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La Terapia Pesso-Boyden (PBSP): Para lograr una vida llena de placer, satisfacción, significado y conexión
Acciones del libro
Comenzar a leer- Editorial:
- Eleftheria
- Publicado:
- Sep 7, 2016
- ISBN:
- 9788493527488
- Formato:
- Libro
Descripción
Al Pesso ha sido uno de los grandes de la psicoterapia corporal. Su labor ha llegado a muchos países de manera directa o indirecta y su influencia puede verse en numerosas terapias de reciente aparición. La terapia Pesso-Boyden, o PBSP, se enseña en Alemania, Holanda, Inglaterra. República Checa, Estados Unidos, Noruega, Bélgica y Suiza entre otros estados. Por primera vez se traducen sus textos al español en este libro.
Al Pesso aporta a la terapia su verdadero significado: Una terapia es aquel trabajo con otra persona que tiene la capacidad de devolver al individuo el derecho propio a estar en la vida que es natural e innata, de experimentar el placer y satisfacción además de poder darle un significado profundo a sus vivencias gracias a una sana conexión con los demás.
La labor de Albert Pesso, Diane Boyden-Pesso y el psiquiatra Lowijs Perquin, ha creado un sistema que merece la pena divulgar, ensalzar y compartir con otros.
Acciones del libro
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La Terapia Pesso-Boyden (PBSP): Para lograr una vida llena de placer, satisfacción, significado y conexión
Descripción
Al Pesso ha sido uno de los grandes de la psicoterapia corporal. Su labor ha llegado a muchos países de manera directa o indirecta y su influencia puede verse en numerosas terapias de reciente aparición. La terapia Pesso-Boyden, o PBSP, se enseña en Alemania, Holanda, Inglaterra. República Checa, Estados Unidos, Noruega, Bélgica y Suiza entre otros estados. Por primera vez se traducen sus textos al español en este libro.
Al Pesso aporta a la terapia su verdadero significado: Una terapia es aquel trabajo con otra persona que tiene la capacidad de devolver al individuo el derecho propio a estar en la vida que es natural e innata, de experimentar el placer y satisfacción además de poder darle un significado profundo a sus vivencias gracias a una sana conexión con los demás.
La labor de Albert Pesso, Diane Boyden-Pesso y el psiquiatra Lowijs Perquin, ha creado un sistema que merece la pena divulgar, ensalzar y compartir con otros.
- Editorial:
- Eleftheria
- Publicado:
- Sep 7, 2016
- ISBN:
- 9788493527488
- Formato:
- Libro
Acerca del autor
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La Terapia Pesso-Boyden (PBSP) - Albert Pesso
psicoterapeuta
CAPÍTULO I
¿QUÉ ES LA TERAPIA PESSO-BOYDEN?
Por Albert Pesso
Mi esposa y yo empezamos nuestra vida profesional como bailarines, y queríamos ayudar a nuestros bailarines a convertirse en los mejores artistas y coreógrafos posibles. En aquella época, yo era profesor asociado y director del Departamento de Danza del Emerson College de Boston, Massachusetts. Uno de nuestros objetivos era ayudar a nuestros estudiantes a conocer su instrumento, es decir, su cuerpo. Para ello, nos formulamos las siguientes preguntas: «¿Cómo se mueve el cuerpo? ¿Todo el movimiento es igual? ¿El movimiento humano tiene diferentes orígenes? Entonces, determinamos que existen tres diferentes sistemas motores que inician la acción. Empezamos a enseñar esos conceptos a nuestros estudiantes, y entonces les ayudamos a aprender a moverse en cada uno de los tres sistemas motores por separado.
El primer sistema motor estaba basado en los reflejos que enderezan el cuerpo. Son los reflejos que nos mantienen derechos en un campo gravitatorio. Les enseñamos a moverse como si no tuvieran nada sobre lo que basar el movimiento aparte de la información procedente de su columna vertebral y del sistema vestibular en el oído interno. Por lo tanto, cuando les pedíamos que se movieran de este modo era como si les pidiéramos que se movieran sin córtex, por así decir. Con este ejercicio, podían ver que su cuerpo era capaz mantener su propio equilibrio sin utilizar información procedente del sistema motor basada en su propia voluntad y en las emociones. Podían ver que existe un baile «natural» entre la gravedad, el suelo y los reflejos.
Esta es una forma en la que puede haber movimiento, basado en la gravedad y en los reflejos de los que dependemos para mantenernos en equilibrio.
Luego, sin embargo, nuestro cuerpo también se mueve porque podemos controlarlo. Es el movimiento voluntario. De alguna forma, estábamos descubriendo el cerebro por nosotros mismos, las partes del cerebro iniciadoras de diferentes comportamientos motores.
En este ejercicio, enseñábamos a nuestros estudiantes a moverse de una forma totalmente voluntaria, pero totalmente sin ninguna emoción.
Así pues, de nuevo, utilizaban un único sistema motor: primero, los reflejos; después, el movimiento voluntario. Y, como he dicho, este movimiento voluntario carecía de cualquier emoción. En este ejercicio, utilizando el sistema motor voluntario, podían decidir dónde colocar una parte de su cuerpo, sin ninguna emoción ni afecto, o simplemente colocar esta parte del cuerpo allí donde deseaban colocarla.
Posteriormente, les enseñábamos a moverse espontáneamente, con una respuesta corporal inmediata y desinhibida, ante cualquier emoción que sentían o decidían recordar en ese momento.
En esta modalidad de movimiento, les pedíamos que respondieran a los impulsos procedentes de su sistema límbico sin ejercer ningún control cortical ni voluntario. Dicho de otro modo, podían sentir una emoción y en este ejercicio les dábamos la libertad de moverse directamente para expresar esa emoción, directa y corporalmente.
Así pues, si sentían miedo, podían mostrar libremente los movimientos impulsados por el sentimiento de miedo. Si sentían furia, entonces podían mostrar los movimientos procedentes de ese sentimiento de furia. Si sentían amor, podían moverse con las cualidades y las acciones resultantes directamente de esa emoción de amor que sentían.
De este modo, aprendían a estar directa e inmediatamente en contacto con el centro de sus sentimientos y con el comportamiento motor resultante de ese centro. Fruto de la enseñanza de estos conceptos y ejercicios, nos dimos cuenta de una cosa importante. De forma inesperada y no intencionada, estábamos llegando al núcleo de la personalidad de nuestros estudiantes, y no simplemente desarrollando sus sensibilidades artísticas, que era nuestra primera intención. ¡Y qué cosas más interesantes salían de ese núcleo!
Pero antes de contar cómo se produjo el siguiente paso que nos llevó al desarrollo de una nueva forma de terapia, quiero hablar del otro lado de la moneda de la comunicación no verbal que analizamos.
La primera parte de la comunicación no verbal tenía que ver con la siguiente pregunta: «¿Cómo crean o producen nuestros estados internos nuestras acciones externas?» Dicho de otro modo, «¿Cómo afecta lo que sucede en nuestro interior a la forma y a las acciones externas de nuestro cuerpo?»
Estábamos viendo la otra cara de la moneda de la comunicación no verbal, que se puede describir con la siguiente pregunta: «¿Cómo la forma y el movimiento exterior de los otros afectan a mi estado interior?». Para resumir, analizamos cómo lo interior afecta en el comportamiento exterior, y ahora veremos cómo la actividad exterior de los demás afecta mi estado interior. Será muy interesante.
En un momento explicaré lo que quiero decir. Cuando nuestros alumnos entraban en contacto con sus sentimientos emocionales, les decíamos: «Moveros directamente respondiendo a ellos». Para sintetizar, establecimos que existen tres sistemas motores y el tercero es el sistema motor emocional en el que se siente la emoción y luego se hace el movimiento. Claramente, en ese momento, empezábamos a acercarnos al proceso psicológico de la catársis. Y la catarsis es simplemente otra forma de dejar salir lo que tenemos dentro.
Aquí llega un punto importante de concreción. A partir de la observación de estas expresiones emocionales y de los comentarios de nuestros estudiantes, aprendimos que la expresión en el vacío, es decir, sin la interacción con otras figuras o sistemas externos, no era totalmente satisfactoria. Vieron que cuando sentían la emoción y la dejaban salir directamente, había una liberación momentánea, pero no recibían ninguna respuesta del mundo exterior que validara lo que salía y respondiera ante ello.
Entonces empezamos a comprender que la expresión emocional completa era un proceso interactivo y no algo que tiene lugar de manera aislada. En este ejercicio, los estudiantes dejaban salir sus sentimientos pero no recibían nada de vuelta. Así, dimos un paso muy interesante: empezamos a idear lo que les gustaría recibir en retorno que validara lo que había salido. Más adelante, empezamos a conocer y a llamar a este proceso «forma/contraforma».
Quedaba claro que las emociones tenían una forma y que la expresión emocional no quedaba resuelta o del todo satisfecha hasta que alguien respondía a ella (contraforma). Parecía ser así: forma/contraforma = pregunta/respuesta, y luego, las cosas parecen completas.
Así pues, sobre esta base, empezamos a idear con regularidad la contraforma que daba una respuesta satisfactoria. En ese momento, no sabíamos que nos estábamos alejando de la danza para entrar en la psicoterapia. No lo decidimos conscientemente. No teníamos ni idea de que terminaríamos haciendo esto. Sólo queríamos tener buenos bailarines y que sus sentimientos salieran y se expresaran, de manera elegante o algo así. Pero luego, cuando aún estando llenos de energía emocional y de acción corporal no había respuesta, vimos que teníamos que hacer algo.
Así que inventamos lo que llamamos «acomodación». Cuando expresaban corporalmente furia, les asignábamos o dábamos a alguien del grupo para que les ofreciera la respuesta adecuada. Ya saben, como cuando los niños juegan a policías y ladrones. Uno dice «Bang, Bang, ¡estás muerto!» y el otro dice «Has fallado, la bala me ha pasado por debajo del brazo». El primero se enfada, porque quería que el otro se muriera o quedara herido al «disparar». Así, dábamos a las personas la apariencia de cuerpos muertos o heridos, tal y como deseaban emocionalmente. ¡Fantástico! La emoción se aliviaba.
Pero incluso después de esto, empezaban a sentirse insatisfechos, porque se dieron cuenta de que estaban enfadados por alguna frustración que no quedaba satisfecha incluso después de satisfacer su ira. Y aquí es cuando empezamos a entrar en sus historias personales. ¿Con qué estaban insatisfechos? ¿Por qué estaban tan sumamente enfadados? Decían: «Cuando era pequeño, mi madre nunca cuidó de mí y podría matarla por eso». Entonces, les permitíamos «matar simbólicamente» a su madre. Pero luego decían: «Si lo hiciera, me quedaría sin madre».
Así, inventamos a una madre ideal. Decíamos: «Es como si volvieras a nacer, y esta madre sabría cómo ser una buena madre. Entonces, con este añadido y este cambio en su historia, empezaban a obtener la satisfacción maternal que aparentemente habían estado esperando recibir toda su vida. Y ya pueden imaginar lo que sucedió.
El camino que habíamos estado construyendo hasta entonces estaba enfocado a crear buenos bailarines y coreógrafos. Este nuevo camino nos llevaba hacia la psicoterapia. Y éstos son los puntos decisivos a los que llegamos después de años y años de exploración. En 1961 dijimos: «Vamos a recorrer este camino». Y empezamos a pensar directamente en cambiar la historia y la vida de las personas, es decir, en hacer psicoterapia. Desde ninguna parte, salvo el hecho de saber cómo se sentían las personas, cómo se movían y lo que querían. Afortunadamente, y muy temprano, el jefe de investigación psiquiátrica del Boston Veterans Administration Hospital se interesó mucho por lo que hacíamos. La primera vez que oyó hablar del tema fue de manera indirecta (sus hijos participaban en un curso de danza que daba Diane para la parroquia de la calle Arlington, donde enseñaba estos nuevos conceptos de danza). Estableció un contacto personal con nosotros y después de experimentar directamente con nuestro trabajo en varias de mis sesiones, encontró financiación para mí y me convertí, de repente, en Asesor del departamento de investigación psiquiátrica de ese hospital. Durante cinco años, trabajé con él como líder de equipo. Él era psicoanalista. En el equipo de investigación también había un terapeuta conductual, Leo Reyna, profesor de Volpe, terapeuta conductual en Sudáfrica. En este equipo, empecé a aprender psicoanálisis y terapia conductual. Fue maravilloso. Y más adelante, un hospital psiquiátrico llamado McLean Hospital (un hospital universitario de Harvard, basado en el psicoanálisis) creó un nuevo departamento para mí y Diane. Formé parte de la plantilla como terapeuta de psicomotricidad durante ocho años, trabajando con un gran abanico de pacientes psiquiátricos. Esto fue en los años 1960 y 1970. Después, decidimos desarrollar programas de formación y nuestras vidas cambiaron. Hemos pasado los últimos treinta años organizando programas de formación para psicoterapeutas en otras partes del mundo. Actualmente, tenemos programas de formación en diez países. Así que todo esto me tiene muy ocupado. Pero de lo que quiero hablarles hoy es de la evolución de este trabajo desde sus inicios. Espero poder mostrarles un panorama muy interesante sobre cómo nos hemos ido desarrollando (cuarenta y cinco años después) analizando la condición humana. Analizándola desde el estado de los sentimientos, desde el estado del movimiento. Y esto es lo que quiero compartir con ustedes, lo que sé acerca de la condición humana.
Voy a empezar. En este punto, lo que quiero compartir con ustedes (quizás porque tengo 76 años y sé un poco de la vida, espero) es la siguiente pregunta: «¿En qué diablos consiste todo esto, nuestra vida?» He llegado a algunas conclusiones al respecto y quiero compartirlas. La primera es que la vida es posible. Y que hemos sido creados no sólo para poder vivir, sino para ser felices. Esto forma parte del núcleo de nuestro ADN, o lo que fuere que heredamos desde el inicio de los tiempos: el sabor y la pasión por la vida. La capacidad de vivir y la expectativa de que la vida nos producirá felicidad. Debido a la existencia de endorfina y de otras sustancias productoras de placer en nuestros sistemas, fuimos creados para experimentar algún tipo de felicidad, de lo contrario, ¿por qué nacemos con estos condenados receptores del placer? ¿Para quedarnos frustrados?
Así pues, desde el principio, tenemos una expectativa de placer. Y cuando no obtenemos placer, podemos pensar: «Algo debe ir mal con la vida, o conmigo». Estamos hechos para esperar que la vida nos aporte satisfacción. Está claro, nacemos preparados para vivir.
Venimos de un esperma y de un huevo. Venimos a la vida y deseamos vivir apasionadamente.
Y luego, lentamente, dentro del útero de nuestra madre, nos convertimos en un yo. Y ¿cuál es uno de los primeros motores de la vida? La supervivencia del yo. Y toda la información sobre cómo sobrevivir está en este material del que procedemos. ¡La supervivencia del yo!
Y vuelvo a lo que he comentado anteriormente. Nuestros sentimientos quieren salir, pero el mundo exterior que percibimos con nuestros sentidos también influye en el estado de nuestra vida y en aquello que nos sentimos seguros de dejar salir. Hemos sido creados para ser capaces de percibir, tenemos sentidos (el oído, la vista, el olfato, el gusto y el tacto) porque llegamos a un mundo en el que podemos ser felices y encontrar placer. Por consiguiente, prestamos una atención selectiva para ver entre todo lo que está ahí fuera qué es bueno para mí y qué es malo. Enseguida, desde el principio.
Pero no somos simples criaturas de percepción, también somos criaturas de acción y de movimiento. Desde el momento en que vemos, tenemos instantáneamente respuestas motrices para hacer algo efectivo con aquello que estamos viendo y que parece mejorar nuestra vida o bien ponerla en peligro. Y esto sucede automáticamente. En el momento en que vemos algo, tenemos una respuesta motriz. Somos, como todas las criaturas vivas, organismos sensoriomotores. Si estudian el cerebro, verán que los inputs sensoriales van directamente a los sistemas motrices. Así pues, desde el momento en que vemos, somos automáticamente capaces de hacer algo efectivo con respecto a lo que vemos. Es el proceso que llamo «ver-hacer». Incluso sin saber conscientemente lo que estamos viendo, los procesos automáticos de nuestro cerebro realizan una evaluación instantánea y nos preparan automáticamente para hacer aquello necesario que encaje con lo que vemos en movimiento y que sea útil. O no hacer lo que no sea útil. La forma/contraforma aparece de nuevo. Desde el momento en que vemos —forma— sentimos el impulso de hacer algo efectivo al respecto —contraforma—. Y damos al hacer la misma atención selectiva que nos permitirá ser capaces de hacer esas cosas que harán que la vida sea posible y satisfactoria. No es un proceso aleatorio, sino que está diseñado (por la evolución) para la supervivencia.
Cuando enseñamos a un niño algo que le gusta, lo ve y lo alcanza. No piensa conscientemente en ello. Y si le enseñamos algo que le asusta, se retira. Esto es el ver-hacer. Y cuando ve algo que le gusta y hace con eso algo placentero, está feliz y sonríe. Esto es lo que yo llamo «el clic del cierre». Ha completado algo y el placer es el resultado. Así, cuando vemos algo y completamos la acción de hacer lo que es satisfactorio, sentimos un alivio y una sensación de satisfacción y de placer. Entonces, desde el principio vemos, hacemos y completamos algo. Y esto resulta automáticamente en placer. Esta es una noción esencial de la gestalt: estamos hechos (y yo creo que predispuestos genéticamente) para completar las cosas, para hacer que sean enteras. Y cuando están completas y enteras, nos vemos recompensados con placer y satisfacción.
Por lo tanto, nos mueve no sólo la supervivencia sino también el querer completar las cosas y hacer que sean enteras, y eso es lo que hace que la vida sea más placentera. Queda claro entonces que existe un impulso fundamental para hacer que las cosas sean completas y enteras. Ahora daré un ejemplo de esto. Voy a hacer algo y quiero que se fijen en lo que sucede con su cuerpo (al ver la siguiente imagen, con los dedos, dibuja un círculo en el aire y se detiene antes de completarlo. ¿Frustración? ¿Un impulso motor en los brazos? (Luego cerramos el círculo juntando ambos dedos). Y cuando se completa, sentimos satisfacción. Y sólo he hecho un círculo, pero ustedes han reaccionado claramente ante ello. Esto demuestra cuán importante es. Simple e inevitablemente, necesitamos que las cosas sean redondas, necesitamos que estén completas. Y cuando no son redondas ni están completas, sentimos frustración y un deseo motor (que podríamos decir que aparece en el cuerpo de nuestra mente) que casi les haría saltar al escenario, tomarme por el brazo y hacerme completar el círculo, ¿verdad? Y cuando está completo, sentimos alivio. Esta es una regla fundamental de nuestra existencia, porque sólo cuando está completo está terminado, y podemos pasar a lo siguiente. De no ser así, esperamos y esperamos y no obtenemos el clic del cierre. Esto que acabo de presentarles es la relación entre la memoria y la consciencia del presente y el comportamiento del presente. Porque cuando no se han completado ciertas cosas que eran necesarias para completar y llenar nuestra vida, recordamos y grabamos estos déficits. Y vemos el mundo en términos de la memoria de estas necesidades de desarrollo insatisfechas.
Hablemos un poco más de la memoria y de la consciencia. Examinemos la propia acción de ver. La mayoría de la gente dice: «Ahora estoy viendo la realidad». Pero esto no tiene ningún sentido, porque en el mismo instante en que vemos, despertamos en nuestra corteza visual lo que hemos visto antes como aquello. Sería imposible entender lo que vemos ahora, en el presente, sin recordar haber visto algo así en el pasado. El recuerdo del pasado es necesario para conocer y experimentar el ahora. Por lo tanto, no es una noción psicoanalítica, es un hecho neurológico. Lo que vemos ahora está influido por la memoria. Y por lo tanto, la consciencia del presente puede ser vista como un tapiz tejido con los hilos de la memoria.
El resultado es que todo el mundo está viendo su propia historia en cada momento. Y todos tenemos recuerdos en el cuerpo de nuestra mente sobre cómo reaccionar ante lo que vemos. Cada movimiento de nuestro cuerpo se basa en un movimiento recordado. De no ser así, no habría ni capacidades, ni aprendizajes ni facilidades.
Algunas personas dicen: «Quiero vivir en el aquí y el ahora. No existe la historia, sólo el presente». «Bien», digo yo sarcásticamente, «conviértase en un paciente de Alzheimer y no tendrá ninguna historia». Y si fueran capaces de eliminar su historia, entonces se preguntarían, como se preguntan los enfermos de Alzheimer: «Quién eres tú, quién soy yo, dónde estoy?» No tendrían ni idea de estas preguntas, porque sólo sabemos quiénes somos con la ayuda de nuestra memoria. Y sólo vemos a través de nuestra memoria. Así, el acto de ver y el acto de hacer siempre son un acto de recuerdo.
Gerald Edelman —científico que ganó un premio Nobel— escribió un libro describiendo lo que él llama «el presente recordado». Confirma científicamente que lo que llamamos presente está repleto de recuerdos y que no está formado simplemente por el ahora.
Bueno, esto ya está. Ya hemos visto que el acto del cierre termina algo y que las cosas que no están cerradas o completadas provocan frustración. Ahora podemos entender que el recuerdo de la no realización impide que una parte de nosotros avance y madure adecuadamente. Esto nos lleva a la siguiente pregunta: «¿Cuáles son las fuerzas básicas de la vida?», la cual nos remite de nuevo al principio.
El objetivo primordial de la vida es la supervivencia del yo. Hemos hablado del huevo y del esperma. Esto es sólo el principio. ¡Dios mío! Estas dos células se han unido y se convertirán en un ser humano viable. ¡Menudo viaje! Si nos fijamos en el arco que debe hacer, es un largo recorrido. Pero lo debe hacer. Y deben suceder ciertas cosas para que llegue allí en buen estado.
¿Qué significa llegar allí? Significa que cuando llegamos somos adultos maduros. Y cuando somos adultos maduros pasamos al siguiente impulso básico de la vida. Recuerde que el primer impulso de la vida es la supervivencia del yo. Pero no vivimos para siempre. Envejecemos y morimos. Y la consciencia de la muerte y el final de la vida están insertados en nuestros genes. Nuestros genes saben con certeza que existe la muerte. Los procesos genéticos y evolutivos ya lo descubrieron. Así, el motivo por el que llegamos aquí (a ser adultos maduros) con placer es para ser capaces de crear más vida. Y ello resulta en la supervivencia de la especie y (esperemos) en la supervivencia del planeta.
Estos dos motores básicos están presentes en todos nosotros: la supervivencia del yo y la supervivencia de la especie. El proceso de la supervivencia del yo debe producirse, y en el pasado tuvieron que suceder muchas cosas para poder estar vivos en el presente, con una sensación de placer en el mundo. Esta posibilidad debería ser la norma. Pero ¿cuántos de vosotros tenéis pacientes que dicen «Siento placer en el mundo»? Vienen a psicoterapia porque no están sintiendo placer y porque están descontentos con lo que están viendo y haciendo, y están descontentos con lo que sienten y lo que piensan. Esto me indica que tienen una historia de incompletudes de las interacciones necesarias que les habrían ayudado a convertirse en seres humanos felices. Y estas incompletudes siguen esperando a ser completadas.
Con los años, he examinado cuáles son las tareas básicas que debemos completar adecuadamente para pasar de ser dos células a ser un adulto generador feliz. Son cinco tareas básicas: 1) Necesitamos satisfacer nuestras necesidades de desarrollo a la edad adecuada y con las relaciones de parentesco adecuadas. Esto significa que tenemos como una especie de cronograma innato. Y tenemos una noción innata de cómo debería ser una red familiar completa, y de quién debe hacer qué en cada edad. Así pues, cuando somos mayores y estas tareas no se realizaron cuando éramos jóvenes, ya es demasiado tarde y ya no tenemos al padre ni a la madre. Es un gran problema, porque se debe hacer a la edad adecuada y con la relación de parentesco correcta.
Permítanme que enumere estas necesidades de desarrollo básicas.
1) La primera es tener un lugar en el mundo. Creo que ya se ha comentado en la charla anterior de hoy, cuando veíamos el trabajo terapéutico con el cliente en estado fetal. El bebé debe sentir que encaja allí, que ese es su lugar, que es querido allí. Y luego debe ser nutrido, alimentado. Y luego debe ser asistido, porque los bebés humanos al salir del útero están indefensos. Se les debe llevar a todas partes. Son frágiles, deben ser protegidos. Y escuchen la última necesidad: necesitan límites. ¡Esto es una necesidad!? Tener límites significa que conocen sus propias fronteras (no son infinitos) y que pueden manejar el poder y las fuerzas fundamentales de su vida, que son enormes. Necesitan tener límites. Pero ésta es sólo la primera tarea para crecer: satisfacer las necesidades de desarrollo básicas como tener el lugar, el alimento, la asistencia, la protección y los límites.
2) La siguiente tarea básica es la que llamo integración y unificación de polaridades. La persona aprende a adueñarse de todos los aspectos de sí misma. Como si fuera un planeta y tuviera que ser un explorador que va descubriendo cada continente y cada océano, y todo lo que está en la atmósfera. Luego, debe poder decir «todo esto que he descubierto soy yo». Porque si no nos adueñamos de todas nuestras polaridades, proyectaremos hacia fuera las partes de las que no nos hemos adueñado. Y si lo que no hemos integrado es nuestra finura, vamos a proyectar amor y si lo no hemos integrado son las partes no tan finas, entonces proyectaremos odio. Así pues, debemos adueñarnos de todas las partes. Entre las polaridades están el hemisferio izquierdo y el derecho, la salida y la entrada, también el ánimus y el ánima, es decir, la masculinidad y la feminidad. Esta tarea consiste en encontrar e integrar todas las partes de nuestra personalidad y crear una singularidad y una unidad con ellas.
3) La tercera tarea es el desarrollo de la consciencia. Consciencia significa que no sólo somos subjetivos sino también objetivos. Y junto con eso, desarrollar un significado. Es decir, no sólo estamos vivos sino que sabemos que estamos vivos y para nosotros la vida tiene un significado. En los humanos esto se ve reforzado por una de las cosas que suceden en el desarrollo de la consciencia: el desarrollo del lenguaje, que aumenta ese significado. Veamos en qué consiste el desarrollo del lenguaje. Antes de que se desarrolle el lenguaje, hemos construido dentro una representación de nuestra realidad externa (nuestra mente). De este modo, tenemos una representación visual interna del mundo. Podemos movernos por el mundo porque tenemos esas representaciones visuales almacenadas. Pero cuando disponemos del lenguaje, hacemos una representación verbal del mundo. Se trata de un cambio muy interesante. He aquí una representación verbal del mundo. El niño pequeño que está en el útero aquí y ahora nacerá en unos meses y al cabo de poco empezará a hablar. Y luego volverá loco a sus padres: «¿Qué es esto? ¿Qué es aquello? ¿Qué es lo otro?» Pero todo lo que ve recibe un nombre. «Esto es un perrito», dice la madre. «Perrito», repite el niño.
Luego, la representación visual se vincula con una representación auditiva. Esto es lo que hace. Nos dice que existe un nuevo aspecto relacionado con el proceso de ver y hacer, porque cuando hablo sobre lo que he visto antes, estoy viendo con mis ojos reales. Pero en alguna parte de mi cerebro, tengo lo que yo llamo los ojos de la mente. Esto significa que cuando estoy mirando con mis ojos reales también estoy viendo con los ojos de mi mente (el recuerdo de lo que he visto antes igual). Así pues, cuando al día siguiente la madre dice «¿Dónde está el perrito?», el niño ve al perro con los ojos de su mente. La palabra «perrito» evoca en su cerebro una representación visual del perrito que ha visto anteriormente. Y luego recuerde, cada vez que vemos hacemos algo. No sólo tenemos un cuerpo real, sino que también tenemos el cuerpo de nuestra mente, igual como tenemos los ojos de nuestra mente. El desarrollo del lenguaje resulta en una nueva organización neurológica que incluye las respuestas del cuerpo de nuestra mente ante lo que hemos visto con los ojos de nuestra mente.
Decir que tenemos el cuerpo de nuestra mente no es simplemente una fantasía. Voy a mostrarles cómo funcionan los ojos de nuestra mente. Piense en su madre o en su padre. Les ven, ¿verdad? Tan pronto como les vemos, tenemos una sensación en el cuerpo. Si les queremos, deseamos abrazarles; si no, intentamos evitar estar con ellos. Lo que vemos en los ojos de nuestra mente evoca una respuesta del aparatp psico-motor, que es la que quiero que conozcan. Así, cada vez que el niño escucha «perrito», verá al perrito y en su cuerpo se despertará el deseo de hacer algo con el perro, para lograr el clic del placer y obtener satisfacción al hacer lo que siente que desea hacer con el perro: tocarle, besarle, abrazarle, etc.
Lo que quiero introducir en este punto es el enorme poder de las historias y de los mitos para despertar las acciones. Y me refiero a las acciones del cuerpo de nuestra mente, que no tenemos ni idea que estamos haciendo. Tan pronto como escuchamos una historia, nos vemos obligados a hacer algo, aunque sólo sea en el cuerpo de nuestra mente, porque la hemos visto con los ojos de nuestra mente. Pero lo que hemos «hecho» con el cuerpo de nuestra mente tiene un poderoso efecto en nuestros órganos internos y en la disposición de energía en todo nuestro sistema. Es una gran carga: el desarrollo de la consciencia y del lenguaje y el poder del lenguaje influyen en nuestra visión interna (en los ojos de nuestra mente), la cual influye en nuestras respuestas motores (en el cuerpo de nuestra mente).
A modo de resumen, cuando estamos hablando de las tareas básicas en la vida, tenemos: 1) las necesidades de desarrollo básicas; 2) la integración y unificación de las polaridades; 3) el desarrollo de la consciencia y luego 4) el desarrollo de lo que yo llamo el piloto. El piloto es el orden superior de la consciencia. Es la parte del yo que toma decisiones, hace planes, implementa los planes y es responsable de lo que hace. Es como el presidente de los Estados Unidos de la consciencia. No somos múltiples, somos dueños de todo el sistema. Este soy yo, y yo dirijo el sistema. Para mí resulta obvio que cada persona debería ser dueña de sí misma, es decir, tener el Piloto. Por ejemplo, en algunas culturas se niega a los niños y en muchas se niega a las mujeres ser dueños de sí mismos. Incluso hoy en día, en muchas partes del mundo, esto sigue siendo una lucha. Y todas las personas deberían haber hecho ciertas cosas al crecer, que les permitan desarrollar su piloto y adueñarse por