
Afinales del siglo XIX, principios del XX, vivió un hombre, de cuyo nombre no quiero acordarme, que popularizó una frase que seguro que has escuchado alguna vez: «Hay tres tipos de mentiras: mentiras, grandes mentiras y estadísticas». No estoy segura de si su frase fue la causa o la consecuencia, pero el caso es que casi todo desprestigio a la ciencia Estadística suele ir acompañado de esta. Y sí, has leído bien, he escrito «ciencia Estadística» porque eso es la Estadística, una ciencia que, además, está detrás de casi todas las demás ciencias. Pero empecemos por el principio.
A menudo tomamos decisiones que se basan en lo que observamos a nuestro alrededor. Cogemos un paraguas porque el cielo está nublado, intuimos que el agua está a punto de hervir por las burbujitas del fondo del cazo y soplamos a la sopa porque sale humo. Lo sabemos porque lo hemos aprendido de las veces anteriores en las que ya hemos estado ahí. Lo cierto es que nuestra mente es muy eficiente en la tarea de obtener información de observaciones anteriores, aunque debemos reconocer que hay ocasiones en las que le pueden algunos sesgos, como cuando crees que al mirar el reloj por la noche siempre serán las 2:05. Ramón Nogueras explica muy bien en su libro cómo se producen estos sesgos y por qué