La Esposa del Viajero del Tiempo. Una Historia Breve.
By C.Sean McGee
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Esta es una historia de advertido amor, matemáticas y lo inocuo. Ficción oscura y existencial rica en filosofía, extraña e incómoda.
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La Esposa del Viajero del Tiempo. Una Historia Breve. - C.Sean McGee
Para Keli, Nenagh y Tomás.
1.61803398874989484820458683436563811772030917980576286213544862270526046281890.......
¿Alguna vez has conducido toda la noche, muy cansado? ¿Sabes? ¿Tan cansado que, si fueses a chocar, probablemente no sentirías nada? Entonces llegas a casa, o a donde demonios vayas, y al quitar las llaves del arranque te preguntas, ‘¿cómo coño llegué aquí?’ No recuerdas nada del trayecto. Estabas dormido o soñando todo el tiempo o algo. No sabes si te ladeaste en alguna de las curvas y no estás seguro si atropellaste a algún animal o a una madre empujando una carriola por la cebra peatonal. Lo único de lo que estás seguro es que estás donde se supone que deberías estar; en casa o el trabajo o el supermercado. Simplemente no puedes recordar como llegaste ahí. ¿Alguna vez lo has sentido?
Claro. Intento no conducir cansado ya que es algo muy peligroso, pero sí
dijo Estefan, y dio un sorbo a su Mocha, una vez conduje toda la noche, cuando estaba en la Universidad, con unos amigos, ¿sabes? En esos días donde eres temerario y vives como si no hubiera un mañana. Bueno, nosotros...
Me siento de esa forma con mi vida
, dijo John, girando su taza hacia delante y hacia atrás, haciendo que su café frío, al que no le había dado un sorbo, se derramara sobre su dedo índice y sobre la mesa.
Estefan saludaba a un grupo de hombres que recién se habían amontonado en un sofá. Se palmeaban las espaldas, mientras estrechaban sus manos y bromeaban a gritos sobre las celebridades a las que les encantaría follarse y la forma en la que lo harían. Ninguno de ellos parecía haberlo notado, pero eso no le importaba a Estefan. Él continuaba balanceando su mano en el aire como si lo hubieran visto, como si fuera la forma en que le respondían, e hizo un extraño gesto con sus dedos a uno en particular, como si estuviese pidiendo dos tragos o algo.
Entonces ¿a quién te follarías?
preguntó, volteando a ver a John.
No lo sé, hombre. A quien sea.
No, en serio. Digamos que pudieses follarte a quien quisieses y de la forma en la que fuera y no fueran a, ya sabes, hacerte sentir sucio o algo. ¿A quién te follarías? ¿Y de qué manera?
John y Estefan se sentaron en las escaleras del edificio de oficinas. Ninguno de ellos estorbaba a los trabajadores que pasaban, pero la mirada persistente de Estefan y el tic intermitente de su oreja reforzaban su ocupado y personal discurso, rogando en silencio, como el jugador de baloncesto que nadie quiere en su equipo, esperando a ser elegido para dar su opinión, compartir sus pensamientos y reír de corazón como vio a los otros hombres hacerlo.
No puedo recordar ninguna decisión que he tomado
dijo John, ahora agitando su taza, haciendo que el frío café saltara como el mar embravecido. Digo, sé quien soy y que quiero hacer. Sé que es lo que debo hacer y porqué debo hacerlo, en cuanto a saber, sé exactamente que es lo que he hecho y que me falta por hacer. Y sé que lo haré. Sólo que no sé como coño llegué a este punto. No sé si he decidido todo esto o si simplemente llegó mientras estaba dormido o algo
.
Yo me follaría a Jennifer Connelly. Tiene esta belleza natural, ya sabes. Seductora y con curvas, pero natural al mismo tiempo. No muchas mujeres la tienen. Ella podría ser tu vecina o podría ser la maestra de tu hijo en la escuela, pero, al mismo tiempo, tiene este lado super sexy con tetas enormes y sabes que te haría eyacular en un segundo. Sí, definitivamente me follaría a Jennifer Connelly. Aunque, no creo querer hacerle algo pervertido. Sólo abrazarla o algo. Mimarla tal vez.
Creo que me he convertido en suicida, pero no estoy seguro.
Pero si tuviera que tener sexo sucio. No sé. Tal vez Oprah. Pero la Oprah de principios de los noventa. Pelo rizado, azúcar en sus dedos. No, espera, Ricki Lake. Era muy sensual, incluso cuando estaba un poco llenita. ¿Puedo follarme a dos?
preguntó Stefan, mirando a John con intriga sincera en sus cejas.
John observaba su reflejo en las puntas de sus zapatos. Siempre los mantenía brillantes y sus pantalones; nunca tenían arrugas y estaban planchados a la perfección, haciendo que los pliegues se marcaran como el separador de su novela favorita. Su camisa le quedaba un poco grande, pero siempre fajaba la tela extra dentro de sus pantalones y la tiraba ligeramente para que la tela colgara de una forma fresca y profesional sobre su hebilla.
Y su corbata, era la única que había comprado. Le había costado casi cien dólares. Era de seda, y el color y el diseño simulaban que alguien le había derramado una extravagante obra de arte desde su cuello y sobre su pecho. El color se había desvanecido y la textura era tosca ahora; la fibra se había dividido en feos mechones, evitando verse como una obra de arte y pareciendo más un borrador de mierda, grabado sobre una sucia servilleta.
Vivimos y morimos,
dijo John.
Si pudiera follármelas a ambas, probablemente me follaría a Ricki Lake por el culo y colocaría a Oprah sobre la espalda de Ricki Lake como un mantel y me comería ese coño de principios de los noventa,
dijo Estefan, haciendo muecas con su boca mientras bromeaba sobre su voraz apetito sexual. Y habría que tener a Donahue comentándolo. Podría estar en el fondo, masturbándose y hablando sobre lo grande que es mi polla. Pero no lo sé
dijo perplejo. No sé si eyacularía en el ano de Ricki Lake o en las tetas de Oprah o en sus caras. Eso sería sensual.
Creo que tal vez esté deprimido,
dijo John.
Dios. Relájate, el juego se llama ‘¿A quién te follarías?’ no
Cómo ser un aguafiestas’. ¿Qué se te metió a la cabeza? Normalmente eres mucho más alegre. Eres tan..."
Elige tus próximas palabras cuidadosamente,
pensó John, imaginando como tomaba a Stefan de un mechón de pelo de su cabeza y la azotaba contra el borde redondeado de las escaleras rojas de ladrillo.
Lo contrario a lleno de vida,
dijo, entre sorbos de su Mocha, sin notar las palpitaciones del ojo de John mientras observaba a los distintos grupos de hombres y mujeres saliendo de los autobuses y camiones y la línea de coches estacionados. Hoy será un gran día, lo sé. Lo puedo sentir.
No me importa.
"Nos darán nuestros bonos. Justo a tiempo. ¿Has visto el precio de las rebanadas de pepperoni? Es un robo a mano armada, te lo digo. Eso y el precio de los calcetines, a los que los niños agujeran cada segundo que los usan. Lo verás, en cuanto tú y Tracy dejen de perder el tiempo. Verás a lo que