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Des/encuentros de la música popular chilena 1970-1990
Des/encuentros de la música popular chilena 1970-1990
Des/encuentros de la música popular chilena 1970-1990
Ebook392 pages5 hours

Des/encuentros de la música popular chilena 1970-1990

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El libro que nos entrega Juan Pablo González prolonga hacia un pasado más reciente sus anteriores estudios sobre historia de la música popular chilena. Si bien persiste un “modo de hacer” común, se enfatizan aquí los enfoques más específicamente musicológicos del material, con oportunas inflexiones hacia el análisis intrínseco de los lenguajes. La proximidad temporal le permite interactuar con los protagonistas de esos procesos e incluir su propia experiencia con ellos, en la certeza de que lo social atraviesa la memoria privada.
LanguageEspañol
Release dateJun 22, 2017
ISBN9789563571097
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    Des/encuentros de la música popular chilena 1970-1990 - Juan Pablo González

    todo.

    UNO Estudios en música popular

    Una revisión de los estudios sobre música popular chilena publicados en las primeras décadas del nuevo siglo desde el campo de la musicología en particular y de la investigación musical en general, permite tener una idea del explosivo interés por investigar y publicar sobre esta música al que me refería en la introducción. Políticas institucionales y motivaciones artísticas habían conducido a la musicología chilena a otorgarle una atención preponderante a la música del siglo XX en su labor de investigación y comunicación. Si bien esta atención ha estado enfocada en la llamada música docta contemporánea, toca la casualidad que justamente el siglo XX ha sido el siglo de oro de la música popular en el mundo, lo que ha dejado a la musicología nacional trabajando sobre un período histórico muy relevante para los estudios en música popular en general. Esto se suma a los vínculos desarrollados en Chile durante los años sesenta y setenta entre algunos compositores de conservatorio y la música popular, expresados en la creación y la docencia y en su labor como jurados de festivales, lo que también ha producido una confluencia de intereses entre ambos campos musicales. La propia formación de conservatorio que tuve desde comienzos de los años setenta, junto a mi interés por la música popular, me hizo vivir en carne propia los encuentros y desencuentros entre ambos mundos.

    Al mismo tiempo, las dimensiones más bien acotadas de la música practicada en Chile hasta mediados del siglo XIX, considerando tanto su desarrollo artístico como las fuentes para su estudio, también pueden haber influido en la temprana y sostenida atención brindada al siglo XX por la musicología nacional, tanto en relación a la música docta como popular. Es así como luego de ser incluida en la agenda musicológica anglosajona a comienzos la década de 1970, la llamada música popular urbana empezó a ser estudiada por la musicología chilena a fines de los años setenta de manera creciente hasta la actualidad, sumándose la investigación musical en un sentido más amplio¹.

    Las primeras reflexiones que encontramos en Chile sobre la canción popular del siglo XX, surgieron a partir de los dos primeros festivales de la Nueva Canción Chilena organizados por la Vicerrectoría de Comunicaciones y de Extensión de la Universidad Católica en 1969 y 1970. En el marco de estos festivales, la universidad invitó a los miembros del jurado y a los compositores participantes, junto a investigadores, sociólogos y personeros de la televisión, la radio y los sellos, a dialogar en torno a dos temas centrales: La canción folclórica y popular chilena (1969) y Qué es la canción chilena (1970)². Si bien los debates y conclusiones de esos diálogos no habrían sido publicados, el diario La Nación publicó en una edición dominical de agosto de 1970, la conferencia presentada por la socióloga francesa residente, Michèle Mattelart, en el foro El conformismo revoltoso de la canción protesta, realizado a los pocos días que terminara el II Festival de la Nueva Canción Chilena³. La publicación de su conferencia y de su libro en coautoría, Juventud chilena: rebeldía y conformismo (1970), constituyen hitos fundacionales del estudio de la música popular del siglo XX en Chile desde una perspectiva sociológica.

    Si consideramos Twilight of the Gods: The Beatles in Retrospect (Faber & Faber, 1973), del británico Wilfred Mellers (1914-2008), como el primer libro sobre música popular publicado por un musicólogo, tendremos que, a pesar del aislamiento que supuso para Chile el golpe de Estado, siete años más tarde se publicaba en el país Perfil de la creación musical en la Nueva Canción Chilena desde sus orígenes hasta 1973 (Ceneca, 1980), del musicólogo nacional Rodrigo Torres (1952). Este documento de trabajo publicado por el Centro de Indagación y Expresión Cultural y Artística, Ceneca, de Santiago, surgía luego que en 1979 este centro organizara el seminario La música popular en el período 1973-1979, abocado al estudio de las relaciones entre sociedad, canción popular e industria, manifestando el interés de Ceneca por las relaciones de música popular y sociedad. De cierto modo, este seminario continuaba con los diálogos organizados por la Universidad Católica en el marco de los festivales de la Nueva Canción Chilena. Participaron un conglomerado de actores de la escena musical divergente de la época, logrando una de las primeras instancias en dictadura donde se debatieron experiencias en el campo musical, aunque con un objetivo más profesional que académico, pues se trataba de estimular la creación y la infraestructura organizativa y de difusión⁴. Al mismo tiempo, desde fines de los años setenta, otro musicólogo chileno, Samuel Claro Valdés (1934-1994), empezaba a incluir la música popular en su agenda de docencia e investigación, de la cual tuve la suerte de participar como su alumno, ayudante y tesista en la Universidad de Chile, y como su colega en la Universidad Católica.

    Los musicólogos chilenos de fines de los años setenta interesados en música popular, debíamos abordar una música que tenía varias particularidades en el campo de la música popular iberoamericana, en general. Se trataba de una música sin raíces africanas manifiestas, con bajos índices de mestizaje, y con muy pocos géneros urbanos propios. De este modo, había que abordar una música popular formada en una alta medida de importaciones musicales europeas, norteamericanas e iberoamericanas, generándose fenómenos de apropiación, resignificación y mezcla que están constantemente presentes en este libro. Es así como en publicaciones previas hablábamos de música popular en Chile más que chilena propiamente tal, disyuntiva sobre la que profundizo más adelante⁵.

    Revista Musical Chilena (1945) —decana de la musicología en español— fue incluyendo en forma intermitente artículos sobre música popular entre sus páginas desde mediados de los años ochenta (González, 1986), llegando a tener cierta constancia recién dos décadas más tarde. Esta constancia fue coronada por números monográficos en el 2009 y en el 2010, con artículos de un grupo de jóvenes investigadoras, quienes coincidían en estudiar música popular desde la musicología y la historia⁶. A esto se suma el dosier sobre música y cuerpo convocado por la revista Resonancias en el 2013, que produjo un claro aumento en los artículos sobre música popular urbana publicados por revistas chilenas orientadas hacia la musicología⁷.

    De igual modo, la veintena de libros musicológicos sobre música chilena publicados en el país entre el 2005 y el 2015, incluyen una docena dedicado a la música del siglo XX, la mitad de ellos sobre música popular urbana⁸. Si bien entre las publicaciones musicológicas nacionales imperan las editoriales universitarias, también ha habido una notable apertura de editoriales independientes orientadas a la cultura, la historia y la sociedad, que han incorporado títulos musicológicos a su catálogo. El interés de estas editoriales por la historia local y del tiempo presente, los estudios de género y por los problemas interdisciplinarios en general, han favorecido la publicación de textos musicológicos en sintonía con la renovación de las humanidades y las ciencias sociales.

    Ampliando horizontes

    En forma paralela al campo de la musicología y la etnomusicología, ha venido desarrollándose en forma creciente en Chile durante esta última década un amplio campo multidisciplinario que converge en lo que podemos llamar investigación musical independiente, concepto más amplio que el de musicología propiamente tal. Propongo esta diferencia en base a cuatro criterios principales: primero, este campo está formado por disciplinas que no estudian la música de manera exclusiva; segundo, incluye investigación aplicada en las áreas científica, tecnológica y artística⁹; tercero, también se desarrolla según criterios, necesidades y marcos institucionales que están fuera de la academia; y cuarto, sus resultados se pueden comunicar a través de medios menos usados por la academia, como son el libro de autor, el documental y la web. Mientras desde las ciencias sociales se emprenden estudios que recogen conceptos, preferencias, necesidades y potencialidades de la población en relación a la música, estudios necesarios para el desarrollo de políticas públicas, por ejemplo, el periodismo cultural impreso, audiovisual o en la web, ha llegado en forma creciente a desarrollar prácticas de investigación destinadas a la publicación de libros, documentales radiales y de televisión, y sitios dedicados principalmente a la música chilena de los últimos cincuenta años.

    Al mismo tiempo, las tres revistas chilenas orientadas hacia la musicología: Revista Musical Chilena, Resonancias y Neuma, también se han abierto al campo de la investigación musical en un sentido amplio, aunque en menor medida que lo que podemos encontrar en los libros publicados en Chile durante la última década. Es en estos libros donde observamos la rotunda presencia de una investigación musical independiente por sobre una institucionalizada, que va de la mano del dramático aumento de títulos, editoriales y autores disponibles en el Chile del nuevo siglo. En efecto, llama la atención el alto número de libros publicados estos últimos años en el país dedicados a distintos protagonistas y prácticas de la música chilena. Según un estudio de Víctor Rondón (2016), el 63% de los libros sobre música editados en Chile desde 1940 —década en que se institucionaliza la investigación musical en nuestro medio— ha sido publicado desde el 2000. En rigor, al contabilizar la totalidad de los libros sobre músicos y música chilena publicados los últimos cinco años, el porcentaje aumentaría a un 74% del total, en lo que va corrido del siglo. ¿Qué puede haber llevado a este dramático crecimiento en la producción editorial de interés musical?

    Por una parte, este incremento manifiesta el aumento de las personas capacitadas e interesadas en investigar y escribir sobre música, generando, al mismo tiempo, un público lector en una especie de círculo virtuoso. Por otra, está la necesidad social de construcción de memoria luego del álgido período político vivido en el país en los años setenta y ochenta. Publicar sobre música, entonces, es también un medio reparador y liberador, que contribuye a reconstruir identidades desplazadas. De este modo, aparecerán libros con títulos como Contra el olvido. Memorias de la música chilena, del cantautor Nano Acevedo, por ejemplo, publicado en Santiago en su propia editorial Cantoral (2010)¹⁰.

    A estas dos hipótesis es necesario agregar tres más que apuntan a las condiciones productivas que sustentan este incremento de publicaciones. Primero, está el desarrollo de la industria editorial independiente en el Chile posdictadura —ligado también a la necesidad de memoria—, la que con bajos tirajes y con sistemas informatizados de edición ha podido disminuir sus costos de producción. Aunque sin resolver plenamente el problema de la distribución, estas editoriales cuentan con un lector militante y fiel, constituyendo un público cautivo y diverso al cual alimentar periódicamente con nuevas entregas. Es el concepto de bibliodiversidad, acuñado en los años noventa por los editores independientes, el que está en la base de este desarrollo¹¹. Segundo, está la política del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, CNCA, de financiar la labor de investigación en música mediante concursos públicos, aunque esa investigación culmine en muchos casos en libros autoeditados, de circulación restringida. Tercero, está el espacio de libertad que le otorga el formato de libro al investigador, libertad que no posee un artículo monográfico, que se encuentra sometido a restricciones formales y metodológicas más rígidas. De este modo, si un artículo de revista especializada está reservado para la producción académica, el libro, en cambio, es una caja vacía que permite ser llenado de modos diferentes sin que pierda su condición de tal. En rigor, a partir de cincuenta páginas debidamente encuadernadas y con tapas, podemos empezar a hablar de libro, según la propia definición de la Unesco¹². Nada más condicionaría a un libro para ser considerado como tal, condición que se libera aún más en la nueva era del libro

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