
Durante muchos años han sido materia de análisis los efectos de la suspensión en el juicio de amparo y la posibilidad de que ésta tenga efectos restitutorios. Desde la Quinta Época, la Suprema Corte ha producido un importante acervo de jurisprudencia sobre dicho tópico. En la literatura jurídica, destacan las obras de Ricardo Couto1 y Góngora Pimentel2, cuyas valiosas aportaciones contribuyeron al estudio de la suspensión y sus efectos.
Tradicionalmente se concibió a la suspensión como una medida cautelar con efectos meramente paralizadores. Los criterios de la Quinta Época afirmaban que, por regla general, era improcedente conceder la suspensión cuando tuviera efectos restitutorios, ya que éstos solo correspondían a la sentencia que se pronunciara en cuanto al fondo del asunto. Además, se consideraba que la naturaleza del acto reclamado era determinante para la procedencia de la medida cautelar, por lo que si el acto no era susceptible de ser paralizado, aquélla resultaba improcedente.3
En las siguientes décadas, estos criterios rigieron —con algunas excepciones—la mecánica de la suspensión. Recientemente, el marco constitucional y legal se modificó, lo