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Cinco Ministerios En Un Poderoso Equipo: Llevando la Reforma Profética y Apostólica Al Siguiente Nivel
Cinco Ministerios En Un Poderoso Equipo: Llevando la Reforma Profética y Apostólica Al Siguiente Nivel
Cinco Ministerios En Un Poderoso Equipo: Llevando la Reforma Profética y Apostólica Al Siguiente Nivel
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Cinco Ministerios En Un Poderoso Equipo: Llevando la Reforma Profética y Apostólica Al Siguiente Nivel

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Cinco Ministerios En Un Poderoso Equipo, es un libro revolucionario que lleva la Reforma Apostólica y Profética hacia el siguiente nivel práctico. Este libro da a la iglesia una visión de lo que podemos lograr cuando capacitamos a cada ministerio para hacer lo que mejor puede hacer como parte del equipo ministerial que Dios ha dado a la iglesia. Las vívidas ilustraciones ayudarán a ‘ver’ en realidad qué puede lograr este equipo. Usted será retado a examinar los conceptos tradicionales recibidos de las generaciones precedentes, pero quienes quieran estar delante, en la vanguardia, debieran encontrar en esta obra una lectura refrescante.

LanguageEspañol
PublisherBen R Peters
Release dateDec 9, 2014
ISBN9781310733253
Cinco Ministerios En Un Poderoso Equipo: Llevando la Reforma Profética y Apostólica Al Siguiente Nivel
Author

Ben R Peters

Ben Peters is a prolific author of spiritually inspiring books, including both fiction and non-fiction. He has been a pastor, international seminar and conference speaker and founder of Open Heart Ministries and Kingdom Sending Center. He ministers with his wife, Brenda, and has five gifted children.

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    Cinco Ministerios En Un Poderoso Equipo - Ben R Peters

    Capítulo 1

    La Visión

    Corea

    EN SEPTIEMBRE DEL AÑO 2000, mi esposa, Brenda y yo, estábamos viajando hacia Corea del Sur. Habíamos llegado a conocer a unos amigos coreanos muy especiales en el área de Chicago, y ellos habían abierto las puertas para que visitáramos muchas iglesias encendidas en Corea del Sur. Por el camino, mientras cruzábamos el océano Pacífico del Norte, yo oraba para recibir una palabra especial para la nación que estaba a punto de visitar por primera vez.

    Mi mente regresó al primer día que asistimos a la Pal Bok Presbyterian Church en el norte de Chicago. Ministramos en el servicio en inglés en la mañana y regresamos en la tarde para participar en su servicio de oración del domingo en la noche. Estos hermanos, como muchos cristianos coreanos, dedicaron mucho tiempo a orar juntos. Mientras todos orábamos, sentí carga por los cristianos en Corea del Norte. Recientemente había escuchado de la terrible persecución de nuestros hermanos y hermanas viviendo bajo el terrible régimen comunista.

    Mientras orábamos, tuve una rápida visión de la península coreana, vi grandes murallas en la costa de Corea del Norte que comenzaban a flotar alejándose de la tierra. Sabía que Dios estaba diciendo que Corea del Norte iba a abrirse. Compartí la visión con los guerreros de oración presentes, y nuestros preciosos nuevos amigos coreanos se regocijaron conmigo, creyendo que Dios nos había hablado a todos.

    Transcurridos dos días, los medios rezumbaban con las noticias de que por primera vez en casi medio siglo, Corea del Norte y Corea del Sur comenzarían conversaciones. Los dos gobiernos permitirían que un número limitado de familiares cruzaran la Zona Desmilitarizada, y se reunieran con sus parientes, después de casi cinco décadas de separación. Además, se planificaron futuros diálogos.

    Con esta confirmación, me sentí seguro de que había escuchado a Dios. Recibiríamos más confirmaciones después de llegar a Corea del Sur. Allá veríamos numerosas señales evidentes de que se estaba prestando emocionada atención a la posibilidad de reunificación con Corea del Norte. Otras naciones occidentales también comenzaron a restaurar relaciones y conversaciones con el Norte Comunista.

    Pero ahora, yo estaba consciente de que solo estábamos a unas horas de distancia de nuestra primera aventura en esta península dividida, y pedía al mismo Dios, Quién me había mostrado la visión en Illinois, que me diera alguna sabiduría divina para impactar a la iglesia en Corea del Sur. Si Dios realmente abriría a la nación del norte, la iglesia del sur debía estar preparada.

    En mi mente y espíritu comenzaron a agitarse algunos conceptos. Entonces sentí (y todavía lo siento hoy) que la clave, a fin de estar preparados para esta oportunidad venidera dorada, estaba, de alguna forma, directamente relacionada con la restauración de los cinco ministerios que son mencionados en Efesios 4:11.

    El primer concepto es que todavía hay apóstoles y profetas. El segundo es que ellos se necesitan mutuamente, y Dios necesita que trabajen juntos. Estos dos ministerios son las piedras fundacionales de la iglesia, y las piedras fundacionales siempre son puestas una al lado de la otra. En referencia a esto, Dios ya me había estado hablando sobre los cambios en la estructura eclesial que Él estaba trayendo a la iglesia, incluso antes de leer el excelente libro Churchquake, del Dr. C. Peter Wagner.

    Dios siempre ha tenido apóstoles y profetas en la Tierra, incluso cuando no se les dieron esos títulos específicos. Pero la mayoría de ellos han llevado sus ministerios con cierto grado de independencia.

    Generalmente, han tenido una gran unción, suficiente para traer tanto seguidores como finanzas, a fin de permanecer en el ministerio. Desafortunadamente, a menudo han reaccionado negativamente a quienes están en desacuerdo con ellos. Muchos se separarían de los demás debido al orgullo espiritual y continuarían con una actitud de No me importa lo que los demás piensen, sé que estoy en lo correcto.

    Estos líderes, aunque usados por Dios en muchos modos maravillosos, no comprendieron el concepto de la interdependencia de los apóstoles y profetas, en parte porque realmente no habían aceptado estos términos, ni se habían identificado con sus verdaderos llamamientos. Asumieron que, como Dios les había hablado muchas veces antes en un modo personal, entonces, si quería comunicarles algo, les hablaría directamente.

    Yo, personalmente, escuché a un predicador de la televisión expresar esa actitud años atrás, cuando alguien trató de darle una palabra que sintió que provenía de Dios. Dijo: Dios me habla a mí. Si quiere decirme algo, me lo puede decir directamente. No necesito que otra persona me lo diga. La palabra de la otra persona podía no provenir de Dios, pero el predicador se ponía así en una situación peligrosa, y revelaba algo de orgullo en su vida.

    La verdad es que Dios no desea decirnos directamente todo lo que quiere que sepamos. Si tenemos algo de orgullo, y pensamos que somos tan espirituales que no necesitamos escuchar a alguien más, entonces creo que Dios limitará Su respuesta hasta que nos humillemos a nosotros mismos y escuchemos a otros a quienes Él ha puesto en nuestras vidas. Esto se aplica tanto a los líderes como a toda la iglesia.

    Dios me reveló, a finales del año 2000, que restauraría el fundamento original de la iglesia al unir a los apóstoles y profetas en poderosas relaciones interpersonales. Estos líderes se volverían muy interdependientes, antes que independientes unos de otros. Los apóstoles y profetas trabajarían lado a lado y cada uno permitiría que el otro hablara a su vida.

    Esto enfatiza la importante verdad que ya mencioné anteriormente, que los apóstoles y profetas se necesitan unos a otros. Más importante aún, Dios necesita y requiere que trabajen juntos. La agenda de Su reino demanda que estos dos importantes ministerios se unan en un equipo y mezclen sus dones, de modo que, en el planeta Tierra, se implemente la estrategia de Dios para la cosecha.

    La gran y emocionante noticia es que Dios está haciendo exactamente lo que me dijo. En modos sin precedentes, los apóstoles y profetas están uniendo fuerzas y escuchándose unos a otros para confirmar lo que Dios les dice.

    Hombres como el Dr. C. Peter Wagner y el Dr. Bill Hamon han hecho declaraciones similares y están aplicando sus convicciones en modos muy prácticos. El Dr. Wagner, en Apostles and Prophets [Apóstoles y Profetas], escribe todo un capítulo titulado "Hitching Apostles to Prophets" [Uniendo los apóstoles a los profetas].[1] Él llega a declarar en las páginas de contenido que: "Los apóstoles pueden hacer algunas cosas buenas por sí mismos. Los profetas pueden hacer algunas cosas buenas por sí mismos. Pero, ¡unidos, pueden cambiar el mundo!"

    Después que el Espíritu Santo me recordó que los apóstoles y profetas estaban uniéndose, supe que Dios quería unir a los apóstoles y profetas de Corea del Sur a fin de preparar a las iglesias sudcoreanas y a sus cristianos para el día en que Corea del Norte finalmente abriera sus puertas al evangelio. Sabía que si podíamos unir a estos líderes en un tiempo de búsqueda a Dios juntos, en humildad, ellos claramente podrían escuchar a Dios y desarrollar una estrategia para llevar una presentación poderosa y unida del evangelio para el Norte.

    Entonces, Dios comenzó a mostrarme una imagen de cómo se involucrarían los cinco ministerios. Daremos mucho más detalles en los capítulos siguientes, pero permítanme compartir ahora la que creo que es la función primaria de cada uno de los cinco ministerios.

    Definiciones Simples

    A. Apóstoles: Estos son los generales de Dios, quienes han pasado tiempo con su General en Jefe, y conocen Sus caminos. Comienzan como discípulos que siguieron, sirvieron, y aprendieron de su Maestro. Luego se vuelven apóstoles, o enviados. Han sido enviados desde su lugar de aprendizaje con Él, hacia el lugar de servicio para Él, donde implementarán Sus planes divinos. Son, en pocas palabras, los administradores jefes del reino de los Cielos sobre la Tierra. Generalmente tienen otros dones fuertes en uno de los otros cuatro ministerios, y traen esos dones con ellos en su servicio como apóstoles. De este modo, pueden ser apóstoles proféticos, apóstoles maestros, etc.

    B. Profetas: Son como consejeros a los apóstoles y otros ministerios. Su función fundamental es escuchar la voz de Dios y recibir actualizaciones cada día y cada instante desde la sala del trono. La información que reciben es pasada a los líderes apostólicos quienes están a cargo de la administración del reino de los cielos sobre la Tierra, o a quienes sean instruidos a hablar.

    C. Evangelistas: Los apóstoles y profetas quizás sepan cómo debiera ir la batalla, y sepan liderar la carga en el campo de batalla, pero el ejército de evangelistas es quien se infiltrará en territorio del enemigo y traerá a casa los trofeos de guerra. Muchos de estos evangelistas pueden ser jóvenes y de algún modo inexpertos, pero serán guiados por quienes tengan mayor madurez. Usarán muchos dones y talentos para atraer y convertir a los perdidos. Algunos serán evangelistas proféticos, otros harán señales y maravillas. Incluso, algunos usarán la música y el drama para llamar la atención del incrédulo. Ellos estarán ubicados en equipos equilibrados mediante los dones de revelación de los profetas y las habilidades administrativas de los profetas.

    D. Pastores: Cuando los evangelistas retornen con sus trofeos de guerra, los traerán hacia el redil donde son inmediatamente cuidados por quienes tienen el don de pastorear. Allí reciben amor, y la seguridad de que serán cuidados y protegidos. Reciben sanidad de las heridas de guerra infligidas a ellos por sus previos comandantes. Estos pastores, les presentan los maravillosos beneficios de ser cuidados por el Gran Pastor de sus almas. Bajo el cuidado de estos pastores-asistentes crecen en madurez y fortaleza espiritual.

    E. Maestros: Trabajando lado a lado con los pastores están los maestros. Ellos comparten con los conversos, y con toda la iglesia, las emocionantes verdades que Dios está revelando. Ayudan a equipar a los jóvenes cristianos con el conocimiento de la Palabra de Dios, que les dará fortaleza para las batallas que ciertamente librarán. Algunos maestros se enfocarán en los principios básicos de la vida y la doctrina, mientras que otros se especializarán en temas muy específicos.

    La Estrategia

    Mientras meditaba durante aquel largo vuelo sobre el Pacífico del Norte, la imagen se volvía más clara. Si los apóstoles y profetas en Corea del Sur se reunían y buscaban seriamente al Señor con corazones y mentes abiertas, Dios les daría

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