Al dar unos pasos fuera del camino señalado, la vida silvestre se manifiesta con una sinfonía de aves e insectos que permanecen camuflados en la frondosidad tropical. A mis pies, una larga fila de hormigas marcha hasta perderse entre las hojas; sobre mí, ramas y lianas se entretejen para crear bóvedas donde las termitas construyen sus colonias, y a mis costados, inmensas raíces sostienen los troncos de papelillo rojo que flanquean el sendero.
Seguimos a Paco Ramírez, guía forestal con 30 años de experiencia en Tam arindo, una reserva natural privada de 1214 hectáreas que se despliega en Costalegre, sobre la ribera sur de Jalisco. “La selva alta es una de las más importantes del país; en ella se han registrado cinco de los seis grandes felinos de América y más de 180 especies de aves -asegura el también acuicultor e investigador de Four Seasons Tamarindo, un enclave de lujo cuya edificación en el santuario se condicionó a la protección del mismo, al operar en solo 2% de la propiedad-. Para proteger la naturaleza hay