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Apología de Sócrates
Apología de Sócrates
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Apología de Sócrates

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En "Apología de Sócrates", diálogo compuesto entre 393 y 389 a.C., Platón (c. 427-347 a.C.) ofrece una versión de la defensa que hizo de sí mismo Sócrates frente al jurado de Atenas tras ser acusado de corromper a los jóvenes y despreciar a los dioses. El diálogo, perteneciente al ciclo platónico de obras socráticas o de juventud, además de rescatar el texto de la apología (defensa) ante el tribunal, constituye la apología (elogio) que hace Platón de su maestro.

Sócrates comienza el diálogo diciendo que no sabe si los atenienses han sido ya persuadidos por los que le acusan. Este inicio resulta crucial para establecer el tema del discurso, pues es frecuente que Platón comience sus diálogos socráticos exponiendo la idea general del texto. Sócrates pide al jurado que no atienda a sus virtudes oratorias, sino a la verdad que éstas convocan. A su vez, asegura que no va a utilizar ornamentos retóricos ni frases cuidadosamente preparadas, sino que dirá lo que se le pase por la cabeza, las mismas palabras que utilizaría en el ágora y en las reuniones; pero demuestra ser un maestro en retórica, no sólo elocuente y persuasivo, sino hábil con el jurado. Aun así, este discurso, que durante más de dos milenios se ha ganado el favor de los lectores, no consigue ganar el juicio. Sócrates fue condenado a muerte, y desde entonces se le ha admirado por su serena aceptación de la sentencia.
LanguageEspañol
PublisherE-BOOKARAMA
Release dateNov 25, 2023
ISBN9788829550500
Author

Platon

Platon wird 428 v. Chr. in Athen geboren. Als Sohn einer Aristokratenfamilie erhält er eine umfangreiche Ausbildung und wird im Alter von 20 Jahren Schüler des Sokrates. Nach dessen Tod beschließt Platon, sich der Politik vollständig fernzuhalten und begibt sich auf Reisen. Im Alter von ungefähr 40 Jahren gründet er zurück in Athen die berühmte Akademie. In den folgenden Jahren entstehen die bedeutenden Dialoge, wie auch die Konzeption des „Philosophenherrschers“ in Der Staat. Die Philosophie verdankt Platon ihren anhaltenden Ruhm als jene Form des Denkens und des methodischen Fragens, dem es in der Theorie um die Erkenntnis des Wahren und in der Praxis um die Bestimmung des Guten geht, d.h. um die Anleitung zum richtigen und ethisch begründeten Handeln. Ziel ist immer, auf dem Weg der rationalen Argumentation zu gesichertem Wissen zu gelangen, das unabhängig von Vorkenntnissen jedem zugänglich wird, der sich auf die Methode des sokratischen Fragens einläßt.Nach weiteren Reisen und dem fehlgeschlagenen Versuch, seine staatstheoretischen Überlegungen zusammen mit dem Tyrannen von Syrakus zu verwirklichen, kehrt Platon entgültig nach Athen zurück, wo er im Alter von 80 Jahren stirbt.

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    Apología de Sócrates - Platon

    APOLOGÍA DE SÓCRATES

    Cuatro características corresponden al juez:

    escuchar cortésmente, responder sabiamente

    ponderar prudentemente y decidir imparcialmente.

    Sócrates, cita atribuida por Platón

    Es peor cometer una injusticia que padecerla

    porque quien la comete se convierte en injusto

    y quien la padece no.

    Sócrates, cita atribuida por Platón

    Sólo sé que no sé nada;

    y esto cabalmente me distingue de los demás filósofos,

    que creen saberlo todo.

    Sócrates, cita atribuida por Platón

    Sólo hay un bien: el conocimiento.

    Sólo hay un mal: la ignorancia.

    Sócrates, cita atribuida por Platón

    PRIMERA PARTE

    Introducción

    ¡Ciudadanos atenienses! Ignoro qué impresión habrán despertado en vosotros las palabras de mis acusadores. Han hablado de forma tan seductora que, al escucharlas, casi han conseguido deslumbrarme a mí mismo.

    Cualidades de orador

    Sin embargo, quiero demostraros que no han dicho ninguna cosa que se ajuste a la realidad. Aunque de todas las falsedades que han urdido, hay una que me deja lleno de asombro: la que dice que tenéis que precaveros de mí y no dejaros embaucar, porque soy una persona muy hábil en el arte de hablar.

    Y ni siquiera la vergüenza les ha hecho enrojecer ante la sospecha de que les voy a desenmascarar con hechos y no con unas simples palabras. A no ser que ellos consideren orador habilidoso al que sólo dice y se apoya en la verdad. Si es eso lo que quieren decir, gustosamente he de reconocer que soy orador, pero jamás en el sentido y en la manera usual entre ellos. Aunque vuelvo a insistir en que poco, por no decir nada, han dicho que sea verdad.

    Y, ¡por Zeus!, que no les seguiré el juego compitiendo con frases redondeadas ni con bellos discursos bien estructurados, como es propio de los de su calaña, sino que voy a limitarme a decir llanamente lo primero que se me ocurra, sin rebuscar mis palabras, como si de una improvisación se tratara, porque estoy tan seguro de la verdad de lo que digo, que tengo bastante con decir lo justo, de la manera que sea. Por eso, que nadie de los aquí presentes espere de mí, hoy, otra cosa. Porque, además, a la edad que tengo sería ridículo que pretendiera presentarme ante vosotros con rebuscados parlamentos, propios más bien de los jovenzuelos con ilusas aspiraciones de medrar.

    Estilo del alegato

    Tras este preámbulo, debo haceros, y muy en serio, una petición. Y es la de que no me exijáis que use en mi defensa un tono y estilo diferente del que uso en el ágora, curioseando las mesas de los cambistas o en cualquier sitio donde muchos de vosotros me habéis oído. Si estáis advertidos, después no alborotéis por ello.

    Pues ésta es mi situación: hoy es la primera vez que en mi larga vida comparezco ante un tribunal de tanta categoría como éste. Así que —y lo digo sin rodeos— soy un extraño a los usos de hablar que aquí se estilan. Y si en realidad fuera uno de los tantos extranjeros que residen en Atenas, me consentiríais, e incluso excusaríais el que hablara con la expresión y acento propios de donde me hubiera criado.

    Por eso, debo rogaros, aunque creo tener el derecho a exigirlo, que no os fijéis ni os importen mis maneras de hablar y de expresarme (que no dudo de que las habrá mejores y peores) y que, por el contrario, pongáis atención exclusivamente en si digo cosas justas o no. Pues, en esto, en el juzgar, consiste la misión del juez, y en el decir la verdad, la del orador.

    Así, pues, lo correcto será que pase a defenderme.

    En primer lugar, de las primeras acusaciones propaladas contra mí por mis antiguos acusadores; después pasaré a contestar las más recientes.

    Las

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