
OAXACA, OAX. - El silbido del gas y el olor nauseabundo encienden las alarmas en la comunidad de Donají. El del amoniaco es también un hedor que despierta el miedo.
La irritación en la piel y en los ojos, el ardor en la garganta, la tos, náuseas y hasta la dificultad para respirar son síntomas que expulsan a los pobladores de su comunidad. La naturaleza se muere.
Los habitantes de Donají tuvieron que vivir casi todo diciembre último en un albergue tras la enésima y prolongada fuga de amoniaco que comenzó el viernes 9 de ese mes en el ducto de Pemex que pasa por el poblado. Se dicen hartos de la indolencia de la petrolera y de las autoridades municipales, estatales y federales.

Rafael Castillejos Fuentes, agente municipal de Donají, dice en entrevista: “Pemex se robó la Navidad”.
Para quienes viven en esta localidad del municipio de Matías Romero, en la zona norte del Istmo de Tehuantepec (a unos 170 kilómetros de Salina Cruz), las constantes fugas de amoniaco o de hidrocarburo son una preocupación cotidiana, pues en cualquier momento puede ocurrir una tragedia, como ya pasó en 2013. En aquel año una fuga de amoniaco en la zona de Chivaniza y Campo Nuevo, perteneciente al municipio