

uele decirse que para los pilotos que se dedican a las carreras de motos, coches, camiones o cualquier otra cosa que vaya a gran velocidad sobre dos o cuatro ruedas, tener un hijo supone Pero eso precisamente era lo que se preguntaba en esta portada de julio de 1987, con una entrevista en exclusiva con John McEnroe, su mujer Tatum O’Neal y su primer hijo, Kevin McEnroe, a los que hicieron posar como en las mejores portadas del, sonrientes, felices, sobre la moqueta de su casa en Turnberry Isle, al norte de Miami. Era julio de 1987, y lo cierto es que el titular de la portada (“¿Ha arruinado el amor a John McEnroe?”) no era tampoco un tiro al aire. Uno de los mayores talentos de la historia del tenis, ganador de siete Grand Slam, 156 títulos en total en su carrera sumando y dobles y número 1 del mundo durante 140 semanas, se había casado con Tatum O’Neal en 1986 y habían tenido su primer hijo ese mismo año (en 1987 tuvieron precisamente al segundo, Sean). Y fue justo en esos dos años, 1986 y 1987, cuando McEnroe entró en un declive profesional digno de estudio: solo ganó tres títulos en ese periodo, cayó del número 2 del mundo al 14 y dejó de ingresar mucha pasta. Mike Lupica, periodista que realizó la entrevista, se preguntaba en el interior: “Cuando era el tipo malo, era bueno; pero ahora que está sentándose, ¿podrá seguir ganando?”. Pues no, no lo hizo, esa es la realidad.