey Francisco I. Desde Fontainebleau otros artistas llevaron el Renacimiento a Amberes. Allí, la escuela flamenca de pintura alcanzó un desarrollo notable, representada por Jan van Eyck, Rogier Van Der Weyden o Jan Van Scorel. Se caracterizó por su naturalismo, rasgo que comparte con los maestros italianos.

    El Renacimiento Italiano en pintura, comenzó en Florencia con los frescos de Masaccio, luego las pinturas sobre panel y frescos de Piero della Francesca y Paolo Uccello. Pretendían dotar de realismo a sus pinturas, la creación de espacios creíbles permitió a los artistas mejorar la representación del cuerpo humano sobre paisajes naturales. Las figuras de Massaccio tienen una plasticidad desconocida hasta esa época. Comparadas con el aspecto llano de la pintura gótica, estas obras eran revolucionarias. En el Norte de Italia, los artistas también comenzaron a utilizar nuevas técnicas en la manipulación de la luz y sombra, como en los contrastes usados en varios retratos de Tiziano, y en el desarrollo del esfumato y el claroscuro por Leonardo da Vinci y Giorgione. Esta época vio también aparecer los primeros temas seculares, no religiosos. El gran genio del arte escultórico sería Miguel Ángel. Este es al mismo tiempo un notable arquitecto y pintor, que destaca sobre todo como escultor, de modo especial con su obra mayúscula «El David» (un desnudo de colosales músculos y alta intensidad emocional). Los pintores más famosos de esa época fueron el citado y Leonardo y Rafael. En el terreno arquitectónico, algunos de los edificios más antiguos que muestran caracteres renacentistas son: la Iglesia de San Lorenzo en Florencia y la Capilla Pazzi, ambas de Filippo Brunelleschi. También en Florencia, el interior de Santo Spirito expresa un nuevo sentimiento de luz, claridad y amplitud de espacio, que es típico del renacimiento temprano en Italia. Su arquitectura refleja la filosofía del humanismo: la iluminación y claridad mental en oposición a la oscuridad y espiritualidad de la Edad Media. El alto Renacimiento fue presentado en Roma en 1502, mediante el Templete de San Pedro en Montorio por Donato Bramante y su original planta central para la Basílica de San Pedro en 1506.

    Una de las grandes palancas de la modernidad y el Renacimiento, fue la imprenta. La inventó Johannes Gutemberg hacia 1449 en Maguncia, Alemania, editando junto a su socio Johann Fust, el Misal de Constanza.

    Normalmente entendemos por Edad Moderna, el periodo cuyo inicio coincide más o menos con el asentamiento definitivo de las naciones europeas. Los Reyes Católicos unificaron España, y a inicios del siglo XVI Carlos V hereda ese reino y el imperio de Europa. De su España, hemos de decir que la población vivía casi exclusivamente de la agricultura, arrendatarios de la mayoría de las tierras otorgadas a la nobleza por los Reyes Católicos: los Guzmán, los Cerda, los Ponce de León, los Mendoza —duques y condes, todos ellos—, el arzobispo de Toledo, etc. Otra parte de los productores vivía del pastoreo y la exportación de lana a los mercados de Brujas y Amberes. Por la ley de arriendo del suelo de 1.501, la Mesta, que pagaba una renta, utilizaba a perpetuidad enormes extensiones de terreno, siendo un poderoso freno para el desarrollo de la agricultura. Industria, ninguna, y artesanía poco potente en comparación con Inglaterra y Flandes. La caricatura del Lazarillo definía muy bien una España repleta de pícaros, donde todos querían ser hidalgos, «no vivir de rentas no es oficio de nobles»

    En Europa, Carlos V apenas sí dispuso de un año de paz, enzarzado casi de continuo contra el rey francés. Se le complicarían más las cosas, debido a cuestiones de religión. Al hablar del Renacimiento mencionábamos la pujanza del naciente humanismo, una filosofía optimista que ve al hombre como un ser sensible y racional, con la capacidad de pensar y decidir por sí mismo. Este enfoque, supondría una oposición frontal con la visión de la Iglesia Católica. Ese humanismo adelgaza el nudo con que la Iglesia sujetaba a los fieles, aún temerosos pero menos, capaces algunos de oponer resistencia, ver, opinar y criticar. El fraile alemán Lutero, que se había criado en las entrañas de Roma, se escandalizó con el conocimiento de las indulgencias: perdones a través de la compra de bulas, que avarientamente vendía el dominico Johann Tetzel. A Lutero le hubiera pintado mal en circunstancias comunes, pero algunos eventos excepcionales salieron en su ayuda: el servicio que su causa prestaba a las pretensiones de poder de los príncipes alemanes ².

    Las consecuencias de las doctrinas de Lutero, contempladas en el tratado de Passau de 1552, propiciaron el reconocimiento del protestantismo en igualdad de condiciones con la religión católica y mostraron al cristiano luterano una doctrina diferente de la católica, que hacía especial hincapié en la explicación de la salvación y en la valoración del trabajo, «Dios está de parte de los hacendosos y de quienes obtienen beneficio y provecho del trabajo honrado». En medio de aquel conflicto, que contagió a toda la Iglesia, se sumó también la visión crítica de Erasmo, a la vez que conciliadora. Podría decirse que se movió entre dos aguas. Erasmo tenía claro que las universidades, colegios y en general la Iglesia, dificultaban el pensamiento libre. Se dio cuenta de que en la universidad, en vez de enseñarse las nuevas ideas, todo el saber seguía centrado en la discusión escolástica. Cuando el conflicto con Lutero se hizo inevitable, tuvo que dar explicaciones y posicionarse públicamente, indicando, que sus ataques jamás se habían dirigido contra la Iglesia como institución y menos contra Dios como fuente de inteligencia y justicia, sino que sus críticas iban dirigidas sólo a los malos obispos y frailes, que ganaban dinero vendiendo el paraíso. Erasmo tilda de exageraciones las proclamas de Lutero acerca de la libertad humana en el texto «Discusión sobre el libre albedrío». Su empeño consistía en que la Iglesia permitiera más libertad de pensamiento. No se le hizo gran caso, dado que pronto se puso en funcionamiento la maquinaria de la Inquisición. El luteranismo arraigó en todo el Norte de Europa, el resto lo controlaba con mano férrea (e Inquisición) el papa y su socio terrenal, el emperador. Se extendió también en Inglaterra (Anglicanismo), por conveniencia de Enrique VIII. Este pueblo no firmaba como valor de vida aquella sentencia española «vivir de rentas», y en su seno se fueron afianzando dos clases: la gentry y los yoeman. Únase la sentencia luterana respecto de la salvación y el trabajo. En consecuencia, en el Norte se estaba conformando un tipo de pensamiento a favor del progreso técnico y de los negocios muy superior al del Sur (sobre esta base disertó amplias lecciones Max Weber en el siglo XIX). En la primera mitad del siglo XVI los ingleses ya roturaban los campos, alternaban el barbecho y seleccionaban semillas y fertilizantes, logrando buenos rendimientos. En otra actividad paralela, Inglaterra también era potente al igual que Flandes en la confección de paños de calidad, a través de su lana y de la de la oveja merina que importaban de Castilla. Esta industria estaba establecida en el este del país (Norfolk, Essex, Kent), y a continuación se extendió hacia el oeste (Gloucester, Somerset). La industria textil inglesa se benefició de la emigración de multitud de tejedores flamencos protestantes, refugiados tras la revuelta de los Países Bajos contra España.

    A lo largo del siglo XVI se había ido verificando una basculación progresiva del centro de gravedad del comercio internacional desde el Mediterráneo hacia el Atlántico Norte. Portugal y España atravesaban por serias dificultades. Mientras tanto, los Países Bajos e Inglaterra tomaban el relevo y

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