Que leer

Especial 8 M

ecía aquello de que vivimos en un tiempo líquido, volátil, de esos que se escurren entre las manos sin que nos demos cuenta. La esencia cambiante es innegable en nuestra retina, pues estamos sujetos a modificaciones, mixturas e inestabilidades infinitas. De hecho, existen varias generaciones para las que mantener un puesto de trabajo apenas un lustro es una quimera. Y no se trata de falta de preparación, voluntad de permanencia o escasez de aguate. Lo que ocurre es que el sino de este tiempo licuado es puro magma danzante. Sin embargo, podemos percibir algunas constantes que dibujan hilos en las sombras de nuestro pensamiento actual. No todas ellas son desafortunada, ni mucho menos. Una de esas fórmulas apreciables es la cada vez más habitual

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