El Diario de Julia Jones - Libro 3 - Mi Sueño Secreto

Tabla de Contenidos

Mi Sueño Secreto

Sueño...

Amigos...

Quiero ser una Estrella del Rock...

Deja de Soñar Despierta, Julia...

El Libro...

Un Cambio de Ideas...

Envidia...

Mi hermano...

Dejada de Lado...

Ella es mi amiga...

La pelea...

Conflicto...

Cambiando de Opinión...

Cambiando...

Lo Siento Mucho...

Una guitarra...

Todo Está Sucediendo...

Felicidad...

Mi Sueño se Hace Realidad...

Sueño...

Él me miró y yo pensé de verdad que mi corazón se había detenido. Nunca había experimentado esa sensación antes. Pero la visión del chico nuevo, Harry Robinson, caminando en mi dirección y sonriéndome cálidamente era algo que sólo me había atrevido a imaginar. ¿Quieres bailar? preguntó. Vale, tartamudeé. Cuando me cogió la mano y me llevó hacia la pista de baile, me sentí como si estuviera en el cielo. ¿Está ocurriendo de verdad? me pregunté.

Pude sentir una familiar ansiedad que empezaba a formarse dentro de mi estómago, pero su mirada reconfortante provocó que los nervios desaparecieran por completo. La imagen de nosotros dos, de la mano mientras bailábamos una lenta canción romántica, estaba grabada en mi mente. Y mientras Sara Hamilton y sus amigos miraban con envidia, yo era la chica de doce años más orgullosa sobre la faz de la tierra en este momento.

El repentino y fuerte timbrazo en mis oídos era ensordecedor mientras la imagen de la hermosa cara de Harry se desvanecía rápidamente. Abrí los ojos e intenté enfocarlos. Entonces me di cuenta. Estaba de hecho en mi cama, el despertador estaba sonando, y era día de colegio. Había estado soñando.

¡NOOO! grité. ¡Era el mejor sueño de mi vida! ¡Quiero dormirme otra vez y seguir soñando! Ojalá los sueños se hicieran realidad. Ése fue el pensamiento que me pasó por la cabeza mientras me levantaba sin ganas de la cama y me dirigía hacia el cuarto de baño, sólo para encontrar la puerta cerrada. ¡Fantástico! Justo lo que necesito - mi hermano otra vez en el cuarto de baño. Juro que cada vez que quiero usarlo, él parece adelantárseme. ¡Y él es peor que yo! Por Dios, ¿cómo puede tardar tanto un chico? Bajé las escaleras tristemente para desayunar. ¿No son las chicas las que se supone tienen que acaparar el cuarto de baño, en lugar de los chicos? le pregunté a mi madre mientras engullía mis cereales.

Cuando mi hermano salió, con todo el pelo engominado y apestando a loción de afeitar, finalmente me llegó mi turno. Con cinco minutos que me quedaban, pasé con enfado por encima de la empapada toalla aún tirada en un charco de agua en el suelo, y rápidamente me duché y me preparé para el colegio.

Sentada en el autobús escolar esa mañana, volví a pensar en el sueño que aún recordaba tan vívidamente. Sí. ¡Ojalá los sueños se hicieran realidad! ¡Sería la chica más feliz del mundo! Pero sabía que eso no iba a suceder de ningún modo. ¿Por qué demonios iba un chico como Harry Robinson a mirarme, y mucho menos a pedirme bailar? Desde que había empezado a ir a nuestro colegio unas semanas antes, él se había juntado con el grupo de chicos y chicas populares - las chicas guapas. El grupo del que yo había anhelado formar parte, pero sabía que nunca formaría parte de él. Miré fijamente con expresión sombría por la ventana mientras el autobús se detenía delante del colegio.

Amigos...

¡Hola Julia! llamó Millie. Levanté la vista para ver a mi mejor amiga corriendo hacia mí, sonriendo de oreja a oreja. ¡Nunca lo adivinarás! Mamá trajo una guitarra a casa anoche. Le dije que Mr. Casey está dando clases en el colegio y cuando le dije que yo tenía ganas de aprender, ella salió y compró una para mí. ¡Así de repente! ¡Es tan guay! Y voy a empezar las clases esta semana.

¡Vaya! repliqué. ¡Tienes TANTA suerte! Aprender a tocar la guitarra era algo que yo había querido hacer durante años. Pero a mis padres no les interesaba. ¡Tú tienes tu baile, Julia! es lo que mi madre siempre decía cuando le preguntaba. ¡Eso es suficiente! Las clases de música son muy caras y no nos podemos permitir que tú te apuntes a nada más. ¡Tu baile es suficiente! repitió ella. Así que había dejado de pedirlo hacía mucho tiempo.

Yo me alegraba por Millie, pero no podía evitar sentir envidia. Todo lo que Millie quería, Millie lo conseguía. Ella