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Pensar. Amar. Hacer.: Un llamado a glorificar a Dios con la mente y el corazón
Pensar. Amar. Hacer.: Un llamado a glorificar a Dios con la mente y el corazón
Pensar. Amar. Hacer.: Un llamado a glorificar a Dios con la mente y el corazón
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Pensar. Amar. Hacer.: Un llamado a glorificar a Dios con la mente y el corazón

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About this ebook

Aquí, hay un llamado al cristianismo holístico: un reto a ser pensadores comprometidos y serios respecto a conocer a Dios, a ser sentidores que laten con pasión por Jesús y su evangelio, y ser hacedores que se esfuerzan por hacer grandes actos de amor por otros.

Nuestro Salvador mismo nos muestra que el cristianismo holístico se compone de mente, corazón y manos. Él nos enseña también que la vida cristiana es multidimensional: pensar, amar y hacer son conceptos que no se pueden reducir ni separar.

Con las colaboraciones de Francis Chan, Rick Warren, Albert Mohler, R. C. Sproul y Thabiti Anyabwile, Pensar. Amar. Hacer extiende una invitación profunda y convincente a experimentar la plenitud de la vida cristiana.

Here is a call to holistic Christianity: A challenge to be thinkers, engaged and serious about knowing God. And to be feelers, pulsing with passion for Jesus and his gospel. And to be doers, endeavoring great acts of love for others.
Our Savior himself shows us that holistic Christianity is comprised of mind, heart, and hands. And he shows us that the Christian life is multidimensional—irreducibly and inseparably thinking, loving, and doing.
With contributions from Francis Chan, Rick Warren, Albert Mohler, R. C. Sproul, and Thabiti Anyabwile, Thinking. Loving. Doing. extends a thorough and compelling invitation to experience the fullness of the Christian life.
LanguageEspañol
Release dateApr 16, 2014
ISBN9780825485046
Pensar. Amar. Hacer.: Un llamado a glorificar a Dios con la mente y el corazón
Author

John Piper

 John Piper is founder and lead teacher of desiringGod.org and chancellor of Bethlehem College & Seminary. He served for thirty-three years as a pastor at Bethlehem Baptist Church in Minneapolis, Minnesota, and is the author of more than fifty books, including Desiring God; Don’t Waste Your Life; and Providence. 

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    Esta es sin duda una muy buena lectura para estos tiempos modernos.
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    Uno de los mejores libros que pude conocer en mi vida
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    5/5
    Leeré este libro cuantas veces pueda. Es una verdadera joya.

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Pensar. Amar. Hacer. - John Piper

La misión de Editorial Portavoz consiste en proporcionar productos de calidad —con integridad y excelencia—, desde una perspectiva bíblica y confiable, que animen a las personas a conocer y servir a Jesucristo.

Dedicado a

JOHN FRAME Y VERN POYTHRESS,

quienes nos enseñaron muy bien a través de la vida de la mente a no descuidar nuestros corazones ni nuestras manos.

Título del original: Thinking. Loving. Doing. © 2011 por Desiring God Ministries y publicado por Crossway, 1300 Crescent Street, Wheaton, Illinois 60187. Traducido con permiso.

Edición en castellano: Pensar. Amar. Hacer. © 2014 por Editorial Portavoz, filial de Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan 49501. Todos los derechos reservados.

Traducción: Carolina Rodríguez

Revisión: Belmonte Traductores, www.belmontetraductores.com

Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico, mecánico, fotocopia, grabación o cualquier otro, sin el permiso escrito previo de los editores, con la excepción de citas breves o reseñas.

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960™ es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia. Las cursivas añadidas en los versículos bíblicos son énfasis de los autores.

EDITORIAL PORTAVOZ

2450 Oak Industrial Drive NE

Grand Rapids, Michigan 49505 USA

Visítenos en: www.portavoz.com

ISBN 978-0-8254-1930-0 (rústica)

ISBN 978-0-8254-0598-3 (Kindle)

ISBN 978-0-8254-8504-6 (epub)

1 2 3 4 5 / 18 17 16 15 14

Impreso en los Estados Unidos de América

Printed in the United States of America

Contenido

Cubierta

Portada

Créditos

Colaboradores

Introducción

Pensar, amar, hacer, según la perspectiva del evangelio

DAVID MATHIS

1    La batalla por su mente

RICK WARREN

2    Cómo piensa el mundo: Conocer la mente natural frente al espejo y en el supermercado

R. ALBERT MOHLER JR.

3    Pensar con profundidad en el océano de la revelación: La Biblia y la vida de la mente

R. C. SPROUL

4    Pensar por el bien de la fidelidad mundial: Encontrar al islam con la mente de Cristo

THABITI ANYABWILE

5    Pensar seriamente, permanecer humilde: La vida de la mente y el peligro del orgullo

FRANCIS CHAN

Conclusión

Pensar por el bien del gozo: La vida de la mente y el amor de Dios

JOHN PIPER

Una conversación con los colaboradores

Reconocimientos

Desiring God: Una nota sobre los recursos

Colaboradores

Thabiti Anyabwile es el pastor principal de la Primera Iglesia Bautista de Gran Caimán, Islas Caimán. Previamente, sirvió en la Iglesia Bautista de Capitol Hill en Washington D.C. Está casado con Kristie y tienen tres hijos: Afiya, Eden y Titus. Escribe en el blog Pure Church de la página web de The Gospel Coalition [Coalición por el evangelio] y es el autor de The Gospel for Muslims: An Encouragement to Share Christ with Confidence.

Francis Chan fundó la Iglesia Piedra Angular en Simi Valley, California, donde fue el predicador/maestro principal durante dieciséis años y también fundó el Eternity Bible College. Es el autor del libro éxito de ventas Loco amor: asombrado por un Dios incesante. Junto con su esposa Lisa tienen cuatro hijos: Rachel, Mercy, Eliana y Ezekiel. Ahora vive en San Francisco, California.

David Mathis es anciano de la Iglesia Bautista Bethlehem en Mineápolis, Minnesota, y es el asistente pastoral ejecutivo de John Piper. Es el coeditor de With Calvin in the Theater of God: The Glory of Christ and Everyday Life y The Pastor as Scholar and the Scholar as Pastor: Reflections on Life and Ministry. Junto con su esposa Megan tienen gemelos: Carson y Coleman.

R. Albert Mohler Jr. es el noveno presidente del Seminario Teológico Bautista del Sur en Louisville, Kentucky, y escribe en el blog www.albertmohler.com, donde comenta con frecuencia sobre temas morales, culturales y teológicos. Es autor de varios libros, y tiene dos hijos con su esposa Mary.

John Piper es el pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Bethlehem en Mineápolis, Minnesota, donde sirve desde 1980. Ha escrito más de cuarenta libros, entre los cuales están Deseando a Dios; Los deleites de Dios; No desperdicies tu vida; Lo que Jesús exige del mundo; Dios es el evangelio; y Piense: La vida intelectual y el amor de Dios; y más recientemente, Bloodlines. John y su esposa Noël tienen cinco hijos y un número cada vez mayor de nietos.

R. C. Sproul es el fundador de los Ministerios Ligonier, rector de la Academia de Estudios Bíblicos y Teologicos Ligonier, editor ejecutivo de la revista Tabletalk, y maestro y presentador del programa radial diario Renewing Your Mind. Es ministro principal de predicación y enseñanza en la Iglesia St. Andrews en Sanford, Florida, y es el autor de más de setenta libros, entre los cuales están los clásicos La santidad de Dios y Escogidos por Dios. Él y su esposa Vesta tienen dos hijos adultos.

Rick Warren es el pastor fundador de la Iglesia Saddleback en Lake Forest, California. Tiene influencia mundial sobre temas de desarrollo de liderazgo, pobreza, salud, educación, fe y cultura, y es conocido por ser un estratega global y un filántropo comprometido. Es el autor de Una vida con propósito. Junto con Kay, su esposa durante más de treinta años, tienen tres hijos adultos: Amy, Josh y Matthew, y cuatro nietos.

Introducción

Pensar, amar, hacer, según la perspectiva del evangelio

DAVID MATHIS

El evangelio tiene instintos. Parte del mensaje cristiano central es un impulso hacia la pureza y un impulso hacia la unidad. El instinto de pureza opone resistencia a comprometer el mensaje, mientras que el instinto de unidad desea tomarse del brazo con otros que también celebran el evangelio bíblico.

De esta manera, la razón por la que la pureza y la unidad se forjan en el evangelio es que el Dios del evangelio es Él mismo un purificador y un unificador. A nadie le importa más la pureza del evangelio (que su mensaje central para la humanidad no se altere ni se contamine) que al propio Dios. Y note que a nadie le importa más la unidad de su iglesia alrededor de su Salvador, su propio Hijo, que a Él. Dios es el gran purificador y unificador.

Así también su evangelio, que no solo salva y santifica, sino que es la revelación más rica, profunda y completa de quién es Dios, tiene los impulsos de pureza y unidad preempacados en su interior, por así decirlo. Es bastante sencillo sobre el papel, pero se vuelve terriblemente conflictivo en la vida real.

Cómo lo estropeamos

Para quienes vivimos de este lado de la caída, así como de este lado del cielo (todos somos pecadores, excepto uno), nuestras antenas de pureza y unidad funcionan, inevitablemente, de forma incorrecta. Algunos perdimos del todo el impulso de pureza. Somos felices al decir cosas fáciles de escuchar y difíciles de malinterpretar, pero no decimos nada sobre asuntos exigentes. Deseamos reunir a las personas (cuantas más sean, más contentos), pero hemos perdido el carácter suficiente para hablar sobre verdades difíciles y potencialmente amenazadoras para la relación, como lo hace nuestro Salvador.

Por otro lado, muchos, quizá un número exorbitante en la comunidad evangélica reformada de la que formo parte, hemos reprimido el impulso de unidad. Podemos descubrir un supuesto error teológico a un kilómetro de distancia, y no tenemos problema en prolongar respuestas inmediatas y vergonzosas (y atrevidas), y separaciones intencionadas. Cualquiera que sea distinto a nosotros, casi en cualquier manera, podría ser candidato para recibir un buen golpe verbal, o por lo menos un rechazo relacional. Hemos perdido el corazón para amar como lo hace nuestro Salvador.

Y una tercera clase se mueve sigilosamente entre nosotros, pecadores imprudentes: quienes somos lo suficientemente incoherentes para balancearnos una y otra vez entre los dos errores; a veces purificamos sin interés por la unidad del evangelio, y otras veces unimos sin importar la pureza del mismo. El lunes decimos la verdad sin amor, y el martes amamos sin decir la verdad; y mientras tanto, nunca logramos el reto sencillo pero casi imposible de Pablo de hablar la verdad en amor (Ef. 4:15, NBLH).

Lo bueno y lo malo de unificadores y purificadores¹

Los purificadores que están entre nosotros pueden tomar fuerza al fijarse en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, para después sobresalir en la siguiente orden de Pablo: y que os apartéis de ellos (Ro. 16:17), pero solo después de atacarlos en persona, o mejor aún, tras la fortaleza de la comunicación electrónica. Podríamos desear identificar al hombre que cause divisiones y puede que anhelemos desecharlo (Tit. 3:10). Algunos de los purificadores del tipo todo o nada se enfocan tanto en rastrear los errores de otros cristianos, que no parecen detenerse lo suficiente para pensar si no serán ellos quienes causan las mismas divisiones de las que Pablo advierte. Hay belleza en el instinto de pureza, la belleza de preservar el evangelio, pero para nosotros que somos pecadores, puede estar acompañada de un grupo de peligros: arrogancia, odio, mezquindad, malicia, calumnia.

Por otro lado, los unificadores se glorían en cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía (Sal. 133:1), y nos recuerdan que Jesús oró en Juan 17: sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste (v. 23). Desean decir con Pablo: Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (Ro. 15:5-6). Son los textos característicos que arrastran al barco unificador, especialmente Efesios 4:

[Sean] solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos… Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor (vv. 3-6, 11-16).

¡Siempre hay belleza en la unidad cristiana! Y sin embargo, el conjunto de peligros que puede sumarse, debido a nuestro pecado, incluye cobardía, apatía práctico-filosófica e indiferencia doctrinal.

Recibir el reto en el contexto de la comunidad

Una realidad que nos ayuda a revisar nuestros frecuentes puntos ciegos y juicios equivocados es la comunidad cristiana. Dios rara vez nos deja sin un contexto comunal en el que la pureza y la unidad bíblicas funcionen de forma simultánea en pequeña medida (o no tendríamos una comunidad), que esperamos que nos guíen en tales decisiones. Quienes tenemos una inclinación aguda por la pureza necesitamos escuchar con frecuencia a los unificadores, y quienes por costumbre se inclinan hacia la unidad necesitan la perspectiva habitual de los purificadores.

Como nuestra finitud conspira con nuestro pecado, nadie ve una parte de realidad desde cada perspectiva (como Dios lo hace), y lo que sí vemos, con frecuencia lo malversamos. Por tanto, nos beneficiamos infinitamente al conocer bien las perspectivas de otros y examinarlas mediante nuestra red en desarrollo de pensar, amar y hacer, bien fundada en la Biblia y en el Espíritu que mora en nosotros.

Beneficiarse de perspectivas múltiples

John Frame y Vern Poythress, a quienes se les dedicó este libro, han sido tan valiosos como nadie al guiar a cristianos (particularmente a evangélicos reformados) a entender nuestra necesidad de ver la realidad desde perspectivas múltiples. Frame escribe:

Como no somos Dios, porque somos finitos (no infinitos), no podemos conocer todo de un vistazo; por tanto, nuestro conocimiento está limitado a una perspectiva u otra.

Él conoce absolutamente todo, porque planeó todo, lo hizo todo y determina qué pasa en el mundo que creó, así que describimos a Dios como omnisciente. Una conclusión interesante de la omnisciencia de Dios es que Él no solo conoce todos los hechos sobre sí mismo y el mundo, sino que también sabe cómo parece todo desde cada perspectiva posible… entonces, su conocimiento no solo es omnisciente, sino omniperspectivo. Él conoce a partir de su propia perspectiva infinita; pero esa perspectiva infinita incluye un conocimiento de todas las perspectivas creadas, posibles y reales.

Pero nosotros somos diferentes. Somos finitos, como nuestro conocimiento. Solo puedo conocer el mundo a partir de la perspectiva limitada de mi propio cuerpo y mente. Los efectos de esta finitud, y aún más del pecado, deberían advertirnos sobre la arrogancia de nuestros alegatos de saber. No estoy diciendo que debamos dudar de todo. Desde luego, mi perspectiva limitada no me excusa para dudar de que tengo cinco dedos o que 2+2 = 4, o que Dios existe. Nuestra finitud no implica que todo nuestro conocimiento sea erróneo, o que la certeza sea imposible. Pero en la mayoría de situaciones sí necesitamos protegernos de los errores.

Una forma de aumentar nuestro conocimiento y nivel de certeza es complementar nuestras propias perspectivas con las de otros. Cuando nuestros propios recursos fallan, podemos consultar a amigos, autoridades, libros, etc.; podemos viajar a otros lugares y visitar personas de otras culturas. Incluso para tener una buena comprensión de un árbol, necesitamos caminar alrededor de él y verlo desde muchos ángulos.²

Los unificadores necesitan a los purificadores, y viceversa. Y la tríada pensar-amar-hacer que estamos desarrollando en este libro no está desvinculada. Como aclaran las Escrituras, la vida cristiana es una realidad multidimensional. Solo la perspectiva de la vida de la mente no captará la textura bíblica completa, porque la vida cristiana es más que simple intelecto. Y el ángulo de sentir (la vida del corazón) no le hará justicia por sí mismo al testimonio bíblico completo, porque es más que simple pasión; y hacer no es la única perspectiva bíblica sobre la vida cristiana, pues suceden más cosas que simples obras. En cambio, la existencia cristiana holística es irreduciblemente pensar, amar y hacer: mente, corazón y manos.

La importancia de pensar

Evidentemente, el cristianismo saludable valora la vida de la mente. Ama a Dios "con toda tu mente, dice Jesús (Mt. 22:37). Piensa en lo que te digo, dice Pablo a Timoteo y a nosotros (2 Ti. 2:7, NTV). Cuando Proverbios nos instruye a [buscarla] como si fuera plata", el referente es inteligencia, entendimiento y conocimiento de Dios (Pr. 2:3-5, NTV).³ Es una tragedia que la vida de la mente no se valore e incluso se reduzca en muchos círculos cristianos. El antiintelectualismo en la Iglesia (¡de todos los lugares!) es una calamidad, ya que los cristianos de este lado del cielo son personas de un Libro y, en cierto sentido, pensadores irreductibles.

El autor y presentador judío Dennis Prager comenta:

Una cosa que noté sobre los evangélicos es que no leen. No leen la Biblia ni a los grandes pensadores cristianos, nunca han oído de Aquino. Si son presbiterianos, nunca han leído a los fundadores del presbiterianismo; no entiendo eso. Como judío, me parece confuso. El mandamiento de estudiar es tan profundo en el

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