Triángulo de las Bermudas. Terror submarino y aéreo
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Daniel Solano Bacallao
Daniel Domingo Solano Bacallao (Varadero, Matanzas, 1964). Reside en Cárdenas, Matanzas. Es autor de OVNIS: vuelos secretos y misteriosos (2000) y Dinosaurios: gigantes terribles (2000), ambos ganadores del premio Pinos Nuevos de 1999 y publicados por la Editorial Nuevo Milenio; el segundo de estos fue realizado en coautoría con Miguel Ángel Díaz Portillo (MAD). Asimismo, es autor de argumentos para la serie de dibujos animados Filminuto, varios de los cuales están incluidos en cuatro de estos cortos, premiados en diversas ediciones del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Es realizador de guiones para historietas y caricaturas, algunas de conjunto con MAD, y fotografías artísticas y periodísticas. En la actualidad se desempeña como colaborador en varios medios de prensa.
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Triángulo de las Bermudas. Terror submarino y aéreo - Daniel Solano Bacallao
Edición base: Sergio M. Bello Canto
Edición para e-book: Aldo Gutiérrez Rivera
Diseño de cubierta: Elvira Corzo Alonso
Corrección: Aida Elena Rodríguez Reiner
Emplane digital: Madeline Martí del Sol
© Daniel D. Solano Bacallao, 2015
© Sobre la presente edición:
Editorial Científico-Técnica, 2016
ISBN 978-959-05-0923-0
INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO
Editorial Científico-Técnica
Calle 14, no. 4104 e/ 41 y 43, Playa, La Habana, Cuba
editorialmil@cubarte.cult.cu
Índice de contenido
Agradecimientos
Introducción
¿Quién es Charles Berlitz?
Surge el mito
Primera parte
Zona conocida como Triángulo de las Bermudas
CAPÍTULO I Y lo llaman Triángulo de las Bermudas
Un triángulo que no es triangular
CAPÍTULO II Última misión del vuelo 19
Leyenda del tiempo
CAPÍTULO III Aeronaves desaparecidas en el Triángulo de las Bermudas
CAPÍTULO IV Buques desaparecidos en el Triángulo de las Bermudas
Mitos en el Triángulo de las Bermudas
Versiones míticas más divulgadas sobre los sucesos del Triángulo de las Bermudas
Lluvia de hipótesis
CAPÍTULO VI Otros triángulos
¿Doce cementerios diabólicos?
Triángulo del Dragón
CAPÍTULO VII Triángulo de las Bermudas en las pantallas
Encuentro cercano de tercer tipo (1977)
El Triángulo de las Bermudas (1978)
Abismo (1989)
Bermuda Triangle (1996)
Triángulo
(1998)
Lost voyage (2001)
El Triángulo (2005)
Segunda parte
Triángulo de las Bermudas y otros misterios
CAPÍTULO VIII ¿Está la Atlántida en el Triángulo de las Bermudas
Lo que dijo Platón
Un mítico continente hundido
Atlántida y Triángulo de las Bermudas
CAPÍTULO IX ¿Existen asteroides en el Triángulo de las Bermudas
CAPÍTULO X Enigma del MAry celeste
CAPÍTULO XI Leyendas de buques fantasmas
Algunos casos de buques fantasmas
Posibles causas de los buques fantasmas
CAPÍTULO XIII
OVNI y triángulo de las bermudas
OVNI y electromagnetismo
Tercera parte
Mares de peligros
CAPÍTULO XIII Mafias del mar
Piratas del siglo xxi
Explosión pirata de 2008
Contra todos los piratas
De 2009 en adelante
CAPÍTULO XIV Olas monstruos
Olas asesinas
Buques víctimas
Vistas desde el cosmos
Monstruo confirmado
Ecuación de Schrödinger
CAPÍTULO XV banderas alquiladas
Flotas mercantes mayores del mundo
Cuarta parte
Luchando contra las desapariciones
CAPÍTULO XVI botes, balsas y chalecos salvavidas
CAPÍTULO XVII Satélites salvavidas
Satélites meteorológicos
Sistemas de salvamento por satélite
Sistema gps y satélites de navegación
Sat de comunicaciones marítimas
Cajas negras, teléfonos y relojes o todo vale para seguir vivos
Quinta parte
Descifrando los misterios del mar
CAPÍTULO XVIII Ciencia contra el Triángulo de las Bermudas
Científicos opinan
Sat oceanográficos
CAPÍTULO XIX fallos
de Berlitz
Profundizando en los planteamientos de Charles Berlitz
Rectificando la lista de pérdidas
CAPÍTULO XX ciencia contra todas las falacias
Bombas sin explotar, torpedos activos y minas flotantes
Turbulencias de aire claro
Huracanes
Misiles y partes de naves espaciales que escapan al control y derriban aviones o hunden buques
Ataques cardíacos a pilotos
Olas
Choque contra globos
Imprudencias de pilotos
Bolsas submarinas de metano
Icebergs
Trombas marinas y tornados
Corrimiento de cargas
Colisión con aves
Ataques de tiburones y cocodrilos
Buques sin amarras
Explosiones de buques
Vértigo
Descompresión explosiva
Impactos meteóricos
Rayos
Destructores
Desligue de juntas
CAPÍTULO XXI Decálogos de la perdición
Diez razones para que un avión caiga sin emitir un SOS
Diez razones para que un buque se hunda sin emitir un SOS
Diez razones para que un submarino se hunda sin emitir un SOS
Sexta parte
Destino final
CAPÍTULO XXII ABISMO NEGRO
CAPÍTULO XIIII estadísticas espeluznante
CAPÍTULO XXIV informe de la marina
CAPÍTULO XXV ¿Qué sucedió en realidad con el vuelo 19?
Séptima parte
Conclusiones y decálogo
CAPÍTULO XXVI Verdades y mentiras
CAPÍTULO XXVII realidad y ficción
Rescates bajo el mar
Desaparecidos hasta un día
Decálogo triangular
Glosario
Sitios web consultados
Datos de autor
Dedicado, muy especialmente, a Doris Oberländer
Agradecimientos
Mi eterno agradecimiento a mis grandes amigos y sus familiares, quienes con su desprendimiento, paciencia, apoyo múltiple y aguante para con mis reiteradas molestias, respaldaron la terminación de este texto.
En primer lugar, a Hugo César Crespo Arencibia, mi imprescindible gran amigo, fallecido prematuramente durante la gestación de esta obra, a la cual realizó aportes muy variados. Tal apoyo y agradecimiento son extensibles a su mamá Ohilda Arencibia y su fraternal hermano Armando Crespo.
A Doris Oberländer, la solidaria e incondicional amiga, que con su altruismo fue una de las personas decisivas para que esta obra, tras su larga concepción, llegara a buen término.
A Miguel Ángel Díaz Portillo (MAD), gran amigo absoluto y colega, esencial en la demorada concreción de este libro, y a su hermano Frank Díaz Portillo.
A Maikel Reyes Leyva, quien, además, realizó una corrección detallada del texto, y a su mamá Ana Irma Leyva Ramírez.
A mis hermanas María Eugenia y Heidy, por su apoyo, su desprendimiento y su paciencia para conmigo, quienes, de seguro, tuvieron que soportar muchas desatenciones de mi parte.
A mi sobrino Dennis Quaderer, por su pureza, su apoyo sin límites y su fidelidad infinita.
A Ana Núñez González, esa musa que actúa y estimula desde la distancia, y a su mamá Rosa González Portes, por sus apoyos espiritual, maternal y logístico reiterados.
A Rosa Fong, por su estímulo, su orientación y su apoyo múltiple cada vez que los necesité.
A Cary Labrada, alma de Dios
, de infinita fuerza espiritual, muy estimulante por su fe en la victoria sobre cualquier obstáculo, y a sus hijas Danae y Dania.
A mi entrañable amigo Ricardo Socorro, a Javier Socorro y su compañera Soledad Oramas, a sus hijos Sarita y Abraham, y a Xenia y Sandra.
A Fred Danilo, por su apoyo solidario y su camaradería de siempre, quien fuera un ente decisivo en la impresión de la primera copia del libro terminado; felicidad
esta que garantizó el solidario a Nguyen Peña con miras a presentarlo a la Editorial.
A Lianet Cabrera, Isis Ruiz, Jannette M. Cobas, Lili y Antonio Nores, ese reducido pero amabilísimo colectivo de la biblioteca del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo.
A Dulce María Valenzuela Rodríguez, Noemí Vázquez García, Yolanda Guitart García, Grissel Pérez Pérez, Yessica Azquerez Díaz y Odalis González Martínez, ese colectivo, muy amable, de muchachas en el Centro de Documentación e Información Pedagógica (CDIP) de Cárdenas.
No puede faltar el agradecimiento a los miembros del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, en especial, Ivonne Galeano, ángel de la guarda de escritores noveles y su compañero inseparable Eduardo Heras León. Imposible sería olvidar a los informáticos Erick Mota y Bernardo Acosta, Yunior Pérez y José Luis Altuna.
A Lissett M. Packard, Tania Tenrrero Cañete, Aneida Fernández Alfonso, Misleidy Valdés, Mirta Cruz Pérez, Odalnis Mora Plunkett, Pedro Luis Hernández Álvarez, Raúl A. Alonso Benavides y Ernesto Torra, todos especialistas del Joven Club Cárdenas 1.
A Greti Rodríguez, Elianet Hernández, Anamaris Sandamil, Arasay Álvarez, Osvaldo Suárez y Alexis Miura, todos especialistas del Joven Club Cárdenas 4, por su amable atención.
Un último gracias
para Sergio Bello, quien con su eficaz labor de edición contribuyó a hacer de este libro una obra mejor.
A todos ellos —dedicándoles como tributo el presente título—, mis más sinceros y eternos agradecimientos.
Introducción
Triángulo de las Bermudas es el nombre más popular de la tenebrosa zona
comprendida en el área triangular formada por las líneas imaginarias que unen a las islas Bermudas, Puerto Rico y la Florida.
El lugar, también conocido como el Triángulo de la Muerte, el Triángulo Diabólico, entre otras muchas denominaciones tétricas, constituye, junto con otros enigmas como la Atlántida o los OVNI (objetos voladores no identificados),¹ con los cuales se relaciona, uno de los mitos que matizaron el siglo xx y que ahora salpica el siglo xxi. Las causas de su notoriedad están dadas por la cronología de hechos allí acaecidos, los cuales han sido calificados por muchos como incomprensibles, misteriosos o diabólicos.
1 A sugerencia del autor, se ha mantenido la palabra ovni
en su modalidad de acrónimo (OVNI); de igual modo, se ha procedido con el vocablo osni
(OSNI). (N. del editor).
Desde la época del descubrimiento de Colón, la zona atlántica se consideró peligrosa, aunque fue un suceso célebre ocurrido en diciembre de 1945, la pérdida de seis aviones —quizá la más inescrutable desaparición múltiple de aeronaves en la historia de la aeronáutica mundial— el que emprendió el comienzo en la consolidación de su triste fama. Tal hecho, unido a las anteriores y posteriores pérdidas de naves aéreas y marítimas, halló eco en páginas de periódicos, revistas y libros que se encargaron de establecer el mito; en este sentido, el máximo logro lo alcanzó El Triángulo de las Bermudas, de Charles Berlitz, publicado en 1974.
¿Quién es Charles Berlitz?
Charles Berlitz (1913-2003). Lingüista y políglota, nacido el 18 de diciembre en Nueva York, Estados Unidos. En la década de los sesenta del siglo xx inició su incursión literaria en los temas esotéricos, por los cuales es más famoso; entre estos figuraron libros sobre la Atlántida y el Arca de Noé, pero fueron tres de sus obras las que obtuvieron mayor relevancia, no tanto por su riguroso apego a la verdad, sino por la influencia que ejercieron en la cultura pop del misterio: El Triángulo de las Bermudas (1974), El Experimento Filadelfia (1979) y El incidente (1980), los dos últimos coescritos junto a William Moore (otro cultor de lo paranormal, sobre todo en el campo ufológico). Al Experimento Filadelfia, Berlitz dedicó una buena parte en su versión sobre el Triángulo de las Bermudas; con posterioridad, el referido experimento sería muy citado en numerosas realizaciones audiovisuales y escritas e, incluso, se realizó un filme que pretendió dejar constancia al respecto.
En relación con El incidente, este fue el primer libro que abordó el Caso Roswell, relanzándolo a la palestra pública, tras más de treinta años de olvido, con lo cual ayudó a convertirlo en lo que es hoy día el caso de OVNI más célebre. Es menos conocido que Berlitz es también autor de El Triángulo del Dragón (1989), que trata sobre el Triángulo del Diablo, presuntamente, existente en aguas aledañas al archipiélago nipón.
En su texto sobre la región bermudiana, Berlitz se auxilia en las hipótesis planteadas por otros autores que desde antes habían fijado su atención en esa región oceánica. En este sentido, presenta a dos de ellos.²
2 Estas citas —y las que, en adelante, serán utilizadas en el texto, salvo que se indique otra fuente— corresponden al libro de Charles Berlitz, El Triángulo de las Bermudas.
John Spencer, autor de Limbo of the lost (1969), fue piloto de la USAF durante 10 años, y es un estudioso de los OVNI. Fue miembro del NICAP (Comité Nacional de Investigación de los Fenómenos Aéreos), que incluye altos funcionarios del gobierno, Marina, organismos especializados en cohetería, etcétera.
Sobre el promotor del Experimento Filadelfia, dice lo siguiente:
El astrónomo Morris K. Jessup, autor de The Case for the UFO (1955), fue un astrónomo experto en selenografía, que dirigió el mayor telescopio óptico de América del Sur, descubrió estrellas dobles y desarrolló experimentos sobre eclipses.
A este dúo, Berlitz agregó los siguientes autores y obras, a los que acudió como referencia: Manson Valentin (1934-?), zoólogo, arqueólogo y oceanógrafo, amigo de Jessup e investigador del Triángulo de las Bermudas; Donal Keyhoe (1897-1988), autor de Flying saucer conspiracy (1955) y Aliens from space (1973); Ivan Sanderson (1911-1973), escritor de Invisible Residents: A Disquisition upon certain; Matters Maritime, and the possibility of Intelligent; Life under the waters of this Earth, todas de 1970; Frank Edwards (1908-1967), autor de Stranger than science (1959) y Stranges of all (1957), y Brad Steiger (1936-?), a quien se debe Atlantis rising (1958). En lo referente al Triángulo de las Bermudas, el grupo de escritores citados por Berlitz es mayor, pero los mencionados parecen ser los que mayor influencia ejercieron en su punto de vista.
Surge el mito
El 5 de diciembre de 1945, en el Triángulo de las Bermudas, cinco torpederos Avenger, con catorce tripulantes a bordo, desaparecieron de forma incomprensible; poco después, un hidroavión enviado en su rescate, también desapareció con trece tripulantes. La búsqueda realizada con centenares de aviones y barcos no ofreció ningún resultado y con ello nació esa aura sibilina achacada a la región.
Aunque el calificativo de Triángulo de las Bermudas
aparece en 1955, fue un artículo de Vincent H. Gaddis (1913-1997), publicado en 1964 por la revista estadounidense Argosy, el que impulsó el mito triangular
. Luego seguirían otros similares que lo afianzarían en la imaginería popular, a tal punto que la Enciclopedia británica le dedicó un acápite en su edición de 1973. Ese año salió Limbo of the lost, de Wallace Spencer, considerado el primer libro exitoso sobre la susodicha ubicación. Al año siguiente apareció El Triángulo de las Bermudas, de Charles Berlitz, el mayor best seller sobre el tema y su principal propagador.
Durante las décadas setenta y ochenta del siglo xx, más de una veintena de buques de investigación científica, en su mayoría de la Unión Soviética, realizaron vastos estudios, en general, del mar y las atmósferas del Triángulo de las Bermudas y el Atlántico.
Luego de 1947, cuando comenzó la fiebre
de los OVNI, estos también se asociaron con las desapariciones y los misterios del triángulo, y se llegó a decir que naves extraterrestres eran vistas entrando y saliendo de sus aguas, bajo las cuales, presuntamente, poseen bases submarinas.
Las aparentes conexiones entre las pérdidas ocurridas en la región, civilizaciones antiguas y presuntos visitantes de otros mundos, son recogidas en el libro de Berlitz, al igual que en otros textos que antes o después abordaron el tema. Esto puede haber producido cierta saturación en las afirmaciones de unos y otros, y haber creado redundancias inevitables, de las que tampoco escapa esta obra, pese a lo cual se logra aportar nueva luz y puntos de vistas novedosos sobre un asunto tan manido.
Entre las fuentes esenciales se hallan, Internet y un cúmulo de datos aportados por esta red acerca de agencias gubernamentales estadounidenses, entre las cuales pueden mencionarse las siguientes: USAF, NASA, NOAA y CIA. En otros países sobresalen: ESA y Lloyd Register.
A pesar de las toneladas de papel, los innumerables metros de celuloide y los millones de palabras difundidas acerca de esta célebre región oceánica, no todo se ha dicho. Inevitablemente, se repiten los relatos de hechos bien conocidos, pero, además, se ofrecen nuevas posibles explicaciones a las desapariciones o acontecimientos misteriosos que allí tuvieron lugar, a la vez que se abren otras interrogantes, a las que cada quien podrá dar la respuesta que estime pertinente.
De cualquier modo, su contenido, sin duda, será de interés general para los lectores, que agradecerán contar con una información más amplia —en algunos casos, inédita— sobre esa demasiado popular área conocida como el Triángulo de las Bermudas. Sus inexplorados abismos marítimos, llenos de misterios insondables, siembran el temor en la mente humana... y es, precisamente, ese miedo a lo desconocido el que conforma el terror submarino abordado en esta obra.
Primera parte
Zona conocida como Triángulo de las Bermudas
Piratas y tesoros, submarinos nazis, la Corriente del Golfo, el Mar de los Sargazos, buques fantasmas, narcotráfico, fosas marinas, la Atlántida, yacimientos de hielo combustible, huracanes, tornados, rayos, OVNI, OSNI, bases navales y aéreas, polígonos de tiro, un cosmódromo, grandes polos turísticos, tiburones, etc. ¡Todo esto y más se conjuga en la historia del célebre Triángulo de las Bermudas!
Cuantiosos libros y una avalancha de artículos, encabezados por el texto de Charles Berlitz, han servido para establecer en la mente humana el mito de su existencia.
CAPÍTULO I
Y lo llaman Triángulo de las Bermudas
Frente a la costa sudeste de EE. UU., en el Atlántico occidental, existe una zona que conforma lo que se ha denominado un triángulo. Se extiende desde las Bermudas, por el norte, hasta el sur de la Florida; va hacia el este, hasta un punto situado a través de las Bahamas, más allá de Puerto Rico, a unos 40 grados de longitud oeste, y luego regresa hacia las Bermudas. Esta zona ocupa un sitial inquietante, casi increíble, en el catálogo de los misterios no resueltos del mundo. Habitualmente, se le llama el Triángulo de las Bermudas, donde más de cien barcos y aviones han desaparecido en medio de una atmósfera transparente. La mayor parte de las desapariciones han ocurrido desde 1945, y en los últimos 26 años se han perdido allí no menos de 1 000 vidas humanas, sin que se haya podido recuperar ni un solo cuerpo, ni siquiera un trozo de los restos de aviones o barcos desvanecidos.
De esta manera presenta Charles Berlitz, en su popular obra, la célebre región oceánica del Atlántico, la cual se ha bautizado con cuantiosas denominaciones a modo de sobrenombre, como: Triángulo de la Muerte, Limbo de los Perdidos, Cementerio del Atlántico, Triángulo Diabólico, Patio de los Perdidos, Triángulo del Diablo, Zona del Crepúsculo, Mar de la Mala Suerte, Rombo Mágico, Triángulo Infernal, Rombo de la Mala Suerte, Trampa del Cielo o Mar de los demonios. Pero, sin duda, la más popular de todas las denominaciones resulta Triángulo de las Bermudas.
A veces, estos calificativos surgían a partir de la publicación de un libro notorio sobre el tema, que luego era reproducido y fijado en la memoria colectiva sobre la base de numerosos artículos o informes de prensa alusivos a las pérdidas de naves aéreas y marítimas en esa área. En algunos casos, al parecer, las denominaciones vienen por extensión, al utilizar las que poseían otras zonas notoriamente malditas
aledañas a las del triángulo
. En tal caso está el cabo Hatteras, conocido desde antaño como Cementerio del Atlántico, por los numerosos naufragios registrados en sus inmediaciones; algo similar sucede con el no menos célebre Mar de los Sargazos, que ha tenido por sobrenombres Mar de la Mala Suerte y Cementerio de Barcos.
Según Wikipedia, la primera referencia al triángulo maldito
data de 1951, cuando el periodista estadounidense E. V. W. Jones, de la Asociated Press, escribió acerca de la frecuente desaparición de buques y aviones en la zona de las islas Bahamas, a las cuales calificó de misteriosas
y, de paso, bautizó el área como Triángulo del Diablo.
En 1952, George X. Sand publicó en la Revista Fate su artículo Sea Mystery At Our Back Door
, en el cual mencionaba las extrañas desapariciones marinas
que sucedían en esa región atlántica. En abril de 1962, la revista American Legion Magazine dio a conocer The lost patrol
, de Allan W. Eckert, quien fue el primero en dar connotaciones sobrenaturales a la desaparición del Vuelo 19, línea que seguirían Berlitz y compañía. Luego, Vincent Gaddis, en un artículo para la revista Argosy, en abril de 1964, acuñó el término Triángulo de las Bermudas; al año siguiente, publicó Invisible Horizont: The Mysteries of the Sea, que incluyo el capítulo El mortal Triángulo de las Bermudas
. Al parecer, esta fue la obra que más inspiró a Berlitz para escribir su best seller El Triángulo de las Bermudas (1974).
Fig. 1 Algunas de las configuraciones atribuidas al Triángulo de las Bermudas.Obsérvese cómo varias de estas incluyen a Cuba. (Fuente: Carajou).
Lo comúnmente aceptado es que el Triángulo de las Bermudas comprende el espacio delimitado por las líneas imaginarias que unen el extremo sur de la península de la Florida, las islas Bermudas y Puerto Rico. En esa área de 3 900 000 km² se conjuga un número de elementos considerable que, en la historia de la Tierra, han otorgado a esa región un atractivo singular. En este sentido, podrían mencionarse la caída de grandes meteoritos; la intensa actividad pirata; la existencia del Mar de los Sargazos; el azote de los submarinos nazis al transporte naval durante la Segunda Guerra Mundial; el tráfico ilegal de personas, drogas y armas; la existencia en sus proximidades de uno de los principales cosmódromos del mundo, etcétera.
Cuando se aborda este tema es inevitable realizar una breve referencia al conjunto de países isleños que forman los vértices del triángulo u ocupan sus áreas interiores o aledañas.
Las islas Bermudas deben el nombre a su descubridor, el español Juan Bermúdez, quien las avistó en 1515. Son