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Bebidas alcohólicas en Chile: Una historia económica de su fomento y expansión, 1870-1930
Bebidas alcohólicas en Chile: Una historia económica de su fomento y expansión, 1870-1930
Bebidas alcohólicas en Chile: Una historia económica de su fomento y expansión, 1870-1930
Ebook348 pages5 hours

Bebidas alcohólicas en Chile: Una historia económica de su fomento y expansión, 1870-1930

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About this ebook

¿Cuáles fueron las instituciones y voces de la sociedad chilena que debatieron acerca del consumo de la droga en Chile? ¿Cómo ha sido vista la droga desde una perspectiva histórica? ¿De qué modo ha devenido de peligrosa a exótica, de una perspectiva delictual a otra sanitaria? ¿Cuáles son las cargas simbólicas que la sociedad le ha otorgado? Al revisar la constitución de las toxicomanías y sus cultores, los circuitos de distribución de la cocaína, la morfina y la marihuana, al reparar en las dinámicas de regulación y criminalización de sus consumos, queda la impresión de que lo que se decía y hacía sobre el particular estaba atado o buscaba anexarse a otros fenómenos, a otras prácticas, a otros grupos sociales. Por medio de la reconstrucción y análisis de estos y otros hechos, este libro explora una serie de procesos históricos que se articularon en el Chile del siglo XX en torno al mercado de las drogas.
LanguageEspañol
Release dateNov 18, 2019
ISBN9789568421403
Bebidas alcohólicas en Chile: Una historia económica de su fomento y expansión, 1870-1930

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    Bebidas alcohólicas en Chile - Marcos Fernández Labbé

    BEBIDAS ALCOHÓLICAS

    EN CHILE

    Una historia económica de su fomento y expansión, 1870-1930

    BEBIDAS ALCHÓLICAS EN CHILE

    Una historia económica de su fomento y expansión, 1870-1930

    ©Marcos Fernández Labbé

    Ediciones Universidad Alberto Hurtado

    Alameda 1869 – piso 4 – Santiago de Chile

    mgarciam@uahurtado.cl – 56-02-6920344

    www.uahurtado.cl

    ISBN 978-956-8421-40-3

    eISBN 978-956-9320-96-5

    Registro de propiedad intelectual 192.021

    Esta es una edición conjunta del Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, y Ediciones Universidad Alberto Hurtado

    Dirección editorial UAH

    Alejandra Stevenson

    Editora ejecutiva UAH

    Beatriz García Huidobro

    Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos

    Rafael Sagredo Baeza

    Diseño y diagramación

    Francisca Toral

    Imagen de la portada

    Fotografía Eduardo Rembado

    Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.

    BEBIDAS ALCOHÓLICAS

    EN CHILE

    Una historia económica de su fomento y expansión, 1870-1930

    Marcos Fernández Labbé

    ÍNDICE

    AGRADECIMIENTOS

    PRÓLOGO

    INTRODUCCIÓN

    El problema de las cifras y la irregularidad estadística general

    LA PRODUCCIÓN DE BEBIDAS ALCOHÓLICAS POR RAMAS DE PRODUCCIÓN

    LA INDUSTRIA VITIVINÍCOLA

    Evolución de la superficie de viñedos cultivados en Chile, 1870-1930

    Comportamiento cuantitativo de la producción vitivinícola chilena, 1870-1930

    Desarrollo tecnológico y productivo de la viticultura chilena, 1870-1930

    La organización de los productores

    Obstáculos y debilidades: las enfermedades de la viña y la adulteración de vinos

    LOS ALCOHOLES AGRÍCOLAS Y DESTILADOS

    El control fiscal a la producción de alcohol destilado

    Iniciativas de uso industrial de la producción de alcohol

    Comportamiento de la producción de alcoholes destilados y agrícolas, 1870-1930

    LA INDUSTRIA DE LA CERVEZA

    LA IMPORTACIÓN

    Cuantificación de la importación de bebidas alcohólicas a Chile, 1870-1930

    LA EXPORTACIÓN

    El apoyo estatal a la exportación de bebidas alcohólicas chilenas, 1870-1930

    Comportamiento cuantitativo de la exportación de bebidas alcohólicas chilenas, 1870-1930

    EL MERCADO INTERNO

    El indicador de los precios

    CONCLUSIONES

    NOTAS

    FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

    A mi padre (1923-1991)

    AGRADECIMIENTOS

    Los resultados de investigación presentes en este libro fueron posibles de recabar gracias a la participación y apoyo de un conjunto de instituciones y personas a las que quiero manifestar mi agradecimiento. En primer lugar, a CONICYT por haber financiado por medio de la Beca para Estudios Doctorales –así como aquellas entregadas para la realización de la Tesis y su término– todo el recorrido de pesquisa. Del mismo modo, al Programa de Doctorado en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile por facilitar los espacios y recursos necesarios para su redacción. En tal sentido, agradezco al historiador Juan Eduardo Vargas por su paciente, atento y profesional acompañamiento de la investigación. Función similar cumplió a la distancia Thomas Miller Klubock, a quien agradezco tanto su lectura y comentarios, como su acogida en la ciudad de Nueva York al momento de mi estadía en el Center for Latin American and Caribbean Studies de SUNY, Stony Brook. Como inquisitivo lector, además, agradezco a Julio Pinto V. por su disposición y comentarios al momento de defender este texto como parte de una tesis doctoral. Finalmente, al Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la DIBAM y las Ediciones Universidad Alberto Hurtado, de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma casa de estudios, por hacer posible esta publicación.

    Con respecto a las personas, impostergable resulta agradecer a Alberto, Natalia y Víctor por recibirme en su casa en Nueva York durante el periodo de redacción de esta investigación, así como a Claudio y Genevieve por su acogida en Montreal. Por sus preguntas y sus respuestas, a Daniel Palma A., siempre. Por su paciencia, por su amor, porque son las que lo inspiran todo, a Daniela, Amanda y Rebeca.

    PRÓLOGO

    El objetivo de la investigación recogida en este libro es dilucidar las principales tendencias de una serie de ámbitos económicos relacionados con la producción, comercio y consumo de bebidas alcohólicas en Chile en el periodo de tiempo comprendido entre 1870 y 1930. Como parte de una investigación mayor concentrada en las representaciones sociales construidas en Chile en el mismo lapso en torno a los hábitos del beber inmoderado, así como referente a las políticas emprendidas por el Estado, instituciones y grupos de particulares contra el alcoholismo, las páginas que siguen pueden ser comprendidas como el conjunto de cifras, debates y coyunturas históricas que sirvieron de base material para una serie de procesos sociales, políticos y culturales que tuvieron en su centro la extendida costumbre de los habitantes del país –mujeres y hombres, ricos y pobres, empleados y desempleados– de consumir bebidas embriagantes. Como esfera imposible de obviar, los mecanismos económicos que se manifestaron en el desenvolvimiento de la industria de este tipo de productos en Chile estuvieron determinados –a la vez que determinaron– cada una de las medidas políticas y representaciones sociales que sobre la sustancia alcohólica, sus promotores, expendedores, críticos y consumidores se implementaron o declararon en las décadas que marcan el fin del siglo XIX y el inicio del XX. En tiempos de modernización y transformación productiva y sociocultural, el ítem específico de las bebidas alcohólicas –su producción, reglamentación, comercialización y consumo– experimentó un proceso general de crecimiento en todas sus variables: volúmenes producidos, cantidades consumidas, márgenes de importación y exportación, etc.

    En este sentido, los actores más relevantes fueron –junto a los millones de consumidores– los agentes productivos y las instituciones estatales, en tanto a lo largo de los sesenta años en los que se concentra este libro cada uno, al unísono o conflictivamente, debatieron e implementaron las distintas medidas que hicieron posible el proceso de crecimiento que analizamos. Ya fuese por medio de la discusión parlamentaria, la organización gremial o la política tributaria, cada una de estas esferas de decisión económica buscó influir –y sacar provecho– del comportamiento que el mercado de las bebidas embriagantes mantenía en Chile. Como en este libro se analiza, a la larga los objetivos de desarrollo productivo de la industria vitivinícola, cervecera y de alcoholes destilados fueron durante el periodo estudiado compartidos por las instituciones y organizaciones encargadas de implementarlos, teniendo en ello un papel protagónico el Estado, que demostró una continuidad en sus políticas de algún modo independiente a las profundas transformaciones que experimentó a lo largo de las décadas revisadas. De esa forma, paralelamente se dieron en Chile el proceso del fomento, protección y expansión de la industria de productos embriagantes; y aquel que regulaba, criminalizaba y hacia objeto de políticas tributarias específicas al consumo de bebidas alcohólicas. Junto con considerarse a la industria que las producía un bien económico necesario de estímulo, se juzgó que su consumo inmoderado era un factor patológico que al mismo tiempo que originaba, perpetuaba las más evidentes lacras de la Cuestión Social. Este libro trata justamente sobre el primer proceso, sin la comprensión del cual sería más difícil entender el fracaso relativo del segundo.

    INTRODUCCIÓN

    Durante siglos, uno de los principales rubros de la agricultura chilena fue la producción de bebidas alcohólicas, en particular aquellas derivadas del cultivo de la vid, especie vegetal introducida en Chile por los primeros conquistadores españoles y caracterizada por el aumento sistemático en el volumen de sus cultivos, el perfeccionamiento en la calidad de sus productos y el crecimiento general en la cantidad de bebidas alcohólicas puestas a disposición de los consumidores tanto chilenos como extranjeros. A lo largo del periodo en el cual se concentra este libro, el volumen de producción de vino, chicha, chacolí, cerveza, aguardiente y alcoholes industriales utilizados para la fabricación de licores no dejó de crecer, alcanzando al final de la década de 1920 un volumen total de cerca de diez veces la cantidad que se producía en la década de 1870. Es decir, las industrias y cultivos vinculados a la elaboración de bebidas embriagantes multiplicaron su producción por diez en un periodo de sesenta años, etapa que coincidió con el inicio y cenit de las distintas medidas emprendidas por el Estado y distintos sectores de la sociedad chilena en lo que se denominó la lucha contra el alcoholismo.

    Este dato inicial –la convivencia temporal entre el aumento constante de la producción de bebidas alcohólicas en el país y el inicio de políticas estatales y privadas en contra del alcoholismo– nos advierte de la importancia que la industria de las bebidas alcohólicas tenía para el devenir de la economía chilena en general, del crecido volumen de las inversiones puestas en ella, de los procesos de desarrollo y diversificación de las distintas ramas de la producción a ella asociadas, así como de la cantidad de personas que con su inversión, trabajo y consumo aportaban al desenvolvimiento, crecimiento y rentabilidad de este tipo de industrias. Analizada en sus distintos ámbitos productivos, la producción de bebidas embriagantes representó en Chile un nicho de actividad económica que, dada su importancia relativa en el conjunto de la economía nacional, fue tenida por sus propietarios –y no solo por ellos– como una rama esencial de la agricultura y el comercio nacionales, que por ello debía ser objeto de medidas de protección y fomento, independiente de los juicios valóricos y morales que sobre ella se pudieron emitir.

    Instalada en sus distintas formas y en diversas magnitudes desde los valles del Norte Chico hasta las regiones de colonización de las provincias de Valdivia y Llanquihue, con un enraizado desarrollo en las tierras más fértiles del valle central, la industria de las bebidas embriagantes fue durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX parte del paisaje económico y productivo nacional, visto por muchos como un elemento de identificación particular de la economía chilena hacia el exterior, como una imagen de país que debía vincularse de forma sostenida con la elaboración y exportación de vinos de primer nivel, calificados para competir en todo el mundo contra productos de centenario prestigio y calidad.

    El problema de las cifras y la irregularidad estadística general

    Sin embargo, y a pesar de este objetivo manifiesto de forma común por el conjunto de los productores y la institucionalidad económica estatal, y no obstante la importancia que se le asignaba sin discusión a esta rama de la agricultura y el comercio nacional, la cuantificación efectiva de los volúmenes producidos, su valor monetario y su desarrollo general ha sido un problema al cual se han enfrentado los distintos autores que, a lo largo del periodo en estudio así como con posterioridad a él, han emprendido el análisis de la industria de las bebidas embriagantes en Chile. Las dificultades para la elaboración de esquemas que grafiquen la evolución de la producción de bebidas alcohólicas en Chile en el lapso de tiempo que en este estudio abarcamos, se refieren en particular a la poca confiabilidad que debe asignarse a las estadísticas consignadas sobre todos los tópicos vinculados a la producción y el comercio de bebidas embriagantes. Esta ausencia de confiabilidad ya era manifestada por los propios contemporáneos, tal y como lo expresaba el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura –principal interesado– en octubre de 1901:

    Iniciada la estadística a mediados del siglo pasado, hoy no es más completa ni más exacta que entonces, ni mejor organizada, ni más oportuna; se ha arrastrado por cincuenta años sin conseguir dar un paso i sin prestar un solo buen servicio; i ha esterilizado la labor de hombres inteligentes i entusiastas que en otros ramos de la administración pública, mejor organizados i más atendidos, habrían contribuido eficazmente al engrandecimiento nacional.

    Nacida enclenque i mantenida a ración de hambre, nuestra estadística es como un hombre que, llegado a la edad del pleno desarrollo, quisiera andar no teniendo fuerzas para ello, mentida desde la infancia es como el embustero a quien no se le cree ni bajo juramento, i entonces, raquítica e indigna de fe, es inútil i perniciosa¹.

    A pesar de su concienzuda y paciente elaboración, los anuarios estadísticos y los informes referidos a la globalidad del comercio interno y externo vinculados a la producción y beneficio de las bebidas alcohólicas no lograban, de acuerdo a los autores y publicaciones consultados, entregar un reflejo objetivo del volumen real de cultivos, producción e intercambio de los frutos de la vid y de la destilación de granos². Para uno de los más destacados estudiosos sobre el tema, el doctor Ricardo Dávila Boza, el conjunto de fuentes de información que permitieran cuantificar el volumen total de la industria eran muy deficientes, por lo cual las medidas indispensables para su regulación y tributación eran palos de ciego que solo la certeza de las cifras podían encaminar a buen puerto³. Igualmente, el diputado liberal Eliodoro Yáñez consideraba, en el marco de sus proposiciones al Parlamento a fines del siglo XIX, que era

    …mui difícil determinar la cantidad de alcohol i de bebidas alcohólicas que se fabrican en Chile. El servicio de estadísticas es en general entre nosotros tan deficiente que la administración pública i la acción legislativa se ven obligadas a marchar a ciegas. En materia de producción de las industrias del país no existe dato alguno estadístico medianamente aceptable⁴.

    Pero estas cifras certeras no existían, e incluso ante la coyuntura del cobro de impuestos a la producción, …resultó que no se disponía al respecto dato estadístico de ninguna especie. La SNA, a quien se pidió su dictamen, no encontró fuente alguna de información para ilustrar su criterio al respecto…⁵. Los responsables de esta inopia informativa, de este lastre negligente que impedía el conocimiento certero y gracias a él el desarrollo meditado de la industria y su producción, eran en gran medida los mismos productores, que temerosos de develar sus ganancias y montos de producción, no aportaban los datos que de alguna forma hicieran más transparente las cifras en cuestión, en tanto …conocido como es el espíritu que domina en los agricultores de no dar con exactitud los datos estadísticos que se piden⁶.

    Por todo ello, el análisis de datos que ahora emprendemos debe ser tomado con cautela, en tanto ha sido realizado por medio de la constante confrontación entre unas fuentes y otras, al interior de las cuales igualmente se dio una discusión referida a la confiabilidad de los datos que uno u otro autor estimaba como representativos del estado de la industria productora de bebidas alcohólicas a nivel nacional. Tanto es así, que el estadístico oficial Francisco de Béze fue puesto en cuestión por sus guarismos, de los cuales no informaba origen ni medios de confirmación⁷. De ese modo, y como forma de salvaguardarnos del riesgo de asumir como exactos conjuntos de referencia que evidentemente no lo son, hemos optado por exponer la información recopilada en relación, primero, a los ámbitos específicos de la producción de las distintas bebidas alcohólicas consideradas, para luego ofrecer una caracterización de la magnitud y evolución de la producción en general. Una vez conseguido esto, siempre de la mano de las distintas estadísticas y fuentes de información consultadas, así como de cálculos realizados por otros investigadores y algunos de cuño personal, pasaremos a revisar tres variables útiles en su dimensión ilustrativa del comportamiento general del mercado de bebidas alcohólicas en el Chile de fines del siglo XIX y las primeras tres décadas del XX: la importación, la exportación y el mercado interno.

    LA PRODUCCIÓN DE BEBIDAS

    ALCOHÓLICAS POR RAMAS

    DE PRODUCCIÓN

    LA INDUSTRIA VITIVINÍCOLA

    Para ilustrar la importancia capital que la producción de vinos y alcoholes de origen agrícola tenía para la economía chilena, el senador conservador Gonzalo Urrejola⁸ argumentó, a fines del año 1928, que esta industria era más importante que la salitrera, en tanto sus frutos eran renovables y no estaban amenazados por la aparición de un producto artificial que pudiera, de forma fácil y barata, reemplazarla⁹. Con estas palabras el senador pretendía, en los marcos de la discusión conducente a la aplicación de un impuesto directo a la producción de vino, evidenciar la magnitud de la industria vitivinícola, así como su necesidad de protección, fomento y desarrollo en el país. Puesta junto al principal rubro exportador nacional, la industria del vino debía de ser considerada, al momento de ser objeto de discusión una nueva imposición sobre sus productos, como un horizonte de expansión y prestigio para Chile, a la vez que una actividad que daba trabajo y sustento a cientos de miles de chilenos, en tanto

    …la viticultura constituye, a pesar de lo que digan ciertos apóstoles del antialcoholismo, la industria agrícola más intensiva, la que da trabajo a mayor número de chilenos y ocupa más brazos de cada hogar. Ganan su vida, en cada familia, desde el anciano jefe, hasta el adolescente, en las variadas labores que pide la vid y la cosecha de su fruto¹⁰.

    Por las mismas fechas la Asociación Nacional de Vinicultores estimaba que la industria vitivinícola agrupaba a 36.000 productores y 500.000 personas eran las que debían su bienestar a las faenas relacionadas con el cultivo de la vid y la producción y comercio del vino¹¹. Para llegar a tales conclusiones, evidentemente defensivas ante un ambiente marcado por la hostilidad a la producción de bebidas alcohólicas, los productores y defensores de la viticultura ponían el acento en la calidad de los puestos de trabajo que generaba su explotación, la riqueza que aportaba al país y las posibilidades de desarrollo futuro que la industria implicaba.

    Sin embargo, e independientemente de la representatividad de estas apreciaciones, para acercarnos de forma sistemática al tema de la industria vitivinícola y su desarrollo en Chile en el período de 1870-1930, es prioritario intentar, en primer lugar, dilucidar la cantidad de vino –y en menor medida chicha y chacolí– que efectivamente se producía en el país, así como su calidad y los factores productivos involucrados, que por medio de su transformación y perfeccionamiento a lo largo de esta etapa permitieron que la industria relacionada con la vid se convirtiera en la principal actividad agrícola de Chile, al decir de sus defensores. Para ello, y siempre tomando en consideración las dificultades del análisis de datos estadísticos que antes reseñábamos, el primer paso por dar será establecer la cantidad de cultivos existentes, y a partir de ahí, presentar las cifras de producción que a lo largo de la investigación hemos logrado recopilar.

    Evolución de la superficie de viñedos cultivados en Chile, 1870-1930

    De acuerdo con José del Pozo, para 1870 existían en el país 9.000 hectáreas sembradas con viñedos¹², cifra que ocho años después podría multiplicarse por 5 si seguimos los datos que Martin Droully y Pedro Lucio Cuadra presentan para el año correspondiente en su Ensayo sobre el estado económico de la agricultura en Chile, redactado para el Congreso Agrícola de París en 1878. En este trabajo, publicado en el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, se informaba tanto del número de plantas sembradas como de su valor: una cantidad total de 86.549.167 vides y un valor de poco más de 19 millones de pesos, es decir, cerca de £3.200.000¹³. La distribución geográfica de dichas viñas puede observarse en el siguiente cuadro, tomado de la misma fuente:

    Tabla 1. Número de vides cultivadas y correspondiente valor de las viñas. 1878¹⁴.

    Como se observa con claridad, la producción vitivinícola se distribuía de modo disparejo en las distintas provincias del país, con una clara concentración en la región alrededor del Bíobío y en el Valle Central entre Aconcagua y la zona del Maule. Como más adelante veremos, la calidad y características de los vinos de cada una de las zonas era distinta, así como el desarrollo de la industria que ahora nos ocupa.

    Siguiendo el cuadro anterior, es posible estimar como cultivadas con vides cerca 28.000 hectáreas, en tanto que el total de 86.549.167 plantas sembradas en 1878 es factible de distribuir de acuerdo con los datos que del Pozo da, en términos de que entre 2.000 y 3.000 plantas eran plantadas por cuadra, y una cuadra representaba cerca de 1,25 hectáreas¹⁵. Sin embargo, esta cifra nos presenta un problema, en tanto que el siguiente dato del cual disponemos para comparar no es sino de 1895, y alcanza tan solo a 8.418 hectáreas cultivadas¹⁶, cifra demasiado menor aun considerando que para ese año se quejaban los productores de un mercado interno …cuyo abatimiento ha llegado a extremos de intensidad sin precedencia entre nosotros¹⁷. Sin embargo, la misma fuente nos indica, y lo reafirma al entregar los números del año siguiente –1897–, que los datos son incompletos, en tanto que la información disponible no es representativa de la totalidad, y solo se han obtenido cifras parciales que alcanzan hasta las casi 11.000 hectáreas de cultivos¹⁸.

    A pesar de considerar lo incompleto del dato anterior, es posible validar nuestra cifra original de 28.000 hectáreas para 1878 si consideramos, bajo un supuesto de tendencia al aumento en la superficie cultivada, los datos que esta vez entrega para 1904 la Administración del Impuesto sobre Alcoholes, que informaba de 51.539 hectáreas, con 111.804.650 plantas sembradas¹⁹. Es decir, un promedio de 2.169 vides por hectárea, muy cercano a las 2.500 que estimábamos para 1878. De ese modo, y como factor de comparación, consideramos que las Memorias presentadas por el administrador del impuesto de los alcoholes son la fuente más confiable y completa de las que disponemos, en tanto las relaciones entre hectáreas cultivadas, producción y obligación de pago eran su tarea central, llevada a cabo con el concurso de funcionarios dedicados a la fiscalización de los datos aportados cada año por los vinicultores. Pues bien, para el año de 1905 se nos informa de la existencia de 56.588 hectáreas²⁰.

    No obstante lo anterior, la representatividad total de los datos aportados por la administración del impuesto también debe ser tomada con cautela, en términos de que no todos los productores –en particular los pequeños dueños de viñas destinadas prácticamente al consumo familiar o acotado al comercio local de carácter rural– podían ser fiscalizados a cabalidad. Eso al menos nos hace pensar el dato entregado por la Sociedad Nacional de Agricultura para el año 1907, fecha en la que se consigna que …el área vitícola del país alcanza a 120.000 hectáreas…²¹. Pero la expresión área vinícola es particularmente ambigua, en términos de que podía representar tanto las zonas potencialmente dedicadas a la viticultura, como los terrenos efectivamente destinados a ello y en etapa de producción. Creemos prudente suponer la primera alternativa, en tanto que la siguiente cantidad de hectáreas efectivamente sembradas de vides es la que tenemos para 1909, proveniente también del Boletín de la SNA, y que indica un total de 100.000 hectáreas sembradas de viñedos²². Este tipo de información parece indicar un grado de generalización en las cifras que habla de la disponibilidad relativa de datos concretos con que las asociaciones de productores contaban a la hora de estimar el volumen de producción, más aún cuando esto era una necesidad imperiosa, dado que el destino de este dato de las 100.000 hectáreas era la Exposición de Quito de 1907.

    Esta suposición de generalidad en los datos de la SNA y mayor certeza en los de la Administración del Impuesto es reforzada por José del Pozo, quien para el año 1910 calcula una cantidad de 52.300 hectáreas productoras de vino²³, cifra por cierto cercana a las poco más de 56.000 anotadas por la autoridad para 1905. Del mismo modo, la tendencia a la estabilidad en la cantidad de superficie dedicada a la industria vitivinícola, al menos durante la primera década del siglo XX, se manifiesta en el guarismo que aporta Hernán Concha G. para 1913, que es de 53.549 hectáreas²⁴. Este mismo estudio entrega una interesante tabla de superficie plantada, que demuestra la tendencia, que creemos propia de todo el periodo, de crecimiento sostenido, pero sin procesos masivos de plantación o desarrollo de nuevos viñedos de un año a otro que alteren de forma notable la estructura general de hectáreas sembradas:

    Tabla 2. Superficie plantada con viñedos. 1913-1929²⁵.

    Como forma de contraponer otras fuentes de información a los datos presentados en este cuadro, podemos anotar una serie de cifras que, más cerca o más lejos de las hasta ahora presentadas, nos hablan en gran medida de un promedio global que es útil para delimitar la extensión mínima y máxima que la superficie sembrada de vides alcanzaba en Chile en los años cubiertos por este estudio, en particular durante las primeras décadas del siglo XX. De ese modo, de acuerdo con el diputado radical por Talcahuano y Coelemu Guillermo Bahamonde, esta superficie sería en 1914 de 100.000 hectáreas, cifra sin duda general y destinada a promover la simpatía por la industria y sus niveles de inversión y ocupación de mano de obra, en el marco de la discusión en torno a la imposición de un tributo a la producción vitivinícola²⁶. Para 1917, el trabajo de Carlos Gómez Quiroz –publicado en 1919– establecía un total nacional de 63.854 hectáreas cultivadas desde Tacna a Cautín, es decir, casi 20.000 hectáreas menos que la cifra aportada por el cuadro que analizamos en este momento²⁷. Cosa similar ocurre con los datos que ofrece José del Pozo, en tanto que calcula para 1923 una superficie cultivada de más de 68.200 hectáreas, es decir, más de 12.000 hectáreas de diferencia con las cifras informadas por Concha Garcés²⁸. Por el contrario, es muy coherente con este conjunto de datos que comentamos el Boletín de la SNA, que entrega cifras de la Dirección General de Impuestos Internos destinados como insumo de información para la Comisión Kemmerer, los cuales indican que en 1925 había 79.081 hectáreas cultivadas con viñedos en el país²⁹. Del mismo modo, para el año 1928, un estudio publicado por

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