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Sermones Sobre El Evangelio De Mateo (I)-¿Cuándo Puede Un Cristiano Tener Una Conversación Íntima Con El Señor?
Sermones Sobre El Evangelio De Mateo (I)-¿Cuándo Puede Un Cristiano Tener Una Conversación Íntima Con El Señor?
Sermones Sobre El Evangelio De Mateo (I)-¿Cuándo Puede Un Cristiano Tener Una Conversación Íntima Con El Señor?
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Sermones Sobre El Evangelio De Mateo (I)-¿Cuándo Puede Un Cristiano Tener Una Conversación Íntima Con El Señor?

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Muchos nuevos cristianos de todo el mundo acaban de nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que hemos predicado. Deseamos darles el pan de vida, pero es muy difícil estar en contacto con ellos porque están lejos. Por tanto, para satisfacer sus necesidades espirituales, el autor proclama que los que han recibido la remisión de sus pecados al creer en la Palabra de Jesucristo deben participar en su Palabra para defender su fe y mantener sus vidas espirituales. Los sermones en estos libros son pan de vida que alimentará a los nacidos de nuevo. A través de su Iglesia y sus siervos, Dios seguirá dándonos el pan de vida. Que las bendiciones de Dios recaigan sobre todos los nacidos de nuevo del agua y el Espíritu que deseen compartir su vida espiritual en Jesucristo con nosotros.

LanguageEspañol
PublisherPaul C. Jong
Release dateSep 20, 2018
ISBN9788928210725
Sermones Sobre El Evangelio De Mateo (I)-¿Cuándo Puede Un Cristiano Tener Una Conversación Íntima Con El Señor?

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    Sermones Sobre El Evangelio De Mateo (I)-¿Cuándo Puede Un Cristiano Tener Una Conversación Íntima Con El Señor? - Paul C. Jong

    A lo largo y ancho del mundo, mucha gente está recibiendo la remisión de sus pecados. Como consecuencia de ello, necesitamos gente para guiarlos y mostrarles el camino del Señor. Deberíamos reunir a todos aquellos que han recibido la remisión de sus pecados en una Iglesia. Espero fervientemente que aparezcan muchos líderes en todas las naciones del mundo. Me gustaría poder mandar a todo mi personal de trabajadores por todo el mundo como mensajeros de Dios, como misioneros. Sin embargo, si los mandara a otras naciones, ¿quién apoyaría aquí el Evangelio de la Justicia por la obra de Dios como los botones ornamentales de un candelabro? Así, espero que surjan trabajadores de Dios en todas y cada una de las naciones.

    Esta publicación es el primer libro de mis series de crecimiento espiritual para los futuros líderes de los redimidos. Mientras sirvo al Señor, creo que la gente de Dios se levantará. En anticipación a los futuros líderes, he preparado estos sermones previamente grabados en cintas y que ahora os presento aquí. Estos sermones, que han sido traducidos y editados con la intención de preparar a los líderes del mañana, os harán llegar a vuestros corazones mensajes para alimentar el alma.

    Creo firmemente que estos sermones serán alimento espiritual para todos. Debido a que nos es imposible mantener una relación de hermandad cara a cara con todos los creyentes y trabajadores de Dios de otras naciones, espero que al compartir este libro pueda estar en unión espiritual con aquellos que ya creen el Evangelio del agua y el Espíritu. Demos gracias porque Él nos ha hecho Sus trabajadores, alimentándonos con el Pan de la Vida.

    Hasta ahora hemos publicado 10 libros en inglés y nos hemos dado cuenta que aquellos que han leído los libros dan gracias por haber recibido la remisión de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Ahora, a través de los sermones para el crecimiento espiritual, testificaré una vez más que el Evangelio del agua y el Espíritu es la única verdad que da vida. Estoy seguro de que entonces llegarán a darse cuenta que las Escrituras está llenas de la verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Y al final, toda la gente del mundo entenderá que el Evangelio del agua y el Espíritu es la única verdad. Una vez hayan aceptado la verdad y desechado su fe basada en meras emociones, sus corazones se llenarán del Evangelio del agua y el Espíritu que es el único camino hacia la redención eterna. Por tanto, gente de todas partes vivirá como los discípulos de Cristo. Entonces, nos convertiremos en instrumentos para salvar a las almas perdidas y haremos Su obra por las ovejas perdidas en todo el mundo con la fe en el poder del Evangelio del agua y el Espíritu.

    Así como una planta florece y da fruto, creo que el poder del verdadero Evangelio, no sólo bendice a aquellos que creen en él, sino que también les permite vivir como trabajadores de Dios. Serán bendecidos física y espiritualmente. Ahora, los trabajadores de Dios en todas las naciones sembrarán las semillas del Evangelio del agua y el Espíritu y salvarán un número incontable de pecadores. Mientras predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu, continuamos ganando. Daremos más frutos de Dios con la fe en el verdadero Evangelio. Vivimos en tiempos de cosecha y recogeremos una gran cantidad de frutos de salvación. Ahora, creeremos en Sus palabras, le daremos gracias y le glorificaremos.

    Si Dios lo quiere, haremos todas estas cosas y más. Y creo que nos bendecirá a todos y cada uno de nosotros. Que Dios les dé abundantes bendiciones físicas y espirituales, las bendiciones de la santa fe del Cielo y la gordura de la tierra, a todo aquel que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu.

    PAUL C. JONG

    CAPÍTULO 1

    La genealogía de Jesucristo

    < Mateo 1:1-6 >

    «Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram. Aram engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón. Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías».

    Para formar parte de la genealogía de Jesucristo debemos creer en Su Salvación. En otras palabras, creer en Su Salvación es la única manera de formar parte de su genealogía.

    Nuestro Padre no mandó ángeles para salvarnos, sino que mandó a nada menos que a Su único Hijo. Fue Jesucristo a quién envió nuestro Padre Dios para salvarnos de nuestros pecados. Hizo una alianza para que todo el que creyera en Jesús, que es el Hijo de Dios y nuestro Salvador, fuera perdonado por todos sus pecados de una vez por todas. En este contexto Mateo 1:1 dice: «Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham». Aquí la genealogía de Jesucristo se refiere al mundo espiritual, a cómo podemos convertirnos en hijos de Dios creyendo en Jesucristo, siendo salvados del poder de la oscuridad.

    Este pasaje describe qué es lo que necesita un pecador para ser salvado de sus pecados y convertirse en un hijo de Dios. En otras palabras, para convertirse en un hijo de Dios, se necesita tener la misma fe que tuvo Abraham. ¿Qué tipo de fe se necesita para entrar en el Reino de Dios? Tenemos que creer en la Palabra de Dios exactamente como Abraham lo hizo. ¿Cómo complació a Dios la fe de Abraham? Creyendo en la Palabra de Dios en su integridad y esperando lo que era imposible según la razón humana. Abraham creyó en la Alianza de Dios tal y como Él la hizo, aunque fuera más allá de la imaginación humana. Este es el completo alcance de su fe. Aunque la mujer de Abraham había pasado ya la edad de tener hijos y por tanto era imposible que concibiera un hijo, Abraham creyó en la Alianza que Dios había hecho con él, de que su descendencia sería tan extensa como las estrellas del cielo. Dios consideró este hecho como justicia y estuvo contento con él. Así fue como Abraham se convirtió en el padre de los justos a través de la fe.

    Hoy en día, ustedes y yo admiramos a Abraham como el padre de los creyentes porque creyó exactamente todo lo que Dios le dijo. De esta manera, debemos tener la clase de fe que Abraham tuvo para entrar en el Reino de Jesús. Esta es la única manera de recibir la remisión de los pecados y convertirse en una persona justa. Llegamos a entrar en el Reino de Dios y a recibir Su Salvación al aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

    ¿Cómo debemos creer en Jesús como nuestro Salvador para formar parte de la genealogía de Jesucristo? En otras palabras, ¿cómo debemos creer en la Salvación de los pecadores? Tenemos que creer en el Evangelio del agua y el Espíritu tal y como es.

    Nuestro Padre mandó a Su Hijo Jesús a este mundo para ser el Salvador y quitar todo el pecado del mundo. Por tanto, debemos admitir que Jesús quitó todo el pecado de los pecadores al ser bautizado en el río Jordán.

    Y la verdadera fe consiste en creer que Él fue crucificado por nuestros pecados, sangró y murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos y salvó a los que creían en Él. «Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él» (Mateo 3:15-16).

    Este pasaje muestra la verdad de cómo Jesús tomó todos los pecados del mundo en Su bautismo. Nuestro Dios Padre envió a nuestro Señor Jesús a los pecadores e hizo que Él tomara todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista para dejar nuestros pecados más blancos que la nieve y para abrir las puertas del Reino de Dios. Podemos convertirnos en los justos al aceptar Su Palabra en nuestros corazones y formar parte de Su familia. Cualquiera que crea en la obra de Jesús puede pasar de ser un pecador a estar sin pecado. La manera de formar parte de la familia de Dios es creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.

    Para que un pecador se convierta en un hijo de Dios, debe tener la fe que cree que Jesús es el Salvador de los pecadores. En las Escrituras, el hijo de David indica que Jesús es descendiente de Judá. En el Antiguo Testamento, Dios hizo la Alianza de que habría reyes en la tribu de Judá, hijo de Jacob (Génesis 49:10). David es un hombre de la tribu de Judá de quien se habló en el Antiguo Testamento. Y Jesús nació de la tribu de Judá como el Rey. Como Abraham, formamos parte de la familia real al creer en la Palabra de Dios. Nos convertimos en hijos de Dios espiritualmente. Y cualquiera que haya pasado a formar parte de la genealogía de Jesucristo a través de su fe, se ha convertido además en un hijo de Dios. Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y sus hermanos y continuaron engendrando a sus descendientes. La gente que cree en la Palabra de Dios continúa engendrando a los hijos de Dios.

    Todos los que llegaron a formar parte de la genealogía de Jesús a través de la fe fueron aquellos que habían recibido la misericordia de Dios; y no fueron aquellos que tenían algo de lo que jactarse. Ellos eran humildes y débiles, pero creían en la Palabra de Dios. Por tanto, formaron una familia con el Rey verdadero.

    Al formar parte de Su genealogía por la fe, necesitamos saber lo siguiente: que en la genealogía de Jesucristo hubo una prostituta llamada Rahab, así como una mujer llamada Rut, de los moabitas, los gentiles. Entonces, ¿cómo pudo una prostituta formar parte de la genealogía de Jesús? Fue por la fe de Rahab que ella pudo entrar en el Reino de Dios. Dios nos dice que la única manera de que un pecador se convierta en un hijo de Dios es creer en Su Palabra. Esto significa que la verdadera fe no consiste en vivir una vida recta, realizando buenas obras, sino en creer en la Palabra de Dios. ¿Cómo puede una prostituta vivir de acuerdo con la Voluntad de Dios? Sin embargo, Dios perdonó incluso los pecados de una prostituta, que había pecado, mediante la Salvación del Señor. Hasta una prostituta se pudo convertir en un hijo de Dios por tener fe en la verdad de la Salvación de Dios. Esto quiere decir que todo pecador en este mundo puede convertirse en un hijo de Dios.

    La Biblia nos habla de la fe que cree en Él y Su Palabra. En Mateo 1, la Biblia habla de la fe de Tamar. ¿Quién es Tamar? Ella era la nuera de Judá, que se acostó con su suegro. Si lo miramos desde el punto de vista moral, ¿cómo pudo una mujer que mantuvo una relación sexual con su suegro formar parte de la sagrada genealogía de Jesús? Sin embargo, Tamar fue aprobada por su fe, porque creía en la Alianza en que su suegro creía. Pasó a formar parte de la genealogía de Jesús a través de su fe en la Palabra que su suegro le había transmitido.

    Era costumbre en Israel que cuando el primogénito moría, el segundo hijo se daba en matrimonio a la esposa del primero. Si el primogénito moría sin descendencia, el suegro tenía la responsabilidad de dar su segundo hijo en matrimonio a la esposa. Tamar estaba casada con el hijo primogénito de Judá. Pero este hijo era malvado a los ojos del Señor, y Dios lo mató. Así que, según la costumbre, Judá dio su segundo hijo a Tamar. Sin embargo, el segundo sabía que la herencia no sería suya y para no engendrar hijo eyaculaba fuera de su mujer, así Dios lo mató también. El suegro tuvo que dar su tercer hijo a su nuera. No obstante, este hijo era demasiado joven, así que el suegro prometió que se lo daría cuando éste hubiera crecido. Tamar esperó al tercer hijo, pero el suegro no se lo dio, así que Tamar ideó un plan.

    Llegó el día anual del esquileo de las ovejas. Entonces Tamar se quitó sus vestidos de viuda, se envolvió en un velo y se sentó en un espacio abierto. En Israel las prostitutas debían taparse la cabeza y la cara con un velo. Cuando Judá la vio de cuando iba de camino al esquileo de ovejas, quiso acostarse con ella. Así que le dio su sello, su cordón y su cayado como señal y se acostó con ella. Judá no sabía que esta mujer era su nuera. Meses más tarde, el embarazo de Tamar empezó a notarse. Se consideró adulterio, ya que era viuda por aquel entonces. En Israel, los adúlteros tenían que ser castigados siendo apedreados o quemados. Judá planeaba lapidarla, pero Tamar dijo entonces: Estoy embarazada del hombre al que pertenecen este sello y este cayado. Estos eran la señal que Judá dejó a la prostituta. Por tanto, Judá los reconoció y Tamar pudo engendrar hijos para continuar el linaje.

    Eso nos demuestra que Dios bendice a la gente que cree en Su Palabra de Alianza y vive según ella. Del mismo modo, todo aquel que entra a formar parte de la genealogía de Jesús, lo hace a través de la fe en la Palabra de Dios. Como está escrito en el pasaje: Judá engendró a Fares y a Zara en Tamar, Tamar dio a luz gemelos y continuó la genealogía de Jesús por su fe en la alianza que Dios hizo con Judá. Aquí, ningún israelita criticó a Tamar diciendo has hecho mal. En cambio alababan a Tamar por su fe, diciendo que era una fe de bendición. Del mismo modo, Dios acepta la fe de aquellos que creen en Su Palabra. Tamar pudo formar parte de la genealogía de Jesús porque creyó en la alianza de Dios. Si creemos en la Palabra de Dios, también nosotros podemos convertirnos en sus hijos.

    No nos hacemos justos mediante nuestras buenas acciones. Todo pecador puede convertirse en una persona justa y formar parte de la familia de Dios si cree en el evangelio de la Justicia de Dios. La Biblia nos dice que no es nuestro buen comportamiento lo que nos hace ser hijos de Dios. En cambio, nos convertimos en hijos de Dios por nuestra fe en la Palabra de Alianza de Dios. Nos convertimos en hijos de Dios y entramos en el Reino de Jesús mediante nuestra fe que cree en la Palabra de Dios. Nos convertimos en hijos de Dios a través de la fe en la Palabra de Dios. Debemos saber y creer que somos justos y sin pecado cuando creemos en Jesús.

    La Biblia nos dice que la fe que cree en las Escrituras tal y como están escritas es la fe que cree en la Justicia de Dios. Para ser justos al aceptar a Jesús, tenemos que creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. La palabra Santificación se usa a menudo en todas las religiones del mundo. Sin embargo, Jesús nos dice que no hay nadie que haya entrado en el Reino de Dios después de haber sido santificado por sí mismo. Examinemos las Escrituras. Abraham presentó a su esposa como si fuera su hermana por el peligro que corría su seguridad. Isaac hizo lo mismo con su mujer. Abraham traicionó a su mujer e Isaac hizo lo mismo con la suya. Tamar y Rahab son también algunos ejemplos de personas que no podrían haber sido incluidas en la genealogía de Jesús de no haber sido por su fe. En el cristianismo, santificación significa hacerse santo gradualmente. No obstante, Tamar mantuvo relaciones sexuales con su suegro, Rahab era una prostituta, y Rut era una gentil. Ninguna de estas mujeres tenía el estatus para formar parte de la genealogía de Jesús desde una perspectiva humana. Sin embargo, la razón por la cual fueron llamadas justas y entraron a formar parte de la genealogía de Jesús es su fe absoluta en la alianza de Dios. Esta es la fe que nos lleva a ser hijos de Dios. A través de la Palabra de Justicia de Dios, llegamos a conocer el Evangelio del agua y el Espíritu por la fe que cree que Jesús es nuestro Salvador. En otras palabras, el hecho de que nos encontráramos sin pecado no se debe ni en un 0,0001% a nuestros propios esfuerzos. Nos encontramos sin pecado al creer en Jesús como nuestro Salvador, que es el Hijo de Dios, y en la Palabra escrita de Dios, esto es, el Evangelio del agua y el Espíritu.

    Nos convertimos en los hijos de Dios al aceptar a Jesús como nuestro Señor y nuestro Salvador. Dios, Nuestro Rey, nos dice que aquellos que viven con el Espíritu Santo son Su pueblo. Él llama a la gente como nosotros que tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu Mis hijos, los nacidos de nuevo. En la Biblia, los hijos justos de Dios son distintos a la gente normal que no ha sido salvada de sus pecados. Aquellos que han aceptado el Evangelio del agua y el Espíritu son diferentes del resto de la gente que todavía no ha recibido la remisión de sus pecados. Hemos sido salvados de todos nuestros pecados porque creemos en Jesús, que es nuestro Salvador, el Salvador en nuestros corazones. Sabemos que hemos recibido la remisión de nuestros pecados porque creemos que el Señor vino a este mundo donde fue bautizado y derramó Su sangre. Por tanto, nos convertimos en los hijos de Dios a través del Hijo de Dios y de creer en esta Verdad.

    ¡Aleluya! Demos gracias a nuestro Dios que nos ha dado este Evangelio del agua y el Espíritu, la Justicia de Dios.

    Demos gracias a nuestro

    Señor Jesús que vino

    a salvarnos

    < Mateo 1:18-25 >

    «El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS».

    La Navidad ha llegado. Parece que va a ser una noche de paz y de amor este año. La ciudad está tranquila y silenciosa. Apenas se ven luces o decoración navideñas en las calles, ya que estamos pasando por una crisis económica en Corea. Esto claramente refleja la mala situación económica actual; lo que nos recuerda que debemos aferrarnos a nuestra fe al celebrar la Navidad este año. Echemos un vistazo a este pasaje.

    El versículo 21 dice: «Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Nuestro Señor nació de una virgen en este mundo y se llamó Jesús. El nombre Jesús se refiere a aquél que salvará a Su pueblo de sus pecados.

    Nosotros, los que hemos encontrado a Jesús, estamos llenos de alegría al recibir la Navidad. Sin embargo, la Navidad no tiene sentido si no entendemos el significado de este día. Si no recibimos la Navidad en el Señor, ¿qué significarían estas navidades para ustedes? Si recibimos la Navidad en el Señor, vemos que el amor del Señor es abundante. La Navidad simboliza que Dios, el Rey de reyes, que creó el universo, mandó a Su único Hijo a este mundo para salvar a Su pueblo de sus pecados. Si estamos en Él, la Navidad es el día más feliz y grato.

    Esta es la razón por la que designamos un día como la Navidad para dar gracias a Dios. Por supuesto, esta no puede ser la fecha exacta que se describe en la Biblia. Algunos discuten que este era el día para adorar al dios sol. No obstante, no deberíamos quitar importancia al significado de la Navidad. Algunos creen que tenemos una fecha errónea del día en que Jesús nació. Sin tener en cuenta cuál fue la fecha exacta, deberíamos celebrar la Navidad para conmemorar el por qué Él vino a este mundo. Cuando celebramos la Navidad, debemos pensar con todas nuestras fuerzas en el Señor y en el amor y la Salvación que Él nos ha dado. En Jesús, tenemos que celebrar la venida del Señor y darle gracias admitiendo que Él nos ha salvado de todos nuestros pecados. Para ser capaces de celebrar la Navidad, debemos entender su verdadero significado.

    Estamos celebrando el oficio religioso del domingo. Son las 11:12 am. Ayer hubo unas 11:12 am y mañana las habrá también. Esto quiere decir que el mundo continuará existiendo hasta la segunda venida de nuestro Señor. Este mundo existirá hasta que Dios lo termine. Sin embargo, si no entendemos el verdadero significado de la Navidad en el Señor, ¿qué tiene que ver este oficio religioso especial con nosotros? Las 11:12 am del 25 de diciembre son solamente una hora más que pasa cada año. A medida que nos acercamos a fin de año, tenemos que recordar el amor que Jesús nos ha dado, y la Salvación que hemos recibido. Todo en este mundo, incluso la vida misma y el tiempo que pasa, no tiene ningún sentido sin Jesús.

    Por otra parte, la Navidad tiene un gran sentido cuando la recibimos en el Señor. Nuestros pecados fueron perdonados porque Él vino a salvarnos. Si Él no hubiera venido a salvarnos, seguramente hubiéramos estado condenados a la perdición, pero Jesús fue bautizado y crucificado para nuestra salvación. Vino a este mundo nacido de la Virgen María para salvar a Su pueblo de sus pecados. Por tanto, como cristianos, para nosotros la Navidad es un día verdaderamente sagrado.

    De ahí que el nacimiento de nuestro Señor tenga sentido para nosotros cuando lo vemos en el Señor, quien creó el universo y controla y supervisa el principio y el fin. Por tanto, tenemos que contemplar la obra nacida de Su amor verdadero, y el agua y el Espíritu. El mundo existe porque Dios creó el universo. Dios dijo que destruiría este mundo como ya había hecho una vez antes. Sentimos que el fin está cerca, tal y como podemos sentir y entender: ¡Oh, esta es la obra de Dios! cuando contemplamos en el Señor las estaciones: primavera, verano, otoño e invierno; también podemos sentir que Él está creando un nuevo mundo mientras nos salva de nuestros pecados.

    Él nos mostró Su Creación, para que supiésemos que el universo da vueltas porque el Todopoderoso tiene el control sobre éste. Los hombres creen cuando lo ven con sus propios ojos. Cuando estamos en Dios podemos entender claramente cómo obra. Sin embargo, cuando contemplamos las cuatro estaciones en el Señor, podemos ver la Providencia de Dios más claramente. Si observamos nuestras vidas en el Señor, podemos también ver nuestras vidas claramente. Cuando estamos en el Señor, vemos que la gente normal vive 70 o 80 años de una vida miserable hasta que mueren. Nosotros estábamos destinados a vivir y morir en la miseria. Podemos ver que nuestro Señor vino a este mundo, fue bautizado, crucificado y se levantó de entre los muertos para salvarnos a todos nosotros, a aquellos que estábamos destinados a la perdición por causa de nuestros pecados. Por Cristo, fuimos salvados de todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y del Espíritu, y librados de la destrucción y la maldición. Por tanto, debemos contemplar todas las cosas a través de los ojos de nuestra fe en Cristo.

    Algunos, dudan que María, siendo virgen, pudiera concebir un hijo. De hecho, incluso algunos pastores dudan que Jesús naciera de la Virgen María. Aunque prediquen y celebren Su encarnación, en realidad, no creen que Jesús fuera concebido milagrosamente por la Virgen María. Esta gente demuestra su ignorancia de este modo. Cuando no vemos la obra de Dios a través de nuestra fe en el Señor, no creemos en ella. El pasaje nos dice que Jesús nació por obra del Espíritu Santo, y que antes de que naciera, Dios ordenó que se le llamara Jesús. Todo esto se hizo para cumplir lo que se había ordenado.

    Unos 700 años antes de que Jesús naciera, Dios profetizó a través del profeta Isaías: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel» (Isaías 7:14). Esta era la profecía de que Dios vendría al mundo en un cuerpo humano para salvar a los hombres. Cuando lo contemplamos en el Señor, nos damos cuenta de que es obra de Dios salvar a la gente de sus pecados. Esto es así para que nos demos cuenta y creamos que Dios nos creó y nos salvó de nuestros pecados.

    Este hecho sería imposible de creer si lo contemplásemos desde nuestro punto de vista humano e intentáramos entenderlo por la razón humana. Como consecuencia de esto algunos piensan que Dios no sólo disfruta Su Creación, sino que también disfruta el sufrimiento humano al haber comido del árbol de Bien y del Mal. Algunos dicen: Dios disfruta de la Creación de los hombres y también piensa que es muy divertido ver cómo sufren al comer del Árbol del conocimiento del Bien y del Mal. Pero, hermano cristiano, el hecho de que la Tierra y los demás planetas giren en su órbita, de que exista la Vía Láctea, de que la Tierra tenga las condiciones adecuadas para la vida humana, de que haya día y noche, y todas las obras misteriosas y milagros de la vida que la ciencia no logra explicar, nos dice que Dios es bondad.

    Cuando el Señor vino al mundo, fue concebido por el Espíritu Santo, nació y se convirtió en Emmanuel para cumplir Su alianza. En otras palabras, Él estableció la Providencia de su Salvación antes de crear el universo, nos la prometió a nosotros los hombres y la cumplió tal cual. El mero hecho de que naciera de una virgen es una bendición para nosotros y por ello damos gracias a Dios.

    Cuando confiamos en Jesús, no debemos mostrar ninguna duda. Cuando dudamos, todo parece confuso. Esto ocurre porque estamos cegados por nuestros pecados, todo nos parece dudoso y nuestra fe está incompleta, por tanto no podemos ver todas las cosas maravillosas que Dios ha hecho. Pero cuando confiamos plenamente en Dios, el Espíritu Santo abre nuestros ojos y entonces podemos aceptar a Jesús para poder ser salvados de nuestros pecados. Nosotros, que creemos en la Justicia de Dios, hemos sido salvados de nuestros pecados al creer en Jesucristo porque en realidad contemplamos sus obras en la Justicia del Señor. Nos beneficiamos de la Salvación porque la contemplamos desde la Justicia del Señor. Pero aquellos que no creen en la Justicia de Dios no pueden recibir el verdadero significado de la Navidad.

    Jesús vino al mundo como Emmanuel para estar con nosotros. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació siendo el niño Jesús. Y tomó todos los pecados de los hombres sobre sí mismo al ser bautizado a los 30 años de edad; fue crucificado llevando todos los pecados del mundo sobre sí mismo y se levantó de entre los muertos convirtiéndose en Emmanuel, Dios, que ha de venir de nuevo. Y es nuestro Señor, que fue concebido por el Espíritu Santo, nació siendo el niño Jesús, creció y tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo al ser bautizado, y nos salvó al derramar su sangre en la Cruz, quien reside y obra en nuestros corazones bajo la forma del Espíritu Santo. Y el Espíritu Santo, que reside en los corazones que tienen fe en la Justicia de Dios, nos da la gracia de la Salvación y la Paz, nos bendice y nos hace creer que Jesús vino como nuestro eterno Salvador.

    El 25 de diciembre es un día para conmemorar el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo y para dar gracias a Dios. Damos gracias a Dios por poder celebrar este día. Si no hubiera Navidad el 25 de diciembre, la Tierra sería un lugar triste. La humanidad viviría desdichada sin Jesús. No habría nada de lo que alegrarse. La humanidad renueva su esperanza por el hecho de que su Salvador, el Salvador de los pecadores, el Salvador de los que

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