Nadie nos ataca. Que el otro se libere de sus prejuicios o cambie de parecer, no lo hace un traidor en función de lo que antes compartíamos, llámese religión, orientación sexual, preferencia alimentaria, carrera o ideas políticas y sociales.
No hace falta defendernos, porque en cada defensa hay un ataque presupuesto, un ataque subyacente. Es maravilloso comenzar