Diálogo de la dignidad del hombre
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Terminado y publicado en 1546 por Francisco Cervantes de Salazar, el "Diálogo de la dignidad del hombre" es una de las obras más destacadas de Fernán Pérez de Oliva. En esta obra, el ser humano es hijo de Dios, y por lo tanto, perfecto, aunque sólo en potencia, y debe, por tanto, hacerse a sí mismo, ser rey de sí mismo.
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Diálogo de la dignidad del hombre - Fernán Pérez de Oliva
Diálogo de la dignidad del hombre
Fernán Pérez de Oliva
Índice
Fernán Pérez de Oliva
Argumento del Diálogo de la dignidad del hombre
Diálogo
Fernán Pérez de Oliva
1494-1533
Se le recuerda como el primer autor en prosa de gran trascendencia del siglo XVI. Enseñó filosofía en París y llegó a rector de la Universidad de Salamanca. Dejó inacabada su obra más importante, que lleva por título Diálogo de la dignidad del hombre. Fue Cervantes de Salazar quien se encargaría de editarla más adelante. Otro título a destacar es Razonamiento, que escribió en Salamanca para la lección de oposición de la cátedra de Filosofía moral. Frecuentemente fue encasillado como aristotélico, aunque existen controversias al respecto, pues deja entrever claras ideas afines al platonismo por su concepción y definición de la transformación de las almas. Fue también importante matemático y físico e incluso se le ha considerado precursor del telégrafo ¹.
1 Fuente: Bibliotecas Virtuales FHL : Edición 2008. Madrid : Fundación Ignacio Larramendi, 2008, p. 149 /www.larramendi.es
Argumento del Diálogo de la dignidad del hombre
Yéndose a pasear Antonio a una parte del campo donde otras muchas vezes solía venir, le sigue Aurelio, su amigo; y preguntándole la causa por que acostumbrava venirse allí comiençan a hablar de la soledad. Y tratando por qué es tan amada de todos, y más de los más sabios, entre otras razones Aurelio dize que por el aborrescimiento que consigo tienen los hombres de sí mismos por las miserias y trabajos que padescen aman la soledad. Paresciendo mal esta razón a Antonio, por no aver criatura más excelente que el hombre ni que más contentamiento deva tener por aver nascido, dize que le provará lo contrario. Y así determinados de disputar de los males y bienes del hombre, para más a plazer hazerlo, se van hazia una fuente. Junto a ella hallan un viejo muy sabio llamado Dinarco con otros estudiosos, y entendiendo la contienda y constituido por juez della manda a Aurelio que hable primero y luego Antonio diga su parescer. Aviéndoles oído Dinarco, juzga en breve de la dignidad del hombre lo que con verdad y christianamente devía, aviendo sustentado Aurelio lo que los gentiles comúnmente del hombre sentían.
Diálogo
INTERLOCUTORES
AURELIO.
ANTONIO.
DINARCO.
AURELIO.- Viéndote salir, Antonio, oy de la cibdad, te he seguido hasta ver este lugar do sueles tantas vezes venir a pasearte solo, porque creo que digna cosa será de ver lo que tú con tal costumbre tienes aprovado.
ANTONIO.- Este lugar, Aurelio, nunca fue tal ni de tanto precio como es agora que eres tú venido a él.
AURELIO.- Nadie puede darle mejoría siendo de ti anticipado.
ANTONIO.- No quiero responderte, por no darte ocasiones de lisongearme, sino quiero mostrarte lo que eres venido a ver. Mira este valle cuán deleitable paresce, mira esos prados floridos y estas aguas claras que por medio corren; verás esas arboledas llenas de ruiseñores y otras aves que con su vuelo entre las ramas y su canto nos deleitan, y entenderás por qué suelo venir a este lugar tantas vezes.
AURELIO.- Hermoso lugar es éste, y digno de ser visto, pero yo sospecho, Antonio, que otra cosa buscas tú o gozas en este lugar, porque según tú eres sabio y de más altos pensamientos bien sé que esas cosas sensuales ni las amas ni las procuras; por eso yo te ruego no me encubras las causas de tu venida.
ANTONIO.- Pues así lo quieres, sabe que en estos valles mora una que yo muncho amo.
AURELIO.- Agora veo, Antonio, que has gana de burlarme. Dime, yo te