
lgún día se tendrá que decir la verdad sobre Barojas», escribió , uno de sus más entregados lectores. Su vida, ampliamente descrita a lo largo de las propias memorias del escritor vasco, , aún despierta sombras, polémicas, dudas; para muchos, en realidad, son insuficientes pese a su gran extensión, hasta para el ampurdanés: «Son energúmenas, horribles por su ligereza y sus despropósitos. Me aburro», aunque, en otro arranque contradictorio, diga de él que hubiera podido ser el mejor memorialista de la historia en España y no se canse de destacar la sencillez técnica de su escritura, su antibarroquismo, su calidad como paisajista