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La música de la fe: Que no deje de sonar
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La música de la fe: Que no deje de sonar
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La música de la fe: Que no deje de sonar

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About this ebook

Todos los humanos somos herederos, nos hallamos inscritos en una comunidad de memoria cultural. El elemento religioso de la nuestra procede del cristianismo.
Pertenecemos a esta "comunidad de memoria". Aunque nadie puede borrar de un plumazo las herencias positivas o negativas del mundo de sus predecesores, vivimos una dinámica más o menos deseada de desenraizamiento, en especial de la herencia religiosa. No quería que nuestros nietos (todos somos nietos) perdieran algo que ni siquiera pudieron aceptar o rechazar porque no lo llegaron a conocer.
¿Cómo creerán en aquel de quien no oyeron hablar? ¿Y cómo van a oír su mensaje si nadie lo proclama?
Carta de Pablo de Tarso a los cristianos de Roma 10,14. (Año 55 d.C.)
LanguageEspañol
Release dateApr 1, 2019
ISBN9788491362173
La música de la fe: Que no deje de sonar

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    La música de la fe - Jesús Ballaz

    Jesús Ballaz

    La música de la fe

    Que no deje de sonar

    Editorial Claret es miembro de

    Claret Publishing Group

    Bangalore • Barcelona • Buenos Aires • Chennai

    Colombo • Dar es Salaam • Lagos • Macao • Madrid

    Manila • Owerri • São Paulo • Varsovia • Yaoundé

    Primera edición: marzo de 2019

    © Jesús Ballaz, 2019

    © de esta edición:

    Editorial Claret, SLU, 2019

    Roger de Llúria, 5 – 08010 Barcelona

    www.editorialclaret.es – editorial@claret.es

    ISBN: 978-84-9136-217-3

    Conversión a e-book: El Taller del Llibre, S. L.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser efectuada con la autorización de los titulares, con excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).»

    Todos los derechos reservados.

    Índice

    Portada

    Portadilla

    Créditos

    Cita

    Dedicatoria

    Introducción

    Tengo algo (intangible) que transmitiros

    Un profesor no es un maestro

    Todos somos nietos de alguien

    Llenar un vacío

    1. Mi herencia

    001 Lo que recibí os lo transmito

    002 ¿Cómo llegó a mis manos este tesoro?

    003 Reconquistar la herencia recibida

    004 Cómo acepté poco a poco el programa de vida que heredé

    005 ¿Te has preguntado para qué vives?

    006 ¿Cómo os voy a invitar a la fe?

    007 ¿Lleva la fe al fanatismo?

    2. Espiritualidad

    008 Algo más que salud mental

    009 ¿Vivimos en dos mundos paralelos?

    010 El hombre y sus dimensiones

    011 El silencio para llegar a las profundidades de sí mismo

    012 El miedo al silencio

    013 El valor de una experiencia de desierto

    014 ¿Sientes alguna vez asombro, admiración y agradecimiento?

    015 Hay preguntas clave que uno debe hacerse

    016 Las preguntas últimas se han de hacer antes de estar en las últimas

    017 No todos escuchamos la misma música

    018 ¿Es la religión cosa del cerebro?

    019 ¿Se puede vencer la tristeza?

    020 El valor de mirarse al espejo

    021 ¿Hay religiones nuevas?

    022 ¿Sirven para algo las grandes religiones?

    023 ¿Una espiritualidad y una moral sin Dios?

    024 Una espiritualidad light

    3. Una forma de espiritualidad: la fe cristiana

    025 A Dios nadie le ha visto

    026 La fe, ineludible actitud humana

    027 ¿La fe es algo raro?

    028 ¿Qué es tener fe?

    029 ¿La fe cristiana propone un modelo?

    030 ¿Cómo se accede a la fe cristiana?

    031 ¿Dónde se encuentra uno con la fe cristiana?

    032 ¿El creyente cree para siempre?

    033 ¿Si crees, lo tienes todo resuelto?

    034 ¿Te sientes solo o acompañado en la vida?

    035 ¿Ser religioso tiene raíz biológica?

    036 ¿Se ha roto la cadena de la transmisión de la fe?

    037 ¿Dios solo sirve para aliviar las penas?

    038 El escándalo del dolor y del mal

    039 ¿Dónde está ahora mi hámster?

    040 ¿Todo se acaba con la muerte?

    4. Jesús, el héroe a imitar

    041 ¿Son creíbles los evangelios?

    042 ¿Jesús fue, de niño, un buen chico?

    043 ¿Jesús fue profeta en su tierra?

    044 Jesús critica la religión

    045 ¿Se puede crecer sin maestros?

    046 ¿Tiene tirón Jesús de Nazaret?

    047 ¿Cuál es el modelo de persona que trata de imitar el cristiano?

    048 Hay quien se acerca a Jesús por rebeldía

    049 ¿Es duro de tragar el lenguaje de Jesús?

    050 ¿Qué es mejor: ser pobre o ser rico?

    051 Prepararse para lograr lo que uno se propone

    052 Una fuente de gozo

    5. El cristianismo ideal

    053 ¿Qué sabéis sobre el cristianismo?

    054 ¿Cuál es el carné de identidad del cristiano?

    055 ¿Seré mejor persona si soy cristiano?

    056 ¿Qué es lo que puedes esperar si abrazas la fe cristiana?

    057 ¿Qué ha aportado el cristianismo a la humanidad?

    058 ¿Son los cristianos una pequeña luz en el mundo?

    059 ¿El cristianismo impone exigencias imposibles de cumplir?

    060 ¿La Iglesia nos dice cómo hemos de comportarnos?

    061 ¿Tenemos alma?

    062 Y Dios ¿dónde queda?

    063 El ídolo más atractivo: el dinero

    6. Ser cristiano en el siglo XXI

    064 Un momento apasionante

    065 ¿Todavía hay creyentes?

    066 ¿La religión es algo pasado de moda?

    067 ¿Es inalcanzable ser cristiano de verdad?

    068 ¿El que cree ha de renunciar a sus ideas?

    069 ¿Qué es rezar?

    070 Tan necesario como respirar

    071 ¿Cómo rezan los cristianos?

    072 No os perdáis el tesoro de la Biblia

    073 ¿Cómo nos ven los agnósticos a los creyentes?

    074 Creer para entender

    075 Superar el «no puedo» y el «ya lo sé»

    076 ¿Sirven los evangelios para la vida actual?

    077 ¿Todos encuentran a Dios?

    078 ¿Dios está con los triunfadores o con las víctimas?

    079 ¿Se puede vivir en un mundo sin Dios?

    080 ¿Por qué los cristianos estamos divididos?

    081 ¿Las religiones –el cristianismo entre ellas– inducen a la violencia?

    082 ¿Los cristianos son tristes?

    083 Los cristianos no van al baile

    084 ¿Qué es la Navidad?

    085 ¿Qué es la Pascua?

    086 ¿Iremos al cielo o al infierno?

    7. Los creyentes, leales compañeros de viaje

    087 ¿Qué lugar ocupa la religión en la vida?

    088 ¿Un ecologista romántico?

    089 Defensores de la Tierra

    090 Un canto a las maravillas del mundo

    091 Mirar el futuro con esperanza

    092 Actitud resistente

    093 El despertar de la generosidad

    094 Salir de sí hacia la naturaleza y hacia los demás

    095 El aval de los siglos

    096 Alegría y paz

    8. Invitación a la búsqueda

    097 «Si existes, haz que te conozca»

    098 ¿Asistir al propio funeral?

    099 Algunas reflexiones en pequeñas dosis

    100 Nadie repite el camino andado por otros en la búsqueda de Dios

    ¿Cómo creerán en aquel de quien no oyeron hablar?

    ¿Y cómo van a oír su mensaje si nadie lo proclama?

    Carta de Pablo de Tarso a los cristianos de Roma 10,14

    (Año 55 d.C.)

    El mayor peligro para casi todos

    no es apuntar demasiado alto y fallar,

    sino apuntar demasiado bajo y acertar.

    Miguel Ángel (1475-1564)

    DEDICATORIA

    A mis nietos (y a los nietos de otros

    que tampoco quieren que se pierda

    la música de la fe).

    Tengo algo (intangible) que transmitiros

    «¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian cosas buenas!» (Rom 10,15). Estas palabras de Pablo a los cristianos de Roma, tomadas prestadas del libro del profeta Isaías, ponen de manifiesto la importancia decisiva de las transmisiones, de quienes se ocupan y preocupan de que el olvido no eche a perder una parte importante de lo humano. Esta cita la trae a colación Lluís Duch, preocupado por la pérdida de parte del patrimonio humano, en su libro Un extraño en nuestra casa.

    Pues bien, no es otra mi pretensión: que el olvido no acabe con algo que nos viene de siglos y que, a estas alturas de mi vida, sigo considerando muy válido, aunque sea poco apreciado por muchas personas. No querría que se perdiera esa parte de la que yo he disfrutado y que me ha ayudado a ser quien soy: la dimensión religiosa. Después de haberla contrastado con la vida, la mía y la de otros, la sigo considerando muy valiosa: un verdadero tesoro.

    Lo que sé y he vivido os lo querría transmitir, antes que a nadie, a vosotros, mis cuatro nietos. Me refiero a la fe, y en concreto, la fe cristiana. Os advierto que no es «un saber de evidencia», o sea, algo que proviene de la ciencia y que tiene una utilidad concreta, sino «uno de los saberes de creencia» que da solidez a la existencia de muchas personas.

    Transmitir es entregar algo dando razón de ello. Sé lo que os deseo entregar y no me resulta difícil responder a preguntas que yo me he ido haciendo sobre ello a lo largo de la vida. No son muy diferentes a las que se han hecho personas de mi entorno y mi generación, aunque no todos hayamos llegado a las mismas conclusiones.

    No conozco tan bien cuáles son vuestras preguntas, las que os planteáis abiertamente o las que nos formuláis a padres y abuelos a veces con vuestros silencios. Me temo que me ocurre aquello que decía con cierto tono de lamento el escritor Mario Benedetti: «Cuando creíamos tener todas las respuestas, nos han cambiado todas las preguntas».

    Pero aún sería más lamentable que este asunto, esa parte de vuestra dimensión humana, la religiosa, no hubiera suscitado en vosotros ninguna pregunta. Podría ser que este tema fuera totalmente ajeno a vuestras vidas y a vuestras inquietudes íntimas.

    No querría comportarme como un profesor que trae una conferencia preparada sin haber pensado en su auditorio; me gustaría actuar como un maestro que ayuda a que afloren las preguntas de sus oyentes. Y más en este caso en que las preguntas atañen al núcleo de la vida.

    Un profesor no es un maestro

    El profesor enseña a su alumno, pretende transmitirle conocimientos. Este, si le interesa el tema, colabora estudiando.

    El maestro pretende algo más, trata de educarlo, de transmitirle una manera de «ser», de formarlo como persona. El maestro hace propuestas que no han de ser caprichosas sino razonadas y pertinentes.

    Como comprenderéis, mi aspiración –¿demasiado pretenciosa tal vez?– es la de actuar como maestro. Me dirijo a vosotros con el corazón y la inteligencia. Pero os dirijo una palabra sincera, libre, y que pretende ser liberadora, no un chantaje emocional. No quiero que la aceptéis por el afecto que podáis sentir hacia mí o por no disgustarme. Solo deseo animaros a que prestéis atención por unos momentos a ese ámbito humano que a menudo se ignora: la espiritualidad. Me preocupa que podáis descuidar ese aspecto de la vida, porque las circunstancias sociales de barullo en que vais creciendo no propicia la atención a la interioridad sino más bien todo lo contrario.

    Mis sugerencias proceden de lo que ha alimentado en buena parte mis más profundas convicciones. Casi todas tienen que ver con la tradición cristiana en la que me formaron y que después he tratado de formulármelas mejor para mantenerlas como guía de mi vida. Todo esto forma parte de lo que he atesorado y que me gustaría que llegara a vosotros, mis nietos. Por eso, hablo de transmitiros un testamento: un tesoro.

    Todos somos nietos de alguien

    Empiezo haciéndoos una confesión. De adolescente y joven, quise ser de una sola pieza. ¿Quién no desea serlo a esa edad? Esa pretensión no la he abandonado, pero la he ido matizando. Con los años y las lecturas, he comprendido que la vida es más compleja de lo que pensaba inicialmente y, además, he perdido parte de la tensión anímica –suele perderse con los años como la tensión muscular– que entonces me alentaba.

    Esa pretensión la aplicaba a diferentes aspectos de la vida: sociales, políticos, religiosos… Aquí me quiero referir a estos últimos. Soy creyente, aunque siempre me acecha, lo confieso, el agnóstico que pervive dentro de mí. Afortunadamente, porque así la fe no se oxida. La fe que no se confunde con la rutina, la fe viva, está en revisión continuamente por la sencilla razón de que cuestiona sin cesar la vida del que la posee.

    Conozco excelentes personas que «no tienen oído musical para la religión», este aspecto de la vida que nos mueve o al menos nos inquieta a otros. Eso es frecuente entre quienes no han tenido en su educación ninguna influencia religiosa.

    Otros reniegan de la identidad religiosa que, en alguna medida, les había influido en determinados periodos de su existencia. Han reducido tanto esa dimensión en sus vidas que no la encuentran ni en su pasado. Es más, la creen innecesaria o no les interesa cultivarla.

    Algunos van más lejos,

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