Las cofradías en México, pasado y presente: Descripción bibliográfica
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Las cofradías en México, pasado y presente - Teresa Eleazar Serrano Espinosa
LAS COFRADÍAS EN MÉXICO, PASADO Y PRESENTE
DESCRIPCIÓN BIBLIOGRÁFICA
COLECCIÓN HISTORIA
•
SERIE LOGOS
LAS COFRADÍAS EN MÉXICO, PASADO Y PRESENTE
DESCRIPCIÓN BIBLIOGRÁFICA
Teresa Eleazar Serrano Espinosa
Ricardo Jarillo Hernández
INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
Z1429 / .C64 / S47
Serrano Espinosa, Teresa Eleazar.
Las cofradías en México, pasado y presente [recurso electrónico] : descripción bibliográfica / Teresa Eleazar Serrano Espinosa, Ricardo Jarillo Hernández. -- México : Secretaría de Cultura : Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2017.
1 recurso en línea. -- (Colección Historia. Serie Logos)
Incluye índices.
ISBN: 978-607-484-997-4
Disponible en formato ePub
Datos electrónicos (1 archivo : 6.7 megabytes).
1. Iglesia Católica en México – Bibliografía. 2. Confraternidades – México – Historia – Bibliografía. 3. México – Vida y costumbres religiosas – Bibliografía. I. Jaramillo Hernández, Ricardo, coaut. II. México. Secretaría de Cultura. IV. Instituto Nacional de Antropología e Historia (México). V. Colección Historia (Instituto Nacional de Antropología e Historia (México)). Serie Logos.
Primera edición electrónica: 2017
Producción:
Secretaría de Cultura
Instituto Nacional de Antropología e Historia
D.R. © 2017 de la presente edición
Instituto Nacional de Antropología e Historia
Córdoba 45, Col. Roma, C.P. 06700, México, D.F.
sub_fomento.cncpbs@inah.gob.mx
Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad del Instituto Nacional de Antropología e Historia de la Secretaría de Cultura
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ISBN: 978-607-484-997-4
Impreso y hecho en México.
ÍNDICE
Introducción
Fichas descriptivas
Índice de autores
Índice geográfico
Índice onomástico
INTRODUCCIÓN
La población novohispana vivió una gran influencia religiosa encaminada a creer en una vida después de la muerte, este hecho repercutió en la proliferación de las cofradías, asociaciones promovidas por el clero regular y secular desde el inicio de la Conquista, cuyo auge y difusión en la Nueva España va de mediados del siglo XVI a finales del XVIII; la mayoría de la población perteneció a una o a varias de ellas. Cada cofradía desempeñó un papel diferente dentro de la sociedad novohispana, como bien lo señalan las interpretaciones que han hecho diversos investigadores en sus estudios sobre estas instituciones, conceptualizándolas desde su definición hasta su estudio a través de distintos enfoques, lo que ha permitido determinar las numerosas funciones que desempeñaron en toda la Nueva España, ya como promotoras de la vida cristiana, como asociaciones de ayuda mutua, o bien, como una forma de cohesión social, integración, identidad o reproducción de privilegios que de una u otra manera permitieron a sus integrantes adquirir cierta estabilidad social, material y espiritual.
Su desarrollo y auge se deben a la función que detentaron como instrumento o mecanismo a través de la cual diversos grupos sociales lograron satisfacer necesidades prácticas de la vida cotidiana. Ejemplo de ellas fueron las cofradías de indios, mediante las cuales exteriorizaron sus referentes de identidad étnica y materializaron sus estrategias de defensa ante los embates de los sectores dominantes. En otros casos, permitieron consolidar la autonomía de los grupos sociales minoritarios, cuya economía se basó en la posesión de tierras y ganado; también existieron aquellas que presentaron un grado de independencia frente a los grupos de poder mediante prácticas sociales como las festividades.
Para lograr una mejor comprensión, iniciaremos con la definición del término cofradía. La palabra cofradía (cofrérie) se refiere a una congregación o unión de personas.¹ De acuerdo con el derecho canónico, ésta se define como la reunión de fieles con autoridad competente, que con aprobación del ordinario, fueron establecidas en las iglesias para auxiliar al clero en el sostenimiento del culto, si bien, otras se hallaron contiguas a los hospitales comunitarios fundados en las parroquias con la finalidad de llevar a cabo obras de caridad. También son llamadas hermandades,² término mal empleado, ya que se trata de una asociación sin un cuerpo orgánico, carente de hábito propio y estatutos para su administración, tal es el caso de las congregaciones, pías uniones u obras.³
La política de evangelización fue la gran impulsora para su fundación, aunada al espontáneo espíritu de sociabilidad, y como tal, bajo el termino cofradías
, surgen por acuerdo mutuo entre las personas, pero eso sí, con el requisito de estar aprobadas por la Corona y supervisadas y controladas por la Iglesia a través del oridnario del ¿? lugar (obispado); así, nacieron un gran número de ellas como instituciones reguladoras de los comportamientos sociales durante la Colonia.
Una de sus tareas principales fue fomentar la veneración de una virgen o un santo comprometiéndose a organizar las festividades que se celebraban en su honor y asumir la mayor parte de los gastos, del cuidado de la imagen, de sus atuendos, de la administración de sus bienes, de la caridad y fraternidad, que permitió a sus miembros obtener ciertos beneficios espirituales y materiales. Adquirió gran importancia por tratarse de una organización de seguridad social y eclesiástica, mantenida con remuneraciones regulares por parte de sus integrantes a cambio de la remisión de castigos resultantes de sus pecados en el más allá; además, con esta contribución el cofrade podía optar por un funeral cristiano, mas si suspendía sus contribuciones no se hacía merecedor a ese beneficio.
Sin embargo, algunas llegaron a funcionar como cofradías cerradas, denominadas así debido a que en ellas únicamente se aceptaba cierto número de integrantes, como las cofradías gremiales,⁴ entre ellas la de San Homobono exclusiva de los sastres; o por su procedencia, como fue el caso de la cofradía de Nuestra Señora de Balvanera, integrada por los naturales de la provincia de La Rioja; la de Aránzazu, en la que la mayoría de sus integrantes fueron hombres vinculados a la élite comercial de los vascos de Navarra, Vizcaya, Álava y Guipúzcoa.⁵
En el territorio de la Nueva España estas instituciones se establecieron en la primera mitad del siglo XVI, cuando los religiosos de las distintas órdenes regulares las impulsaron para congregar a la población y facilitar la evangelización de comunidades indígenas que las adoptaron como un medio de cohesión e identidad, mismas que proporcionaron seguridad espiritual, un sentido de estabilidad colectiva y cierto estatus de prestigio.⁶ Dedicadas a cubrir el aspecto material y espiritual de sus integrantes, fueron conocidas como cofradías de retribución, las cuales adquirieron gran auge y aceptación ya que se encargaban del cuidado de hospitales, el otorgamiento de dotes para huérfanas, el cuidado de la imagen patrona de la cofradía, la ayuda mutua y la atención a difuntos, que comprendía: ataúd, mortaja, cera, cristiana sepultura y las indulgencias para la salvación de su alma.
Así, podemos decir
que incluyeron tres aspectos fundamentales: el económico debido a que se entiende como una corporación de ayuda mutua; el social, por retomar el fallecimiento de algún integrante que era acompañado a su última morada por los cofrades vivos, además ofrecían la mayor ayuda material posible; y el espiritual, porque proporcionaba los auxilios devocionales para el bienestar espiritual del cofrade difunto en la otra vida.⁷
Administrativamente, estuvieron regidas por constituciones o estatutos que debían de ser aprobados por el obispo de la diócesis para así obtener su licencia de fundación; asimismo extendían una patente o sumario de indulgencias donde especificaban los derechos y las obligaciones de la cofradía con el cofrade y viceversa; su dirección estuvo a cargo de una mesa directiva elegida mediante votaciones con la presencia de un represente de las autoridades civiles y eclesiásticas para su legitimación.
En la segunda década del siglo XVI, la conformación de cofradías presentó una clara segregación, ya que al principio muchas estaban divididas de acuerdo a su grupo étnico;⁸ además predominaban, sobre todo, las de españoles e indios. Tal fue el caso de fray Pedro de Gante quién fundó en la ciudad de México una cofradía de indios llamada del Santísimo Sacramento y otra para españoles denominada de Nuestra Señora de los Remedios; aunque también existieron cofradías de españoles en diferentes lugares de la Nueva España como la de Nuestra Señora del Rosario de Actopan, o la de Nuestra Señora del Rosario en Alfaxayucan (Xilotepec), o las de la Preciosa Sangre de Cristo y San José en Tenango del Valle. Entre las cofradías de indios podemos mencionar la del Santísimo Sacramento y la de San Nicolás Tolentino en Oaxtepec, Morelos.
Cabe señalar que la existencia de las cofradías no fue igual en toda la Nueva España; es claro que en zonas geográficas como el Altiplano Central, donde se ubicó la capital del virreinato, su presencia detentó características semejantes y en los territorios alejados del centro se dieron diferencias; por ello, las cofradías se caracterizaron por su diversidad y elementos distintivos, que permitieron tanto a los indios como a los españoles contar con un espacio donde poder continuar con sus tradiciones y rasgos culturales.
Para el siglo XVII el momento de la conversión ya había terminado y el descenso de la población indígena, debido a las enfermedades, obligó al clero a buscar nuevas fuentes de ayuda e ingresos; asimismo, las cofradías comenzaron a organizarse mejor. Con el trabajo especializado surgen las cofradías gremiales que agrupaban a los artesanos dedicados a un sólo oficio, o, en otros casos, conjuntaban a personas por su origen natal o étnico, tales fueron las cofradías de negros y mulatos que surgieron como un espacio de adaptación de creencias e ideas de tradición africana a la cosmovisión católica y que respondían a las necesidades de sus miembros de identificarse con algún grupo o institución con funciones religiosas, sociales o económicas.
Entre los siglos XVII y XVIII, posiblemente por la recuperación demográfica y económica, su número incrementó y comenzaron a surgir las cofradías mixtas, donde se aceptaban a personas de ambos sexos sin exigencias étnicas ni sociales, logrando la unión de hombres humildes con grandes señores, de igual forma permitieron una mayor convivencia social; por ejemplo la cofradía de la Santísima Trinidad, en Tlalpujahua, donde participaban españoles e indígenas,⁹ la del Santo Cristo de Ziricícuaro que incluía diversos