
La primera página de la historia relojera de la casa fundada por Gabrielle Chanel, en 1910, que acabaría convirtiéndose en una referencia eterna dentro de un universo creativo gobernado por códigos masculinos. No es volver a reproducir el que acompañó su alumbramiento: “Soy el corazón palpitante de la instantaneidad; soy el reloj joya que se toma el tiempo necesario para disfrutar de la vida; soy un estilo cuyo único principio rector es la libertad; soy una eterna joven; soy el reloj Première”. Razones más que suficientes para seguir hablando de esta pieza que Jacques Helleu creó hace 35 años, con el único objetivo de que su diseño fuera fuerte y único. Dio al Première una estética emocional (inspirada en la forma octogonal del tapón del frasco del perfume N°5, que a su vez se ideó siguiendo la forma de la plaza Vendôme de París) y de un espíritu inmortal y liberal, como el de Coco Chanel. Su forma entallada a la pulsera y su correa en piel entrelazada con cadenas convertieron este reloj en un icono femenino, presentado en oro con una esfera negra y un cristal biselado. El mejor ejemplo de iconicidad moderna y contemporánea que no ha dejado de ser el centro de atención.