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Senor… Ten Piedad De Mi
Senor… Ten Piedad De Mi
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Senor… Ten Piedad De Mi

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About this ebook

Este es el libro No. 3, y final de la Coleccin, QUE HAY ENTRE DIOS Y EL HOMBRE?
Esta serie representa 50 aos de mi vida, dedicados a buscar, a investigar en la bibliografa todo lo que me fue posible respecto a Dios y la relacin que el hombre guarda con l. En todos estos aos, trabajando con mente abierta, sin paradigmas ni prejuicios, descubr cosas muy interesantes que me llevaron a conclusiones que, hasta para mi han sido impactantes.
Descubr, por ejemplo, que Jesucristo es producto de una leyenda creada por Saulo de Tarso o San Pablo, casi trescientos aos antes de que el Emperador Romano, Constantino I el Grande, lo adoptara como la religin oficial del Imperio. Que la divinidad de Jesucristo le viene por acuerdo del Concilio de Nicea en el al ao 325, inducida y acordada por el Emperador. Que el cristianismo pas a ser propiedad del Imperio y que, cien aos ms tarde el Imperio Romano pas a ser propiedad de la Iglesia Catlica, con el Papa a la cabeza, quien hace las funciones de Emperador Romano hasta nuestros das.
Que la iglesia adora a tres dioses: Jesucristo por ser su propia leyenda, Jehov, porque toda la Biblia es su libro que habla de l en su relacin con el judasmo y, a Dios Padre todopoderoso. Que los confunde y hace con ellos un coctel.
Que en el acto de consagracin en la misa se sacrifica y se descuartiza a Jesucristo en ofrenda a Jehov y que todos los catlicos estn felices con este crimen porque Jesucristo al ser sacrificado se lleva los pecados de todos los asistentes, que acaban comindose los pedazos de su carne y bebindose su sangre, al puro estilo Vud o canibalismo.
Hay muchas otras cosas que sera bueno y te tomes la molestia de valorar por ti mismo.
LanguageEspañol
PublisherPalibrio
Release dateJul 16, 2013
ISBN9781463361051
Senor… Ten Piedad De Mi

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    Senor… Ten Piedad De Mi - Dr. Jesús Humberto Enríquez Rubio

    SEÑOR…

    TEN PIEDAD DE MÍ     

    Ruego a flor de labios del católico, del hombre culpa, el miserable pecador desvalido, que no se siente digno del amor de Dios.

    Hechura de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

    Dr. Jesús Humberto Enríquez Rubio

    Copyright © 2013 por Dr. Jesús Humberto Enríquez Rubio.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 05/07/2013

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    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    484407

    Contents

    DEDICATORIA

    INTRODUCCIÓN

    LA IGLESIA CATÓLICA

    ¿Cómo se forma un sacerdote?

    Cómo se relaciona la iglesia católica con sus feligreses.

    Ubicación que ocupa la Iglesia en la sociedad Occidental.

    Conceptos que la iglesia maneja como dogmas

    Dogmas Sobre Dios

    Dogmas Sobre Jesucristo

    Dogmas Sobre la Creación del Mundo

    Dogmas sobre el Ser Humano

    Dogmas marianos

    Dogmas sobre el Papa y la Iglesia

    Dogmas sobre los sacramentos

    Dogmas sobre las últimas cosas

    Comentarios al tema

    La existencia de Dios

    Dogmas sobre Jesucristo

    Dogmas sobre la Creación del mundo

    Dogmas Marianos de la Iglesia Católica

    Dogmas sobre el Papa y la Iglesia

    Son sujetos a la infalibilidad

    Dogmas sobre los sacramentos

    Dogmas sobre las últimas cosas

    CÓMO VIVE UN VERDADERO CATÓLICO

    EL CREDO DE LOS TRES DIOSES

    Jesucristo

    YHWH o Jehová

    Dios Padre y Creador

    Nota Anexa:

    EL PROBLEMA HUMANO DEL CRISTIANO

    ¿POR QUÉ LOS CRISTIANOS SE CREEN INDIGNOS Y CULPABLES?

    EL CRISTIANISMO ES SOLO UNA LEYENDA

    RESUMEN Y COMENTARIO FINAL

    UN MENSAJE DE DIOS PADRE A LA HUMANIDAD

    El conocimiento de esta obra es fundamental para que se dé el verdadero desarrollo de la persona, de acuerdo con el Divino Plan de la Creación.

    El mayor mal causado a más de media humanidad es haberla sumido en el estado letárgico en el que se encuentra, y esto es responsabilidad de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, cuyos argumentos de control son el pecado y la culpa, con la ilusoria promesa de la salvación y el perdón, ambas cosas innecesarias porque no hay condenación ni revancha de parte de Dios Padre que tanto nos ama y nos espera con los brazos abiertos.

    La Iglesia no conoce a Dios Padre y lo confunde con YHVH.

    La iglesia es los restos del Imperio Romano de Occidente, fuertemente unida a sus intereses terrenales, donde el Papa es el Emperador y el Colegio Cardenalicio el Senado Romano, que defienden a capa y espada a tan lucrativo negocio.

    DEDICATORIA

    Este libro, como toda la colección, está dedicada a toda la humanidad, pero muy especialmente a las personas que profesan el cristianismo, con la esperanza de que se arriesguen a ver las cosas desde otro ángulo, tal vez mas liberador y feliz.

    Los cristianos viven siempre bajo la zozobra del pecado y del castigo, perdidos siempre en la culpa; con la promesa de la salvación y el descanso eterno en la gloria de Dios.

    Quisiera que acepten que son hijos de Dios Padre todopoderoso, que nada tiene que ver con el Jehová Bíblico; que nos creó de su misma esencia y naturaleza y nos dotó con sus mismos atributos y propiedades; es decir, nos dio la vida eterna, la libertad absoluta, la consciencia que es el entendimiento, la afectividad y la voluntad; por ese somos dioses como Él, somos de su misma estirpe y nuestro destino es llegar a Él.

    No es necesario hincar la rodilla en tierra en señal de sumisión, no es necesario agachar la cerviz, ni humillarse y arrastrase ante Él para merecer su amor.

    Nuestro Padre y Creador nos ama, nos quiere libres, osados y creativos como lo es Él mismo.

    Dios no premia ni castiga, Dios no nos manipula sino que respeta absolutamente nuestra libertad; y podemos caer y perdernos en nuestros caminos, pero tendremos que salir de ellos por nuestros propios medios, porque a base de ensayo y error; es como vamos creciendo en experiencia, sabiduría y bondad. Hasta que un día podamos ver con claridad, porque nuestra consciencia se haya nutrido.

    Dios nos creó dioses para que aprendamos a resolver los problemas que se nos presenten, de nada nos sirve acobardarnos, gemir y llorar, del cielo nada te caerá. Y no será por falta de amor, sino porque para eso somos dioses y debemos actuar en consecuencia.

    INTRODUCCIÓN

    No cabe duda que, dentro del clero se encuentran a los hombres más cultos del mundo, pues dedican la mayor parte de su tiempo al estudio, especialmente de la metafísica, la filosofía y las otras ciencias del pensamiento; pudiéramos decir que ese es su único oficio, pues su profesión y el celibato les dejan todo el tiempo de su vida para dedicarlo sólo a esas actividades.

    Sin embargo y paradójicamente, su ignorancia respecto al conocimiento de la verdadera personalidad de Dios Padre, a quien dicen servir, es profunda. Y, no los culpo, el hecho de señalarlo es solamente para enunciar una realidad, digna de considerarse, tratándose especialmente de la iglesia, a la que representan y su ministerio hacia el público seglar creyente.

    Esto no significa que todos los miembros del clero sean cultos, pues los hay, y muchos, que viven en una ignorancia crasa, que a veces raya en la estupidez. Los obreros de la iglesia Los Soldados de Mitra (perdón) de Jesucristo; los Corax, dedicados rutinariamente a sus deberes eclesiásticos, perdidos entre sus sotanas y la administración de los beneficios y bienes de su magisterio.

    LA IGLESIA CATÓLICA

    ¿Cómo se forma un sacerdote?

    Cada persona es libre de dedicarse a la profesión u oficio que mejor le parezca, siempre y cuando sea lícito y no ofenda a la moral. Esto dice el Artículo quinto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y por lo cual es un derecho fundamental de todo mexicano. Para el caso de lo que en México se le llama vocaciones sacerdotales, es decir, que desean dedicarse a las actividades clericales, está plenamente amparada por la Constitución, cualquiera que sean sus motivos. Es muy difícil precisar las causas por las cuales un joven decide abrazar la carrera sacerdotal, de hecho cada persona tiene su propio motivo. Algunos, creo que la mayoría, se trata de muchachos de poca edad que se van formando pegados a las actividades parroquiales, juegos, deportes, educación, catecismo, influencia directa de los sacerdotes jóvenes o seminaristas, etc., que han tenido pocas oportunidades de conocer la realidad del mundo exterior. Otros, también un núcleo importante, son jóvenes que, por la religiosidad de sus padres o de su familia de origen, prácticamente los seducen con la idea de dedicarse al servicio de Dios y acaban cerrando sus posibilidades de desarrollo y se inician en los seminarios, donde encuentran un medio cómodo y seguro para vivir; algunos otros más que se forman académicamente en los colegios particulares, atendidos por religiosos, que con el ejemplo y con su influencia los inducen a entrar al seminario. Sólo unos cuantos son los que traen una sensibilidad y vocación especial que los impulsa a esta actividad. Seguramente, como se dijo, cada uno tiene sus propios motivos para abrazar la vida sacerdotal. Algunos de ellos, tal vez en un momento de su vida de seminaristas, descubran que no es esa su vocación, pero las expectativas de su familia y porque sus estudios están avanzados y no encuentran el valor para rectificar el camino que llevan y, se ordenan sacerdotes un poco presionados más que por vocación.

    El hecho es que, durante toda su vida de seminaristas han estado sometidos a un trato casi monástico, con poco contacto con el mundo exterior y, cuando salen, se sienten extraños con su familia y con la sociedad, que los asusta un poco, por lo que vuelven a refugiarse en la seguridad del seminario. Lo malo en todo esto, es que no han tenido oportunidad de conocer el mundo real y sus actividades y se han formado exclusivamente con los textos y conceptos autorizados por la propia iglesia, por los rezos y por la única influencia que han conocido, la clerical. Sus únicas lecturas han sido las autorizadas por la jerarquía eclesiástica y su única realidad es el mito cristiano y así forman su criterio que finalmente les da un tipo de comportamiento férreo que los vuelve incapaces de aceptar otras formas de ver los aspectos de Dios, otros puntos de vista, otros conceptos respecto al cristianismo y a su religión, otras posibilidades de pensamiento. Su jerarquía verdadera es la de la Iglesia: el sacerdote, párroco, obispo, arzobispo, cardenal y finalmente el Santo Padre, autoridad suprema incuestionable, toda esta es la jerarquía romana y él mismo adopta al Vaticano como su patria, ya que, desde que profesa, es un soldado de Cristo y un civis vaticano, miembro de la iglesia católica, es decir, miembro del Imperio Romano.

    Así transcurre su vida entre rezos, misas, ceremonias de veneración a los santos, bautismos, comuniones, bodas, etc. donde algunas veces él es el invitado de honor a las fiestas de las familias, se comporta recatado, con solemne respeto y lo tratan con distinción, pero a la vez está aislado de la realidad social. A veces los otros invitados a esa fiesta están esperando con ansias a que se vaya el padrecito para darle rienda suelta a la pachanga.

    El hecho es que estas personas aislados, que no pertenecen más que su iglesia, que jamás han aprendido otra cosa que no sea el cristianismo; siempre sujetos a las disposiciones del Obispo o de la jerarquía; que no saben decir otra cosa que los mismos estribillos que conocen, siempre dispuestos a inducir a sus feligreses a ofrecer sus sufrimiento a Dios, a la Santísima Virgen y a no sé que otros santos; a pedir perdón a Dios, a arrodillarse y a suplicar la misericordia divina. En sus homilías durante las misas inventan infinidad de cosas y situaciones fantásticas que atribuyen a Jesucristo, a los Santos, como diríamos los legos, a colgarle milagritos, resaltar cualidades que ellos le inventa a Jesús, y las dan por hecho, lo afirman con gran autoridad y vehemencia, muchas veces cosas inverosímiles. Y, lo peor de todo es que sus feligreses, aunque no le encuentren pies ni cabeza las dan por realidad, solamente porque lo dijo el sacerdote en la misa.

    Cómo se relaciona la iglesia católica

    con sus feligreses.

    La iglesia, como todas las empresas o instituciones de servicio, no tiene una cara propia, por ejemplo: la cara del Seguro Social en México, es la que el médico pone para la atención de su paciente; en ese momento de la consulta, para esa persona consultante, no la está ofreciendo el doctor Pérez, sino el Seguro Social, y si el doctor Pérez es un ignorante, un médico mal preparado o está enojado, deprimido, indispuesto, etc. es el Seguro Social quien le estará dando ese deficiente servicio al paciente, porque en ese momento todo lo que diga o haga para el paciente no es a título personal, aunque ni el doctor ni el paciente sean muy conscientes de esto; no se trata pues del doctor Pérez sino el Seguro Social, que es el que avala esas actitudes y actuaciones médicas del doctor Pérez es el Instituto, dando por propia la cara del doctor Pérez, aunque lo que esté de por medio sea la fama y el prestigio del Seguro Social.

    Así para la Iglesia Católica, ya podrá ser lo que sea el Sumo Pontífice y los demás pontífices dentro de la escala jerárquica de la iglesia. Para cada feligrés la iglesia es lo que su párroco diga y haga y, con mucha frecuencia, en el trato ordinario del párroco o sacerdote o diácono o lo que sea, que esté en contacto directo con cada persona, para esa persona, en ese momento la iglesia es el cura que tiene enfrente y, si ha acudido a pedir consejo o apoyo psicológico, se comporta como una esponja y se bebe con avidez, los argumentos y razonamientos del padrecito que, repito, no conoce más que lo que la iglesia le ha enseñado, su ignorancia es enorme en cuanto al manejo y solución de los problemas de la psicología humana, que nada tienen que ver con la religión, pero que el cura no sabe decir otra cosa, sobre todo si se trata de los problemas de relación sexual en pareja, donde el celibato lo hace inapto para opinar y finalmente, acaba siendo remitido al carajo o el feligrés se convierte en un guiñapo humano; si es mujer está expuesta a convertirse en una beata que se pasa el día limpiando a los santos y organizando novenarios en pro de las ánimas benditas del purgatorio, que no es más que un contrasentido; se vuelve un ratón de sacristía.

    Por lo general, el nombre con el que la gente los reconoce, de El Padre o, cariñosamente El Padrecito automáticamente les confiere un poder de autoridad sobre los feligreses y no les es difícil montarse en ese papel de padre, ubicándose automáticamente por encima de todos y la gente se somete, como si se refugiara bajo sus alas. Esto ocurre, como ya se dijo, no porque personalmente tengan la capacidad suficiente para orientar o encausar a la población sino porque representan a la Iglesia, que es como la gente los considera, como delegados de Jesucristo, su dios.

    Este esquema se ha vivido dando desde hace ya casi dos mil años en todo el mundo católico, que lo es por nacimiento, por convicción o por la fuerza, porque si alguna institución ha sido criminal y represiva es la propia iglesia católica, quien por medio del Santo Oficio, fue temeraria y asoló a la humanidad, de la cual ha vivido desde siempre posesionada, como algo que le pertenece por derecho divino y con la cual ha hecho y deshecho; en México tenemos viva la experiencia de la Colonización.

    Ubicación que ocupa la Iglesia en la

    sociedad Occidental.

    Por su condición de Imperio Romano vivo hasta hoy, cuyo emperador es el Papa, siempre ha estado en la cúspide del poder, que le pertenece en forma natural, porque desde que el Impero Romano de Occidente perdió el poder, la Iglesia lo rescató y lo legitimó, en forma truculenta o no, eso no importa, con el papa León I (440-461) y lo ha ejercido hasta nuestros días. Bajo su tutela se formaron todos los países europeos: España, Francia, Alemania, Inglaterra (aunque separada, por la Iglesia Anglicana) pero paralela; De la misma forma surgieron todos los demás estados europeos, ya que no hubo, hasta la fecha, Rey que fuera legítimo si no contaba con la venia y con la bendición del Papa, reconocido como el Sumo Pontífice y, en este caso el título le viene por ser el Emperador Romano, como lo ostentaron todos los gobernantes de Roma en todas sus épocas desde su fundación, fueran patricios, cónsules o emperadores y así fue por los primeros siglos de la Iglesia Católica, los primeros papas no tenían ese título, ya que lo ostentaba únicamente el emperador en turno, y así fue para la iglesia, pasando por todos los emperadores que siguieron desde Constantino I el Grande.

    Al principio, a partir de que la Iglesia fue adoptada por Constantino I el Grande, como la religión oficial del imperio, la iglesia operó como la fundó Saulo (llamado posteriormente San Pablo), la Iglesia era una comunidad fraternal. No existía todavía la figura del Papa. Quien dirigía la Iglesia era el emperador pues él era el Sumo Pontífice (Pontifex Maximus) y por tanto, ese título, no lo tenía el obispo de Roma ni el de Constantinopla, las dos capitales del Imperio. Con esa autoridad de dueño, el emperador Constantino convocó el primer concilio ecuménico de Nicea (en el año 325 d.C.) para decidir la cuestión de la divinidad de Jesucristo. Todavía en el siglo VI el emperador Justiniano, que rehízo la unión de las dos partes del Imperio, la de Occidente y la de Oriente, reclamó para sí el primado de derecho y no el de obispo de Roma. Sin embargo, por el hecho de estar, aparentemente, en Roma las sepulturas de Pedro y de Pablo, la Iglesia romana gozaba de especial prestigio, así como su obispo, que ante los otros tenía la presidencia en el amor y ejercía el servicio de Pedro, el de confirmar en la fe, no la supremacía de Pedro en el mando.

    Todo cambió con el papa León I (440-461), gran jurista y hombre de Estado. Él copió la forma romana de ejercer el poder que es el absolutismo y el autoritarismo del emperador. Comenzó a interpretar en términos estrictamente jurídicos los tres textos del Nuevo Testamento referentes a Pedro: Pedro como piedra sobre la cual se construiría la Iglesia (Mt 16,18), Pedro, el confirmador en la fe (Lc 22,32) y Pedro como Pastor que debe cuidar de sus

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