


Desde la purpurina hasta nuestros propios hijos, pasando por el vino y el ejercicio. La alergia es la enfermedad crónica más común en el Viejo Continente de acuerdo con la Academia Europea de Alergias e Inmunología Clínica (EAACI por sus siglas en inglés). Actualmente, el 40 % de la población europea padece algún tipo de alergia —proporción que aumentará hasta la mitad en esta década— según datos del Centro Europeo de la Fundación para la Investigación de las Alergias (ECARF). España, obviamente, es parte de esta tendencia y en nuestro país casi catorce millones de personas son alérgicas.
En términos básicos, las alergias son una «mala lectura» de nuestro sistema inmunitario que identifica una sustancia como nociva aunque no lo sea, y genera una respuesta para defenderse de esta supuesta amenaza, igual que haría en caso de una infección o una enfermedad. Y esto es lo que provoca los síntomas típicos de las alergias. Si bien puede haber predisposición genética para algunas, sobre todo las más comunes, como las alergias alimentarias y al polen, hay otras que se activan en la edad adulta, aparentemente sin motivo…
La EAACI reconoce algunos factores que pueden contribuir a la aparición de alergias cuando ya somos mayores, como por ejemplo una exposición insuficiente a gérmenes en la infancia, el uso excesivo de antibióticos, cambios en la rutina —como mudarse a otra región o país— y, la más frecuente en los últimos tiempos, por estrés. En casi todos estos casos, se trata de alérgenos y liderado por Patricia Norris, de la Universidad de Oregon, se conoce el caso de cuatro personas con reacciones alérgicas a las tiritas transparentes. Una resultó sensible a uno de los adhesivos, otra al fosfato de tricresilo (la parte plástica). Lo más frecuente, según el estudio, es la alergia al tipo de pegamento utilizado en las tiritas, ya sea al acrilato o al metacrilato.