EN LA INGLATERRA VICTORIANA, MUCHAS NIÑAS FUERON BAUTIZADAS CON EL NOMBRE DE FLORENCE, FLORENCIA EN INGLÉS, UN NOMBRE REALMENTE ORIGINAL Y DESCONOCIDO EL AÑO QUE NACIÓ NUESTRA PROTAGONISTA. Fue en su honor que las madres de muchos rincones de su país lo escogerían para sus hijas. Sus padres, Fanny y William Nightingale ya habían elegido otro nombre original para su hija mayor, Parthenope, en honor a la ciudad italiana en la que había nacido en 1819, Nápoles, de la que escogieron su nombre griego. En 1820, cuando nació su hermana, los Nightingale se encontraban en otra hermosa ciudad italiana, Florencia, y Fanny no dudó en seguir la original tradición.
Florence Nightingale nació el 12 de mayo en la hermosa Villa Colombaia, en la que sus padres se habían instalado temporalmente. Fanny provenía de una ilustre familia acomodada que había amasado una importante fortuna, pero se había puesto también del lado de los más desfavorecidos. Su padre, el abuelo de Florence, había destacado como líder abolicionista en el Parlamento británico. William Edward Shore era seis años más joven que Fanny, a quien conocía desde la infancia. Tras heredar de un pariente, se cambió el nombre por el de su tío, Nightingale. Formado en Cambridge, su carácter indolente no agradó a la familia de Fanny, pero ella tenía la esperanza de modelar su manera de ser, así que finalmente se casaron en 1817 y se marcharon a recorrer Europa hasta que Fanny consideró que ya era tiempo de regresar a Inglaterra y formar un verdadero hogar con Edward y sus dos hijas pequeñas.
LA LLAMADA
Su primer hogar fue una mansión que Edward había heredado de Peter Nightingale que él mismo se encargó de remodelar. Pero Lea Hurst, como se conocía la propiedad, resultó no ser el lugar adecuado y Fanny convenció a su marido de mantenerla como residencia de verano. Los Nightingale encontraron su hogar en Embley Park, una casa situada en Hampshire, no demasiado lejos de Londres.
La infancia de Florence transcurrió aparentemente feliz, en aquellos entornos privilegiados, con animales domésticos y bonitos campos por los que pasear con su pequeño poni. Pero Florence era una niña taciturna, triste, extraña a los ojos de la gente. Años después, ella misma confesaría que nunca se consideró una niña como las demás sintiendo profunda angustia por no verse capaz de relacionarse de manera normal. Para soportar su terror, Florence buscó consuelo en su imaginación. También se apoyó en su padre, a quien adoraba, ya que no se sentía muy unida a su madre. La relación con William se intensificó cuando sus padres decidieron que sería él el que supervisaría la educación de Parthenope y Florence a las que enseñaría idiomas